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Editor: Neville Blanc

Friday, June 24, 2011

describió a Pablo Neruda como una “mala persona”, “arribista” y “sacacuentas”.






25 de Abril de 2011
En entrevista para el libro "Todos Confesos" del periodista Marcelo Mendoza
Cuando Gonzalo Rojas dijo que Neruda era “arribista y mala persona”
Fue en 2006 cuando el fallecido poeta habló de sexo, muerte y poesía, con una actitud lúdica que retrata de cuerpo entero lo que fue su vida. Y también dedicó tiempo a describir al Premio Nobel de Literatura. "La lata de Neruda en parte grande está en que no era disidente: era obsecuente el huevón. Obsecuente quiere decir un hombre que no es de una fe limpia y sana. Lo opuesto a una disidencia es una fe, una voluntad. Neruda fue un obsecuente. Él era un arribista: lo fue desde niño y lo fue de hombre".

El Mostrador

De Chile dijo que era un país “miedoso y mierdoso” con mentalidad de “perro apaleado”, confesó que echaba de menos los “puteríos”, que no le temía a la muerte y que consideraba que la vida eterna era una mujer. También se declaró admirador del desacato, afirmó que, a su avanzada edad, no había perdido la juventud y describió a Pablo Neruda como una “mala persona”, “arribista” y “sacacuentas”.

Las declaraciones las formuló en una extensa entrevista hecha el año 2006 y publicada como parte del libro Todos Confesos” de Marcelo Mendoza, aparecido en enero de 2011. El fallecido poeta habla de sexo, muerte y poesía, con una actitud lúdica que retrata de cuerpo entero lo que fue su vida.

¿Qué tanto ha amado usted? le pregunta Mendoza y el poeta responde: “El amor en mí se da desde la mujer… (la vida)… Cada 28 días está sangrando en ella. Yo no entiendo el mundo sin mujeres. Yo no creo en la vida eterna: para mí la vida eterna es la mujer. Siempre estoy peleando porque haya una mujer al lado mío, no importa que perturbe”.

“ECHO DE MENOS EL OLOR A PUTERíO”
Mendoza le pregunta si acaso no ha perdido su juventud, y responde “Soy totalmente joven… si se llama juventud esa especie de vivacidad que no tiene miedo al miedo… ¿Por qué la iba a perder si ni en los días divertidamente estúpidos de las miserias dictatoriales del Chile unisecular, nunca perdí la juventud? … ¿Por qué no la habré perdido? Porque la siento tan arraigada, tan atada a lo mío, al modo de respirar… ¿Qué es perder? Perder, saber perder, apostar y perder, sobre todo apostar. Nosotros, que somos los anarcas, no andamos tras el poder: apostamos y perdemos… Echo de menos el olor a puterío, me divertía eso, parecía tan sucio, pero no era envilecedor… No es el puterío de la calle San Camilo de Santiago de Chile, que los había, y cinco o siete en Valparaíso, sino que es algo que viene de más lejos, de la España, de Grecia, de la Roma antigua. Los romanos eran puteros, pero tenían su gracia al compartir las niñas, las bacantes del burdel más remoto, a unos milímetros de la sacralidad. Cuando yo escribo poesía de amor y me brota la poesía no de amor sino sexualizada, no es una erótica de la carne, de que al pajarito se le pare bien a uno. No, no, no, no es eso. Todo es sagrado: el orgasmo es sagrado, el puterío aquel era sagrado, en el caso mío. ¿Por qué íbamos los jóvenes a eso? No sólo por lujuriosos animales. En mí opera un eros traducido del gozo, del encantamiento de ese prodigio que es la vibración orgánica, glandular, y de lo sagrado. Soy un místico concupiscente, lo fui siempre”.

En esta eroticidad, ¿habrá en usted una vertiente femenina? Y dice “Podría ser. Pero yo creo que hay una vertiente originaria, de animalidad. No sé si tú has reparado en que yo uso algunos vocablos que no existen en el diccionario de la Real Academia Española: “animala”, “animala trémula” le digo a una muchacha hermosa, porque estaba como una animala, como una perrita, como una tigresa. Y se me da mucha más vibra así, en esa vivacidad, que cuando está hierática, hermosa, marmórea, espléndida”.

Declaró nunca haber militado en un partido político. “Ni en masonería ni en ninguna cosa. Yo tenía 20 y voté por el Presidente Aguirre Cerda. Después de la matanza del Seguro Obrero acompañé a Jorge Millas a la morgue. … Fuimos a reconocer a los muertos, algo salvaje. Y ahí muerto estaba un amigo mío que se llamaba Francisco Parada, gran tipo. También amigo de Miguel Serrano. Miguel ya andaba en los bailes del nazismo… Pero él era un niño bien: primo de Vicente Huidobro. Son pitucos del Santiago clásico. Yo lo conocí entonces y me maravilló siempre Miguel, por lo inteligente y lo práctico, y lo fino y lo mundano, en ese sentido bello de la mundanidad. En un mundo agobiado de chilenos desbanucados, estos cabros eran radiantes”.

Lo apremia la muerte, le preguntó Mendoza? “No, dijo, a esta altura, ni nunca, fui gran doliente de ella. Yo soy animal estoico. Por eso amo la moderación. Por un lado soy frenético, sé lo que es el frenesí romántico, el encantamiento, la fascinación, pero a la vez con contención. Por eso me lateó el surrealismo… A mí fíjate que la gusanería no me espanta para nada. La germinación tal vez esté mejor… No sé bien. No quiero que me cremen. Me gusta más la vida libre, a esa la he adorado tanto.

Como poeta se declaró un animal de zumbido. “Creo en el silencio y creo en el zumbido. La palabra tiene una dimensión fónica, y otra dimensión semántica, eso lo saben todos. La dimensión fónica está en la ruina, y no porque yo esté hablando en nombre de ninguna corrección, yo no soy corrector ni correctivo. Me gusta el desacato, me gusta De Rokha, por eso me gustó (Domingo Faustino) Sarmiento en su día cuando rompió con las pautas y las normas, me gustó (Andrés) Bello inclusive. Bello se atrevió a cancelar el juego de las ortodoxias de la academia española, hizo la jota, la equis, que es hermosa. El estado de salud de la palabra, a escala de fonos, quiero decirte de sonidos, es muy menesteroso, y a escala de sentido, ¡pavoroso! ¡pavoroso!

Neruda, un “protodisidente”
Mendoza le preguntó a Rojas por qué alguna vez describió a Pablo Neruda como un “protodisidente” y el poeta se explayó:

- “Disidente quiere decir no estar de acuerdo. Yo quise a Octavio Paz aunque muchas cosas nos separaban, pero lo que yo adoraba en Octavio era esa disidencia: no estar de acuerdo. Vicente Huidobro fue un disidente. La lata de Neruda en parte grande está en que no era disidente: era obsecuente el huevón. Obsecuente quiere decir un hombre que no es de una fe limpia y sana. Lo opuesto a una disidencia es una fe, una voluntad. Neruda fue un obsecuente. Él era un arribista: lo fue desde niño y lo fue de hombre.

Mostró ese arribismo con el Pablo Ramírez, por ejemplo, en el pequeño gobierno del año 27, esa amistad que lo mandó de cónsul a Oriente. Pablito Ramírez era el hombre fuerte del dictador Carlos Ibáñez. Esas cosas son muy sospechosas. No porque fuera maricón, Neruda no lo era, el otro parece que lo era, pero Neruda era un tipo que sacaba cuentas. Neruda era un “saca cuentas” y mala persona, rencoroso. ¿Por qué fue tan desdeñoso con la gente de su mismísima promoción? ¿Por qué no apoyó a Romeo Murga? Muchachones que tenían tanto talento como el suyo. Al único que salvó fue a Alberto Rojas Jiménez, pero cuando ya estaba muerto.

Eso me pasa con Neruda a mí. Hay un cuento cortito que te lo doy, porque es real. Estábamos un día en una comida acá en Chillán, en el Hotel Riquelme, Neruda y muchos escritores de distinto pelaje. Estábamos todos en torno a él, en distintas mesas. Un amigo dePablo y amigo mío se le acerca y le pregunta: “Oye Pablo, ahora que estamos aquí, ¿qué te parece ese joven que está por allá, dicen que él es poeta?”. Se refería a mí. Entonces, Neruda le contesta: “Gonzalo no es malo, pero escribe poquito”. Ese fue su juicio. El intrigante de mierda y simpático que era mi amigo fue volando hacia la otra punta de la mesa y me dijo: “Mira lo que está diciendo Pablo, que tú no eres malo, pero que escribes poquito”. Y a mí me nació del alma esta frase: “Dile a Pablo que él es un genio, pero que escribe demasiadito”.






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