DEL BIBLIOFILO UMBERTO ECO
El cementerio de Praga
Traducción de Helena Lozano, Editorial Lumen, Barcelona, 2010, 590 páginas, $14.000
Umberto Eco en la presentación de su libro en Roma
"El cementerio de Praga" La nueva novela del escritor italiano:
Las conspiraciones de Umberto Eco
Bibliófilo erudito, académico semiótico, novelista best-seller y figura pop, Umberto Eco publica nuevamente una novela, seis años después de la última y tres décadas después de la primera, "El nombre de la rosa". Ahora se ocupa de un falsario que participa en la elaboración del más famoso ataque antisemita: "Los protocolos de los Sabios de Sión".
Patricio Tapia
El Mercurio Revista de Libros Santiago de Chile
domingo 28 de noviembre de 2010
Actualizado a las 6:40 hrs.
Entre los esotéricos misterios y los libros extraños que apasionan a Umberto Eco - él ha dicho que su gran biblioteca es una colección dedicada al saber oculto y falso - cabría incluir uno referido también a un libro curioso. Los antecedentes: en 1980 aparece una novela escrita por un distinguido académico italiano de la aparentemente arcana disciplina semiótica; el libro trata sobre unos misteriosos asesinatos en una abadía benedictina del siglo XIV; además de haber sido escrito en un estilo cuidado, está repleto de citas en latín, diálogos teológicos, filosóficos y diagramas complejos. Entonces, surge el enigma: ¿cómo, cómo es posible que semejante libro se transformara en un superventas de dimensiones mundiales?
La circunstancia de ser el propio Eco el autor de ese engendro quizá lo disuadió de su análisis. Pero lo cierto es que El nombre de la rosa logró unir cuestiones aparentemente irreconciliables: cierta complejidad temática, elevadas credenciales académicas, la capacidad de llegar al mercado internacional y vender millones de ejemplares. Eco, experto en estética medieval y propugnador de las obras con varios niveles de lectura (que llamó "abiertas") entregaba a la vez que misterio y romance, frivolidad erudita y diversión sofisticada.
Constantes y obsesiones
El lugar de Eco como intelectual y académico no hizo sino crecer tras El nombre de la rosa , publicando ensayos y libros de su especialidad, pero también otras novelas, que mantuvieron algunas constantes, como las reconstrucciones históricas, el que alguien contase su vida, los libros extraños. Así, La isla del día antes (1994), ambientada en el siglo XVII, trata de un náufrago que llega a un barco desierto y decide escribir los recuerdos de su vida. Baudolino (2000), por su parte, transcurre en el siglo XII, en tiempo de las Cruzadas: el protagonista conoce en Constantinopla al historiador Niceto Coniates y le cuenta su vida. La misteriosa llama de la Reina Loana (2004), si bien ocurre en la actualidad (fines del siglo XX), trata de un librero anticuario que cuenta e investiga sobre su propia vida como una forma de recuperar la memoria que ha perdido.
Quizá el libro que resume muchas de las obsesiones de Eco sea El péndulo de Foucault (1988): allí los protagonistas, interesados en las conspiraciones e implicados en un gran proyecto editorial sobre el ocultismo, deciden, para divertirse, realizar una gran síntesis de todas las teorías conspirativas de la historia, desde los Templarios y los cátaros en adelante, pasando por los rosacruces, los jesuitas o la idea de la Tierra hueca. Pero el juego se les escapa de las manos. En realidad, El péndulo de Foucault satiriza las teorías conspirativas, según las cuales, de forma más o menos paranoica, nunca sabemos las verdaderas causas de hechos manejados por organizaciones poderosas que se mantienen ocultas y que llegan como rumores o ideas recibidas: que la llegada del hombre a la luna fue un montaje, que la muerte de Lady Di no se debió a un accidente ni la de John Kennedy a la acción de un loco; en ese sentido, Dan Brown, sin ánimo satírico, refiere una conspiración de la Iglesia para ocultar la "verdadera" historia de Jesús. En El péndulo de Foucault también se menciona una de las más célebres teorías conspiratorias: la de Los protocolos de los sabios de Sión , que serviría de inspiración a la política nazi de exterminio.
El nombre de la raza
Si bien el antisemitismo se remonta a la Antigüedad y desde entonces los judíos han sido periódicamente acusados de diversos crímenes -desde matar a Cristo hasta de envenenar las aguas de los cristianos o sacrificar niños-, Los protocolos de los sabios de Sión , la obra antisemita más difundida, los acusa de algo mayor: una conjura para dominar el mundo. La primera noticia de ellos data de 1903, cuando aparece, como texto auténtico, en un periódico ruso: serían la transcripción de las reuniones en que esos sabios detallan sus planes de dominación. Al parecer, la policía secreta zarista intentaba justificar las matanzas de judíos y desacreditar a la izquierda rusa.
Ya a comienzos del siglo XX se demostró la falsedad de los protocolos. Aunque su autoría es nebulosa, los investigadores han detectado sus fuentes: la mayor parte son plagio del libro Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu (1864), de Maurice Joly, quien ataca a Napoleón III y no a los judíos. Joly fue juzgado y encarcelado y se suicidaría en 1878. Otra fuente es la novela Biarritz (1868), de Hermann Goedsche, quien escribía como Sir John Retcliffe, un plagio del libro de Joly, pero que agregaba un capítulo en que se describe una reunión, secreta y nocturna, del consejo de representantes de las doce tribus de Israel en el cementerio judío de Praga, reportando cada uno los avances en sus maquinaciones.
Este cementerio da título a la última novela de Eco, la cual, por cierto, gira en torno a Los protocolos , tema que lo ha fascinado desde siempre. No sólo los menciona en El péndulo de Foucault , sino que ocupa casi un capítulo de sus Seis paseos por los bosques narrativos , libro que recoge sus conferencias o "Norton Lectures" en Harvard de 1992-1993. Además, escribió un prefacio a la traducción italiana de La conspiración , obra póstuma del dibujante y guionista Will Eisner, una novela gráfica sobre los protocolos y su uso.
Odio ergo sum
El cementerio de Praga es una especie de diario escrito por el único personaje inventado del libro: Simone Simonini, un notario turinés, criado por su abuelo reaccionario y antisemita en el temor y el desprecio. Odia sin freno: "Odi ergo sum", dice al principio del libro; "Únicamente el odio calienta el corazón", reitera hacia su final. Detesta a los sacerdotes (especialmente a los jesuitas); detesta a los franceses, a los italianos y, sobre todo, a los judíos. Uno de los primeros autores que escribió sobre conspiraciones mundiales fue un jesuita, Augustin Barruel, que escribió en 1797 sobre una de los templarios y los masones; a él le escribió un oficial de apellido Simonini -un sujeto real, que figura como abuelo del protagonista en la novela- señalándole la importancia de los judíos en tal conjura.
Simone Simonini, el protagonista -no el "Narrador", que aparece de vez en vez, distanciándose tanto de él como del autor- compartirá la narración con un tal Abate Dalla Piccola, al que lo unen, entre otras cosas, crímenes (para no revelar la trama oculta de una novela sobre las tramas ocultas). Es un canalla, un glotón impenitente -podría hacerse un apartado con las recetas mencionadas en el libro-, un falsario y un traidor. Es un misógino que de joven se enamoró de una judía que lo rechazó y cuya única experiencia sexual será tardía y desastrosa, en medio de un ritual satánico. Es alguien que asesina reiterada y fríamente. Es un espía para los servicios secretos de distintos países, también como agente doble, que casi por azar, y como una fuerza centrípeta, participa en los más clamorosos complots del siglo XIX. De manera que de alguna forma se las arregla para figurar en los grandes sucesos de la época (1830-1897) tanto en Italia, con el Resurgimiento, esto es, los procesos que llevaron a su unificación, como en Francia, con la oleada revolucionaria de 1848, Napoleón III, la Comuna de París, entre otros. De esta suerte, desfilan figuras como el joven, tímido y cocainómano doctor Freud (al que llama Froïde); Garibaldi y el escritor y patriota garibaldino Ippolito Nievo, muerto en un naufragio en 1861 (que según esta novela habría sido causado por Simonini). Incluso tiene una participación en el caso Dreyfrus, el del soldado francés de origen judío, condenado injustamente como traidor en 1894 y que dividió al país, contribuyendo con un documento falso en su contra.
En lo que dice relación con la elaboración de Los Protocolos de los sabios de Sión , Simonini trata y plagia a Maurice Joly -según la novela lo habría asesinado, fingiendo un suicidio- y a Hermann Goedsche. Además, se vincula a otros autores antisemitas, como Gougenot des Mousseaux, Edouard Drumond y Osmán Bey (un estafador de apellido Millinger), o sujetos tan discutibles como el masón y luego antimasón y ultracatólico Léo Taxil, o el fundador de una secta satánica, el abate Boullan.
Las casi 600 páginas del libro, muchas de ellas con excelentes ilustraciones de la época (casi todas provenientes del archivo iconográfico del propio Eco), intenta ser un homenaje a los folletines decimonónicos, con incursiones a las cloacas parisinas y todo. Pero más que la intriga, destella la prodigiosa erudición de Eco y su capacidad para unir historias distintas y reales en un único relato convincente. Como se hace en una conspiración.
Los ecos de Eco: recepción de "El cementerio de Praga"
La sátira, como la caricatura, tiende a exagerar, no por admiración, sino justamente como crítica. Llama la atención que la parodia sarcástica que se burla de los delirios racistas pueda tomarse por las ideas del autor o que sirva para difundir ideas antisemitas. En parte es lo que ha pasado con Eco y algunas reacciones, especialmente de la comunidad judía. El cementerio de Praga , con todo, ha tenido fundamentalmente críticas muy elogiosas. Gad Lerner, en La Repubblica , sostiene que es una obra destinada a ser clásica. Gianni Riotta en Il Sole , Furio Colombo en Il Fatto Quotidiano y Gianfranco Marrone en La Stampa la celebraron con entusiasmo. La única crítica más bien negativa ha sido la de Lucetta Scaraffia, en L'Osservatore Romano .
Por otra parte, Eco ha dado unas pocas entrevistas (algunas televisivas, otras en publicaciones como Pagine ebraiche o L'espresso ). En alguna le preguntan el porqué de su fascinación con los Protocolos: "Porque siempre se los han tomado en serio, mientras es un texto completamente lleno de contradicciones internas. Ya en el año 1921 The Times había demostrado que era un texto en gran parte copiado de un libro de Maurice Joly. Pero Hitler ha continuado teniéndolo por auténtico en Mein Kampf y aún hoy continúa apareciendo en las librerías filonazis o en sitios árabes. El parecer dominante es siempre el de la antisemita británica Nesta Webster: 'Será una falsificación, pero es un libro que dice exactamente lo que los judíos piensan, por tanto, es verdad'".
En otra oportunidad le preguntan si su libro podría alimentar el antisemitismo: "Mire, quien escribe un tratado de química siempre puede esperar que alguien lo utilice para envenenar a la abuela. Siempre existen los malintencionados. Pero, en general, no creo que necesiten leer mis novelas para hacerse de sus ideas. Ya está en amplia circulación todo lo que ellos necesitan. Para empezar Los protocolos de los sabios de Sión . Con mi libro, por el contrario, me he esforzado en desenmascarar, en arrojar luz sobre sus intrigas".
Por último, en una entrevista le preguntan si su protagonista, no obstante ser monstruoso, podría resultar simpático y que algunos se identificaran con él. Eco contesta: "También hubo muchachas que escribieron cartas de amor a Maso, el parricida. No respondo de las perversiones ajenas".
Traducción de Helena Lozano, Editorial Lumen, Barcelona, 2010, 590 páginas, $14.000
Umberto Eco en la presentación de su libro en Roma
"El cementerio de Praga" La nueva novela del escritor italiano:
Las conspiraciones de Umberto Eco
Bibliófilo erudito, académico semiótico, novelista best-seller y figura pop, Umberto Eco publica nuevamente una novela, seis años después de la última y tres décadas después de la primera, "El nombre de la rosa". Ahora se ocupa de un falsario que participa en la elaboración del más famoso ataque antisemita: "Los protocolos de los Sabios de Sión".
Patricio Tapia
El Mercurio Revista de Libros Santiago de Chile
domingo 28 de noviembre de 2010
Actualizado a las 6:40 hrs.
Entre los esotéricos misterios y los libros extraños que apasionan a Umberto Eco - él ha dicho que su gran biblioteca es una colección dedicada al saber oculto y falso - cabría incluir uno referido también a un libro curioso. Los antecedentes: en 1980 aparece una novela escrita por un distinguido académico italiano de la aparentemente arcana disciplina semiótica; el libro trata sobre unos misteriosos asesinatos en una abadía benedictina del siglo XIV; además de haber sido escrito en un estilo cuidado, está repleto de citas en latín, diálogos teológicos, filosóficos y diagramas complejos. Entonces, surge el enigma: ¿cómo, cómo es posible que semejante libro se transformara en un superventas de dimensiones mundiales?
La circunstancia de ser el propio Eco el autor de ese engendro quizá lo disuadió de su análisis. Pero lo cierto es que El nombre de la rosa logró unir cuestiones aparentemente irreconciliables: cierta complejidad temática, elevadas credenciales académicas, la capacidad de llegar al mercado internacional y vender millones de ejemplares. Eco, experto en estética medieval y propugnador de las obras con varios niveles de lectura (que llamó "abiertas") entregaba a la vez que misterio y romance, frivolidad erudita y diversión sofisticada.
Constantes y obsesiones
El lugar de Eco como intelectual y académico no hizo sino crecer tras El nombre de la rosa , publicando ensayos y libros de su especialidad, pero también otras novelas, que mantuvieron algunas constantes, como las reconstrucciones históricas, el que alguien contase su vida, los libros extraños. Así, La isla del día antes (1994), ambientada en el siglo XVII, trata de un náufrago que llega a un barco desierto y decide escribir los recuerdos de su vida. Baudolino (2000), por su parte, transcurre en el siglo XII, en tiempo de las Cruzadas: el protagonista conoce en Constantinopla al historiador Niceto Coniates y le cuenta su vida. La misteriosa llama de la Reina Loana (2004), si bien ocurre en la actualidad (fines del siglo XX), trata de un librero anticuario que cuenta e investiga sobre su propia vida como una forma de recuperar la memoria que ha perdido.
Quizá el libro que resume muchas de las obsesiones de Eco sea El péndulo de Foucault (1988): allí los protagonistas, interesados en las conspiraciones e implicados en un gran proyecto editorial sobre el ocultismo, deciden, para divertirse, realizar una gran síntesis de todas las teorías conspirativas de la historia, desde los Templarios y los cátaros en adelante, pasando por los rosacruces, los jesuitas o la idea de la Tierra hueca. Pero el juego se les escapa de las manos. En realidad, El péndulo de Foucault satiriza las teorías conspirativas, según las cuales, de forma más o menos paranoica, nunca sabemos las verdaderas causas de hechos manejados por organizaciones poderosas que se mantienen ocultas y que llegan como rumores o ideas recibidas: que la llegada del hombre a la luna fue un montaje, que la muerte de Lady Di no se debió a un accidente ni la de John Kennedy a la acción de un loco; en ese sentido, Dan Brown, sin ánimo satírico, refiere una conspiración de la Iglesia para ocultar la "verdadera" historia de Jesús. En El péndulo de Foucault también se menciona una de las más célebres teorías conspiratorias: la de Los protocolos de los sabios de Sión , que serviría de inspiración a la política nazi de exterminio.
El nombre de la raza
Si bien el antisemitismo se remonta a la Antigüedad y desde entonces los judíos han sido periódicamente acusados de diversos crímenes -desde matar a Cristo hasta de envenenar las aguas de los cristianos o sacrificar niños-, Los protocolos de los sabios de Sión , la obra antisemita más difundida, los acusa de algo mayor: una conjura para dominar el mundo. La primera noticia de ellos data de 1903, cuando aparece, como texto auténtico, en un periódico ruso: serían la transcripción de las reuniones en que esos sabios detallan sus planes de dominación. Al parecer, la policía secreta zarista intentaba justificar las matanzas de judíos y desacreditar a la izquierda rusa.
Ya a comienzos del siglo XX se demostró la falsedad de los protocolos. Aunque su autoría es nebulosa, los investigadores han detectado sus fuentes: la mayor parte son plagio del libro Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu (1864), de Maurice Joly, quien ataca a Napoleón III y no a los judíos. Joly fue juzgado y encarcelado y se suicidaría en 1878. Otra fuente es la novela Biarritz (1868), de Hermann Goedsche, quien escribía como Sir John Retcliffe, un plagio del libro de Joly, pero que agregaba un capítulo en que se describe una reunión, secreta y nocturna, del consejo de representantes de las doce tribus de Israel en el cementerio judío de Praga, reportando cada uno los avances en sus maquinaciones.
Este cementerio da título a la última novela de Eco, la cual, por cierto, gira en torno a Los protocolos , tema que lo ha fascinado desde siempre. No sólo los menciona en El péndulo de Foucault , sino que ocupa casi un capítulo de sus Seis paseos por los bosques narrativos , libro que recoge sus conferencias o "Norton Lectures" en Harvard de 1992-1993. Además, escribió un prefacio a la traducción italiana de La conspiración , obra póstuma del dibujante y guionista Will Eisner, una novela gráfica sobre los protocolos y su uso.
Odio ergo sum
El cementerio de Praga es una especie de diario escrito por el único personaje inventado del libro: Simone Simonini, un notario turinés, criado por su abuelo reaccionario y antisemita en el temor y el desprecio. Odia sin freno: "Odi ergo sum", dice al principio del libro; "Únicamente el odio calienta el corazón", reitera hacia su final. Detesta a los sacerdotes (especialmente a los jesuitas); detesta a los franceses, a los italianos y, sobre todo, a los judíos. Uno de los primeros autores que escribió sobre conspiraciones mundiales fue un jesuita, Augustin Barruel, que escribió en 1797 sobre una de los templarios y los masones; a él le escribió un oficial de apellido Simonini -un sujeto real, que figura como abuelo del protagonista en la novela- señalándole la importancia de los judíos en tal conjura.
Simone Simonini, el protagonista -no el "Narrador", que aparece de vez en vez, distanciándose tanto de él como del autor- compartirá la narración con un tal Abate Dalla Piccola, al que lo unen, entre otras cosas, crímenes (para no revelar la trama oculta de una novela sobre las tramas ocultas). Es un canalla, un glotón impenitente -podría hacerse un apartado con las recetas mencionadas en el libro-, un falsario y un traidor. Es un misógino que de joven se enamoró de una judía que lo rechazó y cuya única experiencia sexual será tardía y desastrosa, en medio de un ritual satánico. Es alguien que asesina reiterada y fríamente. Es un espía para los servicios secretos de distintos países, también como agente doble, que casi por azar, y como una fuerza centrípeta, participa en los más clamorosos complots del siglo XIX. De manera que de alguna forma se las arregla para figurar en los grandes sucesos de la época (1830-1897) tanto en Italia, con el Resurgimiento, esto es, los procesos que llevaron a su unificación, como en Francia, con la oleada revolucionaria de 1848, Napoleón III, la Comuna de París, entre otros. De esta suerte, desfilan figuras como el joven, tímido y cocainómano doctor Freud (al que llama Froïde); Garibaldi y el escritor y patriota garibaldino Ippolito Nievo, muerto en un naufragio en 1861 (que según esta novela habría sido causado por Simonini). Incluso tiene una participación en el caso Dreyfrus, el del soldado francés de origen judío, condenado injustamente como traidor en 1894 y que dividió al país, contribuyendo con un documento falso en su contra.
En lo que dice relación con la elaboración de Los Protocolos de los sabios de Sión , Simonini trata y plagia a Maurice Joly -según la novela lo habría asesinado, fingiendo un suicidio- y a Hermann Goedsche. Además, se vincula a otros autores antisemitas, como Gougenot des Mousseaux, Edouard Drumond y Osmán Bey (un estafador de apellido Millinger), o sujetos tan discutibles como el masón y luego antimasón y ultracatólico Léo Taxil, o el fundador de una secta satánica, el abate Boullan.
Las casi 600 páginas del libro, muchas de ellas con excelentes ilustraciones de la época (casi todas provenientes del archivo iconográfico del propio Eco), intenta ser un homenaje a los folletines decimonónicos, con incursiones a las cloacas parisinas y todo. Pero más que la intriga, destella la prodigiosa erudición de Eco y su capacidad para unir historias distintas y reales en un único relato convincente. Como se hace en una conspiración.
Los ecos de Eco: recepción de "El cementerio de Praga"
La sátira, como la caricatura, tiende a exagerar, no por admiración, sino justamente como crítica. Llama la atención que la parodia sarcástica que se burla de los delirios racistas pueda tomarse por las ideas del autor o que sirva para difundir ideas antisemitas. En parte es lo que ha pasado con Eco y algunas reacciones, especialmente de la comunidad judía. El cementerio de Praga , con todo, ha tenido fundamentalmente críticas muy elogiosas. Gad Lerner, en La Repubblica , sostiene que es una obra destinada a ser clásica. Gianni Riotta en Il Sole , Furio Colombo en Il Fatto Quotidiano y Gianfranco Marrone en La Stampa la celebraron con entusiasmo. La única crítica más bien negativa ha sido la de Lucetta Scaraffia, en L'Osservatore Romano .
Por otra parte, Eco ha dado unas pocas entrevistas (algunas televisivas, otras en publicaciones como Pagine ebraiche o L'espresso ). En alguna le preguntan el porqué de su fascinación con los Protocolos: "Porque siempre se los han tomado en serio, mientras es un texto completamente lleno de contradicciones internas. Ya en el año 1921 The Times había demostrado que era un texto en gran parte copiado de un libro de Maurice Joly. Pero Hitler ha continuado teniéndolo por auténtico en Mein Kampf y aún hoy continúa apareciendo en las librerías filonazis o en sitios árabes. El parecer dominante es siempre el de la antisemita británica Nesta Webster: 'Será una falsificación, pero es un libro que dice exactamente lo que los judíos piensan, por tanto, es verdad'".
En otra oportunidad le preguntan si su libro podría alimentar el antisemitismo: "Mire, quien escribe un tratado de química siempre puede esperar que alguien lo utilice para envenenar a la abuela. Siempre existen los malintencionados. Pero, en general, no creo que necesiten leer mis novelas para hacerse de sus ideas. Ya está en amplia circulación todo lo que ellos necesitan. Para empezar Los protocolos de los sabios de Sión . Con mi libro, por el contrario, me he esforzado en desenmascarar, en arrojar luz sobre sus intrigas".
Por último, en una entrevista le preguntan si su protagonista, no obstante ser monstruoso, podría resultar simpático y que algunos se identificaran con él. Eco contesta: "También hubo muchachas que escribieron cartas de amor a Maso, el parricida. No respondo de las perversiones ajenas".
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