EN 1629, EL SOLDADO ESPAÑOL FRANCISCO NÚÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑÁN ES TOMADO PRISIONERO POR LOS INDÍGENAS.
"Láminas del Cautiverio Feliz y Razón Individual de las Guerras Dilatadas del Reino de Chile" Francisco Núñez de Pineda
Año 1629
Bonanova Ediciones, Santiago, 2009.
Valioso testimonio de hechos que ocurrieron durante el siglo XVII.
FACSIMILAR
Valioso testimonio de hechos que ocurrieron durante el siglo XVII.
FACSIMILAR
Por primera vez se publican en su tamaño original
Las desconocidas ilustraciones de "El Cautiverio Feliz"
El Mercurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 15 de agosto de 2010
Actualizado a las 5:56 hrs.
En 1629, el soldado español Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán es tomado prisionero por los indígenas. Durante siete meses, convive con el pueblo mapuche en momentos álgidos de la Guerra de Arauco. Relata su experiencia en "El Cautiverio Feliz" y complementa su crónica a través de ilustraciones a tinta y aguada, que en su formato original no se conocían hasta ahora.
María de los Ángeles Covarrubias
Las desconocidas ilustraciones de "El Cautiverio Feliz"
El Mercurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 15 de agosto de 2010
Actualizado a las 5:56 hrs.
En 1629, el soldado español Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán es tomado prisionero por los indígenas. Durante siete meses, convive con el pueblo mapuche en momentos álgidos de la Guerra de Arauco. Relata su experiencia en "El Cautiverio Feliz" y complementa su crónica a través de ilustraciones a tinta y aguada, que en su formato original no se conocían hasta ahora.
María de los Ángeles Covarrubias
Álvaro Núñez de Pineda
Durante su cautiverio, Núñez de Pineda estuvo en varias ocasiones a poco de ser asesinado, pero cada vez el cacique Maulicán intercedió por él. Ello en reconocimiento al padre de don Francisco, don Álvaro Núñez de Pineda, maestre de campo de las fuerzas de la frontera; un destacado militar, respetuoso y benevolente con los indios araucanos. También le debía su gratitud por haberle salvado la vida al ayudarlo a cruzar un río de gran caudal. La ilustración recuerda la devoción de don Álvaro Núñez de Pineda a la Virgen María para agradecer de haberlo librado de los "infortunios y peligros que trae consigo el militar estruendo de esta sangrienta guerra".
"Aguadas"
El original de este libro, que custodia el Archivo Nacional, contiene cinco ilustraciones a tinta y algunas viñetas al final de cada capítulo, como era usual en la época. Con la aplicación del agua, el autor va logrando tonos en la gama del negro, gris y sepia. La diferencia en tamaño de los personajes, hace percibir a los indígenas como vencedores de los españoles. Cada lámina es a página completa y en la actual publicación se han reproducido a alta resolución y se presentan en sobre de protección de papel vegetal, de manera que se puedan enmarcar.
Grande fue el susto...
...y pesar que percibí cuando vi venir una procesión tumultuosa de demonios en demanda de nuestro alojamiento, con sus armas en las manos, y a un mozo, pobre soldado, de los que llevaban cautivos en medio de ellos, liadas para atrás las manos, tirándole un indio de una soga que llevaba al cuello".
A la cabeza del toqui Lientur, los araucanos arrasan en las cercanías de Yumbel en el paso de Las Cangrejeras. Mueren cien españoles y Núñez de Pineda cae como prisionero de guerra. Nacido en Chillán en 1608 y fallecido en 1680, en Perú -recién llegado para asumir como gobernador de Moquegua-, Francisco Núñez de Pineda fue, junto a Alonso de Ovalle, uno de los únicos dos criollos que en el siglo XVII escribieron sobre la conquista.
El caballo protagonista en "Las Cangrejeras"
El desastre de Curalaba, en 1598, había marcado la frontera y el triunfo indígena. Los españoles debieron replegarse y buscar nuevas estrategias defensivas de los mapuches que comían poco para estar ágiles para el combate. El ejército indígena incorpora armas propias de los españoles, como el caballo, que los indios estrenan en batalla en el paso de las Cangrejeras en 1629. El cronista presenta a las cabalgaduras españolas con anchas ancas, no por imperfección artística sino deliberadamente, para enfatizar la pequeñez de los soldados. En cambio, las huestes indígenas se ven victoriosas, los jinetes de perfil se muestran diestros, cómodos y seguros a caballo.
Feliz cautiverio
La defensa de la frontera en la guerra de Arauco significó acción bélica pero también intercambio comercial y acercamiento humano y cultural. Francisco, el cautivo, describe esos siete meses de prisión como una convivencia enriquecedora para el conocimiento del mundo indígena. En 1663, Núñez de Pineda escribe "El Cautiverio Feliz", que se publica por primera vez dos siglos más tarde. Editado y prologado en 1863 por el historiador Diego Barros Arana, destaca que estas crónicas permitían conocer el pasado de la historia nacional, de la Colonia y de su gobierno, pues no sólo es un relato autobiográfico de su vivencia con los araucanos, sino un estudio político-militar dirigido al monarca español.
Durante su cautiverio, Núñez de Pineda estuvo en varias ocasiones a poco de ser asesinado, pero cada vez el cacique Maulicán intercedió por él. Ello en reconocimiento al padre de don Francisco, don Álvaro Núñez de Pineda, maestre de campo de las fuerzas de la frontera; un destacado militar, respetuoso y benevolente con los indios araucanos. También le debía su gratitud por haberle salvado la vida al ayudarlo a cruzar un río de gran caudal. La ilustración recuerda la devoción de don Álvaro Núñez de Pineda a la Virgen María para agradecer de haberlo librado de los "infortunios y peligros que trae consigo el militar estruendo de esta sangrienta guerra".
"Aguadas"
El original de este libro, que custodia el Archivo Nacional, contiene cinco ilustraciones a tinta y algunas viñetas al final de cada capítulo, como era usual en la época. Con la aplicación del agua, el autor va logrando tonos en la gama del negro, gris y sepia. La diferencia en tamaño de los personajes, hace percibir a los indígenas como vencedores de los españoles. Cada lámina es a página completa y en la actual publicación se han reproducido a alta resolución y se presentan en sobre de protección de papel vegetal, de manera que se puedan enmarcar.
Grande fue el susto...
...y pesar que percibí cuando vi venir una procesión tumultuosa de demonios en demanda de nuestro alojamiento, con sus armas en las manos, y a un mozo, pobre soldado, de los que llevaban cautivos en medio de ellos, liadas para atrás las manos, tirándole un indio de una soga que llevaba al cuello".
A la cabeza del toqui Lientur, los araucanos arrasan en las cercanías de Yumbel en el paso de Las Cangrejeras. Mueren cien españoles y Núñez de Pineda cae como prisionero de guerra. Nacido en Chillán en 1608 y fallecido en 1680, en Perú -recién llegado para asumir como gobernador de Moquegua-, Francisco Núñez de Pineda fue, junto a Alonso de Ovalle, uno de los únicos dos criollos que en el siglo XVII escribieron sobre la conquista.
El caballo protagonista en "Las Cangrejeras"
El desastre de Curalaba, en 1598, había marcado la frontera y el triunfo indígena. Los españoles debieron replegarse y buscar nuevas estrategias defensivas de los mapuches que comían poco para estar ágiles para el combate. El ejército indígena incorpora armas propias de los españoles, como el caballo, que los indios estrenan en batalla en el paso de las Cangrejeras en 1629. El cronista presenta a las cabalgaduras españolas con anchas ancas, no por imperfección artística sino deliberadamente, para enfatizar la pequeñez de los soldados. En cambio, las huestes indígenas se ven victoriosas, los jinetes de perfil se muestran diestros, cómodos y seguros a caballo.
Feliz cautiverio
La defensa de la frontera en la guerra de Arauco significó acción bélica pero también intercambio comercial y acercamiento humano y cultural. Francisco, el cautivo, describe esos siete meses de prisión como una convivencia enriquecedora para el conocimiento del mundo indígena. En 1663, Núñez de Pineda escribe "El Cautiverio Feliz", que se publica por primera vez dos siglos más tarde. Editado y prologado en 1863 por el historiador Diego Barros Arana, destaca que estas crónicas permitían conocer el pasado de la historia nacional, de la Colonia y de su gobierno, pues no sólo es un relato autobiográfico de su vivencia con los araucanos, sino un estudio político-militar dirigido al monarca español.
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