Alonso de Góngora Marmolejo
Alonso de Góngora Marmolejo
Historia de todas las cosas que han acaecido en el reino de Chile,
Estudio, edición y notas de Miguel Donoso R., Editorial Iberoamericana.
CHILE EN EL SIGLO XVI Crónica:
Editan a Góngora Marmolejo, el biógrafo de los conquistadores
Una nueva edición de la crónica de Alonso de Góngora Marmolejo, que mejora ostensiblemente las anteriores, lanza el profesor de la U. Católica, Miguel Donoso. En ella descubre algunos secretos que explican la calidad de las descripciones que hace el cronista sobre la personalidad de Pedro de Valdivia y sus cercanos.
Daniel Swinburn
Santiago de Chile
domingo 22 de agosto de 2010
Actualizado a las 6:05 hrs.
El Mercurio Artes y Letras
Pocos lo han leído fuera de las aulas de historia, pero muchos lo han entrevisto en libros de difusión de nuestra época de la Conquista, o incluso en manuales, pues extraídas de la crónica de Alonso de Góngora Marmolejo son las mejores y más objetivas descripciones de la figura y personalidad de Pedro de Valdivia y de sus acompañantes que le sucedieron en la gobernación del reino naciente. El autor de esta reedición, Miguel Donoso, especialista en filología y académico de la Facultad de Letras de la P. Universidad Católica, sostiene que el libro está vigente desde diversos aspectos.
"La crónica de Góngora Marmolejo, de 1575, -llamada 'Historia de todas las cosas que han acaecido en el reino de Chile y los que lo han gobernado'- es uno de los muy escasos textos que se conservan de la época más temprana de la Conquista de Chile, en la segunda mitad del siglo XVI, y por eso es considerada un texto fundacional. En este año del Bicentenario nos hace muy bien adentrarnos en la época en que a juicio de historiadores como Sergio Villalobos y Gonzalo Vial se gestó la idea de nación en nuestro país, con el aporte en línea 'paterna' de los españoles y en línea 'materna' de los indígenas; es una idea que me hace mucho sentido. Fue en la época de Pedro de Valdivia cuando esos hombres de un temple notable forjaron las bases de nuestra identidad. La crónica de Góngora Marmolejo sigue siendo una fuente inapreciable para conocer esos primeros años de la Conquista, y es por eso que ha sido profusamente utilizada por los historiadores: basta pensar en el protagonismo que le dio Barros Arana en los tres primeros tomos de su Historia General de Chile. Los propios antropólogos e indigenistas han recurrido a Góngora Marmolejo en su intento de reconstruir la historia de los mapuches, algo que no habría ocurrido si no fuera un testimonio valioso. A diferencia de Alonso de Ercilla, por ejemplo, que estuvo sólo dos años en Chile, Góngora marmolejo vivió 25 años aquí.
"También desde el punto de vista filológico la obra resulta muy atractiva, porque es un testimonio del estado de nuestra lengua bien entrada la segunda mitad del siglo XVI, y su riqueza léxica, a pesar de su sencillez, es notable".
-¿Qué atributos diferencian la crónica de Góngora Marmolejo de las otras del siglo XVI que se refieren a Chile, como la de Jerónimo de Vivar o de Mariño de Lobera?
"Cuando Barros Arana, en su Historia General de Chile, pasa revista a las fuentes a partir de las cuales reconstruye la historia de nuestro país en el siglo XVI, pone en un lugar preponderante el texto de Góngora Marmolejo. Para este historiador, Góngora destaca por su estilo sencillo y por la objetividad en la narración de los hechos, en la mayor parte de los cuales el propio autor participó directamente o fue testigo presencial de ellos. Pero sobre todo destacan la imparcialidad y distancia que toma respecto de los hechos narrados, evitando las exageraciones que son habituales en los textos cronísticos".
"El texto de Jerónimo de Vivar, fechado en 1558, es también un texto fundacional de la Conquista de muy gran interés, pero existen dudas respeto de su autoría que influyen en la interpretación de la obra. Este texto fue descubierto muy tardíamente, en pleno siglo XX, y debió ser escrito por un soldado del que poco y nada sabemos; se cree que pudo desempeñarse como amanuense de Pedro de Valdivia, y esto le restaría objetividad a un relato que se centra en la gesta del conquistador y que a ratos tiene mucho de panegírico. Otro texto de fines del siglo XVI, el de Pedro Mariño de Lobera, no nos ha llegado en su forma original, ya que en Perú fue censurado y complementado con sus opiniones por un sacerdote jesuita, Bartolomé de Escobar, quien convirtió el texto en algo muy distinto del original".
-Una novedad importante de esta edición es el descubrimiento que hace usted de un género biográfico de la tradición clásica - "De los varones ilustres"-, un aspecto que hasta ahora había sido descuidado por los especialistas. ¿En qué consiste esta tradición, y cómo la usó Góngora Marmolejo?
"La obra de Góngora Marmolejo muestra una inusitada conexión con este género literario clásico grecolatino de los retratos o semblanzas que se hacían de grandes personajes o héroes de la antigüedad, género más conocido como "De viris illustribus" ('De los varones ilustres'). Cornelio Nepote, Valerio Máximo, Lucano, Plutarco y Suetonio, entre otros autores clásicos, escribieron sendos retratos o biografías de personajes como Alejandro Magno, Julio César y otros muchos, y este género tuvo un importante renacimiento entre los humanistas medievales. Góngora documenta en su crónica que un libro de mediados del siglo XVI, perteneciente a esta tradición, era leído asiduamente por uno de los conquistadores de Chile".
"Desde un punto de vista retórico, este tipo de retratos sigue siempre un mismo molde, constituyéndose por la acumulación de los rasgos físicos y psicológicos más significativos de cada una de las figuras abordadas, a los que se añade su genealogía y a veces algunos hechos notables o significativos de su vida. Se comienza con los rasgos físicos del personaje y después se pasa a considerar su carácter y sus rasgos morales, que son los más relevantes. Góngora toma este modelo y lo aplica a los gobernadores de Chile, siguiendo siempre un mismo esquema: primero describe, a lo largo de varios capítulos, los hechos ocurridos durante el período de cada gobernador y luego culmina el ciclo con un capítulo de cierre, en el que se contiene el retrato o semblanza del personaje".
El retrato que hace de Valdivia
La mejor forma de ejemplificarlo es con su retrato más conocido, el de Pedro de Valdivia. Tras relatar la muerte del conquistador, Góngora procede a caracterizarlo físicamente: "Era Valdivia, cuando murió, de edad de cincuenta y seis años, natural de un lugar de Estremadura pequeño llamado Castuera; hombre de buena estatura; de rostro alegre, la cabeza grande conforme al cuerpo, que se había hecho gordo; espaldudo, ancho de pechos". Vemos aquí una caracterización física de Valdivia que sigue el modelo clásico: altura, rostro, cabeza y contextura. Sigue a continuación el retrato con la caracterización moral del personaje: "Este fue el fin que tuvo Pedro de Valdivia, hombre valeroso y bien afortunado hasta aquel punto [...] hombre de buen entendimiento, aunque de palabras no bien limadas; liberal, y hacía mercedes graciosamente. Después que fue señor rescebía gran contento en dar lo que tenía: era generoso en todas sus cosas, amigo de andar bien vestido y lustroso, y de los hombres que lo andaban, y de comer y beber bien; afable y humano con todos; mas tenía dos cosas con que escurecía todas estas virtudes: que aborrecía a los hombres nobles y de ordinario estaba amancebado con una mujer española, a lo cual fue dado" (ambas citas de la edición de la crónica de Donoso). Retomando el esquema teórico del retrato explicado más arriba, se advierte que el cuadro moral de Pedro de Valdivia se centra primero en sus virtudes; varias de estas coinciden con las propias del código caballeresco, el cual se basaba en el cultivo de las virtudes centrales del cristiano: las teologales y cardinales. Termina el retrato moral con los vicios o defectos del personaje. No son estos, textos de adornos retóricos".
Un retratista atrevido
"Las biografías me parecen un rasgo de la obra que destaca sobremanera en el panorama de los otros textos fundacionales y en general en la literatura colonial de la época. Yo creo que es algo muy particular de Góngora Marmolejo, algo que en cierto modo lo individualiza. Hay personas que recuerdan su obra fundamentalmente por sus retratos. Y casi diría que llega a ser atrevido: sus retratos son de un interés inusitado porque, lejos de idealizaciones, no trepida en sacar al sol los trapos sucios de los primeros gobernadores", afirma Miguel Donoso.
<< Home