SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

My Photo
Name:
Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Sunday, January 30, 2011

CARTAS DE JUAN EMAR Y CARMEN CUEVAS MACKENNA



Hallazgo Nuevo epistolario:
Publican reveladoras cartas de Juan Emar

Tres investigadores acaban de editar la correspondencia que el autor de Umbral mantuvo con Carmen Cuevas Mackenna entre 1941 y 1946. Varias misivas tienen coloridos dibujos del escritor.

El Mercurio Revista de Libros Santiago de Chile
domingo 30 de enero de 2011
Actualizado a las 6:32 hrs.

Pedro Pablo Guerrero
Casa de campo, 1940. Mientras la guerra destruye Europa, Juan Emar y su segunda esposa, Gabriela Rivadeneira, organizan tertulias en el fundo La Marquesa, cerca de Leyda, camino a San Antonio. Llegan Vicente Huidobro, Eduardo Anguita, Miguel Serrano, a veces Neruda y Delia del Carril. Los invitados -recuerda Leopoldo Castedo en sus memorias- escuchan discos de Erick Satie y matan el tiempo jugando al "Asesino": cortan la luz y deben reconocerse por el tacto. Las estanterías con los nueve mil ejemplares sin vender de las tres novelas ( Ayer , Un año y Miltín 1934 ) publicadas por el dueño de casa son otro mortificante recordatorio de sus extravagancias y su ineptitud artística.

Los esposos viven en sectores distintos de la casa. Se mandan cartas. Incluso algunas noches se pasan mensajes por debajo de la puerta. En el diario que lleva, Emar confiesa su anhelo de disponer de una "independencia total" en el matrimonio. Plegarias atendidas. El último mes de 1940 conoce a Carmen Cuevas Mackenna, quince años menor. En realidad, se conocen desde siempre, porque ella es amiga de su esposa, razón por la cual se siente obligada a pedirle permiso para salir con él. Carmen está separada y vive junto a sus hijos en el fundo de su madre, en San Juan de Pirque. Los enamorados comienzan a mandarse cartas de un fundo a otro.

El tono no es muy romántico. "Gun, yo no sé ser el 'Galán 100%'; Gun, se me olvidó cómo ha de ser el 'Galán Químicamente Puro'. ¡Comprenda, niñita!", le dice Juan Emar el 6 de septiembre de 1941.

Gun era Carmen Cuevas. En otras cartas la llama {$162} también Guni, Gi, Gungún, Guarén, Chingüe, Pilita, Bárbara Pirque y con más frecuencia & , por alguna razón que sólo conocía el escritor. Tal vez un chiste privado o ideograma secreto, precursor de los "emoticones" tipográficos que hoy proliferan en internet.

Musa y salvadora

Pocos autores chilenos han publicado, después de muertos, más libros que Juan Emar. A los epistolarios con su hija Carmen Yáñez y su musa francesa, Pépèche -editados en 1998 y 2007, respectivamente- ahora se suma Cartas a Guni Pirque, que reúne las misivas enviadas por Emar entre 1941 y 1946, mientras escribía los primeros tomos de Umbral .

Los avezados editores del libro publicado por Ediciones Universidad Católica de Chile, -Pablo Brodsky, Patricio Lizama y Carlos Piña- demuestran en el prólogo que Carmen Cuevas estimuló y dio sentido a la obra magna de Emar, convirtiéndose no sólo en destinataria de su correspondencia, sino también en un personaje literario central y en la motivación para refundar su vida.

"Yo le debo a usted 3 cosas: a) haberme librado de la esclavitud de una R [Rivadeneira]; b) haberme sacado del alcohol; c) haberme hecho trabajar" (10-X-41), le agradece el autor.

En las cartas, Carmen Cuevas aparece transfigurada como Guni, apelativo que, según conjeturan los editores, evocaría a la mujer en su sentido universal: del griego gynê , mujer. Un arquetipo. Pero también una persona real, histórica, afincada en Pirque, que dio clases de guitarra y dedicó buena parte de su vida a divulgar la música folclórica por todo el continente. Tras morir, a los 95 años, su nuera María Teresa García Hernández, casada con Ricardo Guillón Cuevas, entregó las cartas a Carlos Piña y consiguió la autorización para que fueran publicadas. "Ella fue fundamental, pues conoció mucho a Carmen Cuevas y convenció a su marido y a la familia de la importancia de esta correspondencia", revela Patricio Lizama.

Es evidente que Carmen Cuevas, más allá de consideraciones sentimentales, conocía bien el valor documental de las cartas. Por algo las conservó hasta su muerte. "Cada una en separadores plásticos, dentro de una carpeta, cuidadosamente numeradas", advierte Pablo Brodsky.

Lamentablemente no se ha conservado ninguna de las que ella le envió a Emar. No estaban, al menos, en los archivos del escritor, lo que hace presumir que las quemó Gabriela Rivadeneira, con quien estuvo casado hasta 1947. Esta ausencia impide establecer si Carmen Cuevas correspondió la pasión epistolar del escritor carta por carta o si, como parece desprenderse del tono suplicante de Emar ("¡Escríbame, escríbame, por favor!", 1-IX-41), las respuestas fueron más bien escasas.

El agradecido entusiasmo que manifiesta el hablante cuando obtiene noticias de su amada confirma esta impresión: "¡Gracias, gracias por su estupenda cartita adorada! Soy como un niño arrodillado ante usted. ¡Nunca más sombras! Que todo sol, rojos, amarillos, anaranjados. Y azules y violetas cuando la bese hasta morir." (7-VIII-41). Precisamente los colores que Emar escoge para hacer los dibujos -reproducidos en el volumen- que incluye en varias de sus cartas más poéticas.

"El prurito, la pulsión, era de Emar. Carmen Cuevas era más bien receptora", opina Brodsky.

Juego de máscaras

En las metamorfosis del deseo, la amada aparece transfigurada en "flor de quillay", "emperatriz mía", "Compota de Peras", "Majestad", "Esclava", "niñita de las bandurrias". Se trata, desde luego, de una puesta en escena, una representación, un juego de máscaras en el que el autor incluso borra su identidad firmando sus cartas con un dibujo indescifrable.

Es el mismo Emar de siempre, pero en estos textos de uso privado se muestra menos cerebral y contenido que en sus novelas y relatos vanguardistas. Transparencia de los afectos que se repite en la manifestación de los desafectos. A medida que la relación se deteriora, los apelativos se van enfriando: Carmen se transforma en "Camo", "Camencho", "Camenchuelo", "Camillo" y "Camastro". Predominan asimismo las reflexiones melancólicas: "Había olvidado también que los cigarrillos, como los hombres desdichados, se apagan solos cuando son abandonados" (VI-45).

Cartas a Guni Pirque no defraudará a los lectores de Emar, quienes encontrarán en el prólogo una detallada contextualización histórica y biográfica de esta correspondencia; considerada por los editores, con toda propiedad, "El taller de Umbral ".

Circuit City Coupon
Circuit City Coupon