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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Monday, February 07, 2011

DE LA HISTORIADORA PATRICIA ARANCIBIA


Publicación Libro "Tras la huella de los árabes en Chile"
Árabes en Chile: Desde el Medio Oriente hasta el fin del mundo


Hasta cuatro generaciones han pasado desde que un grupo importante de árabes de la zona del Levante se embarcaron a Chile en busca de un futuro mejor. Si hoy los egipcios, yemeníes y tunecinos se levantan contra el autoritarismo, a comienzos del siglo XX sirios, palestinos y libaneses escaparon del Imperio Turco por el mismo motivo. Uno de sus destinos fue Chile. Esta es la historia que rescata una nueva publicación.


Evelyn Erlij
El Mercurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 6 de febrero de 2011
Actualizado a las 6:18 hrs.



"La historia se ha puesto a galopar en el mundo árabe", afirma un columnista del diario español El País, con referencia a las revueltas populares que tienen lugar por estos días en países como Egipto, Túnez y Yemen. Los actuales eventos políticos en pos de la democracia son un hecho histórico en el conflictivo pasado del Medio Oriente, pero también son un suceso que se suma a la larga y dramática lista de acontecimientos que han sacudido ese rincón del planeta, marcado por colonizaciones, guerras, revoluciones, dictaduras y, como consecuencia de ello, por una enorme migración desde esas tierras hacia otros países, entre ellos, Chile.

Tal como hoy, hace más de cien años, fueron la opresión y la injusticia la mecha que encendió el cambio, en ese caso, la partida de miles de árabes cristianos del Cercano Oriente -también llamado Levante-, donde por entonces gobernaba el Imperio turco. A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la situación en la región se había vuelto crítica: considerados infieles y opositores políticos por no practicar el Islam, la minoría cristiana era obligada a pagar altos impuestos, no podía portar armas ni montar a caballo; tampoco tenía acceso al desarrollo económico y social, siendo forzada a reclutarse en el servicio militar de un imperio en constantes guerras.

"La gran mayoría de los que llegan a Chile eran cristianos ortodoxos o católicos que huyen de la discriminación musulmana y del imperio turco, que usa a sus hijos como carne de cañón en sus conflictos locales y luego durante la Primera Guerra Mundial. Eso los hace salir en busca de nuevos horizontes y establecerse en gran número en América Latina", explica la historiadora Patricia Arancibia, una de las autoras del libro "Tras la huella de los árabes en Chile", que coescribió con Isabel Jara y Patricio Arancibia, ambos doctores en historia.

La investigación se centra en las distintas oleadas que trajeron a estos inmigrantes al país, desde la acontecida en los primeros 15 años del siglo XX, la etapa post Primera Guerra Mundial (1915-1930) -después de la cual el flujo disminuyó-, hasta la que se produce tras la creación del Estado de Israel en 1948. Asimismo, se describen los procesos de integración y adaptación a esta nueva tierra, como también la inserción de sus descendientes en la sociedad chilena, sus formas de sociabilidad, sus desempeños en el ámbito laboral y la actual situación de la comunidad árabe en Chile.

"Turcos" ante ojos chilenos

Si bien las huellas de los árabes en el país están presentes desde los tiempos de la conquista, cuando unos pocos llegaron con los españoles -se dice que el primero fue el sobrino de Hernando de Magallanes, Álvaro de Mezquita, y también se sabe que Francisco de Villagra era nieto de una morisca-, la mayor cantidad llegó a Chile a comienzos del siglo XX, principalmente desde Argentina. Gran parte provenía de Palestina, Siria y Líbano, las tres grandes comunidades presentes hoy en el país, donde se estima que de los 300 mil chilenos de ascendencia árabe, 250 mil son de origen palestino, 25 mil sirio y 25 mil libanés, según un estudio del investigador Raymond Delval.

Los inmigrantes, por lo general, eran hombres jóvenes provenientes del campo sin profesión ni oficio, los que viajaron enviados por sus familias o por iniciativa propia, escapando del servicio militar y en busca de un futuro más promisorio. "La gran mayoría llegó con una mano por delante y otra por detrás, en una situación tremendamente desafiante. Ellos huyen y arriban a este país que les da algunas ventajas en la medida de que el clima es similar; por eso se asientan en Quillota, en San Felipe, en zonas donde pueden sentirse más cerca de su terruño. Además, la sociabilidad, especialmente provinciana, calzaba con su idiosincrasia", explica Arancibia. En Santiago, en tanto, se instalan principalmente en Recoleta.

Su adaptación a la sociedad chilena no fue fácil, tanto por el idioma como por los prejuicios de la población local, donde se les comenzó a llamar erróneamente "turcos", debido a que sus pasaportes habían sido emitidos por ese imperio. "El término 'turco' les llegaba como una bofetada, ya que si llegaron a estas tierras fue porque habían huido de la opresión turca", comenta Arancibia.

El uso de este apelativo despectivo y el recelo hacia los grupos árabes también tuvo que ver con un choque de culturas. "La discriminación hacia los árabes fue muy dura y provino en su mayoría de la elite social y económica, más que nada por ignorancia y desconocimiento de su cultura y forma de ser", señala la autora, rechazo que, incluso, tuvo difusión en la prensa y en los medios intelectuales de la época.

Su afán por el ahorro, el empleo de familiares y su paulatino ascenso económico también fueron fuentes de prejuicios por parte de los chilenos. "Hubo, además, discriminación durante los años 50 y 60, debido a la ostentación de la que algunos hicieron gala cuando les comenzó a ir bien económicamente, la que contrastaba con la sobriedad más conservadora de los grupos de poder político y económico chilenos", explica la historiadora.

La situación comienza a cambiar a partir de la década del 60, cuando parte de los descendientes ya se habían convertido en profesionales, en ámbitos como la medicina y la política, incluyendo a mujeres, como Juanita Dib y Margarita Paluz. "Los árabes se integraron rápidamente, sobre todo, porque los padres inscribieron a sus niños en colegios públicos, como el Barros Arana y el Instituto Nacional, que les entregaron la 'chilenidad'. Ahí se mezclan con los chilenos y con personas de otros orígenes. Es cuando la comunidad empieza a abrirse socialmente al mundo ajeno a lo árabe", comenta Arancibia.

Si bien en un primer momento el choque cultural entre chilenos y árabes fue fuerte -la palabra "turco" estaba tan arraigada, que incluso en los censos, como el de 1907, se contabilizaron "729 turcos"-, el cristianismo fue el factor que redujo las distancias. "La primera gran afinidad fue la religión, ya que, pese a las grandes diferencias culturales y de lenguaje, se compartía una cosmovisión común. El 99 por ciento de los árabes que llegaron a Chile eran cristianos, algunos ortodoxos, que se convirtieron en católicos, porque no existía aquí rito ortodoxo. Por ello crean en 1918 la iglesia San Jorge, ubicada en Santa Filomena", explica la investigadora.

De "faltes" a millonarios

A diferencia de otras migraciones, la de los árabes se dio sin ninguna ayuda del Estado, que tampoco les dio facilidades para trabajar en el país. De aquí que gran parte de ellos comenzara ejerciendo la labor de "falte" o vendedor ambulante, que recorría ciudades y pueblos vendiendo artículos de paquetería, jabones, espejos, entre otros objetos. Por ese entonces, las costumbres eran trabajar incesantemente y ahorrar todo lo posible, ya que la meta en un comienzo era juntar dinero para traer a Chile al resto de la familia.

Esta migración en cadena explica que Chile posea la comunidad palestina más grande fuera del mundo árabe. "Los primeros inmigrantes van escribiendo cartas y contando cómo es Chile, y en pueblos como Belén las noticias volaban. El tío invitaba al sobrino, el hijo al padre, unos regresaban a buscar esposas y otros preferían traer familiares para que los ayudasen en los negocios en Chile. Para los árabes el concepto de familia es tremendamente importante", explica la historiadora.

Una vez estabilizada su situación económica, los inmigrantes comenzaron a establecer sus negocios, sobre todo, en los rubros de la importación, la industria textil y el comercio mayorista, llegando a crear algunas de las riquezas más grandes de Chile. En 1963, por ejemplo, cuatro familias árabes -Sumar, Yarur, Said e Hirmas-manejaban las industrias textiles más importantes. Asimismo, en política, comienzan a aparecer senadores como Rafael Tarud y José Musalem; y en las humanidades, se destacaron autores como Walter Garib y Benedicto Chuaqui, autor de "Memorias de un emigrante".

Para evitar la pérdida de identidad, se crearon varias instituciones sociales y culturales que mantenían al grupo cohesionado, aunque con el paso de las décadas la endogamia comenzó a diluirse y se profundizó el proceso de asimilación. "Hoy, cuando ya se ha perdido el idioma árabe, creo que los chilenos de esta ascendencia se reconocen en la valoración del concepto de familia, en la cocina, en el sentido de solidaridad y, políticamente, en la causa palestina", señala Arancibia. El conflicto árabe-israelí, de hecho, es uno de los principales motivos que unen hoy a las distintas comunidades árabes del país.

Aunque chilenos de nacimiento, hoy los descendientes de árabes viven una ambivalencia respecto de sus orígenes, como lo explica Arancibia: "Hay una especie de esquizofrenia, ya que, por una parte, existe un sentido de pertenencia a la nueva tierra y, por otra, hay un intento por no olvidarse de sus raíces. Es una comunidad árabe que está estrechamente ligada por el territorio que vio nacer a sus antepasados, pero también por la tierra que los acogió y que les permitió surgir".

Dos árabes y Balmaceda
Desde 1880, la presencia árabe en Chile se hace visible, sobre todo porque los pocos que están en el país comienzan a instalar sus tiendas. Fue el caso de los hermanos Jorge y Pacífico Hirmas, quienes vendían rosarios en el puerto de Valparaíso y que hacia 1888-1889, según se cuenta en el libro, decidieron pedir una audiencia con el Presidente José Manuel Balmaceda para pedirle ayuda. El Mandatario les consiguió un puesto frente a la Catedral de Santiago, al que los fue a visitar tiempo después. "Al verlos establecidos, les ofreció arrendarles un negocio en una de las esquinas de la Plaza de Armas, que era de su propiedad. En la nueva ubicación nació Hirmas y Hnos. Unos años después, realizaban importaciones de Francia y se expandieron hasta convertirse en grandes comerciantes y empresarios", escriben los autores de "Tras la huella de los árabes en Chile".

Musulmanes en Chile
De los árabes que llegaron a Chile en la primera mitad del siglo XX, sólo un 5 por ciento eran musulmanes. Según el libro "Islam y judaísmo contemporáneos en América Latina" (Ril), del sociólogo Isaac Caro, se estima que en total llegaron unos 800 o mil. "Al igual que los árabes cristianos y judíos, los inmigrantes musulmanes llegaron en busca de mejores oportunidades económicas y escapando de los conflictos que caracterizaban al Imperio Otomano. También hay algunos procedentes del subcontinente indio y de otros países del mundo musulmán; entre ellos está la llegada de una centena de refugiados palestinos procedentes de Irak hacia 2008. Parte importante de los 3 mil musulmanes existentes en Chile, según el censo de 2002, son personas convertidas al islam", explica Caro.

Sobre las relaciones entre árabes cristianos y musulmanes, el autor afirma: "Para algunos investigadores, la causa palestina ha sido el elemento unificador entre los árabes y sus descendientes de origen cristiano y musulmán. Ahora bien, más allá de estas relaciones, hay una multitud de tendencias y corrientes al interior de las comunidades árabes, y también existen importantes diferencias y disensos entre los musulmanes sunitas, que son mayoritarios en el país, y los chiitas".

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