UN AUTOR PARA COLECCIONAR, y esta cerca, en Buenos Aires
Pablo De Santis (44)
El detective literario
Noticias, Buenos Aires
Comenzó escribiendo historietas y hoy es uno de los autores más leídos de la Argentina. Los secretos de la novela con la que ganó el premio mejor cotizado de la narrativa iberoamericana.
Me llamo Sigmundo Salvatrio. Mi padre llegó a Buenos Aires desde un pueblo que está al norte de Génova y sobrevivió gracias al oficio de zapatero. Cuando se casó con mi madre, ya tenía su propia zapatería, especializada en calzado de hombre: no se daba maña con los zapatos de mujer. Muchas veces lo ayudé en sus tareas, y si hoy en nuestra profesión se habla de mi método para clasificar las huellas halladas en la escena del crimen (el método Salvatrio), debo esa invención a las horas que pasé con las hormas y las suelas. Investigadores y zapateros ven el mundo desde abajo, y unos y otros se ocupan de los pasos humanos en el momento en que estos se desvían del camino."Así comienza "El enigma de París", la novela con que Pablo De Santis ganó el Premio de Narrativa Iberoamericana Planeta-Casamérica, un galardón destinado a promover la narrativa española en todos los países de habla hispana y el mejor remunerado de América Latina (200.000 dólares).Más allá del premio que obtuvo, se trata de una de esas novelas que, una vez comenzadas, no pueden dejarse y que generan en el lector el deseo de que no terminen nunca porque constituyen una compañía y un refugio al que volver cada vez que se sienten deseos de salir del mundo real para penetrar en otros que deparan mayores emociones. De Santis, que ha sido traducido al francés, al italiano, al portugués, al alemán, al checo, al griego, al holandés y al ruso, sabe muy bien cómo capturar la atención del lector desde la primera página hasta la última. Quizás lo aprendió en su trabajo como periodista, como guionista de historietas y como autor de los lectores más difíciles de conquistar: los adolescentes. Lo cierto es que en "El enigma de París" la intriga se combina sabiamente con la escritura seductora y con una ambientación que tiene mucho de escenográfica y que, por lo tanto, permite la reconstrucción visual del escenario de los hechos a medida que se avanza en la narración. La acción se desarrolla en 1889, en París, hacia donde se dirige Sigmundo Salvatrio, ayudante del famoso detective Renato Craig para participar de la reunión de los Doce, un grupo integrado por los doce detectives más célebres del mundo, que esta vez son convocados con motivo de la Exposición Universal para mostrarle al mundo sus casos más célebres y revelarle las formas de la investigación y su concepción del crimen. Pero uno de los Doce cae misteriosamente de la torre Eiffel que en el año en que transcurre la novela está en pleno proceso de construcción. Pero es mejor, como afirma el propio De Santis, amante de las intrigas detectivescas, "no revelar el final". El género policial. Doce detectives, una exposición que pretende mostrar al mundo los secretos de su oficio, un crimen misterioso. Es evidente que abundan los elementos de la novela policial. ¿Pero se trata, en rigor, de una novela policial o de una vuelta de tuerca sobre el género? "Es una novela ‘sobre’ el policial –aclara De Santis–. El elemento policial está tan exagerado que se convierte en otra cosa. En realidad, habla del policial para hablar de otras cosas distintas. Al exagerar un elemento, casi se sale del género."¿Se trata, acaso, de un tratado sobre el género policial? "En un momento la vi un poco más como una enciclopedia –contesta–. En principio la novela iba ser un poco más larga, pero luego no quise dispersarme porque quería que la historia se siguiera con agilidad. Me gustaba que aparecieran claramente los relatos que hay dentro de ella."Y en realidad la novela que responde al canon policial hablando de un crimen y una investigación, habla también de muchas otras cosas. Por ejemplo, de la relación entre la filosofía y la investigación detectivesca. "La investigación –dice el detective Craig en la novela– es un acto de pensamiento, el último rincón donde la filosofía busca su refugio. La filosofía académica se ha convertido en historia de la filosofía o en mera filología. Somos la última esperanza del pensamiento organizado." También habla del deseo humano de abarcar la totalidad del mundo a través de una exposición, de la naturaleza teatral de la realidad que se pone en evidencia en el carácter escenográfico que percibe Sigmundo Salvatrio en el hotel en que se reúne con sus colegas en París, de la existencia de mundos tan ocultos como diversos, de las historias que se esconden en los objetos...La forma de enciclopedia a la que el autor dice haber renunciado, sin embargo, no ha desparecido del todo, sino que se ha transformado en otra cosa. ¿Acaso una exposición como la Exposición de París que tiene el deseo de mostrar todos los objetos del mundo no es una enciclopedia en sí misma? "Sí –asegura De Santis– en esa exposición hay un voluntad muy fuerte de concentrar, como en una enciclopedia, todas las cosas del mundo. Hay algo de ingenuo en ese deseo de juntar todo en el mismo lugar."Uno de los elementos que producen fascinación en las novelas del autor son precisamente los objetos, desde tinteros hasta lupas y plumas de escribir, que revelan en la narración una fuerte carga literaria. Esta pasión por los objetos se había hecho evidente en "El calígrafo de Voltaire" y reaparece en "El enigma de París", como si hubiera algo en común que relaciona a las cosas más diversas. "Me encanta escribir sobre objetos –explica– pero no soy muy apegado a ellos. No soy fetichista, de acumular cosas. Generalmente soy bastante desprendido, inclusive con los libros. Sobre todo, no puedo ser un coleccionista, no puedo mantener una serie, no puedo juntar objetos en un orden determinado. Pero siempre escribí sobre objetos. Recuerdo una vieja historieta que yo escribía a los veinte, allá por los ’80, que se llamaba "Lucas Lenz y el museo del Universo". En este museo había toda una colección de objetos extravagantes y en un momento determinado era arrasado y el héroe de la historia, una especie de detective, era especialista en buscar objetos perdidos. Así que cada aventura era un objeto. Creo que ese esquema de la relación entre los objetos y la aventura lo mantuve." Como suele suceder, la razón de su elección presente está en la infancia: "Quizás esto suceda porque cuando era chico uno de mis libros favoritos era la enciclopedia ‘Lo sé todo’, cuyos tomos estaban encuadernados de diferentes colores y donde todo estaba mezclado. Creo que no tuve todos los volúmenes, sino sólo tres o cuatro, pero la leí muchas veces y la recuerdo toda. Me gustaba eso de que aparecieran los romanos seguidos del caucho y de Madame Curie. Me encantaba que no hubiera una relación entre tema y tema." Quizás la enciclopedia favorita de la infancia de De Santis reprodujera el orden anárquico del Universo. La literatura en cambio, tiende a buscar un orden para el caos: "Claro, uno comienza a narrar porque tiene un problema para clasificar las cosas del mundo. Si pudiera clasificar las cosas, no contaría nada. Narrar tiene que ver con la infancia. Para mí escribir es como continuar los juegos de cuando era chico, porque los juegos siempre son narrativos, tanto los de los varones con los castillos y los soldaditos de mi época, como los de las mujeres. No se puede jugar sin narrar."Cómo se escribe una novela. La historia de "El enigma de París" tiene un contexto histórico preciso. De Santis confiesa que en su relato hay "mucho de inventado y también de cosas ciertas". Y agrega: "Cuando uno trabaja con un tema histórico, elige de manera caprichosa. Cuando uno imagina algo trata de que sea algo verosímil, pero cuando toma algo de la realidad, en cambio, lo toma por su inverosimilitud o por su fuerte carácter expresivo. Para mí narrar es, en parte, saber qué elegir. Sobre la Torre Eiffel hay un gran volumen de información, pero toda esta información hay que pasarla por el tamiz de la imaginación." Cada escritor tiene su forma particular de concebir una ficción. De Santis no es la excepción. Confiesa que piensa mucho tiempo la historia, "como si la fuera habitando mentalmente" y que en esa tarea previa a la escritura puede emplear más de un año. Luego llega el momento de poner "manos a la obra". En este punto, reconoce tres etapas: "la invención, la lógica y la escritura y uno va superponiendo los tres modos de trabajar."La explicación parece sencilla. Cualquier aspirante a escritor puede recurrir a esta fórmula. Pero los resultados no están garantizados. No hay recetas para lograr una historia que, como "El enigma..." transporte al lector a París y lo haga bajarse en la estación equivocada del subte de Buenos Aires.
Mónica López Ocón mlopez@perfil.com.ar Fotos: Marcelo Escayola.
El detective literario
Noticias, Buenos Aires
Comenzó escribiendo historietas y hoy es uno de los autores más leídos de la Argentina. Los secretos de la novela con la que ganó el premio mejor cotizado de la narrativa iberoamericana.
Me llamo Sigmundo Salvatrio. Mi padre llegó a Buenos Aires desde un pueblo que está al norte de Génova y sobrevivió gracias al oficio de zapatero. Cuando se casó con mi madre, ya tenía su propia zapatería, especializada en calzado de hombre: no se daba maña con los zapatos de mujer. Muchas veces lo ayudé en sus tareas, y si hoy en nuestra profesión se habla de mi método para clasificar las huellas halladas en la escena del crimen (el método Salvatrio), debo esa invención a las horas que pasé con las hormas y las suelas. Investigadores y zapateros ven el mundo desde abajo, y unos y otros se ocupan de los pasos humanos en el momento en que estos se desvían del camino."Así comienza "El enigma de París", la novela con que Pablo De Santis ganó el Premio de Narrativa Iberoamericana Planeta-Casamérica, un galardón destinado a promover la narrativa española en todos los países de habla hispana y el mejor remunerado de América Latina (200.000 dólares).Más allá del premio que obtuvo, se trata de una de esas novelas que, una vez comenzadas, no pueden dejarse y que generan en el lector el deseo de que no terminen nunca porque constituyen una compañía y un refugio al que volver cada vez que se sienten deseos de salir del mundo real para penetrar en otros que deparan mayores emociones. De Santis, que ha sido traducido al francés, al italiano, al portugués, al alemán, al checo, al griego, al holandés y al ruso, sabe muy bien cómo capturar la atención del lector desde la primera página hasta la última. Quizás lo aprendió en su trabajo como periodista, como guionista de historietas y como autor de los lectores más difíciles de conquistar: los adolescentes. Lo cierto es que en "El enigma de París" la intriga se combina sabiamente con la escritura seductora y con una ambientación que tiene mucho de escenográfica y que, por lo tanto, permite la reconstrucción visual del escenario de los hechos a medida que se avanza en la narración. La acción se desarrolla en 1889, en París, hacia donde se dirige Sigmundo Salvatrio, ayudante del famoso detective Renato Craig para participar de la reunión de los Doce, un grupo integrado por los doce detectives más célebres del mundo, que esta vez son convocados con motivo de la Exposición Universal para mostrarle al mundo sus casos más célebres y revelarle las formas de la investigación y su concepción del crimen. Pero uno de los Doce cae misteriosamente de la torre Eiffel que en el año en que transcurre la novela está en pleno proceso de construcción. Pero es mejor, como afirma el propio De Santis, amante de las intrigas detectivescas, "no revelar el final". El género policial. Doce detectives, una exposición que pretende mostrar al mundo los secretos de su oficio, un crimen misterioso. Es evidente que abundan los elementos de la novela policial. ¿Pero se trata, en rigor, de una novela policial o de una vuelta de tuerca sobre el género? "Es una novela ‘sobre’ el policial –aclara De Santis–. El elemento policial está tan exagerado que se convierte en otra cosa. En realidad, habla del policial para hablar de otras cosas distintas. Al exagerar un elemento, casi se sale del género."¿Se trata, acaso, de un tratado sobre el género policial? "En un momento la vi un poco más como una enciclopedia –contesta–. En principio la novela iba ser un poco más larga, pero luego no quise dispersarme porque quería que la historia se siguiera con agilidad. Me gustaba que aparecieran claramente los relatos que hay dentro de ella."Y en realidad la novela que responde al canon policial hablando de un crimen y una investigación, habla también de muchas otras cosas. Por ejemplo, de la relación entre la filosofía y la investigación detectivesca. "La investigación –dice el detective Craig en la novela– es un acto de pensamiento, el último rincón donde la filosofía busca su refugio. La filosofía académica se ha convertido en historia de la filosofía o en mera filología. Somos la última esperanza del pensamiento organizado." También habla del deseo humano de abarcar la totalidad del mundo a través de una exposición, de la naturaleza teatral de la realidad que se pone en evidencia en el carácter escenográfico que percibe Sigmundo Salvatrio en el hotel en que se reúne con sus colegas en París, de la existencia de mundos tan ocultos como diversos, de las historias que se esconden en los objetos...La forma de enciclopedia a la que el autor dice haber renunciado, sin embargo, no ha desparecido del todo, sino que se ha transformado en otra cosa. ¿Acaso una exposición como la Exposición de París que tiene el deseo de mostrar todos los objetos del mundo no es una enciclopedia en sí misma? "Sí –asegura De Santis– en esa exposición hay un voluntad muy fuerte de concentrar, como en una enciclopedia, todas las cosas del mundo. Hay algo de ingenuo en ese deseo de juntar todo en el mismo lugar."Uno de los elementos que producen fascinación en las novelas del autor son precisamente los objetos, desde tinteros hasta lupas y plumas de escribir, que revelan en la narración una fuerte carga literaria. Esta pasión por los objetos se había hecho evidente en "El calígrafo de Voltaire" y reaparece en "El enigma de París", como si hubiera algo en común que relaciona a las cosas más diversas. "Me encanta escribir sobre objetos –explica– pero no soy muy apegado a ellos. No soy fetichista, de acumular cosas. Generalmente soy bastante desprendido, inclusive con los libros. Sobre todo, no puedo ser un coleccionista, no puedo mantener una serie, no puedo juntar objetos en un orden determinado. Pero siempre escribí sobre objetos. Recuerdo una vieja historieta que yo escribía a los veinte, allá por los ’80, que se llamaba "Lucas Lenz y el museo del Universo". En este museo había toda una colección de objetos extravagantes y en un momento determinado era arrasado y el héroe de la historia, una especie de detective, era especialista en buscar objetos perdidos. Así que cada aventura era un objeto. Creo que ese esquema de la relación entre los objetos y la aventura lo mantuve." Como suele suceder, la razón de su elección presente está en la infancia: "Quizás esto suceda porque cuando era chico uno de mis libros favoritos era la enciclopedia ‘Lo sé todo’, cuyos tomos estaban encuadernados de diferentes colores y donde todo estaba mezclado. Creo que no tuve todos los volúmenes, sino sólo tres o cuatro, pero la leí muchas veces y la recuerdo toda. Me gustaba eso de que aparecieran los romanos seguidos del caucho y de Madame Curie. Me encantaba que no hubiera una relación entre tema y tema." Quizás la enciclopedia favorita de la infancia de De Santis reprodujera el orden anárquico del Universo. La literatura en cambio, tiende a buscar un orden para el caos: "Claro, uno comienza a narrar porque tiene un problema para clasificar las cosas del mundo. Si pudiera clasificar las cosas, no contaría nada. Narrar tiene que ver con la infancia. Para mí escribir es como continuar los juegos de cuando era chico, porque los juegos siempre son narrativos, tanto los de los varones con los castillos y los soldaditos de mi época, como los de las mujeres. No se puede jugar sin narrar."Cómo se escribe una novela. La historia de "El enigma de París" tiene un contexto histórico preciso. De Santis confiesa que en su relato hay "mucho de inventado y también de cosas ciertas". Y agrega: "Cuando uno trabaja con un tema histórico, elige de manera caprichosa. Cuando uno imagina algo trata de que sea algo verosímil, pero cuando toma algo de la realidad, en cambio, lo toma por su inverosimilitud o por su fuerte carácter expresivo. Para mí narrar es, en parte, saber qué elegir. Sobre la Torre Eiffel hay un gran volumen de información, pero toda esta información hay que pasarla por el tamiz de la imaginación." Cada escritor tiene su forma particular de concebir una ficción. De Santis no es la excepción. Confiesa que piensa mucho tiempo la historia, "como si la fuera habitando mentalmente" y que en esa tarea previa a la escritura puede emplear más de un año. Luego llega el momento de poner "manos a la obra". En este punto, reconoce tres etapas: "la invención, la lógica y la escritura y uno va superponiendo los tres modos de trabajar."La explicación parece sencilla. Cualquier aspirante a escritor puede recurrir a esta fórmula. Pero los resultados no están garantizados. No hay recetas para lograr una historia que, como "El enigma..." transporte al lector a París y lo haga bajarse en la estación equivocada del subte de Buenos Aires.
Mónica López Ocón mlopez@perfil.com.ar Fotos: Marcelo Escayola.
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