Hoorn en honor del desconocido pueblecito holandés
El Cabo de Hornos
Emilio Bernal Labrada
Serie: errores históricos de traducción
La historia nos depara muchos errores de traducción, totalmente desconocidos para la mayoría de los mortales que no son traductores o lingüistas.
Entre ellos se destacan los topónimos, por una razón muy sencilla que resulta evidente al conocerse el nombre en el idioma originario. Por ejemplo, pregúntese el lector de dónde surgió ese curioso nombre "Cabo de Hornos" en una región que, lejos de tener nada que ver con hornos, soporta un frío de los mil demonios. Estando como está muy próximo al polo sur, ese cabo de calor tiene bien poco, siquiera durante el verano austral.
Vamos al origen, que es holandés-inglés: Cape Horn. Resultaría fácil conjeturar que procede de la forma cornuda del Cono Sur americano, que se transliteró "Hornos". Pero no. Su origen se debe al explorador Willem Cornelis Schouten, que dobló el cabo por vez primera en 1616, y le puso Hoorn en honor del desconocido pueblecito holandés donde nació. En inglés, el nombre perdió una "o" quedándose en Horn (lo que es lógico, pues los holandeses pronuncian la ‘o’ doble como en español 'coordinar'), y los españoles, confundidos, hicieron su propia transliteración a "Hornos". De ahí el equívoco topónimo.
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Emilio Bernal Labrada nacido en La Habana, Cuba, emigró a Estados Unidos en 1956. Se especializó en traducción e interpretación y prestó servicios en la Organización de los Estados Americanos durante 27 años. Desde hace más de 30 años escribe artículos, ensayos, poesías y entrevistas sobre temas literarios, lingüísticos y culturales en periódicos y revistas. Se ha especializado en análisis de los anglicismos y de las medidas para rectificarlos y superarlos, sobre todo en la forma ligera y humorística que le da a esta columna su característica amenidad. Es miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Real Academia Española.
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La historia nos depara muchos errores de traducción, totalmente desconocidos para la mayoría de los mortales que no son traductores o lingüistas.
Entre ellos se destacan los topónimos, por una razón muy sencilla que resulta evidente al conocerse el nombre en el idioma originario. Por ejemplo, pregúntese el lector de dónde surgió ese curioso nombre "Cabo de Hornos" en una región que, lejos de tener nada que ver con hornos, soporta un frío de los mil demonios. Estando como está muy próximo al polo sur, ese cabo de calor tiene bien poco, siquiera durante el verano austral.
Vamos al origen, que es holandés-inglés: Cape Horn. Resultaría fácil conjeturar que procede de la forma cornuda del Cono Sur americano, que se transliteró "Hornos". Pero no. Su origen se debe al explorador Willem Cornelis Schouten, que dobló el cabo por vez primera en 1616, y le puso Hoorn en honor del desconocido pueblecito holandés donde nació. En inglés, el nombre perdió una "o" quedándose en Horn (lo que es lógico, pues los holandeses pronuncian la ‘o’ doble como en español 'coordinar'), y los españoles, confundidos, hicieron su propia transliteración a "Hornos". De ahí el equívoco topónimo.
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Emilio Bernal Labrada nacido en La Habana, Cuba, emigró a Estados Unidos en 1956. Se especializó en traducción e interpretación y prestó servicios en la Organización de los Estados Americanos durante 27 años. Desde hace más de 30 años escribe artículos, ensayos, poesías y entrevistas sobre temas literarios, lingüísticos y culturales en periódicos y revistas. Se ha especializado en análisis de los anglicismos y de las medidas para rectificarlos y superarlos, sobre todo en la forma ligera y humorística que le da a esta columna su característica amenidad. Es miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Real Academia Española.
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