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Editor: Neville Blanc

Thursday, August 27, 2009

RICHARD FORD Y SUS DOS METROS DE HUMANIDAD

Revista de Libros El Mercurio Viernes 28 de Abril de 2006
Richard Ford en sus dominios
El destacado narrador norteamericano conversa en exclusiva, desde su hogar en Portland, de su amistad con Raymond Carver, su posición respecto a los premios literarios y adelanta su próxima novela, "The Lay of the Land" - Así como la tierra yace- , que cierra la trilogía formada por "El periodista deportivo" (1986) y "El Día de la Independencia" (1995).
Paula Varsavsky
Reconocer a Richard Ford en la estación de tren de Portland es sencillo: mide cerca de dos metros. Las facciones angulosas, el pelo gris algo largo y los ojos celestes intensos sobresalen entre el gentío. Portland es una pequeña ciudad en el norte de Nueva Inglaterra fundada en el siglo XVII, famosa por la crudeza de sus inviernos. Cerca de allí, casi literalmente en el medio de la nada, reside Richard Ford hace una década.Junto con Russell Banks y Tobias Woolf, pertenece a la generación de novelistas norteamericanos más célebres de la actualidad. Lleva más de quince libros publicados entre novelas, antologías y colecciones de cuentos. Con El periodista deportivo obtuvo el reconocimiento tanto de los lectores como de la crítica internacional. Su obra está traducida a más de veinte idiomas, entre ellos el español, por la editorial Anagrama.Su casa da cuenta de su gusto por la naturaleza y la vida al aire libre. Rodeada de enormes ventanales, se ve el mar, donde suele andar en canoa o ir a pescar. Un sitio perfecto para la entrevista.En su trayectoria no han faltado los grandes premios literarios. Su novela El Día de la Independencia fue galardonada con los premios Pulitzer y PEN/ Faulkner. Esto lo convirtió en el primer autor norteamericano que ganó los dos premios por una misma novela. Respecto del momento en que le otorgaron el Pulitzer, cuenta lo siguiente: "Estaba en Francia cenando con unos amigos. No sabía que ese día otorgaban el Pulitzer ni estaba al tanto de mi nominación. Me parecía que había vida en mi novela El Día de la Independencia, eso era todo. La persona sentada a mi lado recibió un llamado a su teléfono celular. Era para mí. Oí la voz de mi editor de París. Me preguntó si estaba sentado y que me habían otorgado el Premio Pulitzer. Pensé ¿¿Qué?? No me impactó. Me había ido de la mesa para atender el llamado y, cuando volví, ni siquiera lo mencioné. Estábamos pasándola muy bien, ¿cuál hubiera sido el motivo para irrumpir con esta noticia en una cena feliz? O sea que todo continuó tal como venía siendo".Luego agrega: "Si no me lo hubieran dado a mí, lo hubiera recibido otra persona. Siempre pienso que si gano un premio es, por ejemplo, porque Philip Roth no escribió un buen libro ese año. Soy bastante filosófico acerca de estos temas. Resultó muy agradable, pero no me cambió la vida".El estudio donde trabaja Ford está dentro de su casa, rodeado de árboles. Sobre un escritorio de madera yace el manuscrito impreso de su última novela. Son más de seiscientas páginas plagadas de marcas en azul y rojo. Lo acaba de corregir, con su mujer leyéndolo en voz alta. "Es mi nueva novela", dice al señalarla, "completa una trilogía con El periodista deportivo y El Día de la Independencia. Los personajes tienen los mismos nombres. Sucede en el año 2000. Frank Bascombe se ha vuelto a casar con la mujer con quien salía, los hijos andan por los veinte años. Se mudó, dentro del estado de Nueva Jersey, a la costa. Vendió su casa. Tiene 55 años, está enfermo de cáncer de próstata. La acción sucede durante los días de Acción de Gracias. Sally, su mujer, lo acaba de dejar por el ex marido que había desaparecido hacía décadas y, de pronto, reaparece. Estos libros están situados en períodos de tres días. Es una novela política; aquel fin de semana largo del 2000, en Estados Unidos, las elecciones no se podían resolver a causa del fraude en el recuento de votos en el estado de Florida. Es una época muy cargada en este país. Digamos que el relato es la concepción de un artista acerca de lo que estaba sucediendo en aquel momento".Consultado acerca de la fuente de inspiración para componer la relación con los hijos, dado que Ford no es padre, afirma: "Como dijo Graham Greene, el trabajo de un escritor es entrar en la piel de alguien que no es. A pesar de que no tengo hijos, compuse el personaje de Frank Bascombe que los tiene. Fui hijo y la mayoría de mis amigos son padres. En cierta manera, es lo que hace un actor. No es tan difícil. No estoy creando un ser humano real, ni un padre verdadero. Se trata de palabras en una página que representan algo. Diría que esa información y esa sensibilidad nos pertenecen a todos. Quizá, para ser escritor uno tenga que estar más disponible para recibirla. Por mi parte, soy básicamente intuitivo".MUDANZASFord se ha mudado con frecuencia. Pasó un tiempo en México y residió varios años en París. Le interesan las casas, como a su personaje Frank Bascombe. "Me agradan las casas por varias razones; por un lado, soy una persona que no tiene un Dios. Creo que, aparte de la muerte, los problemas que tenemos son los que nos suceden en la Tierra. Me interesa la forma en que la gente encuentra refugios, en que se acomoda durante el pasaje por la vida. Disfruto del aspecto de las casas, la estética. Mi padre, cuando era chico, se crió en Arkansas. Compró una casa hacia fines de la década del cuarenta, donde vivimos hasta mediados de los cincuenta. Siempre quería una mejor. Los domingos a la tarde recorríamos barrios buscando casas. Asocio eso con algo bueno. De todas formas, tampoco tengo tanto sentido de permanencia, ni siquiera en un lugar como éste, del cual estoy bastante orgulloso. El hecho de ser propietario no me interesa demasiado".Desde el living, decorado en forma elegante y discreta, se ve caer la nieve. Dos perros y un gato dan vueltas por la casa plagada de libros y fotos de escritores: Raymond Carver y Eudora Welty asoman sonrientes de los portarretratos. Oriundo de Mississippi, algunos de los relatos de Ford dan cuenta de los conflictos raciales que forman parte de la vida cotidiana del sur de Estados Unidos. Sin embargo, es considerado el menos sureño de los escritores del sur. Cuenta que Absalon Absalon de William Faulkner es el primer libro serio que leyó. Nombra con orgullo a los narradores fundamentales que vivieron allí: Flannery O'Connor, Eudora Welty y William Faulkner. "Creo que hoy en día, en el sur, se reproduce una versión microscópica de la globalización. Por distintas razones, está perdiendo gradualmente sus particularidades. En este proceso, al existir una voluntad de mantener sus características, se está convirtiendo en una caricatura de sí mismo".De todas formas, pareciera que los orígenes de su escritura se encuentran ahí: "Recuerdo que cuando era chico, en Mississippi, la gente solía enfatizar cuán maravilloso era el sur de Estados Unidos. Esa actitud tan positiva se usaba para tapar los enormes problemas raciales. Me preguntaba por qué tenía esa sensación de pérdida si todo era tan fantástico. Durante mi infancia y mi adolescencia tuve esa falta; en el único lugar donde logré completarla fue en la literatura"."Mi madre", cuenta al recordar aquellos años, "creció en un convento de monjas católicas. Mi abuela era una persona muy celosa. Tenía solamente quince años más que su hija. Mi madre era hermosa. Cuando mi abuela se divorció de su marido y formó una pareja con otro hombre de una edad intermedia entre la de ella y la de su hija, no la quiso rondando por ahí. La mandó a un convento. Mi madre adoró a las monjas, quedó siempre agradecida con ellas, pero no se convirtió. La familia de mi padre era irlandesa, protestantes a ultranza".Antes de dedicarse a escribir, Ford realizó otras tareas: "Pertenecía a la Marina durante la Guerra de Vietman, pero no fui porque me enfermé. Era 1964 y a mí me parecía que debía ir. De todas formas, por mi edad me iban a llamar. En aquel momento los americanos no sabíamos realmente qué sucedía, pero pronto se supo. Luego estudié derecho durante un año, pero no me gustó y me fui. Tuve diversos empleos en Nueva York: trabajé en la construcción del ferrocarril en Arkansas y fui maestro de escuela primaria. Empecé a escribir en 1968, luego de terminar mi maestría en arte, tenía veinticuatro años Eso fue básicamente lo que hice desde entonces, ahora tengo sesenta y dos años. También enseñé literatura en algunas universidades: Harvard, Princeton y Williams College. Leo profusamente. Para ejercer la docencia es necesario no solamente leer, sino poder entrar en conversación con el texto"."Me satisface la lectura de mis contemporáneos y que esos libros me lleguen. Algunos de mis favoritos son William Trevor, Philip Roth, el Saul Bellow de los años sesenta, Anne Beattie, Robert Stone, Jonathan Franzen y los cuentos de E. Annie Proulx. Mi interés como escritor, además de mi producción, es ayudar a generar más lectores. Los estamos perdiendo por la televisión, internet o la realidad financiera de las editoriales. Más allá de intentar escribir, mi interés en el campo de la literatura es lograr que exista y que sea valiosa para la gente".Además de retratar la clase media, cierta clase de personajes fuera de la ley habitan sus relatos. "A mediados de los setenta recibí una beca para la creación literaria que también me permitía estudiar. Fui a Oaxaca a aprender español. En aquella época era muy peligroso vivir ahí. Era un lugar pobre, donde se hacía tráfico de drogas. Entonces tuve la idea para mi novela La última oportunidad". Luego agrega: "No explico mi trabajo en términos autobiográficos. Me parece que la literatura no se trata de eso. Escribo acerca de personajes marginales, por llamarlos así. En realidad, creo que somos todos iguales. Es una forma de rendirles tributo. Aprecio la manera en que articulan la vida, su forma de sentir y de pensar. En cuanto a los personajes de clase media, es probable que tenga una mayor afinidad con ellos. Soy una persona de clase media, siempre lo he sido. También he tenido cierta experiencia en el campo, digamos, marginal".EL LEGADO DE CARVERQuizá ésta sea una de las épocas más difíciles para las personas relacionadas con el arte, la ciencia y la cultura en Estados Unidos desde la década del cincuenta. Existe una gran frustración ante la escena política. "En mi novela quedan explícitas ciertas tendencias que se instalaron en aquel momento en el gobierno, como la de no sentirse responsable de las consecuencias de sus acciones".Ford es una persona de centro. La pregunta acerca de qué pasaría si los demócratas gobernaran sobrevuela el ambiente. "Creo que si Clinton fuera Presidente no estaríamos en guerra contra Irak. Dos mil seiscientos soldados americanos no habrían muerto. La economía de Estados Unidos no se encontraría erosionada por tratar de seguir metiéndose en cuanta disputa existe en Medio Oriente. Tendríamos una mejor relación con Europa y la desmoralización de los americanos respecto de la gestión de gobierno no hubiera ocurrido. Creo que Clinton era un buen Presidente y una persona defectuosa; Bush es un Presidente espantoso y una persona defectuosa. El Partido Demócrata ha fracasado, ya no soy demócrata. Perdieron la última elección de una manera absurda. No son representativos. De todas formas, puede ser que los vote. Ahora estoy perdido, supongo que me siento cercano a los miembros de algún partido verde".Ha trascendido hace tiempo la amistad entre Richard Ford y Raymond Carver, quien nombró a Ford ejecutivo literario en su testamento. Ambos se han dedicado a retratar con extrema sutileza el lado oscuro de la vida doméstica norteamericana. "Conocí a Raymond Carver en 1977 en Dallas. Teníamos un amigo en común: Michael Ryan, un excelente poeta. Él nos invitó a una conferencia. Allí nos conocimos Tess Gallagher, Raymond Carver y yo. Yo había publicado un libro y Raymond Carver había publicado ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? Raymond había dejado de beber un año antes, le preocupaba recaer en el alcoholismo. Tenía una mala reputación, la de alguien irresponsable que se emborrachaba y no cumplía con sus obligaciones. Obviamente, los dos vimos en el otro algo que nos agradó. Su familia también era de Arkansas. Nos hicimos muy amigos. Era el momento en que él se estaba forjando un rumbo más claro, también comenzaba su relación con Tess, su segunda mujer. Era muy inteligente. A mediados de los ochenta había logrado una fama considerable en el mundo. A mí no me iba particularmente bien, él me alentó en mi trabajo, fue una gran ayuda".La sonrisa de Richard Ford es sincera. Luce distendido, sus gestos, de alguna manera, acompañan el ritmo del blues que suena en el estéreo. La conversación es fluida, contesta con amabilidad todas las preguntas.En pocos meses se publicará The Lay of the Land (Así como la tierra yace), su última novela. Cambiará completamente el ritmo de su cotidianidad:"Siempre voy a los países europeos donde se publican mis libros. Lo disfruto. Crecí en Arkansas, mi familia tenía poco dinero y pensar que la publicación de un libro me puede llevar a París, a Londres, a Dublín es una fantasía romántica. Mi educación es bastante buena, puedo escribir libros que funcionan; entonces, me parece que el contacto con los lectores es interesante. No soy un genio como Einstein, la gente se puede relacionar conmigo más fácilmente. Hablo francés como para manejarme sin problemas. Existe interés por la cultura norteamericana en Europa. Ahora, esta nueva novela va a ser un dolor de cabeza para los traductores. Se encuentra imbuida tanto ligüística como temáticamente en la cultura norteamericana". Sin embargo, no ha viajado a América del Sur: "Nunca estuve más al sur de Oaxaca, México. La primera vez que visité el D.F. fue en 1962, formaba parte de un equipo de básquet, fuimos a un campeonato".Ford permanece un instante en silencio, mientras cae la tarde en el invierno de Maine; finalmente reflexiona: "Para mí la literatura - no importa si es comedia, tragedia, amarga o alegre- trata de ennoblecer nuestro sentido de la vida. A pesar de que muchas veces lo haga de manera curiosa. Que alguien lea un libro acerca de la vida, y es de lo que se habla en cualquier ficción, quiere decir que, al menos, está lo suficientemente interesado en la vida como para leer acerca de eso. Este hecho es alentador. Por ejemplo Celine, u otros autores que escriben acerca de temas terribles de la vida, no contradicen la hipótesis. Apartar a alguien del quehacer cotidiano, por el tiempo que lleva leer un libro, y que luego vuelva a la vida con algo que antes no tenía es positivo".

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