ABELL SOFFIA: El tiempo es un bien limitado, pero no nos damos cuenta.
Presentación del libro Atrapados por el tiempo. Miradas escultóricas, de María Carolina Abell Soffia.
Galería Animal,
Santiago de Chile, 25 de octubre de 2008
(Directora de Extensión Cultural de la Universidad San Sebastián. Licenciada en Estética, periodista y profesora de artes plásticas en educación media. Master en Artes Liberales, con especialidad en comunicación cultural (artes visuales contemporáneas). Docente universitaria con experiencia de 19 años.
Profesional con amplia visión cultural y prolongada experiencia en programación, organización y gestión de proyectos.
Ha publicado más de 450 artículos y 50 ensayos sobre diversas disciplinas artísticas en Chile y en el extranjero. Es coautora de numerosos libros. En Chile, fue presentada su última obra: “Atrapados por el Tiempo. Miradas Escultóricas”, 2008. Y, en Alemania, participó como coautora de “Waldemar Otto: Kleine Restrospektive”, 2009. En 2010, invitada por museo alemán a inaugurara una obra urbana del artista en Bremen (Worspede).
Difícil tarea presentar ATRAPADOS POR EL TIEMPO. MIRADAS
ESCULTÓRICAS, de María Carolina Abell; difícil, porque podemos emitir, desde una simple opinión a un juicio profundo y elaborado sobre el libro, sobre este objeto de papel y tinta, de letras e imágenes; porque podemos hablar sobre su belleza formal, creada por un concepto que usualmente denominados “libro de arte”, donde nos dejamos llevar por su diagramación, por su diseño, por sus
equilibrios compositivos, por la calidad de sus fotografías.
Difícil, porque podemos hablar sobre su autora, sobre su capacidad de interpretar el pensamiento, las palabras y las obras de sus entrevistados, de sus estudiados; pero eso ya está medianamente dicho en el prólogo de esta obra, y es algo sabido, ante la lectura permanente de sus artículos como crítica de arte y como periodista.
Difícil, porque podemos reflexionar sobre la escultura chilena, sobre su existencia, sobre sus valores, sus acentos y sus formas y hasta podríamos esbozar una suerte de historia a partir del testimonio de sus propios autores-actores, los escultores entrevistados. En fin, difícil, porque podemos aproximarnos, por medio de este libro, a la permanente construcción de la historia de la escultura chilena actual.
Y es difícil, porque todo ello es posible en este libro, resumen y esencia de dos
quehaceres, el escultórico y el periodístico, porque este libro es escultura, porque nos habla de volúmenes, de formas, de llenos y vacíos, nos habla de procesos de trabajo, de métodos constructivos, de inspiraciones, nos habla de maestros y discípulos, de reenseñanzas y de visiones. Pero este libro también es letra, es interrogación, es encauzamiento de palabras, es entrevista, es periodismo. Es periodismo puro y directo.
Como no soy periodista, no me meto en esos trances… como lector, si, me atrevo a insinuar algunas ideas sobre el libro y su autora.
ATRAPADOS POR ELTIEMPO es un buen ejemplo de dos grandes procesos que
se vienen desarrollando, desde un tiempo a esta parte, procesos en los que la
autora ha estado permanentemente presente: el desarrollo del denominado
periodismo cultural, por un lado, y el creciente estudio sobre la escultura chilena, por otro lado.
No podemos negar que en Chile ha existido, y ya desde inicios del siglo veinte, un serio, culto y perceptivo periodismo dedicado a los fenómenos creativos y
culturales. Valiosos y recordados periodistas, críticos y escritores han marcado un camino de permanente contribución al mundo del arte y la cultura desde los
primeros años del mil novecientos; pero hoy, esta actividad se ha potenciado de
manera ascendente: hay mas espacios, al menos en la prensa escrita, para
escribir de literatura, de teatro, de música, de artes visuales… aún así, nunca es
suficiente. Y resulta interesante constatar que, a pesar de la banalización de la
sociedad, a pesar de los espacios regalados a la farándula permanente en los
medios, que a pesar de la futbolización de la información, se observa la creciente presencia de un periodismo serio, profundo, informativo, conductor e interpretativo, en los campos de la cultura y de las artes. Algo se huele en el ambiente: el periodismo cultural se está haciendo presente en nuestra sociedad. Carolina Abell es parte y ha sido parte de ese proceso, desde su trabajo como Periodista en Artes y Letras del Mercurio y como profesora en las asignaturas de la especialidad en la Escuela de Periodismo de la Universidad Andrés Bello, y en otras universidades del país. Y este libro es un perfecto ejemplo de ello; es el resultado de años en la trinchera de la entrevista periodística, en la construcción de información directa sobre el quehacer de los artistas, en la búsqueda de la verdad del arte, en la boca del propio artista, del propio creador. Aquí no hay opinión, hay verdad, y la verdad salida del propio artista. Aquí no hay ni opinología ni opinólogos. Hay comunicación, hay conocimiento y hay, por supuesto, búsqueda, búsqueda permanente de la verdad.
Otro de los procesos que se viene desarrollando desde hace unos cuantos años
en el mundo de las artes nacionales, y en el que María Carolina Abell ha estado
muy presente, y muy presente, es el sostenido interés por la escultura chilena, por su difusión y por su estudio.
En estos años, el fenómeno del estudio de la escultura viene aumentando. Si en
los últimos treinta años del siglo XX el estudio de la escultura chilena estuvo
marcada por la presencia de las obras de Enrique Melcherts, Víctor Carvacho,
Milán Ivelic e Isabel Cruz, en los primeros años de este nuevo siglo hemos visto
salir a la luz diversos trabajos, que hablan de un positivo aumento en el estudio,
en la investigación y en la selección de trabajos escultóricos.
La publicación de historias, catálogos, biografías, estudios y ensayos, sobre el
tema, son un muy buen ejemplo de este creciente interés. Esto, además,
coincidiendo con un fenómeno también nuevo en estos tiempos: la creciente
presencia de esculturas en las salas de exposición, en las galerías y en los
museos. Pareciera que, si la tendencia del siglo XX fue promover la pintura, hoy, son los conceptos de volumen, forma y materia los que marcan la presencia en los espacios y en los circuitos artísticos.
Hoy se habla de escultura, hoy se manifiesta la escultura y gana espacios
públicos, marcando una presencia física, material, en nuestro entorno inmediato,
La escultura se ha convertido en actor fundamental de nuestro entorno urbano, de nuestros espacios colectivos, de nuestros rincones públicos.
En verdad, no es nueva la idea, es parte de nuestra modernidad, que nace con la
idea republicana de levantar figuras-volúmenes para exaltar, para testimoniar,
para educar. Lo que pasa es que parece que en nuestra posmodernidad,
seguimos siendo modernos, y seguimos levantando señales, hitos, esta vez no
para exaltar ni idealizar personas o acciones, no para sacralizar los procesos
históricos nacionales, pero sí, siempre, para testimoniar; ahora, para testimoniar el pensamiento, las emociones y las sensaciones del escultor y siempre para educar, en el sentido mas profundo de la palabra, sacar de lo mas íntimo de nuestro ser las razones, las emociones, las ideas.
Y nuevamente debemos reconocer en María Carolina Abell ese don de estar ahí,
de ser parte y haber sido parte de este proceso de insertar a la escultura en
nuestro imaginario colectivo. Es un trabajo de más de quince años entrevistando escultores y escribiendo sobre ellos, organizando exposiciones de escultura, jurando concursos de escultura, y editando libros sobre este arte, acción o labor, que sin duda ha trazado un camino en el proceso de valoración y valorización de esta disciplina, en nuestro medio.
Es innegable que esta rica coincidencia, entrevistar, organizar y publicar, es un
punto ganado por la autora, lo que le ha permitido ganarse la confianza del artista y le ha abierto las puertas a sus mundos privados e íntimos.
Pero por cierto, todo esto no es gratuito. Son años de esfuerzo, de constancia, de mucho valor, de muchísimo valor; años de esfuerzo que suponen vivir con todo lo que nos da la vida, alegrías y tristezas, reconocimientos y, a veces, muchas
decepciones. Y ciertamente, años construidos con muchos momentos de soledad, de esa soledad que se necesita para pensar.
Este libro nos habla de ello. Desde sus primeras páginas, y en palabras de su
propia autora en esta obra se percibe, se manifiesta el y cito a la autora “miedo,
pasión, y alegría. Grandeza humana, genio y trabajo; miseria, bondad sin
límites, fantasía y mucho mas quedan reflejados aquí esperando que
algunos lectores… empiecen a comprender los desafíos del arte
contemporáneo…”
María Carolina Abell, se refiere a los artistas, pero bien se puede se puede estar
refiriendo a si misma, porque trabajar como trabaja supone esa cuota propia del esfuerzo humano para hacer algo que le es propio y amado, en el caso de ella, difundir y enseñar las artes; y en el caso específico de este libro, hacer hablar al
artista.
Sabemos lo difícil que es hacer hablar a un artista, por no decir imposible.
Frecuentemente es el entrevistador el que muestra su erudición, el que plantea
sus ideas o presenta sus argumentos. A veces, pareciera que quiere imponerse
sobre el entrevistado, ser más creativo que el creador, ser más poeta que el poeta.
Otras veces, quizás las más, es el propio artista el que no quiere hablar, “para
qué”…dice… “ahí está mi obra, ella habla por si sola”. Hacer hablar al artista
es, por decir lo menos, una proeza. No se si hay muchos, recuerdo a Pierre
Cabanné y su ya clásica entrevista a Marcel Duchamp.
En este libro vamos paso a paso, de la mano de la autora, conociendo y
aprendiendo; conociendo de artistas nuestros que nos develan sus realidades, que nos regalan sus realidades, que nos entregan sus mundos más íntimos, profundos y privados, en sus espacios mas sacrosantos, en un proceso que sólo María Carolina Abell, la periodista, puede hacer; porque sólo los deja hacer, los deja hablar. Pareciera que aquí no hay espacio para el entrevistador, para el
estudioso… pareciera, pero está presente, con la pregunta precisa, con el silencio adecuado, con el empujón sutil.
Y vamos aprendiendo, aprendiendo de técnicas, de procesos, de procedimientos, de estilos y tendencias, de enseñanzas, aportes, influencias. Y por que no,
aprendiendo a conocer al artista, sus inquietudes, sus verdades, sus sueños, sus
motivaciones. Ahí es donde asoma lo que la autora nos dice al comenzar la
lectura, los miedos, las pasiones y las alegrías, las fantasías del artista.
En este libro podemos conocer y aprender de manera directa a los grandes de la
escultura chilena contemporánea, desde Marta Colvin a Vicente Gajardo, desde
Lily Garafulic a Osvaldo Peña, desde Sergio Castillo a Cecilia Campos, desde
Federico Assler a Aura Castro, y entre ellos, Raúl Valdivieso, Matías Vial, Luis
Mandiola, Mario Irarrázabal, Francisco Gacitúa. Trece, ni más ni menos. Trece
grandes maestros, trece grandes creadores, cada uno en lo suyo.
Leer este libro es dejarse llevar, es una lectura sin freno, sin detenciones, del
prefacio al epílogo, y cada uno de nosotros, buscaremos nuestros particulares
temas, dependiendo por cierto del día a día, de nuestras exigencias o necesidades cotidianas.
Buscaremos definiciones del arte, y encontraremos verdades salidas del alma,
como cuando Aura Castro nos dice, el arte, “es un concepto. Para mi es una
palabra muy amplia, que abarca muchas categorías. Es como un mar, como
un universo”. Y ante la pregunta inmediata ¿que es la escultura?…”Un puntito.
Un granito. Un volumen que tiene su constelación, circula, y tiene su universo. Las esculturas son pensamientos en cuatro dimensiones”.
Buscaremos visiones del hombre y el mundo y ahí está la mirada de Vicente
Gajardo “mi obra habla del proceso llamado vida que culmina con la muerte.
Habla de su tránsito. Allí están implícitos sueños, esperanzas y frustraciones. Todo mi trabajo alude a la realidad humana. Cuando construyo una obra como “Rueda”, es para reflexionar sobre la vida, porque cuando rompo el plano y creo un vano, produzco un nuevo espacio desconocido”.
Buscaremos relaciones y encuentros con el material, y nos topamos con las
palabras precisas de Sergio Castillo “cuando quieres al material, se produce un
diálogo amoroso….trabajo el material con cariño. No pego un metal con otro
ni lo mando a hacer. Lo hago, ¡yo mismo! lo uno, lo golpeo, lo tomo, lo
abandono….hasta que consigo una escultura con autonomía”….
Buscaremos la opinión crítica y entre otras, Raúl Valdivieso nos dirá “la crítica no debe consistir en juzgar simplemente una obra, sino en descubrir qué problemas se ha planteado conciente e inconcientemente el artista. Analizar hasta que punto los ha resuelto, comparar lo que ha querido hacer y lo que realmente ha hecho”
Buscaremos datos que nos permitan, a futuro, construir la historia, y ahí están
todos ellos, con sus precisos datos de influencias, herencias, aportes,
continuidades y rupturas. Son sus propios recuerdos los que nos ayudan a
hilvanar el proceso histórico.
En fin, buscaremos ideas, palabras, conceptos, verdades, sentimientos, y todo
está aquí, en este libro. Todo dicho por los escultores, todo dejado llevar por la
periodista-escritora.
Y un buen punto final…..
No puedo dejar de expresar, por lo menos un par de ideas, sobre los retratos fotográficos de los maestros entrevistados en este libro… detengámonos por varios minutos, ojalá por muchos minutos, frente a cada uno de los rostros de estos trece escultores…. simplemente hermosos, y poderosamente decidores… sus ojos nos hablan de lo que miran, de cómo miran, del mundo que se les abre día a día; las luces y sombras que modelan sus rostros nos muestran sus verdades, las terribles pero sutiles fuerzas creadoras que hay detrás de esos gestos, de esos labios; el registro realista de sus manos, instrumento creador que rompe, modela, perfora y penetra en la materia, nos muestra el oficio; en fin….
Ver a estos maestros de la escultura en sus fotografías, es para algunos,
comenzar a conocerlos, o para otros, volver a conocerlos. Creo que mis
verdaderos acercamientos a los grandes maestros fueron al mirar en sus retratos fotográficos sus ojos, sus gestos y sus manos. Así conocí a Picasso, a Calder, a Giacometti. Cuando me encontré con sus miradas, entré a sus vidas, y recién ahí, entré en sus obras. Cuando me detengo, ahora, en estos ojos, en estos rostros, en estas fotografías, recién empiezo a entender el misterio de la escultura.
Gracias a la autora de ATRAPADOS POR EL TIEMPO, por regalarnos esta
oportunidad, la de conocer a un grupo de personas simples y ricas, frágiles y
poderosas, que hicieron y que hacen de su vida, un permanente esfuerzo de goce y placer. Y gracias a mi amiga, por darme esta oportunidad maravillosa, conocer su trabajo, su libro, con la obra de sus trece escultores.
Marcelo Rodríguez Meza
Doctor en Historia del Arte, Universidad de Navarra
Galería Animal,
Santiago de Chile, 25 de octubre de 2008
(Directora de Extensión Cultural de la Universidad San Sebastián. Licenciada en Estética, periodista y profesora de artes plásticas en educación media. Master en Artes Liberales, con especialidad en comunicación cultural (artes visuales contemporáneas). Docente universitaria con experiencia de 19 años.
Profesional con amplia visión cultural y prolongada experiencia en programación, organización y gestión de proyectos.
Ha publicado más de 450 artículos y 50 ensayos sobre diversas disciplinas artísticas en Chile y en el extranjero. Es coautora de numerosos libros. En Chile, fue presentada su última obra: “Atrapados por el Tiempo. Miradas Escultóricas”, 2008. Y, en Alemania, participó como coautora de “Waldemar Otto: Kleine Restrospektive”, 2009. En 2010, invitada por museo alemán a inaugurara una obra urbana del artista en Bremen (Worspede).
Difícil tarea presentar ATRAPADOS POR EL TIEMPO. MIRADAS
ESCULTÓRICAS, de María Carolina Abell; difícil, porque podemos emitir, desde una simple opinión a un juicio profundo y elaborado sobre el libro, sobre este objeto de papel y tinta, de letras e imágenes; porque podemos hablar sobre su belleza formal, creada por un concepto que usualmente denominados “libro de arte”, donde nos dejamos llevar por su diagramación, por su diseño, por sus
equilibrios compositivos, por la calidad de sus fotografías.
Difícil, porque podemos hablar sobre su autora, sobre su capacidad de interpretar el pensamiento, las palabras y las obras de sus entrevistados, de sus estudiados; pero eso ya está medianamente dicho en el prólogo de esta obra, y es algo sabido, ante la lectura permanente de sus artículos como crítica de arte y como periodista.
Difícil, porque podemos reflexionar sobre la escultura chilena, sobre su existencia, sobre sus valores, sus acentos y sus formas y hasta podríamos esbozar una suerte de historia a partir del testimonio de sus propios autores-actores, los escultores entrevistados. En fin, difícil, porque podemos aproximarnos, por medio de este libro, a la permanente construcción de la historia de la escultura chilena actual.
Y es difícil, porque todo ello es posible en este libro, resumen y esencia de dos
quehaceres, el escultórico y el periodístico, porque este libro es escultura, porque nos habla de volúmenes, de formas, de llenos y vacíos, nos habla de procesos de trabajo, de métodos constructivos, de inspiraciones, nos habla de maestros y discípulos, de reenseñanzas y de visiones. Pero este libro también es letra, es interrogación, es encauzamiento de palabras, es entrevista, es periodismo. Es periodismo puro y directo.
Como no soy periodista, no me meto en esos trances… como lector, si, me atrevo a insinuar algunas ideas sobre el libro y su autora.
ATRAPADOS POR ELTIEMPO es un buen ejemplo de dos grandes procesos que
se vienen desarrollando, desde un tiempo a esta parte, procesos en los que la
autora ha estado permanentemente presente: el desarrollo del denominado
periodismo cultural, por un lado, y el creciente estudio sobre la escultura chilena, por otro lado.
No podemos negar que en Chile ha existido, y ya desde inicios del siglo veinte, un serio, culto y perceptivo periodismo dedicado a los fenómenos creativos y
culturales. Valiosos y recordados periodistas, críticos y escritores han marcado un camino de permanente contribución al mundo del arte y la cultura desde los
primeros años del mil novecientos; pero hoy, esta actividad se ha potenciado de
manera ascendente: hay mas espacios, al menos en la prensa escrita, para
escribir de literatura, de teatro, de música, de artes visuales… aún así, nunca es
suficiente. Y resulta interesante constatar que, a pesar de la banalización de la
sociedad, a pesar de los espacios regalados a la farándula permanente en los
medios, que a pesar de la futbolización de la información, se observa la creciente presencia de un periodismo serio, profundo, informativo, conductor e interpretativo, en los campos de la cultura y de las artes. Algo se huele en el ambiente: el periodismo cultural se está haciendo presente en nuestra sociedad. Carolina Abell es parte y ha sido parte de ese proceso, desde su trabajo como Periodista en Artes y Letras del Mercurio y como profesora en las asignaturas de la especialidad en la Escuela de Periodismo de la Universidad Andrés Bello, y en otras universidades del país. Y este libro es un perfecto ejemplo de ello; es el resultado de años en la trinchera de la entrevista periodística, en la construcción de información directa sobre el quehacer de los artistas, en la búsqueda de la verdad del arte, en la boca del propio artista, del propio creador. Aquí no hay opinión, hay verdad, y la verdad salida del propio artista. Aquí no hay ni opinología ni opinólogos. Hay comunicación, hay conocimiento y hay, por supuesto, búsqueda, búsqueda permanente de la verdad.
Otro de los procesos que se viene desarrollando desde hace unos cuantos años
en el mundo de las artes nacionales, y en el que María Carolina Abell ha estado
muy presente, y muy presente, es el sostenido interés por la escultura chilena, por su difusión y por su estudio.
En estos años, el fenómeno del estudio de la escultura viene aumentando. Si en
los últimos treinta años del siglo XX el estudio de la escultura chilena estuvo
marcada por la presencia de las obras de Enrique Melcherts, Víctor Carvacho,
Milán Ivelic e Isabel Cruz, en los primeros años de este nuevo siglo hemos visto
salir a la luz diversos trabajos, que hablan de un positivo aumento en el estudio,
en la investigación y en la selección de trabajos escultóricos.
La publicación de historias, catálogos, biografías, estudios y ensayos, sobre el
tema, son un muy buen ejemplo de este creciente interés. Esto, además,
coincidiendo con un fenómeno también nuevo en estos tiempos: la creciente
presencia de esculturas en las salas de exposición, en las galerías y en los
museos. Pareciera que, si la tendencia del siglo XX fue promover la pintura, hoy, son los conceptos de volumen, forma y materia los que marcan la presencia en los espacios y en los circuitos artísticos.
Hoy se habla de escultura, hoy se manifiesta la escultura y gana espacios
públicos, marcando una presencia física, material, en nuestro entorno inmediato,
La escultura se ha convertido en actor fundamental de nuestro entorno urbano, de nuestros espacios colectivos, de nuestros rincones públicos.
En verdad, no es nueva la idea, es parte de nuestra modernidad, que nace con la
idea republicana de levantar figuras-volúmenes para exaltar, para testimoniar,
para educar. Lo que pasa es que parece que en nuestra posmodernidad,
seguimos siendo modernos, y seguimos levantando señales, hitos, esta vez no
para exaltar ni idealizar personas o acciones, no para sacralizar los procesos
históricos nacionales, pero sí, siempre, para testimoniar; ahora, para testimoniar el pensamiento, las emociones y las sensaciones del escultor y siempre para educar, en el sentido mas profundo de la palabra, sacar de lo mas íntimo de nuestro ser las razones, las emociones, las ideas.
Y nuevamente debemos reconocer en María Carolina Abell ese don de estar ahí,
de ser parte y haber sido parte de este proceso de insertar a la escultura en
nuestro imaginario colectivo. Es un trabajo de más de quince años entrevistando escultores y escribiendo sobre ellos, organizando exposiciones de escultura, jurando concursos de escultura, y editando libros sobre este arte, acción o labor, que sin duda ha trazado un camino en el proceso de valoración y valorización de esta disciplina, en nuestro medio.
Es innegable que esta rica coincidencia, entrevistar, organizar y publicar, es un
punto ganado por la autora, lo que le ha permitido ganarse la confianza del artista y le ha abierto las puertas a sus mundos privados e íntimos.
Pero por cierto, todo esto no es gratuito. Son años de esfuerzo, de constancia, de mucho valor, de muchísimo valor; años de esfuerzo que suponen vivir con todo lo que nos da la vida, alegrías y tristezas, reconocimientos y, a veces, muchas
decepciones. Y ciertamente, años construidos con muchos momentos de soledad, de esa soledad que se necesita para pensar.
Este libro nos habla de ello. Desde sus primeras páginas, y en palabras de su
propia autora en esta obra se percibe, se manifiesta el y cito a la autora “miedo,
pasión, y alegría. Grandeza humana, genio y trabajo; miseria, bondad sin
límites, fantasía y mucho mas quedan reflejados aquí esperando que
algunos lectores… empiecen a comprender los desafíos del arte
contemporáneo…”
María Carolina Abell, se refiere a los artistas, pero bien se puede se puede estar
refiriendo a si misma, porque trabajar como trabaja supone esa cuota propia del esfuerzo humano para hacer algo que le es propio y amado, en el caso de ella, difundir y enseñar las artes; y en el caso específico de este libro, hacer hablar al
artista.
Sabemos lo difícil que es hacer hablar a un artista, por no decir imposible.
Frecuentemente es el entrevistador el que muestra su erudición, el que plantea
sus ideas o presenta sus argumentos. A veces, pareciera que quiere imponerse
sobre el entrevistado, ser más creativo que el creador, ser más poeta que el poeta.
Otras veces, quizás las más, es el propio artista el que no quiere hablar, “para
qué”…dice… “ahí está mi obra, ella habla por si sola”. Hacer hablar al artista
es, por decir lo menos, una proeza. No se si hay muchos, recuerdo a Pierre
Cabanné y su ya clásica entrevista a Marcel Duchamp.
En este libro vamos paso a paso, de la mano de la autora, conociendo y
aprendiendo; conociendo de artistas nuestros que nos develan sus realidades, que nos regalan sus realidades, que nos entregan sus mundos más íntimos, profundos y privados, en sus espacios mas sacrosantos, en un proceso que sólo María Carolina Abell, la periodista, puede hacer; porque sólo los deja hacer, los deja hablar. Pareciera que aquí no hay espacio para el entrevistador, para el
estudioso… pareciera, pero está presente, con la pregunta precisa, con el silencio adecuado, con el empujón sutil.
Y vamos aprendiendo, aprendiendo de técnicas, de procesos, de procedimientos, de estilos y tendencias, de enseñanzas, aportes, influencias. Y por que no,
aprendiendo a conocer al artista, sus inquietudes, sus verdades, sus sueños, sus
motivaciones. Ahí es donde asoma lo que la autora nos dice al comenzar la
lectura, los miedos, las pasiones y las alegrías, las fantasías del artista.
En este libro podemos conocer y aprender de manera directa a los grandes de la
escultura chilena contemporánea, desde Marta Colvin a Vicente Gajardo, desde
Lily Garafulic a Osvaldo Peña, desde Sergio Castillo a Cecilia Campos, desde
Federico Assler a Aura Castro, y entre ellos, Raúl Valdivieso, Matías Vial, Luis
Mandiola, Mario Irarrázabal, Francisco Gacitúa. Trece, ni más ni menos. Trece
grandes maestros, trece grandes creadores, cada uno en lo suyo.
Leer este libro es dejarse llevar, es una lectura sin freno, sin detenciones, del
prefacio al epílogo, y cada uno de nosotros, buscaremos nuestros particulares
temas, dependiendo por cierto del día a día, de nuestras exigencias o necesidades cotidianas.
Buscaremos definiciones del arte, y encontraremos verdades salidas del alma,
como cuando Aura Castro nos dice, el arte, “es un concepto. Para mi es una
palabra muy amplia, que abarca muchas categorías. Es como un mar, como
un universo”. Y ante la pregunta inmediata ¿que es la escultura?…”Un puntito.
Un granito. Un volumen que tiene su constelación, circula, y tiene su universo. Las esculturas son pensamientos en cuatro dimensiones”.
Buscaremos visiones del hombre y el mundo y ahí está la mirada de Vicente
Gajardo “mi obra habla del proceso llamado vida que culmina con la muerte.
Habla de su tránsito. Allí están implícitos sueños, esperanzas y frustraciones. Todo mi trabajo alude a la realidad humana. Cuando construyo una obra como “Rueda”, es para reflexionar sobre la vida, porque cuando rompo el plano y creo un vano, produzco un nuevo espacio desconocido”.
Buscaremos relaciones y encuentros con el material, y nos topamos con las
palabras precisas de Sergio Castillo “cuando quieres al material, se produce un
diálogo amoroso….trabajo el material con cariño. No pego un metal con otro
ni lo mando a hacer. Lo hago, ¡yo mismo! lo uno, lo golpeo, lo tomo, lo
abandono….hasta que consigo una escultura con autonomía”….
Buscaremos la opinión crítica y entre otras, Raúl Valdivieso nos dirá “la crítica no debe consistir en juzgar simplemente una obra, sino en descubrir qué problemas se ha planteado conciente e inconcientemente el artista. Analizar hasta que punto los ha resuelto, comparar lo que ha querido hacer y lo que realmente ha hecho”
Buscaremos datos que nos permitan, a futuro, construir la historia, y ahí están
todos ellos, con sus precisos datos de influencias, herencias, aportes,
continuidades y rupturas. Son sus propios recuerdos los que nos ayudan a
hilvanar el proceso histórico.
En fin, buscaremos ideas, palabras, conceptos, verdades, sentimientos, y todo
está aquí, en este libro. Todo dicho por los escultores, todo dejado llevar por la
periodista-escritora.
Y un buen punto final…..
No puedo dejar de expresar, por lo menos un par de ideas, sobre los retratos fotográficos de los maestros entrevistados en este libro… detengámonos por varios minutos, ojalá por muchos minutos, frente a cada uno de los rostros de estos trece escultores…. simplemente hermosos, y poderosamente decidores… sus ojos nos hablan de lo que miran, de cómo miran, del mundo que se les abre día a día; las luces y sombras que modelan sus rostros nos muestran sus verdades, las terribles pero sutiles fuerzas creadoras que hay detrás de esos gestos, de esos labios; el registro realista de sus manos, instrumento creador que rompe, modela, perfora y penetra en la materia, nos muestra el oficio; en fin….
Ver a estos maestros de la escultura en sus fotografías, es para algunos,
comenzar a conocerlos, o para otros, volver a conocerlos. Creo que mis
verdaderos acercamientos a los grandes maestros fueron al mirar en sus retratos fotográficos sus ojos, sus gestos y sus manos. Así conocí a Picasso, a Calder, a Giacometti. Cuando me encontré con sus miradas, entré a sus vidas, y recién ahí, entré en sus obras. Cuando me detengo, ahora, en estos ojos, en estos rostros, en estas fotografías, recién empiezo a entender el misterio de la escultura.
Gracias a la autora de ATRAPADOS POR EL TIEMPO, por regalarnos esta
oportunidad, la de conocer a un grupo de personas simples y ricas, frágiles y
poderosas, que hicieron y que hacen de su vida, un permanente esfuerzo de goce y placer. Y gracias a mi amiga, por darme esta oportunidad maravillosa, conocer su trabajo, su libro, con la obra de sus trece escultores.
Marcelo Rodríguez Meza
Doctor en Historia del Arte, Universidad de Navarra
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