Mateo Martinic. De la Trapananda al Aysén. Pehuén, 2005
Cartas
El Mercurio Domingo 19 de Febrero de 2012
Lección histórica de Aysén
Señor Director:
Mateo Martinic, el único Premio Nacional de Historia que escribe desde el regionalismo, sin pleitesías intelectuales a Santiago, nos ha aportado a los chilenos una obra fundamental. Me refiero a “De la Trapananda al Aysén” (Pehuén, 2005), libro cuya profundidad y desbordante humanidad brinda una lección formidable que no podemos dejar de lado en estos precisos momentos críticos en la XI Región.
El profesor Martinic, con sabiduría, nos enseña en sus 500 páginas la historia verdadera del riquísimo territorio de Aysén, a honrar la memoria de los últimos chilenos que pueden ser llamados colonos. Cuenta los hechos heroicos de esforzadas familias que han estado allí a través de un siglo con ayuda mínima del Estado, marcando territorialidad, ostentando con orgullo el pabellón de Chile en caletas y valles ignotos, resistiendo los avances de la nación vecina; criando ganado, explorando, reconociendo flora y fauna, preparando con legítimas ilusiones un hábitat digno a generaciones futuras.
Obra llamada a sobrevivir como un clásico insuperable, el libro de Martinic debiera ser lectura obligada en nuestras escuelas y universidades, lectura de políticos y empresarios, de periodistas, cineastas, músicos y artistas en general. Así empezaríamos a entender mejor lo que les ocurre a esos compatriotas indignados.
Patricio Tupper León
El Mercurio Domingo 19 de Febrero de 2012
Lección histórica de Aysén
Señor Director:
Mateo Martinic, el único Premio Nacional de Historia que escribe desde el regionalismo, sin pleitesías intelectuales a Santiago, nos ha aportado a los chilenos una obra fundamental. Me refiero a “De la Trapananda al Aysén” (Pehuén, 2005), libro cuya profundidad y desbordante humanidad brinda una lección formidable que no podemos dejar de lado en estos precisos momentos críticos en la XI Región.
El profesor Martinic, con sabiduría, nos enseña en sus 500 páginas la historia verdadera del riquísimo territorio de Aysén, a honrar la memoria de los últimos chilenos que pueden ser llamados colonos. Cuenta los hechos heroicos de esforzadas familias que han estado allí a través de un siglo con ayuda mínima del Estado, marcando territorialidad, ostentando con orgullo el pabellón de Chile en caletas y valles ignotos, resistiendo los avances de la nación vecina; criando ganado, explorando, reconociendo flora y fauna, preparando con legítimas ilusiones un hábitat digno a generaciones futuras.
Obra llamada a sobrevivir como un clásico insuperable, el libro de Martinic debiera ser lectura obligada en nuestras escuelas y universidades, lectura de políticos y empresarios, de periodistas, cineastas, músicos y artistas en general. Así empezaríamos a entender mejor lo que les ocurre a esos compatriotas indignados.
Patricio Tupper León
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