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Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Monday, October 02, 2006

UNA EDICIÓN SOBRE CORÉ por Marcelo Somarriva



NGEL REBELDE QUE APARECE EN LA BIBLIA: "CORÉ"

MEMORIA VISUAL. Enanos de ojos incandescentes, magos de barba blanca, gigantes de nariz roja y piratas con cara de jamón:

El enigmático mundo de Coré Marcelo Somarriva

Ediciones B se ha propuesto interrumpir la desaparición de este artista publicando un magnífico libro que reúne una muestra significativa del trabajo que hiciera Coré.Ésta ha sido preparada por el fotógrafo y profesor Juan Domingo Marinello.
MARCELO SOMARRIVA El Mercurio del miércoles 15 de marzo de 1950 publicó una nota muy breve anunciando que "en la mañana de ayer fue encontrado junto a la vía férrea sur a la altura del kilómetro 11 el cadáver del señor Mario Silva, conocido bajo el seudónimo de Coré". Esta noticia, que tan poca repercusión tuvo en las páginas de este matutino, sacudió violentamente a la revista infantil "El Peneca" donde el difunto trabajaba desde hacia 18 años como su principal ilustrador.Cientos de niños escribieron preguntando qué había pasado con los dibujos que semanalmente ilustraban las portadas y los cuentos de la revista. Cuando se supo de la trágica muerte del dibujante de 37 años, los niños comenzaron a enviar poemas en su homenaje, tantos que el asunto se volvió incómdo y la revista tuvo que dejar de publicarlos. Para la directora de la revista, Elvira Santa Cruz Ossa, se hizo un lío explicar a sus lectores cómo había muerto su sobrino. El suicidio nunca ha sido un asunto fácil de explicar, y peor si se trata de contarles a miles de niños que su dibujante favorito había decidido matarse lanzándose contra un tren en marcha.En un homenaje publicado en "El Peneca", Elvira Santa Cruz envolvió al muerto en brumas y ensoñaciones y sugirió vagamente que el dibujante iba caminando sin saber muy bien por donde iba: "Errante caminante hacia tu destino, sin ver el sendero que tus pasos hollaban mientras tu mente iba forjando mirajes ilusorios, bellezas inalcanzables".Las circunstancias de la trágica muerte de Coré nunca estuvieron claras y se tejieron diversas especulaciones en torno a sus causas. Dicen que el artista andaba visitando a su hermana que vivía en las afueras de Santiago y que salió de repente, a comprar cigarrillos y se topó con la línea del tren. En su tiempo la versión oficial que circuló fue que se trató de un "trágico accidente" y se diagnosticó algo así como una muerte por descuido, un descuido bastante grande, en cualquier caso, porque convengamos que a nadie lo atropella un tren por ir paveando.Después de la muerte de Coré la revista "El Peneca" inició un lento declive. A los dos años renunció su directora y asumió en su reemplazó María Romero -la de las películas-, pero la revista desde entonces no volvió a ser la misma y sus ventas, antes tan abundantes, fueron declinando hasta que en 1960 decidieron cerrarla.Las especulaciones en torno al suicidio de Coré y a sus eventuales causas fueron demasiadas y al parecer llegaron a ser tan incómodas y perturbadoras que su señora, Nora Morvam, y sus hijos decidieron salir de Chile, radicándose en Venezuela y Estados Unidos. El fantasma de su suicidio contribuyó en gran medida a que su trabajo se dispersara y a que incluso se fueran borrando progresivamente sus rastros. Por ejemplo, se ignora por qué razón el multihombre Jorge Délano, "Coke", lo excluyó del recuento que hizo de los ilustradores que habían trabajado en Zig-Zag, en un trabajo que escribió con ocasión del cincuentenario de la editorial. Paradójicamente, aun cuando su nombre se iba borrando sus creaciones siguieron circulando persistentemente en las sucesivas ediciones que se publicaron de los libros ilustrados por él.Ediciones B se ha propuesto interrumpir la desaparición de este artista publicando un magnífico libro que reúne una muestra significativa del trabajo que hiciera Coré para la revista "El Peneca" y algunos libros, preparada por el fotógrafo y profesor de la Universidad Católica, Juan Domingo Marinello.Marinello conoció la obra de Coré de niño como mucha gente, mirando las ilustraciones que este artista hizo para el Silabario Hispanoamericano, pero según cuenta se convirtió en un coleccionista por azar. A mediados de los años setenta compró en un persa en Valparaíso una maleta vieja que adentro tenía 189 pruebas de imprenta de portadas de "El Peneca" extraordinariamente bien conservadas. A partir de ese feliz incidente, Marinello se ha dedicado por décadas a reunir una importante selección de la obra de Coré, más de tres mil imágenes de un total que podría llegar a alcanzar las diez mil ilustraciones. En el camino Marinello descubrió que no estaba solo en su afición y que Coré tenía un considerable grupo de adeptos selectos, entre los que figuraban escritores como Jorge Teillier, Alfonso Calderón y Enrique Lihn y artistas como Mario Toral y Adolfo Couve. Según cuenta él mismo, las imágenes que conforman este libro se seleccionaron de un universo de más de tres mil dibujos que han resultado de treinta años de búsqueda y cachureo sistemático. Peneca Mario Silva Ossa nació en el campo familiar en San Fernando, hijo de Clodomiro Silva y de Sofía Ossa Borne. Por parte de su madre era descendiente del magnate minero José Santos Ossa y todo indica que su familia era bastante rica. Al menos, él no tuvo problemas de dinero. Creció como un niño excesivamente mimado bajo el atento cuidado de sus dos hermanas mujeres mayores. Entró a estudiar en el colegio San Ignacio como alumno interno, lo que para él debió de haber sido todo un tormento. Su habilidad para el dibujo se notó temprano y como todo buen dibujante colegial martirizó a sus profesores con caricaturas burlonas. Es probable que haya sido él quien ilustró algunas páginas del boletín que publicaban los alumnos del colegio San Ignacio, que aparecen firmadas como "Mario". En esa revista aparece también que Mario Silva integró la academia de poesía del colegio y que obtuvo un digno segundo premio por sus composiciones. En 1930, durante su último año escolar, escribió un libro manuscrito con sus poemas y sus dibujos titulado "Hojas Amarillas", que nunca publicó y que todavía se conserva. Dos años más tarde, Mario Silva comenzó a trabajar como ilustrador para la revista infantil "El Peneca".La revista "El Peneca", un chilenismo que quiere decir niño o chiquillo, fue la publicación semanal que ideó la editorial Zig-Zag para alcanzar al público infantil. Su primer número apareció el 23 de noviembre de 1908 y en su presentación, su director, el periodista e historiador Enrique Blanchard-Chessi, anunció que el propósito de la revista era "cooperar al esfuerzo de todos los que luchan a favor de la instrucción popular y hacer en todo caso la delicia y el encanto, la distracción honesta y provechosa de los niños". Como se ve, el propósito de la revista era más propedéutico que amenizante y Blanchard-Chessi, que algunos años más tarde publicó una historia seriada de la Revolución del 91 en las páginas de Zig-Zag, hizo todo lo posible para que esto fuera así. Su principal aporte fue incluir colaboraciones de los lectores en esta revista infantil, que en buenos términos era bastante latosa. A Blanchard-Chessi lo sucedió el cura y sabelotodo Emilio Vaisse (cuyo seudónimo fue Omer Emeth), quien introdujo en la revista contenidos internacionales y una exitosa sección de pasatiempos. Pero la revista seguía fuera del alcance de sus pretendidos destinatarios y comenzó a languidecer hasta que a comienzos de los años veinte asumió su dirección Elvira Santa Cruz Ossa, conocida también con el elegante seudónimo de Roxane. Elvira Santa Cruz era una joven escritora de cuentos infantiles y le dio un nuevo aire a la revista: incluyó ilustraciones en las portadas, redujo sus precios y extendió sus tirajes, alcanzando incluso a otros países americanos. Roxane invitó a trabajar en la revista como ilustrador a su sobrino Mario Silva, quien entonces tenía dieciocho años y cursaba el segundo año de arquitectura. Mario Silva Ossa, tomó como seudónimo de artista el nombre de un ángel rebelde que aparece en la Biblia, "Coré". En realidad, pensándolo bien, era un nombre bastante curioso para un ilustrador de revista infantil.Bajo la apretada mano de Roxane y gracias a las diestras manos de su sobrino dibujante, la revista "El Peneca" conoció un período de gloria. En sus páginas aparecieron clásicos de la literatura fantástica publicados en forma seriada, como un fragmento de Los viajes de Gulliver y versiones de La isla del tesoro y la leyenda de "Herne el cazador", así como otros títulos de origen más dudoso pero no menos entretenidos como "Quintín el aventurero". A mediados de los años cuarenta, la revista alcanzó tiradas de hasta 240.000 ejemplares semanales y llegó a ser distribuida en casi toda Latinoamérica, un récord para esos años. Paralelamente, el prestigio de Coré como ilustrador crecía. Cuenta Marinello que cuando Walt Disney pasó por Chile, entre septiembre y octubre de 1941, en medio de su gira Sudamericana, le propuso al dibujante que trabajara con él en su proyecto de Pinocho, pero Silva no quiso. En 1944, la revista Zig-Zag anunció a sus lectores que su editorial había firmado contrato con Fernando de Alegría para publicar su novela "Lautaro, joven libertador de Arauco", las ilustraciones, añadía la nota, estarían obviamente a cargo del dibujante estrella de la editorial, Coré, que puso su sello en "La Biblioteca Amarilla", donde se publicaron títulos de Salgari, Verne, Conan Doyle y tantos otros. Algunos años más tarde, en 1947, el pedagogo Adrian Dufflocq le encomendó a Silva que hiciera las ilustraciones de su Silabario Hispanoamericano, cuya primera edición apareció en 1948 y que actualmente va por la edición número noventa, sin contar las otras tantas versiones piratas. Tren al sur Mario Silva Ossa se casó con Nora Morvan, hija de la escritora Henriette Morvan, otra autora de literatura infantil -y de un Manual de Cocina- de sobrenombre exótico, "La Damita Duende". La suegra de Coré asumió en 1941 la dirección de la revista "Cabro Chico", un producto estratégico de Zig-Zag para competir con su exitosa revista "El Peneca". Entre enanos de ojos incandescentes, magos de barba blanca, gigantes de nariz roja y piratas "de cara ancha como un jamón", Coré vivió en un mundo de fantasía. Su casa de Macul, que todavía se conserva en pie, estaba construida y decorada de acuerdo a la imaginería de sus obras. Con puertas, cerrojos, lámparas y muebles de cuento y con reminiscencias medievales. Su señora habría sido la modelo de sus sensuales hadas y princesas y sus conocidos menos agraciados del barrio, el trabajo o el campo, tomaron la forma de piratas, enanos y aventureros. Según cuenta el librero y escritor Luis Rivano, "El Peneca" para los niños lectores que pasaron su infancia en provincia estaba estrechamente ligado al mundo del tren y las estaciones. Rivano recuerda que en estas se formaban verdaderos tumultos de niños para recibir los paquetes con revistas que llegaban en tren. El librero dramaturgo se lleva las manos a la cara y hace el gesto de olfatearlas como un perro y agrega que todavía puede sentir el olor de tinta fresca que traían esas revistas recién llegadas. Después, agrega, que volvía a su casa caminando a oscuras, deteniéndose debajo de cada poste iluminado para ir leyendo la revista.El Premio Nacional de Literatura Alfonso Calderón también formó parte de esos tumultos infantiles que se aglutinaban para comprar la revista la tarde antes del día en que saliera a la venta, para así poder leerla durante la noche. Para Calderón, "El Peneca" forma parte de la formación literaria de muchos de los escritores de su generación y de otros más jóvenes como Jorge Teillier. Mientras algunos sacan a relucir antecedentes cultos y serios, Calderón explica el origen de su formación creativa e imaginaria en el mundo de Coré y "El Peneca". Para Marinello, el valor de rescatar a Coré trasciende la mera nostalgia. Destaca sus valores artísticos y su posición como pieza importante de un entramado cultural bastante peculiar. Alfonso Calderón, por ejemplo, destaca los aportes de Coré en la ilustración y cómo el artista ayudó a restablecer la relación que existía tradicionalmente en Chile entre las imágenes y el texto. Calderón recuerda el impacto que le produjeron esas ilustraciones que rompían el molde tradicionalmente asignado a "los monos" y penetraban en el espacio de las palabras. Las portadas de Coré, según Marinello, tuvieron un efecto hipnótico sobre la mirada de los niños de los años cuarenta. Sus imágenes poblaron el inconsciente colectivo de generaciones y curiosamente, a pesar de todos los años que han pasado, conservan todavía buena parte de su atractivo, su poder magnético y siguen comunicando su inquietante extrañeza.Técnicas coretianas Coré fue un autodidacta, que sin embargo impuso una serie de logros técnicos sorprendentes. De acuerdo con Marinello, Coré dominó la técnica de la aguada, tanto monocroma como cromática, con una pericia singular. Gracias a ello obtuvo delicadas transparencias y coloridos muy atrevidos para su época. Las portadas de "El Peneca" todavía resultan llamativas y atrayentes a pesar de la mala calidad del papel y de las rudimentarias técnicas de impresión de entonces. Esto no sólo es una evidencia de la calidad de sus trabajos originales, sino también del cuidado que se tomaba supervisando la impresión, hay incluso numerosos casos en los que hizo aguadas en valores monocromos para cada una de las planchas de color. Otra técnica en la que destacó Coré fue en el dibujo a plumilla y la tinta china, con la que logró reproducir verosímilmente el efecto de una xilografía.

Lo que sigue es una selección de portadas de "El Peneca" ilustradas por Coré. Algunas corresponden a pruebas de color y/o calce de impresión, otras son reproducciones directas de originales.CORÉ Ediciones B Selección y textos Juan Domingo Marinello Diseño Francisca Toral Las portadas diseñadas por Coré tuvieron un efecto hipnótico sobre la mirada de los niños de los años cuarenta. Ver en Artes y Letras de El Mercurio del domingo 1° de octubre de 2006.

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