EL RALLY DAKAR 2012
MIEMBROS DEL CONSEJO DE MONUMENTOS NACIONALES ADVIERTEN SOBRE EL GRAVE DAÑO QUE OCASIONARÁ EL RALLY DAKAR 2012 SOBRE EL PATRIMONIO NATURAL, ARQUEOLÓGICO E HISTÓRICO DEL NORTE DE CHILE
A consecuencia de los problemas que sus organizadores franceses encontraron en África, nuestro país fue elegido por contar con paisajes áridos y facilidades para llevarlo a cabo, considerando ventajas turísticas y de promoción de imágenes, sin reflexionar previamente sobre las desventajas evidentes que implicaría el paso de agentes mecánicos destructivos de carácter masivo por espacios desérticos ricos en patrimonio cultural y natural. Además, sin escuchar a los expertos y organizaciones regionales, trazando la ruta en secreto, sin la participación de las instituciones y especialistas. Se nos ha querido convencer que los ingresos directos del Dakar entre los años 2009 y 2011, correspondientes a una cifra de 63,5 millones de euros, ha sido un éxito total, en comparación con los apenas 8 millones de euros dispuestos por el Estado chileno, incluyendo una activa participación de los espectadores que habrían ascendido desde los 600.000 a 1.500.000.
Sin embargo, estas cifras optimistas provenientes de la Dirección Nacional de Turismo deben contrastarse con los daños patrimoniales. En el Dakar de 2010 se registraron 149 sitios arqueológicos de diversas épocas a través de su línea base, de los cuales 52 fueron afectados, cálculo muy mínimo, si se considera que las medidas de protección fueron deficientes, ocurriendo destrozos en sectores retirados de la línea de base. Por otra parte, en el Dakar del año 2011 el análisis de la línea de base permitió identificar 556 sitios, de los cuales sólo lograron revisarse 283, siendo afectados de ellos 126. Con independencia de las medidas de mitigación y las compensaciones para financiar labores de rescate y otras de índole patrimonial de parte del Instituto Nacional del Deporte, es obvio que estos fondos son un aporte mínimo, por cuanto hasta ahora no se ha realizado una estimación financiera de los 178 sitios alterados que representan, a nuestro entender, una cifra baja una vez que se observen los desvíos y anchos trazados de los cientos de vehículos comprometidos con la debida detención post Dakar.
Un caso notable de contradicción en que el Estado (Instituto Nacional del Deporte, Dirección Nacional de Turismo), lo hace y legitima en oposición al juicio científico-técnico del Consejo de Monumentos Nacionales, el único órgano estatal que decide sobre la protección legal de estas materias.
Efectivamente, los miembros del Consejo de Monumentos Nacionales abajo suscritos estamos consternados sobre el daño causado durante los Rally Dakar de los años 2009, 2010 y 2011. Ahora, en enero del 2012, otra vez nos enfrentaremos a este colapso, pero ahora no guardaremos silencio frente a acciones eventualmente ilegítimas y éticamente reprochables, aun cuando el propio Estado los autorice. De hecho, instituciones de expertos como el Colegio de Arqueólogos y la Sociedad Chilena de Arqueología han declarado su enérgico rechazo. A lo menos aspiraríamos a no ser criticados por el juicio del futuro.
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Estaremos de nuevo sometidos al paso de cientos de vehículos ”todo terreno”, que no utilizan un rumbo único, sino una ancha faja que resulta surcada, como el trazado de un rastrillo gigante, alterando evidencias patrimoniales naturales y culturales únicas en la historia de la humanidad por provenir de pueblos y culturas que habitaron el particular desierto de Atacama. Las primeras luces de alerta fueron dadas por periodistas y científicos del Centro de Desierto de Atacama de la Universidad Católica, durante el primer rally, a raíz de la intervención del área del “desierto florido” informada en el Mercurio de Santiago el 25 de enero del 2009, probando la destrucción de pisos vegetacionales con especies únicas que por el sólo hecho de ser nativas del desierto más extremo del planeta debieron implicar un respeto mínimo.
Donde se advierten solo planicies desérticas, los organizadores no saben dónde están los grandes yacimientos paleontológicos, como aquel de las ballenas fósiles, único a nivel mundial, los innumerables sitios arqueológicos que sólo se advierten por el examen especializado, incluso a ciertas horas de luz inclinada. En los rallys de los años 2010 y 2011 en las líneas de base, el Consejo de Monumentos Nacionales ha constatado un total de 705 sitios arqueológicos de distintas épocas prehistóricas a subactuales, porque el área desértica del país es lejos la más potencial en estos términos. Hasta ahora no se conoce una versión de la Dirección Nacional de Deportes que explique al país esta paradoja de un Estado que no protege su propio patrimonio cultural. Recientemente se ha dado a conocer, a raíz del próximo Dakar, que la periodista coordinadora del evento requiere de la participación de arqueólogos para revisar 70 km de huellas troperas patrimoniales, con el fin de protegerlas, a sólo 12 días del comienzo del Dakar en enero de 2012…
Es que para nosotros se trata de regiones donde la bella soledad aparenta cierta idea de despoblamiento, pero, al revés, desde los Andes al mar se han sucedido notables culturas y asentamientos prehispánicos, huellas de la conquista española, escenarios de arqueología industrial como el mundo salitrero, las instalaciones guaneras y mineras, sitios de arqueología militar, redes viales prehispánicas y subactuales que recorrieron el desierto a su largo y ancho, la más compleja de Sudamérica, como el sistema inca del Qhapaq-Ñan. No olvidamos a los geoglifos monumentales prehispánicos, alterados dramáticamente por los “todo terreno” de los rally locales, estimulados por el Dakar, que todos los años los destruyen siendo comparables con aquellos gigantescos de Nazca.
En suma, estamos en presencia de un daño irreparable promovido por intereses deportivos o turísticos mal entendidos que alteran a esta frágil estructura física arqueológica e histórica, dejando a la ciudadanía nacional e internacional sin memoria y, por cierto, con la pérdida de la belleza prístina del desierto en sí mismo. En verdad, la sabia naturaleza ha cubierto a este paisaje del llamado “pavimento del desierto”, una pátina protectora que por millones de años lo ampara de los procesos erosivos. Esta “piel” es la que desgarran salvajemente estos venturosos deportistas, sin ninguna cultura ecológica y ambiental, incapaces de entender que más llamaríamos la atención mundial si iniciáramos una campaña de defensa y protección del paisaje del desierto de Tarapacá y Atacama (entre Arica-Parinacota a Copiapó), para liberarlo de basurales, rally indiscriminados, hoyos inmensos de la extracción de estériles mal ubicados, acumulamientos de desechos en obras camineras, propaganda electoral, instalaciones férreas a
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medio levantar, construcciones insólitas fuera del contexto cultural, redundancia de huellas mineras, extracción de aguas ilegales e irracionales, contaminaciones desde el mar a los Andes, en fin, intervenciones que lo hacen vulnerable, cercano a su desvalorización, como si sólo los bosques ameritarían nuestra preocupación.
Qué duda cabe que queremos apoyar esta campaña para crear una política proteccionista del desierto del norte del país para que el Estado pueda contar lo antes posible con un mapa detallado de sus sitios y aéreas patrimoniales, de tal manera de saber concretamente dónde es posible localizar las intervenciones, libres de recursos culturales y naturales: basurales, asentamientos, urbanizaciones, obras portuarias, conexiones viales, infraestructuras mineras, ejercicios militares, competencias deportivas, senderos peatonales culturales, entre otras, para no repetir el lamentable procedimiento de llegar al patrimonio sólo cuando éste ha sido destruido. Volverá el Dakar y de nuevo se repetirá el “muro de los lamentos”, pero ahora esta parte del Estado ha emitido su juicio para esclarecer esta situación de un modo constructivo frente a las autoridades, instituciones pertinentes y sociedad civil.
Santiago, 31 de enero de 2011
Gastón Fernández (Consejero Representante de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía)
Lautaro Núñez (Consejero Representante del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes)
Virginia Vidal (Consejera representante de la Sociedad Chilena de Escritores)