EL ARCHIVO
EL NOMBRE «ARCHIVO SECRETO VATICANO»
Cuando en 1610 Pablo V fundó el nuevo Archivo en el Vaticano, ordenando que se transportaran a la nueva sede de los Palacios Vaticanos los volúmenes y documentos que hasta entonces se conservaban en el Archivo de la Cámara Apostólica, en la Biblioteca Vaticana y en Castel Sant'Angelo, se comenzó a hablar de «Archivo Secreto Vaticano» (Archivum Secretum Vaticanum) y en algunos casos de «Archivo Secreto Apostólico Vaticano». Lo mismo sucedía con la designación de la Biblioteca Apostólica, denominada desde el siglo XV «Biblioteca Secreta».
El término «secreto» (secretum), por otro lado, desde el siglo XV se aplicaba en el ámbito de las cortes tanto seculares como eclesiásticas a las personas o instituciones cercanas al príncipe (en nuestro caso al papa) y a su «familia». No es una casualidad que la persona de confianza del príncipe con la que trataba los asuntos más reservados o delicados y de la que a menudo dependía la elaboración de los documentos correspondientes se denominara «secretarium». De este modo, en las funciones de familia de los príncipes, además de secretarii, hemos visto «camareros secretos», «copero secreto», «escudero secreto» etc. También en el ámbito de la familia pontificia se observa un fenómeno análogo: también aquí vemos secretarii, el camerarius secretus, el sacrista secretus, el trinchador secretus y otros personajes llamados de manera parecida.
Por tanto, el término se refería sobre todo a las personas que más estaban en contacto directo e inmediato con el príncipe (o el papa). Lo mismo sucedía en el caso de las oficinas o las instituciones de la corte, y de este modo conocemos la existencia de la «bibliotheca secreta», las «camerae secretae», la «capilla secreta» y también, por tanto, el «archivum secretum».
En este último caso se hacía referencia al archivo privado del príncipe (archivo secreto de los Gonzaga, los Estensi, los Montelefltro, etc.) del cual éste tenía tanto la propiedad absoluta como la administración directa y dedicaba al mismo personas que a su vez adquirían el título análogo: «scriptor secretus», «bibliothecarius secretus», etc.
Los pontífices romanos actuaron análogamente con las instituciones y los usos de los templos y también de algunas instituciones u oficinas de su corte, de la misma manera que varias personas de su familia mantuvieron la designación de secretus, secretum, prácticamente con el significado de «personal», «reservado», exclusivamente «privado».
En este sentido se debe interpretar todavía hoy el nombre «Archivo Secreto Vaticano» ya que se trata del archivo privado del pontífice sobre el cual sólo él tiene la suprema jurisdicción.
Fue la liberalidad de León XIII la que permitió la admisión de investigadores e historiadores cualificados al Archivo Secreto Vaticano (1881). Sin embargo, no por eso el archivo deja de ser a todos los efectos «privado» y sujeto a las disposiciones de los pontífices romanos.
Cuando en 1610 Pablo V fundó el nuevo Archivo en el Vaticano, ordenando que se transportaran a la nueva sede de los Palacios Vaticanos los volúmenes y documentos que hasta entonces se conservaban en el Archivo de la Cámara Apostólica, en la Biblioteca Vaticana y en Castel Sant'Angelo, se comenzó a hablar de «Archivo Secreto Vaticano» (Archivum Secretum Vaticanum) y en algunos casos de «Archivo Secreto Apostólico Vaticano». Lo mismo sucedía con la designación de la Biblioteca Apostólica, denominada desde el siglo XV «Biblioteca Secreta».
El término «secreto» (secretum), por otro lado, desde el siglo XV se aplicaba en el ámbito de las cortes tanto seculares como eclesiásticas a las personas o instituciones cercanas al príncipe (en nuestro caso al papa) y a su «familia». No es una casualidad que la persona de confianza del príncipe con la que trataba los asuntos más reservados o delicados y de la que a menudo dependía la elaboración de los documentos correspondientes se denominara «secretarium». De este modo, en las funciones de familia de los príncipes, además de secretarii, hemos visto «camareros secretos», «copero secreto», «escudero secreto» etc. También en el ámbito de la familia pontificia se observa un fenómeno análogo: también aquí vemos secretarii, el camerarius secretus, el sacrista secretus, el trinchador secretus y otros personajes llamados de manera parecida.
Por tanto, el término se refería sobre todo a las personas que más estaban en contacto directo e inmediato con el príncipe (o el papa). Lo mismo sucedía en el caso de las oficinas o las instituciones de la corte, y de este modo conocemos la existencia de la «bibliotheca secreta», las «camerae secretae», la «capilla secreta» y también, por tanto, el «archivum secretum».
En este último caso se hacía referencia al archivo privado del príncipe (archivo secreto de los Gonzaga, los Estensi, los Montelefltro, etc.) del cual éste tenía tanto la propiedad absoluta como la administración directa y dedicaba al mismo personas que a su vez adquirían el título análogo: «scriptor secretus», «bibliothecarius secretus», etc.
Los pontífices romanos actuaron análogamente con las instituciones y los usos de los templos y también de algunas instituciones u oficinas de su corte, de la misma manera que varias personas de su familia mantuvieron la designación de secretus, secretum, prácticamente con el significado de «personal», «reservado», exclusivamente «privado».
En este sentido se debe interpretar todavía hoy el nombre «Archivo Secreto Vaticano» ya que se trata del archivo privado del pontífice sobre el cual sólo él tiene la suprema jurisdicción.
Fue la liberalidad de León XIII la que permitió la admisión de investigadores e historiadores cualificados al Archivo Secreto Vaticano (1881). Sin embargo, no por eso el archivo deja de ser a todos los efectos «privado» y sujeto a las disposiciones de los pontífices romanos.
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