23 Feria Internacional del Libro, Cuba 2014
Cuba Libre
Sobreviviente de la utopía, aspiro a que estos textos y opiniones contribuyan en algo a alcanzar una Cuba más plural, inclusiva y basada en la palabra, no en los fusiles; en los ciudadanos y no en los uniformes verdeolivo.
De la Banana Feria a la No Feria
Cuando los días están nublados la bahía de La Habana toma un tono gris, extraño. Si se mira desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la ciudad parece una postal desvaída. Ayer en la mañana la apertura al público de la Feria Internacional de Libro, ha coincidido justo con una jornada invernal. Así que los coloridos carteles, donde se anunciaban los títulos y los autores homenajeados, batían al viento fresco de febrero. Un brisa de lectura que muchos agradecían.
Entre los principales atractivos de esta Feria se encuentra su propia sede principal. La explanada de una fortaleza militar colonial y sus redondeadas galeras, dan un toque añejo al suceso literario. Los padres aprovechan para llevar a sus hijos para corretear entre los viejos cañones y los muros de piedra. Las ofertas gastronómicas, la venta de artesanía y otras opciones colaterales, llegan a tener incluso más protagonismo que los libros.
Esta vigésimo tercera edición de la Feria confirma su tendencia al deterioro editorial que padece Cuba. Aunque los medios oficiales anuncian dos millones de ejemplares y unos 400 invitados extranjeros, es evidente la decadencia de nuestro principal evento cultural. Los motivos para esta pérdida de brillo transitan desde aspectos netamente comerciales hasta otros de corte ideológico. Así que la FIL se acerca a su cuarto de siglo envejecida y necesitada de un replanteamiento urgente.
Una fiesta del libro y la lectura, donde hay demasiados ausentes. La larga lista de los censurados por considerandos políticos, entre los que se encuentran numerosos exiliados cubanos. Faltan nombres de la talla de Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, Jesús Díaz, Daína Chaviano o Abilio Estévez. El silencio alcanza también a escritores de otras nacionalidades, como el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. La ideología se erige aún como principal criterio a la hora de cursar las invitaciones.
La poca capacidad económica para adquirir derechos de autor de figuras internacionales vivas y en plena producción, empobrece la muestra editorial. Existe una marcada tendencia a publicar una y otra vez a los clásicos, que sin dudas son lectura obligada, pero que no pueden constituirse en única opción. Muchos anaqueles de esta Feria del Libro más parecen ubicarse a finales del siglo XIX y principios del XX, que en la actualidad.
La escasez de títulos contemporáneos, se vuelve dramática en las opciones infantiles. Cada año los lectores más pequeños sólo pueden optar por autores del patio o por firmas como las de Emilio Salgari, Julio Verne o Los Hermanos Grimm. En las últimas décadas los más sonados éxitos de literatura fantástica dedicada a niños y adolescentes, no se han hecho presentes en el circuito nacional. Harry Potter aún no ha llegado de la mano de un sello editorial cubano.
Una feria de libros debe constituirse como sitio para hacer contactos, cerrar acuerdos, conocer nuevos autores que serán posteriormente publicados. Esa función de actuar como punto de encuentro, no existe en la FIL de La Habana. Ha perdido, o nunca tuvo, el carácter de vitrina no sólo para un público que quiere comprar o mirar, sino para los empresarios, directores o promotores culturales del mundo editorial.
¿Cuántos acuerdos se cierran durante las dos semanas que dura el evento? ¿A cuánto asciende el monto de los contratos que se logran concretar? El día que sepamos las respuestas a esas preguntas, será como comprobar que en el monitor que marca los latidos del corazón de la Feria, hace tiempo sólo hay una línea recta y un pitido que confirma el final.
La ideología también influye en la selección del país invitado, cuyas muestras se han convertido en los últimos años más en un escaparate del partido gobernante que en una exposición literaria. En esta ocasión se había anunciado como plato fuerte de la Feria la presentación del libro “De la Banana Republic a la No Republic” escrito por Rafael Correa. La cancelación del viaje del dignatario suramericano “por motivos de trabajo”, no fue debidamente anunciada. La Feria caía en picada ya desde la inauguración, donde con improvisados discursos se intentó tapar la ausencia del presidente ecuatoriano.
Aún así, el recinto ferial se ha llenado y se llenará en los próximos días. La gente comprará miles de libros y hará largas colas para alcanzar los títulos más atractivos. Porque la afluencia de público no evidencia la calidad de la feria, sino el páramo editorial que nos rodea durante el resto del año. Los padres verán jugar a sus pequeños entre los muros de lo que fue también prisión y escenario de fusilamientos sumarios. La Habana se nos presentará desde La Cabaña con ese gris invernal que la hace ver extraña y bella.
La No Feria ha comenzado.
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