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Editor: Neville Blanc

Monday, January 08, 2007

BUSCANDO EL TIEMPO GANADO CON VICENTE PÉREZ ROSALES




NUEVA EDICIÓN DE "RECUERDOS DEL PASADO".


Un clásico del siglo XIX "Recuerdos del pasado": El ingenioso Pérez




Marcelo Somarriva

Mientras nos cuenta cómo se construye la nación, va modelando paralelamente una imagen de sí mismo.


Foto: El Mercurio

Ediciones B, con el apoyo del Fondo del Libro, lanza la próxima semana una nueva edición del clásico libro de Vicente Pérez Rosales.

Publicamos un fragmento del prólogo para esta publicación, escrito por Marcelo Somarriva.


(un descripción del Dictador argentino Don Juan Manuel de Rosas, en su exilio inglés, de puño y letra de Pérez Rosales quien lo visitara cuando joven, es uno de los aciertos de esta obra. NBR)

MARCELO SOMARRIVA


Cuenta Vicente Pérez Rosales que publicó sus "Recuerdos del pasado" para complacer a algunos amigos, a quienes contaba sus anécdotas en largas sobremesas de esas noches en las que no había luz eléctrica, radio ni televisión. Entre esos amigos se encontraba Benjamín Vicuña Mackenna, quien fue el encargado de escribir el prólogo de la primera edición de estos Recuerdos, una separata donde se reunieron los episodios que habían sido publicados por entregas en un suplemento del diario "La Época". En ese prefacio, Vicuña Mackenna saluda a su amigo como autor de una "verdadera hazaña literaria" y de "casi una revolución en los hábitos de nuestra existencia social y literaria". Los chilenos, según dice, eran silenciosos y reticentes "por nación", y se cuidaban de llegar a la tumba sin dejar escritos sobre su vida, esperando que el silencio abonara la construcción de su propio mito. Pérez Rosales, en cambio, había inaugurado un género nuevo en Chile, "la literatura póstuma". Es curioso que el prologuista le atribuya al silencio un poder que comúnmente ejercen las palabras, porque tradicionalmente los personajes públicos, de cualquier especie, han construido ellos mismos su propia leyenda anticipándose a cualquier otro que tenga intenciones de hacerlo en su lugar. A su manera, estos "Recuerdos del pasado" no escapan a esta costumbre tan antigua.


"Desaliñados apuntes"


Resulta inútil preguntarse si acaso existen recuerdos que no sean del pasado, pero sí es legítimo preguntarse por qué Pérez Rosales, a quien alguna vez se le llamó "el ingenioso Pérez", escogió una fórmula tan torpe para encabezar sus memorias, tomando en cuenta que habitualmente tenía buen ojo para titular sus escritos. Pensaba escribir "El manual del perfecto caballero", una especie de tratado que elevara el antiguo asunto de "pasar gato por liebre" a la altura de una de las bellas artes, y a lo largo de su vida llevó un exhaustivo archivo o enciclopedia personal, que llamó irónicamente "El diccionario del entrometido" y que probablemente le sirvió de base para construir su obra más célebre, que tituló de manera tan redundante. Pero, a pesar de las apariencias, el título "Recuerdos del pasado" tiene un sentido implícito que podría explicar de alguna forma la lógica del libro que encabeza. Pérez Rosales era un tipo escéptico; al menos en sus Recuerdos se muestra despectivo consigo mismo y con su obra, a la que llama "compilación de vejeces", "desaliñados apuntes" y "ligero juguete". Tampoco se sintió muy cómodo usando la primera persona del singular, el tan socorrido yo de las memorias románticas. Dijo haberlo usado por necesidad, pues le parecía la única manera de integrar sus "cosas vistas" en un relato hilado y coherente. Sin embargo, en ocasiones toma tanta distancia de sí mismo que pasa a ocupar la tercera persona, transformándose en "el Decano", "el francés" o en el "asendereado agente de la colonización chilena". Es tanto que pareciera que Pérez Rosales se estuviera escondiendo detrás de la infinidad de peripecias que conforman el relato de su vida y de esa larga galería de personajes que sucesivamente va encarnando. No es raro, entonces, que una vez terminada la lectura de este libro el lector se pregunte quién fue en realidad el autor de tantas andanzas, ese hombre que llegó a ser tantas cosas que no sólo cuesta enumerar, sino también denominar. ¿Existe en la literatura chilena otro autor que haya pasado de ser un experimentado cuatrero a convertirse en decorador teatral? Pero Pérez Rosales se cuida de no revelar detalles de su vida íntima y es muy poco lo que llegamos a saber acerca de sus tribulaciones, resentimientos y dilemas morales. Principalmente porque Pérez Rosales no tuvo la menor intención de hacerlo y, bueno, tampoco seamos demasiado ingenuos: las autobiografías siempre encierran un engaño, aun cuando el autor afirme revelar su corazón y satisfaga a sus lectores más curiosos o chismosos. Por eso no tiene sentido pedirle al autor que exponga algo que jamás se propuso revelar. Antes conviene saber qué pretendió con su libro.


El Pasado de la Patria


Pérez Rosales justifica la publicación de sus "Recuerdos del pasado" en términos eminentemente utilitarios. Quería que su libro sirviera por un lado como ejemplo "del poder de la perseverancia", y por otro, para "consignar, en calidad de testigo presencial, lo que éramos, para mejor valorizar lo que somos, y lo que pudiéramos ser si hubiésemos sido menos remisos en seguir ejemplos dignos de ser imitados" Sólo valía la pena contar "la vida insulsa de un simple majadero", es decir la suya, en todo aquello en lo que ésta se relacionara con la construcción de la patria, y es en la convergencia de estos dos propósitos -manifestar con su ejemplo el poder de la perseverancia y consignar lo que el país había sido- donde se sitúan estos "Recuerdos del pasado". Así, el pasado al que alude este título no es sólo el tiempo que acaba de transcurrir, sino un pasado con mayúsculas, el Pasado de la Patria. Cuenta Pérez Rosales que "en los primeros tiempos de nuestra vida republicana las palabras Patria y Chile no eran sinónimas". La patria era apenas un "conjunto de principios democráticos" y, tal como él cuando era niño, tenía que construirse y echar cuerpo. En estos "Recuerdos del pasado" solo hay dos cosas que merecen el calificativo de "sagradas", la patria y la ciencia. Esta última por lo general entendida como la llave del desarrollo industrial, ya que Pérez Rosales enarboló con convencimiento y orgullo un ideario ilustrado en el cual el progreso de la nación, la anhelada llegada a la civilización, sólo podía alcanzarse mediante el impulso de la ciencia y la industria. Así, a los héroes guerreros de la Independencia les siguió una nueva generación de organizadores de la patria, otros héroes que cambiaron la espada por la toga y la pluma. Para Pérez Rosales, el industrial servía tanto a la patria como el héroe de la espada y, como él, también merecía una estatua. Con sus "Recuerdos del pasado", Pérez Rosales se hizo un hueco en esta generación de constructores de la patria, y mientras nos cuenta cómo se construye la nación -cómo va echando cuerpo la patria-, va modelando paralelamente una imagen de sí mismo como constructor de la nación, imprimiéndole un patrón al errático dibujo de sus años salvajes. De tal modo que toda su vida, o aquella parte de ella que le parece digna de recordar -ya que hay bastantes lagunas en sus memorias-, aparece orientada hacia la empresa que culmina sus recuerdos, aquella que lo consagró como un servidor de la causa de la construcción de la Patria. Tras el flujo de sus recuerdos hay algo que parece advertirnos que incluso mientras el autor no había terminado de sentar cabeza, nunca dejó de tener en mente el progreso de su país.Pérez Rosales perteneció a una de las familias más encumbradas de la sociedad chilena de su tiempo, pero desde muy joven se vio obligado a buscarse la vida y a ver con resignación cómo empezaba a recorrer "en el sentido de descender, los últimos peldaños de la frágil escala de la fortuna".


Agente de colonización


Buena parte de su agitada existencia adulta no es otra cosa que el resultado de su reiterado empeño por ganarse la vida en cualquier ocupación que le permitiera conservar su independencia y libertad de movimiento. Fue en esa búsqueda que Pérez Rosales se lanzó en una deslumbrante serie de empresas individuales iniciando con ello el desfile de caracterizaciones del que dan cuenta estas memorias, en las que despliega personalidades tan disímiles como las de fabricante de aguardientes, minero, curandero, tendero, contrabandista de animales, pintor aficionado, hacendado y periodista, entre otras cosas. Hacia fines de la década de 1840 Pérez Rosales inicia una nueva etapa de su vida convirtiéndose en un singular funcionario gubernamental. ¿Cómo fue que "una bala perdida" como él pasa a figurar como un respetado funcionario? En 1850, Pérez Rosales reemplazó a Bernardo Philippi como agente de colonización del nuevo gobierno de Manuel Montt. Sin embargo, su vinculación con estas empresas colonizadoras parece ser anterior. En 1846 había viajado al Estrecho de Magallanes para realizar observaciones geográficas y meteorológicas, en una expedición que apenas cuenta en sus Recuerdos, y su viaje a California, dos años más tarde, parece no haber sido sólo una "calaverada" más del "ingenioso Pérez", sino que un viaje de estudios para ver cómo los yanquis enfrentaban el proceso de ocupación territorial de California. Fueran o no estos viajes misiones de reconocimiento, el asunto es que a fines de 1850 Pérez Rosales se ha convertido en el flamante agente de colonización en Valdivia. Es entonces cuando se produce la transformación más significativa de este personaje, y el narrador más bien 'chaplinesco' de sus andanzas anteriores le cede el puesto a un serio agente gubernamental henchido de lo que llama el "prurito de los descubrimientos". Con su cabeza "llena de proyectos", Pérez Rosales se lanza a la conquista de la naturaleza virgen, penetrándola, abriendo caminos, despejando bosques, buscando las mejores bahías para instalar puertos y fundando ciudades; transformado casi en un nuevo conquistador español.


"Pequeña Biblia nacional"


A los "Recuerdos del pasado" se les asignó un carácter fundacional desde el momento mismo de su publicación, y con los años esta dimensión inaugural fue creciendo. Las razones para que esto ocurriera son muchas, partiendo por la más evidente, el contagio, ya que el libro está escrito desde la perspectiva de un hombre realizado como fundador después de un accidentado recorrido vital. Junto con este aspecto existe otro elemento relevante: la creación de una imagen de chilenidad. Hay que tomar en cuenta que con esta obra Pérez Rosales contribuyó significativamente a construir eso que Benedict Anderson llama la "comunidad imaginaria", creando toda una imagen de la chilenidad, mediante una caracterización del chileno del siglo XIX que hizo época. Pocos han contribuido tanto como él a modelar esa imagen o idealización del "roto chileno" como un sujeto arrojado y trabajador, manso y sumiso puertas adentro, pero altanero y orgulloso en el exterior; una caracterización sospechosamente similar, por lo demás, a la que dedica a su colega cuadrúpedo, el caballo chileno. Tal vez eso, entre otras cosas, explique por qué González Vera llamó a este libro "una pequeña Biblia nacional". Pero también esta aura fundacional de "Recuerdos del pasado" deriva en gran medida de que se trata de un libro que enmarca varios libros o varios géneros en uno por mucho que el autor manifieste su propósito de situarlo en un territorio con límites establecidos, confinando sus Recuerdos sólo al espacio que alcanzó su mirada, un país más allá de cuyas fronteras se encontraban "los dominios de la adusta Clío", "la región del galanteo", la tierra de las murmuraciones y el ámbito de la historia política. Todos aquellos espacios a los que Pérez Rosales se niega el acceso; al menos en teoría, ya que en realidad muchas veces lo vemos traspasar esos lindes, haciendo que su obra vaya mudando de forma hasta que resulta ser un gran cajón de sorpresas, donde cabe un libro de recuerdos, varios libros de viajes, una colección de informes sobre historia natural, una serie de crónicas y anécdotas costumbristas, fragmentos de novelas históricas y una novela de formación.


SOBRE ESTA Y OTRAS EDICIONES


La huella de Pérez Rosales en la literatura nacional es enorme y son muchos los escritores e historiadores chilenos que han abordado su vida y obra. Entre ellos puede destacarse a José Santos González Vera, Ernesto Montenegro, Enrique Espinoza, Alone, Alfonso Calderón, Cristián Huneeus, Rolando Mellafe, Guillermo Feliú Cruz y Eugenio Pereira Salas. Durante mucho tiempo fue una verdadera costumbre editorial publicar nuevas ediciones de "Recuerdos del Pasado", un libro que con justicia puede considerarse como un clásico de la literatura chilena. Sin embargo, con los años esta práctica ha caído en desuso. Para remediar esta ausencia la serie Dulce Patria, de Ediciones B, con apoyo del Fondo del Libro, destinada a rescatar antiguos valores de la literatura nacional, se propuso publicar una nueva edición de "Recuerdos del Pasado" destinada a aquellos lectores no familiarizados con el autor y su tiempo. La presente reedición está basada en la publicada en 1910 dentro de la Biblioteca de Escritores de Chile, que puede considerarse como la edición definitiva de esta obra, si acaso puede hablarse de algo así tratándose de un libro cuya publicación fue casi tan azarosa y accidentada como la propia vida de su autor. Sus primeros fragmentos aparecieron en la Revista Chilena y se publicaron por entregas en el suplemento cultural de Los Lunes del diario "La Época", en 1882. A partir de estas publicaciones, se imprimió una separata con un prólogo de Vicuña Mackenna y algunos años después vino una segunda, o tercera edición, que vio la luz pública en 1886. Allí el autor pudo corregir las numerosas erratas de la edición anterior y aumentó significativamente su contenido antes de morir, poco tiempo de su publicación, en septiembre de 1886. Pérez Rosales tenía presupuestado que sus Recuerdos fueran una obra póstuma, pero al exponerlos al público en vida le hizo bastantes cortes; él mismo admitió que en su libro "la tijera que suprime ha tenido más parte que la pluma que relata". Por otra parte, Cristián Huneeus sugiere en un ensayo que Luis Montt, editor y albacea literario de Pérez Rosales, continuó la purga iniciada por Pérez Rosales suprimiendo las páginas de este libro relativas a sus amoríos, lo que podría explicar por qué hay tan pocas mujeres en estas páginas. Con el objeto de acercar este libro a nuevas generaciones de lectores se ha optado por modernizar su ortografía en los casos en que era necesario y por acompañar sus páginas con abundantes notas al pie, destinadas a esclarecer el significado de expresiones en desuso y a contextualizar algunos de los acontecimientos narrados.


RECUERDOS DEL PASADO Vicente Pérez Rosales Colección Dulce Patria Ediciones B

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