En toda librería se venden almas
Vender el alma. El oficio de librero
por Roger Michelena
En toda librería se venden almas: por un lado cada libro en venta encierra
el espíritu de su autor y por el otro el encargado del negocio —sea el dueño, un
gerente o alguno de los vendedores— responde a un pacto al estilo de Fausto, que
a cambio de sabiduría ofreció su alma a Mefistófeles. El comercio de libros es,
por ello, una actividad que va más allá de lo mercantil y que exige habilidades
específicas. Para vender almas, el librero ha de ser no sólo un voraz lector de
libros sino de sus clientes, pues sólo así podrá recomendar tal o cual título,
entender la necesidad de quien le pregunta por una obra desconocida para él y
seleccionar el acervo que responda a la vez a su apetito personal y a las
características de su clientela. Y encima ha de administrar, emplear recursos
—humanos, materiales y pecuniarios—, comunicarse con la clientela… Ese
equilibrio inestable sintetiza el reto y la belleza del oficio de librero, que
según afirma Umberto Eco en el prólogo a esta obra es “una hermosa
vocación”.
Romano Montroni lo sabe bien. Con este volumen se propone exponer la complejidad pero también la belleza de su oficio, para lograr que los libros se vuelvan una materia viva que despierte en el posible cliente la gozosa necesidad de comprarlos. En estas páginas se pasa revista a las principales responsabilidades de librero y se hace una inteligente defensa de dos aspectos materiales propios de ocupación: la necesidad de contacto físico, diríamos incluso que sensual, con la mercancía, pues con los libros el amor nace del tacto y no sólo de la vista; y la obligación de los libreros de comportarse con los clientes —a quienes el autor considera la “linfa vital”— con cortesía, flexibilidad y entusiasmo durante todos los minutos del día, durante todos los días.
Esta obra se adentra en temas como:
la identidad de la librería y su postura ante el mercado,
la organización del trabajo dentro de la librería,
el servicio al cliente,
la formación y el manejo del personal,
los deberes del director de la librería,
las técnicas de administración y control adecuadas para la librería y
la gestión financiera.
El libro se cierra con diversas reflexiones de algunos actores clave en la industria editorial italiana —como Roberto Calasso o Carlo Feltrinelli— sobre el quehacer del librero y en particular sobre el modo en que Montroni lo ha llevado a la práctica.
Romano Montroni lo sabe bien. Con este volumen se propone exponer la complejidad pero también la belleza de su oficio, para lograr que los libros se vuelvan una materia viva que despierte en el posible cliente la gozosa necesidad de comprarlos. En estas páginas se pasa revista a las principales responsabilidades de librero y se hace una inteligente defensa de dos aspectos materiales propios de ocupación: la necesidad de contacto físico, diríamos incluso que sensual, con la mercancía, pues con los libros el amor nace del tacto y no sólo de la vista; y la obligación de los libreros de comportarse con los clientes —a quienes el autor considera la “linfa vital”— con cortesía, flexibilidad y entusiasmo durante todos los minutos del día, durante todos los días.
Esta obra se adentra en temas como:
la identidad de la librería y su postura ante el mercado,
la organización del trabajo dentro de la librería,
el servicio al cliente,
la formación y el manejo del personal,
los deberes del director de la librería,
las técnicas de administración y control adecuadas para la librería y
la gestión financiera.
El libro se cierra con diversas reflexiones de algunos actores clave en la industria editorial italiana —como Roberto Calasso o Carlo Feltrinelli— sobre el quehacer del librero y en particular sobre el modo en que Montroni lo ha llevado a la práctica.
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