MANUSCRITOS Y DIBUJOS EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
Santiago de Chile
domingo 4 de septiembre de 2011
Artes y Letras El Mercurio Emol
Archivos Donaciones y adquisiciones
La Biblioteca Nacional busca enriquecerse con donaciones de particulares
Acaban de sumar cartas de personalidades como O'Higgins, Balmaceda y Blanco Encalada, cedidas por la familia Covarrubias Bernales. A lo que se suman dieciséis dibujos de Juan Emar entregados por su nieto. Conversamos con la subdirectora de la institución, Ana Tironi, sobre esas novedades y la política de adquisiciones y donaciones del recinto que en 2013 cumplirá 200 años.
Juan Ignacio Rodríguez Medina
domingo 4 de septiembre de 2011
Artes y Letras El Mercurio Emol
Archivos Donaciones y adquisiciones
La Biblioteca Nacional busca enriquecerse con donaciones de particulares
Acaban de sumar cartas de personalidades como O'Higgins, Balmaceda y Blanco Encalada, cedidas por la familia Covarrubias Bernales. A lo que se suman dieciséis dibujos de Juan Emar entregados por su nieto. Conversamos con la subdirectora de la institución, Ana Tironi, sobre esas novedades y la política de adquisiciones y donaciones del recinto que en 2013 cumplirá 200 años.
Juan Ignacio Rodríguez Medina
Seis meses después de proclamada la Independencia de Chile, no todo era gesta y heroísmo. Estaba también la tarea mucho menos romántica, pero igualmente necesaria, de construir un país, su infraestructura: "En el Canal de Maipú deven construirse todos los puentes y acueductos necesarios para la comodidad y conveniencia de los Hazendados, y seguridad de la obra; igualmente que dos puentes de los caminos de la Deesa y de Mendoza por el Portillo: estos se costearan de los fondos del Canal, y a falta de estos de los públicos; y aquellos los respectivos Hazendados, a cuyo efecto los Intendentes de la obra citarán a otros Hazendados para que reunidos todos acuerden el modo y forma de verificar sus respectivos Puentes y acueductos con arreglo a los Planes y Dirección del Director facultativo.", escribía el Libertador a Joaquín Gandarillas y Domingo Eyzaguirre el 19 de agosto de 1818.
Esa y otras misivas, junto a libros y fotografías, fueron donadas en julio a la Biblioteca Nacional por la familia Covarrubias Bernales. Un material perteneciente a Álvaro Covarrubias Ortúzar, destacado político del siglo XIX, nacido en 1824, de tendencia liberal, que llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores y presidente del Senado, entre otros cargos relevantes.
Entre las cartas se encuentran siete misivas de Alberto Blest Gana dirigidas a Álvaro Covarrubias, entre los años 1866 y 1884; otras dos que recibió de Manuel Blanco Encalada en junio y agosto de 1866; una de Balmaceda en 1865. De un año antes es la que le envió, bajo el rótulo de "Confidencial", Domingo Faustino Sarmiento -futuro Presidente argentino, por entonces senador-, en la que se lee: "Más ampliamente informado de los secretos se persuade de que el gobierno español se propone retener indefinidamente las Islas de Chincha [en Perú] y coincide con el gobierno de Chile en la imperiosa necesidad de informarlo por la seguridad común". Un año después Chile le declaró la guerra a España por dicha ocupación.
Otra menos grave y más anecdótica es la circular enviada desde España, en septiembre de 1865, al encargado de negocios de dicho país en Santiago; en ella se informaba sobre Isabel II: "Transmito a V. S. de Real órden la fausta noticia de haber entrado la Reina Nuestra Señora, en el quinto més de su embarazo".
Pero no se quedan ahí las donaciones. El mes pasado, Juan Pablo Yáñez, nieto de Juan Emar, cedió los dieciséis dibujos de su abuelo escritor recogidos en el libro "Don Urbano". Diseños que se encontraban entremedio de los manuscritos de "Umbral" y que el novelista hacía mientras escribía en sus cuadernos. Los diseños muestran al tal Don Urbano en distintas situaciones -durmiendo, tocando el piano, de vuelta a casa, tomando un trago- mientras es acechado por seres gigantes.
Novedades legales
"Lo que conmueve es que simplemente donaron". Así grafica Ana Tironi, subdirectora de la Biblioteca Nacional, el aporte de los herederos de Covarrubias y Emar. Y hace extensivo el juicio a otras donaciones recibidas durante 2010 y 2011: la partitura manuscrita de La Pérgola de las Flores, manuscritos del compositor Alfonso Letelier y del escritor Pablo de Rokha, diverso material de la compañía de mimos de Enrique Noisvander, entre otros legados. "Hay un ánimo en las personas -que tiene que ver con el hecho de que se trata de patrimonio chileno- que las hace optar por dejar las cosas en la Biblioteca Nacional", explica Tironi. Magdalena Krebs, directora de la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), complementa el parecer de Tironi: "La generosidad de los donantes permite que el público pueda acceder a un material que, de otra manera, quedaría reservado para unos pocos", señala.
Dentro de ese marco, Krebs destaca un aspecto clave para fomentar las cesiones, los cambios a la ley de donaciones culturales que actualmente se discuten en el Congreso: "Pueden acogerse a la franquicia tributaria de la ley los contribuyentes del impuesto de herencia, ya sea el futuro causante en vida o la sucesión hereditaria dentro de los 3 años posteriores a la muerte. La franquicia consiste en que se puede imputar una parte de lo donado como crédito al impuesto de herencia", explica. En palabras simples, que aquellos que donen algún bien patrimonial, o recursos para la adquisición de ellos, puedan acogerse a beneficios tributarios dentro del impuesto a la herencia.
Otra fuente de patrimonio para la Biblioteca Nacional, complementario a las donaciones, son las adquisiciones: "Durante los últimos tres años -detalla Ana Tironi- hemos hecho un esfuerzo para adquirir cuestiones muy valiosas, y además hemos cambiado la forma en que comprábamos". Claro, porque por primera vez este año se hizo un llamado abierto, a través de los medios de comunicación, para que la gente ofreciese materiales que pudiesen ser del interés de la Biblioteca. Dentro de ese proceso, y a pesar de lo apretado del presupuesto -85 millones de pesos anuales, según cuenta Tironi- pudieron adquirir, por ejemplo, manuscritos de Luis Omar Cáceres que incluyen el original completo de "Defensa del Ídolo" (las dos ediciones que existen son incompletas); archivos de Benjamín Subercaseaux -autor de "Chile, una loca geografía"-, con ensayos científicos, antropológicos, piezas de gramática, poemas y novelas; y material de Rodolfo Lenz que incluye el manuscrito alemán de libro "Sobre la poesía popular impresa de Santiago de Chile, contribución al folklore chileno".
A eso pueden sumarse, entre otras cosas, cartas de Pepo, fotografías del siglo XIX, un álbum que muestra los estragos que dejó el terremoto de Valdivia en diversas ciudades chilenas, una colección de fanzine de ciencia ficción de los años ochenta (que incluye a autores como Hugo Correa), revistas como Condorito o Ritmo, y fotografías de Bob Borowicz: "En este primer llamado por supuesto que quedaron cosas fuera, pero priorizamos lo más valioso y aquello que se nos podía ir de las manos", explica Tironi.
Apertura al mundo
Otra estrategia -tanto para las donaciones como las compras- ha sido la alianza que la Dibam ha hecho con la Dirac (la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores) para pesquisar, a través de las distintas legaciones diplomáticas, la existencia de remates o posibles donantes de patrimonio chileno. "Una política de abrir las fronteras y ver lo que hay afuera", según la expresión de Tironi, que en el caso de la Biblioteca Nacional, permitió comprar a fines de 2009, en Francia, una colección desconocida de dibujos originales de Claudio Gay; o recibir, este año, la donación de unas placas y una máquina estereoscópica (una técnica para ver fotos en tres dimensiones) con imágenes del Parque Forestal en 1910.
Por supuesto, en todo este asunto de adquirir y recibir donaciones, es muy importante el criterio: "De repente hay familias que creen que este proceso sirve para desocupar sus bodegas y nos llaman", apunta Tironi. Así, en el caso del nuevo método de adquisiciones, se formó una comisión evaluadora compuesta por personas de las distintas áreas de la Biblioteca -colecciones tradicionales, archivos especiales, como el del escritor, de música, fotografía, literatura oral, etcétera-, cuyo principal criterio tiene que ver con cumplir el mandato de la institución, a saber, completar colecciones. Dentro de ese marco general, también se considera importante si se trata de copias únicas, tener una diversidad que permita representar "la riqueza y la diversidad" de la memoria chilena. O incluso criterios de actualidad, como ocurrió con las cartas de Pepo, cuyo centenario se celebra en 2011.
Para las donaciones los principios son los mismos, de ahí el entusiasmo que ha generado la recepción del material de las familias de Álvaro Covarrubias y Juan Emar: "Es muy importante para nosotros, es como volver al origen de lo que fue la Biblioteca Nacional, pues ella se formó a partir de donaciones", confiesa Tironi.
Por eso, frente a los recursos limitados y a la competencia de privados o instituciones extranjeras, la subdirectora considera importante recurrir a otros valores: "Desde la conservación, que es fundamental, hasta la visibilidad y, por supuesto, el hecho de que los objetos queden en el país. Es la idea de continuidad, porque así como cumplimos 200 años en 2013, serán 200 más los que vendrán". Una lógica que tiene su gran hito en el legado de Gabriela Mistral donado por Doris Atkinson (vea el artículo en E9), que desde el jueves está disponible para todo el público en la Sala Virtual Gabriela Mistral (http://salamistral.salasvirtuales.cl/).
Y es que al fin, como recuerda Tironi, la proclama fundacional de la Biblioteca, esa del 19 de agosto de 1813, pregona: "Se abre una suscripción patriótica de libros... en donde cada uno al ofrecer un objeto o dinero para su compra pueda decir con verdad: he aquí la parte con que contribuyo a la opinión, y a la felicidad presente y futura de mi país".
Lo mejor en donaciones de los últimos siete años
Desde Alfonso Letelier a Gabriela Mistral, pasando por Anne Chapmann y Vicente Bianchi, estás son, según la Biblioteca Nacional, las principales donaciones recibidas en los últimos años:
2004
Manuscritos del compositor Alfonso Letelier, donados por la familia del músico.
2006
Manuscritos completos de Pablo de Rokha, donados por Lukó de Rokha.
Manuscritos del compositor Juan Lemann, donados por María Luisa Herreros.
2007
Manuscritos del compositor Tomás Lefever, donados por Magdalena Herrera.
2008
Legado Gabriela Mistral, donados por Doris Atkinson.
Colección de tango, donada por Arturo Parra Sepúlveda.
Archivo sonoro Kawésqar, donación realizada por Óscar Aguilera.
Libros de etnografía, donados por Anne Chapmann.
2010
Obras completas digitalizadas de Andrés Bello, donados por la Universidad Andrés Bello.
Imágenes de Fototeatro.cl, donadas por Elio Frugone.
900 discos de vinilo y acetato, donados por Radio Cooperativa.
Partitura manuscrita de La Pérgola de las Flores, donada por Vicente Bianchi.
Grabación del Primer Concierto Grupo Congreso en Quilpué, donado por la misma agrupación.
Partituras de Miguel Letelier, donadas por la Asociación Nacional de Compositores de Chile.
2011
Correspondencia digitalizada de Elena Caffarena, donada por Ana María Jiles.
Placas y máquina estereoscópica, donadas por María Paz Escobar Mujica.
Archivo Álvaro Covarrubias, donado por la familia Covarrubias Bernales.
Dibujos de Juan Emar, donados por Juan Pablo Yáñez.
Partituras de Leni Alexander, donadas por la familia Bodenhöfer Alexander.
Recuperan documentos sobre el fallido Ferrocarril Trasandino
Esta es la historia del tren chileno argentino que quería unir Inglaterra con Oceanía. Un tren que nunca debió ser, pero fue: el Ferrocarril Trasandino. Ese que sorteaba una altura de 3.200 metros a través de pendientes, curvas, túneles y puentes para recorrer el territorio cordillerano que separaba a Los Andes y Mendoza, y que prestó servicios desde 1910 hasta 1984. Apuntes, planos, dibujos y fotografías de ese portento de la ingeniería fueron recuperados por Chile y desde el miércoles se exponen en el Archivo Nacional (cualquiera puede acercarse para donar algo que estime pertinente, y que a la intitución le interese). El material fue entregado a la embajada de Chile en Australia por un descendiente del ingeniero británico Alex R. Gulliver, diseñador del primer ferrocarril trasandino.
La idea y ejecución del ferrocarril pertenecen a los hermanos Juan y Mateo Clark . En 1871 ambos habían tendido el primer servicio telegráfico a través de la cordillera entre Argentina y Chile: "Ahí pensaron en el ferrocarril trasandino", cuenta Drietich Angerstein, coautor de "Historia del ferrocarril en Chile". La idea era acortar la distancia entre Inglaterra y sus colonias : "Pensaron en una especie de corredor mixto, es decir, de Inglaterra a Buenos Aires por barco, Buenos Aires-Valparaíso en tren, y de Valparaíso a Australia en vapor". En 1874 obtuvieron el permiso para construir, pero los trabajos comenzaron en 1889 debido a problemas de financiamiento. Para cuando estuvo terminado, en 1910, Juan Clark ya había muerto . Y no sólo eso, en el intertanto también comenzó la construcción del Canal de Panamá, que se inauguró cuatro años después, en 1914, con lo que el proyecto trasandino "perdió totalmente su importancia -acota Angerstein-. Lamentablemente, ese ferrocarril nunca cubrió su costo de operación" .
Sin el tráfico Inglaterra-Oceanía, sólo quedaban las cargas y los pasajeros entre Chile y Argentina: "Pero nunca hubo un movimiento como ocurría, por ejemplo, con los ferrocarriles transalpinos, entre Alemania y Suiza y Austria con Italia". Para peor, tras cada invierno era necesario prácticamente hacer de nuevo la líneas debido a las nevazones y aludes que cortaban el servicio . Todo ello, más el retiro de los subsidios de Argentina y Chile determinaron el fin del tren: primero en 1979 para el servicio de pasajeros, y luego en 1984 para el de carga.
Esa y otras misivas, junto a libros y fotografías, fueron donadas en julio a la Biblioteca Nacional por la familia Covarrubias Bernales. Un material perteneciente a Álvaro Covarrubias Ortúzar, destacado político del siglo XIX, nacido en 1824, de tendencia liberal, que llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores y presidente del Senado, entre otros cargos relevantes.
Entre las cartas se encuentran siete misivas de Alberto Blest Gana dirigidas a Álvaro Covarrubias, entre los años 1866 y 1884; otras dos que recibió de Manuel Blanco Encalada en junio y agosto de 1866; una de Balmaceda en 1865. De un año antes es la que le envió, bajo el rótulo de "Confidencial", Domingo Faustino Sarmiento -futuro Presidente argentino, por entonces senador-, en la que se lee: "Más ampliamente informado de los secretos se persuade de que el gobierno español se propone retener indefinidamente las Islas de Chincha [en Perú] y coincide con el gobierno de Chile en la imperiosa necesidad de informarlo por la seguridad común". Un año después Chile le declaró la guerra a España por dicha ocupación.
Otra menos grave y más anecdótica es la circular enviada desde España, en septiembre de 1865, al encargado de negocios de dicho país en Santiago; en ella se informaba sobre Isabel II: "Transmito a V. S. de Real órden la fausta noticia de haber entrado la Reina Nuestra Señora, en el quinto més de su embarazo".
Pero no se quedan ahí las donaciones. El mes pasado, Juan Pablo Yáñez, nieto de Juan Emar, cedió los dieciséis dibujos de su abuelo escritor recogidos en el libro "Don Urbano". Diseños que se encontraban entremedio de los manuscritos de "Umbral" y que el novelista hacía mientras escribía en sus cuadernos. Los diseños muestran al tal Don Urbano en distintas situaciones -durmiendo, tocando el piano, de vuelta a casa, tomando un trago- mientras es acechado por seres gigantes.
Novedades legales
"Lo que conmueve es que simplemente donaron". Así grafica Ana Tironi, subdirectora de la Biblioteca Nacional, el aporte de los herederos de Covarrubias y Emar. Y hace extensivo el juicio a otras donaciones recibidas durante 2010 y 2011: la partitura manuscrita de La Pérgola de las Flores, manuscritos del compositor Alfonso Letelier y del escritor Pablo de Rokha, diverso material de la compañía de mimos de Enrique Noisvander, entre otros legados. "Hay un ánimo en las personas -que tiene que ver con el hecho de que se trata de patrimonio chileno- que las hace optar por dejar las cosas en la Biblioteca Nacional", explica Tironi. Magdalena Krebs, directora de la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), complementa el parecer de Tironi: "La generosidad de los donantes permite que el público pueda acceder a un material que, de otra manera, quedaría reservado para unos pocos", señala.
Dentro de ese marco, Krebs destaca un aspecto clave para fomentar las cesiones, los cambios a la ley de donaciones culturales que actualmente se discuten en el Congreso: "Pueden acogerse a la franquicia tributaria de la ley los contribuyentes del impuesto de herencia, ya sea el futuro causante en vida o la sucesión hereditaria dentro de los 3 años posteriores a la muerte. La franquicia consiste en que se puede imputar una parte de lo donado como crédito al impuesto de herencia", explica. En palabras simples, que aquellos que donen algún bien patrimonial, o recursos para la adquisición de ellos, puedan acogerse a beneficios tributarios dentro del impuesto a la herencia.
Otra fuente de patrimonio para la Biblioteca Nacional, complementario a las donaciones, son las adquisiciones: "Durante los últimos tres años -detalla Ana Tironi- hemos hecho un esfuerzo para adquirir cuestiones muy valiosas, y además hemos cambiado la forma en que comprábamos". Claro, porque por primera vez este año se hizo un llamado abierto, a través de los medios de comunicación, para que la gente ofreciese materiales que pudiesen ser del interés de la Biblioteca. Dentro de ese proceso, y a pesar de lo apretado del presupuesto -85 millones de pesos anuales, según cuenta Tironi- pudieron adquirir, por ejemplo, manuscritos de Luis Omar Cáceres que incluyen el original completo de "Defensa del Ídolo" (las dos ediciones que existen son incompletas); archivos de Benjamín Subercaseaux -autor de "Chile, una loca geografía"-, con ensayos científicos, antropológicos, piezas de gramática, poemas y novelas; y material de Rodolfo Lenz que incluye el manuscrito alemán de libro "Sobre la poesía popular impresa de Santiago de Chile, contribución al folklore chileno".
A eso pueden sumarse, entre otras cosas, cartas de Pepo, fotografías del siglo XIX, un álbum que muestra los estragos que dejó el terremoto de Valdivia en diversas ciudades chilenas, una colección de fanzine de ciencia ficción de los años ochenta (que incluye a autores como Hugo Correa), revistas como Condorito o Ritmo, y fotografías de Bob Borowicz: "En este primer llamado por supuesto que quedaron cosas fuera, pero priorizamos lo más valioso y aquello que se nos podía ir de las manos", explica Tironi.
Apertura al mundo
Otra estrategia -tanto para las donaciones como las compras- ha sido la alianza que la Dibam ha hecho con la Dirac (la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores) para pesquisar, a través de las distintas legaciones diplomáticas, la existencia de remates o posibles donantes de patrimonio chileno. "Una política de abrir las fronteras y ver lo que hay afuera", según la expresión de Tironi, que en el caso de la Biblioteca Nacional, permitió comprar a fines de 2009, en Francia, una colección desconocida de dibujos originales de Claudio Gay; o recibir, este año, la donación de unas placas y una máquina estereoscópica (una técnica para ver fotos en tres dimensiones) con imágenes del Parque Forestal en 1910.
Por supuesto, en todo este asunto de adquirir y recibir donaciones, es muy importante el criterio: "De repente hay familias que creen que este proceso sirve para desocupar sus bodegas y nos llaman", apunta Tironi. Así, en el caso del nuevo método de adquisiciones, se formó una comisión evaluadora compuesta por personas de las distintas áreas de la Biblioteca -colecciones tradicionales, archivos especiales, como el del escritor, de música, fotografía, literatura oral, etcétera-, cuyo principal criterio tiene que ver con cumplir el mandato de la institución, a saber, completar colecciones. Dentro de ese marco general, también se considera importante si se trata de copias únicas, tener una diversidad que permita representar "la riqueza y la diversidad" de la memoria chilena. O incluso criterios de actualidad, como ocurrió con las cartas de Pepo, cuyo centenario se celebra en 2011.
Para las donaciones los principios son los mismos, de ahí el entusiasmo que ha generado la recepción del material de las familias de Álvaro Covarrubias y Juan Emar: "Es muy importante para nosotros, es como volver al origen de lo que fue la Biblioteca Nacional, pues ella se formó a partir de donaciones", confiesa Tironi.
Por eso, frente a los recursos limitados y a la competencia de privados o instituciones extranjeras, la subdirectora considera importante recurrir a otros valores: "Desde la conservación, que es fundamental, hasta la visibilidad y, por supuesto, el hecho de que los objetos queden en el país. Es la idea de continuidad, porque así como cumplimos 200 años en 2013, serán 200 más los que vendrán". Una lógica que tiene su gran hito en el legado de Gabriela Mistral donado por Doris Atkinson (vea el artículo en E9), que desde el jueves está disponible para todo el público en la Sala Virtual Gabriela Mistral (http://salamistral.salasvirtuales.cl/).
Y es que al fin, como recuerda Tironi, la proclama fundacional de la Biblioteca, esa del 19 de agosto de 1813, pregona: "Se abre una suscripción patriótica de libros... en donde cada uno al ofrecer un objeto o dinero para su compra pueda decir con verdad: he aquí la parte con que contribuyo a la opinión, y a la felicidad presente y futura de mi país".
Lo mejor en donaciones de los últimos siete años
Desde Alfonso Letelier a Gabriela Mistral, pasando por Anne Chapmann y Vicente Bianchi, estás son, según la Biblioteca Nacional, las principales donaciones recibidas en los últimos años:
2004
Manuscritos del compositor Alfonso Letelier, donados por la familia del músico.
2006
Manuscritos completos de Pablo de Rokha, donados por Lukó de Rokha.
Manuscritos del compositor Juan Lemann, donados por María Luisa Herreros.
2007
Manuscritos del compositor Tomás Lefever, donados por Magdalena Herrera.
2008
Legado Gabriela Mistral, donados por Doris Atkinson.
Colección de tango, donada por Arturo Parra Sepúlveda.
Archivo sonoro Kawésqar, donación realizada por Óscar Aguilera.
Libros de etnografía, donados por Anne Chapmann.
2010
Obras completas digitalizadas de Andrés Bello, donados por la Universidad Andrés Bello.
Imágenes de Fototeatro.cl, donadas por Elio Frugone.
900 discos de vinilo y acetato, donados por Radio Cooperativa.
Partitura manuscrita de La Pérgola de las Flores, donada por Vicente Bianchi.
Grabación del Primer Concierto Grupo Congreso en Quilpué, donado por la misma agrupación.
Partituras de Miguel Letelier, donadas por la Asociación Nacional de Compositores de Chile.
2011
Correspondencia digitalizada de Elena Caffarena, donada por Ana María Jiles.
Placas y máquina estereoscópica, donadas por María Paz Escobar Mujica.
Archivo Álvaro Covarrubias, donado por la familia Covarrubias Bernales.
Dibujos de Juan Emar, donados por Juan Pablo Yáñez.
Partituras de Leni Alexander, donadas por la familia Bodenhöfer Alexander.
Recuperan documentos sobre el fallido Ferrocarril Trasandino
Esta es la historia del tren chileno argentino que quería unir Inglaterra con Oceanía. Un tren que nunca debió ser, pero fue: el Ferrocarril Trasandino. Ese que sorteaba una altura de 3.200 metros a través de pendientes, curvas, túneles y puentes para recorrer el territorio cordillerano que separaba a Los Andes y Mendoza, y que prestó servicios desde 1910 hasta 1984. Apuntes, planos, dibujos y fotografías de ese portento de la ingeniería fueron recuperados por Chile y desde el miércoles se exponen en el Archivo Nacional (cualquiera puede acercarse para donar algo que estime pertinente, y que a la intitución le interese). El material fue entregado a la embajada de Chile en Australia por un descendiente del ingeniero británico Alex R. Gulliver, diseñador del primer ferrocarril trasandino.
La idea y ejecución del ferrocarril pertenecen a los hermanos Juan y Mateo Clark . En 1871 ambos habían tendido el primer servicio telegráfico a través de la cordillera entre Argentina y Chile: "Ahí pensaron en el ferrocarril trasandino", cuenta Drietich Angerstein, coautor de "Historia del ferrocarril en Chile". La idea era acortar la distancia entre Inglaterra y sus colonias : "Pensaron en una especie de corredor mixto, es decir, de Inglaterra a Buenos Aires por barco, Buenos Aires-Valparaíso en tren, y de Valparaíso a Australia en vapor". En 1874 obtuvieron el permiso para construir, pero los trabajos comenzaron en 1889 debido a problemas de financiamiento. Para cuando estuvo terminado, en 1910, Juan Clark ya había muerto . Y no sólo eso, en el intertanto también comenzó la construcción del Canal de Panamá, que se inauguró cuatro años después, en 1914, con lo que el proyecto trasandino "perdió totalmente su importancia -acota Angerstein-. Lamentablemente, ese ferrocarril nunca cubrió su costo de operación" .
Sin el tráfico Inglaterra-Oceanía, sólo quedaban las cargas y los pasajeros entre Chile y Argentina: "Pero nunca hubo un movimiento como ocurría, por ejemplo, con los ferrocarriles transalpinos, entre Alemania y Suiza y Austria con Italia". Para peor, tras cada invierno era necesario prácticamente hacer de nuevo la líneas debido a las nevazones y aludes que cortaban el servicio . Todo ello, más el retiro de los subsidios de Argentina y Chile determinaron el fin del tren: primero en 1979 para el servicio de pasajeros, y luego en 1984 para el de carga.
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