NICANOR PARRA EN PAPEL ECOLOGICO
Santiago de Chile
domingo 4 de septiembre de 2011
Revista de Libros El Mercurio Emol
domingo 4 de septiembre de 2011
Revista de Libros El Mercurio Emol
PUBLICACIÓN EN ESPAÑA Segundo tomo de las Obras completas
Por fin un Parra total
Editor a cargo de sus "Obras completas", el crítico español Ignacio Echevarría cuenta cómo se desarrolló el proyecto, las condiciones que puso el antipoeta y los acuerdos a los que llegaron. La reciente aparición en España del segundo tomo de este trabajo coincide con el nonagésimo séptimo cumpleaños de Parra. Dos grandes motivos para celebrar.
IIGNACIO ECHEVARRÍA
Escribo estas líneas a poco de haber llegado a mis manos uno de los primeros ejemplares salidos de imprenta del segundo y último tomo de las Obras completas de Nicanor Parra. Un tocho de 1.200 páginas, que alcanza los 6,5 centímetros de grosor. Intimidante para cualquiera. Y en cierto modo contradictorio con el contenido del volumen, de espíritu liviano, travieso, de naturaleza burlona y arrojadiza.
Conviene aclarar, sin embargo, que el propio Nicanor Parra tiene alguna responsabilidad en esto. Verán, cuando diseñábamos el proyecto de sus Obras completas , se le antojó sugerir, consecuente con su militancia en este campo, que se imprimieran en papel ecológico. Yo, que todavía no daba crédito a que finalmente hubiéramos conseguido convencerlo de editarlas (algo en lo que tuvo una influencia determinante Roberto Bolaño, y el aprecio que Parra sentía por él), acaté este deseo como una orden, e insistí para que se hiciera así. Pero el papel que hubo de emplearse para cumplir este requisito, fabricado especialmente, daba un grosor bastante superior al corriente. De ahí que los dos tomos de Obras completas de Parra tengan este volumen excepcional, felizmente atenuado en la edición en rústica distribuida en Chile, impresa en papel corriente y mucho más manejable.
Se extrañarán ustedes de que empiece por aquí; pero es bueno que sepan que lo primero que un editor ve cuando recibe un libro en el que lleva empleados meses, quizás años de trabajos, son sus problemas, sus defectos, las limitaciones que él mismo conoce mejor que nadie.
Una jaula en busca de un pájaro
Al concluir, después de ocho años de dedicación -precedidos de otros tres de tira y afloja hasta alcanzar el acuerdo de editarlas-, las Obras completas de Nicanor Parra, yo veo, antes que nada, esas limitaciones, de las que por otro lado todos cobramos conciencia muy al comienzo del proyecto (y cuando digo todos hablo de la legión de amigos y admiradores de Parra que lo han hecho viable).
En la presentación del primer volumen, se dejaba bien claro que el proyecto asumía de partida su condición utópica. "Pese a su ambición muy elevada", se decía allí, las Obras completas de Parra iban a limitarse "a cartografiar la punta de un iceberg cuyas proporciones reales aún no es posible calibrar". Y se traía a colación un célebre aforismo de Kafka que expresa muy bien el paradójico afán que las ha impulsado: "Una jaula salió en busca de un pájaro".
Y bueno, ya la jaula está aquí, de vuelta, y es el momento de saber si lo que trae dentro es un pájaro o un simple montón de plumas.
Digámonos, contentos, que es un pájaro.
Y menudo pájaro.
Pero he aquí que, metido en la jaula, pasa lo que tenía que pasar: que el pájaro no puede volar. ¿Y no es volar, precisamente, lo que hace al pájaro?
Nadie sabe esto mejor que el propio Nicanor Parra, que por algo había eludido siempre las iniciativas de publicar sus Obras completas . La única forma de conseguirlo pasaba por obviar o por sacrificar inevitablemente la naturaleza volandera de buena parte de esas obras. Durante los preparativos del primer volumen, uno de los momentos críticos lo supuso la resistencia inicial de Parra a reproducir en página los Artefactos de 1972, concebidos, como es sabido, en forma de tarjetas postales, independientes unas de otras, susceptibles de ser barajadas libremente. Pero no cabía otra alternativa que darlos en página o no darlos. Es cierto que en Páginas en blanco (2001), la excelente antología publicada en Salamanca con motivo de la concesión a Parra de X Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, se daban un puñado de esas postales reproducidas facsimilarmente y troqueladas en sus bordes, por si el lector quería recortarlas. Pero se trataba de una solución más ingeniosa que eficaz, en cualquier caso impracticable en un volumen impreso en papel de muy escaso gramaje, como el que corresponde necesariamente a un volumen de más de mil páginas. Así que hubo de resignarse Parra a que los Artefactos se dieran finalmente como se dieron, lo cual por otro lado no está nada mal, tanto menos si se tiene en cuenta que se procuraban al lector todas las informaciones precisas para contextualizar debidamente el resultado.
El otro momento verdaderamente crítico dentro de los preparativos del proyecto tuvo una causa muy distinta. Lo supuso esta vez la resistencia de Parra a que se incluyeran dentro de las Obras completas su primer libro - Cancionero sin nombre (1937)- y otros varios textos pertenecientes al período anterior a la publicación, en 1954, de Poemas y antipoemas .
Todo escritor, tanto más si alcanza la longevidad de Parra, conserva su derecho a decidir qué parte de cuanto ha escrito y publicado pertenece o no a lo que él mismo contempla y asume como obra propia, que no tiene por qué corresponderse estrictamente con todo aquello que lleva su marca autorial. Es este un asunto muy debatido cuando se trata de afrontar unas Obras completas , ya sea en vida o no del escritor. La experiencia dicta que, a la larga, si la posteridad del escritor se prolonga lo suficiente, los textos que él mismo descartó terminan viendo igualmente la luz, con el perjuicio que a veces ocasiona la publicidad con que ello ocurre, y el morbo que suscita. Este fue uno de los argumentos que los editores empleamos para rebajar los escrúpulos de Parra en relación a algunos de sus más viejos escritos. El otro argumento era de carácter más positivo: se trataba de brindar al lector, convenientemente segregada de la secuencia principal de su trayectoria, una perspectiva arqueológica, por así decirlo, de la antipoesía, cuya novedad y cuya trascendencia se entienden mejor si se está en condiciones de apreciar cuáles fueron sus puntos de partida y cuál el camino recorrido por Parra en las casi dos décadas de su maduración como poeta.
Como sea, de la actitud recalcitrante de Parra deja constancia el título que, echando mano de su característica ironía, él mismo escogió para sus Obras completas: Obras completas & algo ? . Aunque, en rigor, mejor le habría correspondido el de "Obras completas & algo -", como no se deja de advertir al frente de este segundo y último volumen, del que no figuran tantas piezas de las últimas décadas que no ha sido posible incluir debido, entre otras razones, a dificultades técnicas.
Quien ha estado en la proximidad de Nicanor Parra y lo ha visto trabajar, sabe que todo aquello que -cada vez con más reticencias, y siempre subrayando su carácter inacabado- consiente dar a la luz es producto de interminables asedios a una idea, a una expresión, a un giro, a una locución dada que para él adquiere valor en la medida en que alcanza la natural redondez de un canto rodado. A cada antipoema, artefacto, chiste o trabajo práctico -pero también a cada uno de sus discursos de sobremesa, o a su deslumbrante versión de Rey Lear- subyacen capas y más capas de escritura tentativa, que ensaya matices, variantes a veces sutilísimas, actuando sobre la materia verbal como lo hace el agua de un río sobre las piedras de su cauce.
Mucho de lo publicado por Parra en las últimas décadas elude la composición tipográfica y se da en la propia caligrafía del autor, a menudo con tachaduras, dando a entender así ese carácter non finito de los textos en cuestión, que por otro lado se presentan aquí o allá -a veces con varios años de diferencia- con ligeras pero significativas alteraciones.
No es de extrañar, siendo así, que con el paso del tiempo Parra no sólo se haya mostrado cada vez más remiso a publicar, sino que, cuando por fin ha accedido a hacerlo, lo haya hecho a regañadientes y poniendo más obstáculos que facilidades a sus editores. Lo saben bien Matías Rivas y los editores de Ediciones Universidad Diego Portales, a quienes correspondió lidiar con el antipoeta para poner a punto sus esmeradas ediciones de Lear Rey & Mendigo (2004), Discursos de sobremesa (2006) y La vuelta del Cristo de Elqui (2006), que tanto han facilitado los trabajos del segundo volumen de las Obras completas .
Muy consciente de su mala disposición a dejarse editar y ser publicado, Nicanor Parra dio desde muy pronto por sentado que era mejor no contar con él para discutir los criterios conforme a los cuales fijar sus Obras completas , en las que su intervención -importa dejarlo bien claro- ha sido más bien escasa, más allá de algunas cuestiones fundamentales, como las dos a las que se ha hecho alusión. Depositó toda su confianza en Niall Binns, en Adán Méndez (que ha tenido una participación destacada en el segundo volumen) y en mí mismo, y adoptó el papel de espectador de nuestro trabajo, que ha "autorizado" en la doble acepción del término: la que se deriva de su condición de autor de las obras en cuestión, y la que se desprende de su autoridad para dejarnos hacer más o menos a nuestro antojo.
Los trabajos relativos al primer volumen contaron con el estímulo que suponía sacar a la luz abundantes textos que llevaban mucho tiempo apartados de la circulación y que arrojaban una luz nueva sobre la que podemos considerar la "etapa heroica" de la antipoesía. Los relativos al segundo, han contado con el aliciente aún mayor de seleccionar y ordenar un magma muy confuso de materiales cuya dispersión amenazaba con dar la impresión de que, concluida esa "etapa heroica", la antipoesía se había limitado a sobrevivir a los tiempos, cuando la verdad es muy otra: en el camino que va desde la publicación de los primeros Sermones y prédicas del Cristo de Elqui hasta la edición autorizada, en 2006, de los Discursos de sobremesa (que según Parra suponen el "aterrizamiento" de la antipoesía, el desenlace de "todos los experimentos anteriores") se despliega una operación poética cuyos alcances van mucho más allá de las fronteras ya en su momento dinamitadas por los Artefactos de 1972, que como Parra dijo venían a ser "la explosión del antipoema".
Con todas sus limitaciones (indicadoras tanto de la vastedad como de la naturaleza irreductible de los materiales comprendidos), este segundo volumen de sus Obras completas contribuye a dar a conocer a un poeta con una abrumadora capacidad de renovación, al que de ningún modo pueden dar por leído, mucho menos por conocido, quienes lo toman solamente por el autor de Poemas y antipoemas o de Obra gruesa . Un poeta que aparece y desaparece bajo máscaras sucesivas, siempre cambiantes, y que ha acertado a encontrar en cada ocasión la adecuada para, reinventándola, hacer prevalecer su voz insumisa aun en tiempos tan difíciles como fueron los años negros de la dictadura pinochetista.
Lo dejó escrito el mismo Nicanor, y sin duda podría repetirlo en vísperas de cumplir 97 años: "No se termina nunca de nacer".
Cuando diseñábamos el proyecto de sus "Obras completas", a Parra se le antojó sugerir, consecuente con su militancia en este campo, que se imprimieran en papel ecológico.
Este segundo volumen de sus Obras completas contribuye a dar a conocer a un poeta con una abrumadora capacidad de renovación.
La irradiación de Nicanor ParraANTIPOESÍA Su influencia fuera de Chile
En la misma época -comienzos de los años 50- en que Nicanor Parra se encontraba en Inglaterra estudiando cosmología, el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal investigaba allí sobre Andrés Bello. Nunca lograron encontrarse, a pesar de los intentos del segundo por conocer al primero: admiraba su obra y, sobre todo, le intrigaba la imagen que de él le daba un amigo en común inglés como un hombre lleno de humor y agresividad, lo que le parecía inconciliable con los poemas melancólicos y sentimentales que le conocía. El crítico al menos pudo verlo, pues Parra viajó de vuelta a América en el mismo barco que él: "Pequeño, compacto, con una cabeza de enorme frente despejada y unas arrugas simiescas, cavadas sin duda desde la infancia, que le dan una mueca permanente de feroz alegría, los ojos intensos y algo fijos en los que también baila una risa; en la boca, en cambio, una sonrisa triste, casi de dolor, y tierna". No se conocerían tampoco entonces, pero más tarde serían amigos.
Que la percepción de esa contradicción, de esa sonrisa dolorosa de Parra, ocurra antes de la publicación de Poemas y antipoemas , quizá demuestre la importancia de esos años ingleses en la evolución de su obra. En una famosa carta dirigida a Tomás Lago y fechada en Oxford, en noviembre de 1949, Parra señalaba una serie de ideas y parecía que ya entonces tenía muy claro qué deseaba y qué no deseaba hacer. Junto con desestimar la poesía egocéntrica, la solemnidad y la gravedad, a favor de una poesía objetiva, propugna al poeta como alguien que describe fríamente un hecho. Agrega: "Estoy en contra de los tristes y los angustiados, de la misma forma que estoy en contra de los bufones, estilo Huidobro. También me rebelo en contra de los profetas y en contra de los pensadores proféticos estilo T. S. Eliot". Podrá discutirse cuánto, para no ser triste o angustiado, más adelante haya cedido Parra a lo bufonesco o lo profético, pero lo cierto es que esa poesía empapada a la vez de humor y desencanto, de frustración tragicómica, nace entonces, e irá incorporando innovaciones, su tono irónico o sarcástico, la adopción de voces diversas en monólogos dramáticos, distintos énfasis o incluso exacerbaciones: lo cotidiano, lo formulario o lo sentencioso. Suele afirmarse que con Poemas y antipoemas , en 1954, cambia el rumbo de la poesía hispanoamericana. Y que ahora Parra sería uno de los grandes poetas vivos del idioma y tal vez el más influyente en la actual poesía latinoamericana. ¿Es así?
En castellano
El poeta y profesor escocés radicado en España, Niall Binns, en la "Introducción" al primer tomo de las obras completas de Parra, lo considera "la figura más importante en la historia de la poesía hispanoamericana contemporánea", cuya importancia se manifiesta en toda la lengua, aunque reconoce que la poesía española ha permanecido inmune a sus propuestas (pero es apreciado por la academia, como demuestran los trabajos de Álvaro Salvador, María Ángeles Pérez López o del propio Binns).
Julio Ortega, profesor en Brown y compilador de la antología de Parra Poemas para combatir la calvicie (FCE, 1993) opina sobre su influencia latinoamericana: "Parra renueva la gran tradición de la poesía como crítica del lenguaje. Darío se fue al francés para poder escribir en español, Vallejo tachó la lengua natural para hacerle decir otra cosa, Borges volvió del inglés con un lenguaje más analítico, José María Arguedas purificó al español desde el quechua, Lezama Lima dejó de hablar en español para hablar en un idioma barroco que forjó. En ese magnífico linaje, Parra introdujo la idea de que la poesía sólo puede ser antipoesía. Esto es, lenguaje hecho no en la parte del yo sino desde el lado del tú, y, por eso, irónico, sincrético, dialogado, horizontal, crítico e inclusivo".
Elvio Gandolfo, en la antología Parranda larga (2010), señala que su recepción e impacto en América Latina fue y sigue siendo disparejo: en algunos es escaso, mientras en otros (Chile, Argentina, Uruguay o Nicaragua) fue marcado. Consultado si hay países donde su figuración ha sido mayor, Julio Ortega responde: "En primer lugar, en Estados Unidos, donde su poesía fue traducida de inmediato por los grandes poetas norteamericanos. Sin duda, en Perú, donde la poesía tuvo siempre vocación civil y crítica. Y en Nicaragua, donde los grandes poetas sumaron la poesía latina y la norteamericana en una gran conversación, hecha más viva por un humor parriano. En México, contra el peso tradicional del lirismo, José Emilio Pacheco ha sido un interlocutor vivo de Parra".
¿Y Colombia? El escritor Darío Jaramillo Agudelo ha señalado la importancia de Parra para él. "Cuando descubrí la necesidad de escribir poesía en medio del drama de mi rechazo al formalismo y al engolamiento de la poesía que me enseñaban en el bachillerato, entonces vino Parra y me señaló unos caminos que yo tendría que volver míos". También habría sido esencial para María Mercedes Carranza y aprovechado por poetas de esa generación: Juan Gustavo Cobo, Fernando Garavito, Elkin Restrepo. "Hoy en día, conjeturo, Parra es leído por los jóvenes poetas colombianos y don Nicanor, pienso, forma parte de su educación sentimental".
En inglés
Estados Unidos, si bien le significó a Parra algunos incordios (el famoso té con la esposa de Nixon, en 1970, que le valió el fin de las buenas relaciones con el campo socialista y la izquierda latinoamericana), es donde primero fue reconocido fuera del castellano. Así, la traducción de Poems and Antipoems (1967) -con versiones de William Carlos Williams, Ginsberg, Ferlinghetti y otros- recibió una elogiosa y destacada reseña del poeta Mark Strand en The New York Times.
Marlene Gottlieb, profesora en Manhattan College y estudiosa de Parra, indica que él ha tenido mucha influencia en la poesía del país: "Los llamados poetas de la generación beat (Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Gregory Corso, entre otros) han reconocido públicamente la importancia que ha tenido Parra en su poesía. De hecho, lo han traducido y lo han recitado públicamente. Reconocen (y las generaciones más jóvenes y actuales también) especialmente cómo Parra liberó el lenguaje poético de la retórica académica y minoritaria, cómo actualizó la poesía metiendo alusiones al contexto contemporáneo, cómo bajó a los poetas del Olimpo para que no se consideraran seres especiales ni profetas". Dave Oliphant, profesor en la Universidad de Texas en Austin, además de poeta e historiador de jazz , es el traductor de Discursos de sobremesa (2006), como After-dinner declarations (2009), de Parra. "La influencia de la antipoesía de Nicanor Parra en los Estados Unidos no se nota fácilmente, pero sí existe. Yo conozco a varios poetas que me han dicho que la obra de Parra ha sido muy importante para ellos, a pesar del hecho de que ellos no escriban como él -y en realidad, ¿quien puede? También conozco a lectores que no escriben que me han sorprendido por su conocimiento de los libros de don Nicanor".
Cuando Mark Strand reseñó a Parra, sólo había publicado un libro, pero, con posterioridad ha sido reconocido como uno de los mayores poetas estadounidenses: en 1990 fue nombrado "poeta laureado" de Estados Unidos y en 1999 recibió el Premio Pulitzer. Consultado sobre Parra en Estados Unidos y su influencia, señala: "Creo que Nicanor Parra es uno de lo mejores y más originales poetas del siglo pasado. Las estrafalarias casi-narraciones en su libro de 'antipoemas' han sido tanto una inspiración como una influencia en mi propio trabajo, mucho más, digamos, que los poemas de Pablo Neruda. No puedo decir con seguridad si él es o no muy leído por los jóvenes poetas en los Estados Unidos. No estoy seguro si los poetas jóvenes leen mucho de alguien. Para mí y para otros poetas de mi generación, es un maestro, una de las grandes figuras de la poesía del siglo veinte".
Por fin un Parra total
Editor a cargo de sus "Obras completas", el crítico español Ignacio Echevarría cuenta cómo se desarrolló el proyecto, las condiciones que puso el antipoeta y los acuerdos a los que llegaron. La reciente aparición en España del segundo tomo de este trabajo coincide con el nonagésimo séptimo cumpleaños de Parra. Dos grandes motivos para celebrar.
IIGNACIO ECHEVARRÍA
Escribo estas líneas a poco de haber llegado a mis manos uno de los primeros ejemplares salidos de imprenta del segundo y último tomo de las Obras completas de Nicanor Parra. Un tocho de 1.200 páginas, que alcanza los 6,5 centímetros de grosor. Intimidante para cualquiera. Y en cierto modo contradictorio con el contenido del volumen, de espíritu liviano, travieso, de naturaleza burlona y arrojadiza.
Conviene aclarar, sin embargo, que el propio Nicanor Parra tiene alguna responsabilidad en esto. Verán, cuando diseñábamos el proyecto de sus Obras completas , se le antojó sugerir, consecuente con su militancia en este campo, que se imprimieran en papel ecológico. Yo, que todavía no daba crédito a que finalmente hubiéramos conseguido convencerlo de editarlas (algo en lo que tuvo una influencia determinante Roberto Bolaño, y el aprecio que Parra sentía por él), acaté este deseo como una orden, e insistí para que se hiciera así. Pero el papel que hubo de emplearse para cumplir este requisito, fabricado especialmente, daba un grosor bastante superior al corriente. De ahí que los dos tomos de Obras completas de Parra tengan este volumen excepcional, felizmente atenuado en la edición en rústica distribuida en Chile, impresa en papel corriente y mucho más manejable.
Se extrañarán ustedes de que empiece por aquí; pero es bueno que sepan que lo primero que un editor ve cuando recibe un libro en el que lleva empleados meses, quizás años de trabajos, son sus problemas, sus defectos, las limitaciones que él mismo conoce mejor que nadie.
Una jaula en busca de un pájaro
Al concluir, después de ocho años de dedicación -precedidos de otros tres de tira y afloja hasta alcanzar el acuerdo de editarlas-, las Obras completas de Nicanor Parra, yo veo, antes que nada, esas limitaciones, de las que por otro lado todos cobramos conciencia muy al comienzo del proyecto (y cuando digo todos hablo de la legión de amigos y admiradores de Parra que lo han hecho viable).
En la presentación del primer volumen, se dejaba bien claro que el proyecto asumía de partida su condición utópica. "Pese a su ambición muy elevada", se decía allí, las Obras completas de Parra iban a limitarse "a cartografiar la punta de un iceberg cuyas proporciones reales aún no es posible calibrar". Y se traía a colación un célebre aforismo de Kafka que expresa muy bien el paradójico afán que las ha impulsado: "Una jaula salió en busca de un pájaro".
Y bueno, ya la jaula está aquí, de vuelta, y es el momento de saber si lo que trae dentro es un pájaro o un simple montón de plumas.
Digámonos, contentos, que es un pájaro.
Y menudo pájaro.
Pero he aquí que, metido en la jaula, pasa lo que tenía que pasar: que el pájaro no puede volar. ¿Y no es volar, precisamente, lo que hace al pájaro?
Nadie sabe esto mejor que el propio Nicanor Parra, que por algo había eludido siempre las iniciativas de publicar sus Obras completas . La única forma de conseguirlo pasaba por obviar o por sacrificar inevitablemente la naturaleza volandera de buena parte de esas obras. Durante los preparativos del primer volumen, uno de los momentos críticos lo supuso la resistencia inicial de Parra a reproducir en página los Artefactos de 1972, concebidos, como es sabido, en forma de tarjetas postales, independientes unas de otras, susceptibles de ser barajadas libremente. Pero no cabía otra alternativa que darlos en página o no darlos. Es cierto que en Páginas en blanco (2001), la excelente antología publicada en Salamanca con motivo de la concesión a Parra de X Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, se daban un puñado de esas postales reproducidas facsimilarmente y troqueladas en sus bordes, por si el lector quería recortarlas. Pero se trataba de una solución más ingeniosa que eficaz, en cualquier caso impracticable en un volumen impreso en papel de muy escaso gramaje, como el que corresponde necesariamente a un volumen de más de mil páginas. Así que hubo de resignarse Parra a que los Artefactos se dieran finalmente como se dieron, lo cual por otro lado no está nada mal, tanto menos si se tiene en cuenta que se procuraban al lector todas las informaciones precisas para contextualizar debidamente el resultado.
El otro momento verdaderamente crítico dentro de los preparativos del proyecto tuvo una causa muy distinta. Lo supuso esta vez la resistencia de Parra a que se incluyeran dentro de las Obras completas su primer libro - Cancionero sin nombre (1937)- y otros varios textos pertenecientes al período anterior a la publicación, en 1954, de Poemas y antipoemas .
Todo escritor, tanto más si alcanza la longevidad de Parra, conserva su derecho a decidir qué parte de cuanto ha escrito y publicado pertenece o no a lo que él mismo contempla y asume como obra propia, que no tiene por qué corresponderse estrictamente con todo aquello que lleva su marca autorial. Es este un asunto muy debatido cuando se trata de afrontar unas Obras completas , ya sea en vida o no del escritor. La experiencia dicta que, a la larga, si la posteridad del escritor se prolonga lo suficiente, los textos que él mismo descartó terminan viendo igualmente la luz, con el perjuicio que a veces ocasiona la publicidad con que ello ocurre, y el morbo que suscita. Este fue uno de los argumentos que los editores empleamos para rebajar los escrúpulos de Parra en relación a algunos de sus más viejos escritos. El otro argumento era de carácter más positivo: se trataba de brindar al lector, convenientemente segregada de la secuencia principal de su trayectoria, una perspectiva arqueológica, por así decirlo, de la antipoesía, cuya novedad y cuya trascendencia se entienden mejor si se está en condiciones de apreciar cuáles fueron sus puntos de partida y cuál el camino recorrido por Parra en las casi dos décadas de su maduración como poeta.
Como sea, de la actitud recalcitrante de Parra deja constancia el título que, echando mano de su característica ironía, él mismo escogió para sus Obras completas: Obras completas & algo ? . Aunque, en rigor, mejor le habría correspondido el de "Obras completas & algo -", como no se deja de advertir al frente de este segundo y último volumen, del que no figuran tantas piezas de las últimas décadas que no ha sido posible incluir debido, entre otras razones, a dificultades técnicas.
Quien ha estado en la proximidad de Nicanor Parra y lo ha visto trabajar, sabe que todo aquello que -cada vez con más reticencias, y siempre subrayando su carácter inacabado- consiente dar a la luz es producto de interminables asedios a una idea, a una expresión, a un giro, a una locución dada que para él adquiere valor en la medida en que alcanza la natural redondez de un canto rodado. A cada antipoema, artefacto, chiste o trabajo práctico -pero también a cada uno de sus discursos de sobremesa, o a su deslumbrante versión de Rey Lear- subyacen capas y más capas de escritura tentativa, que ensaya matices, variantes a veces sutilísimas, actuando sobre la materia verbal como lo hace el agua de un río sobre las piedras de su cauce.
Mucho de lo publicado por Parra en las últimas décadas elude la composición tipográfica y se da en la propia caligrafía del autor, a menudo con tachaduras, dando a entender así ese carácter non finito de los textos en cuestión, que por otro lado se presentan aquí o allá -a veces con varios años de diferencia- con ligeras pero significativas alteraciones.
No es de extrañar, siendo así, que con el paso del tiempo Parra no sólo se haya mostrado cada vez más remiso a publicar, sino que, cuando por fin ha accedido a hacerlo, lo haya hecho a regañadientes y poniendo más obstáculos que facilidades a sus editores. Lo saben bien Matías Rivas y los editores de Ediciones Universidad Diego Portales, a quienes correspondió lidiar con el antipoeta para poner a punto sus esmeradas ediciones de Lear Rey & Mendigo (2004), Discursos de sobremesa (2006) y La vuelta del Cristo de Elqui (2006), que tanto han facilitado los trabajos del segundo volumen de las Obras completas .
Muy consciente de su mala disposición a dejarse editar y ser publicado, Nicanor Parra dio desde muy pronto por sentado que era mejor no contar con él para discutir los criterios conforme a los cuales fijar sus Obras completas , en las que su intervención -importa dejarlo bien claro- ha sido más bien escasa, más allá de algunas cuestiones fundamentales, como las dos a las que se ha hecho alusión. Depositó toda su confianza en Niall Binns, en Adán Méndez (que ha tenido una participación destacada en el segundo volumen) y en mí mismo, y adoptó el papel de espectador de nuestro trabajo, que ha "autorizado" en la doble acepción del término: la que se deriva de su condición de autor de las obras en cuestión, y la que se desprende de su autoridad para dejarnos hacer más o menos a nuestro antojo.
Los trabajos relativos al primer volumen contaron con el estímulo que suponía sacar a la luz abundantes textos que llevaban mucho tiempo apartados de la circulación y que arrojaban una luz nueva sobre la que podemos considerar la "etapa heroica" de la antipoesía. Los relativos al segundo, han contado con el aliciente aún mayor de seleccionar y ordenar un magma muy confuso de materiales cuya dispersión amenazaba con dar la impresión de que, concluida esa "etapa heroica", la antipoesía se había limitado a sobrevivir a los tiempos, cuando la verdad es muy otra: en el camino que va desde la publicación de los primeros Sermones y prédicas del Cristo de Elqui hasta la edición autorizada, en 2006, de los Discursos de sobremesa (que según Parra suponen el "aterrizamiento" de la antipoesía, el desenlace de "todos los experimentos anteriores") se despliega una operación poética cuyos alcances van mucho más allá de las fronteras ya en su momento dinamitadas por los Artefactos de 1972, que como Parra dijo venían a ser "la explosión del antipoema".
Con todas sus limitaciones (indicadoras tanto de la vastedad como de la naturaleza irreductible de los materiales comprendidos), este segundo volumen de sus Obras completas contribuye a dar a conocer a un poeta con una abrumadora capacidad de renovación, al que de ningún modo pueden dar por leído, mucho menos por conocido, quienes lo toman solamente por el autor de Poemas y antipoemas o de Obra gruesa . Un poeta que aparece y desaparece bajo máscaras sucesivas, siempre cambiantes, y que ha acertado a encontrar en cada ocasión la adecuada para, reinventándola, hacer prevalecer su voz insumisa aun en tiempos tan difíciles como fueron los años negros de la dictadura pinochetista.
Lo dejó escrito el mismo Nicanor, y sin duda podría repetirlo en vísperas de cumplir 97 años: "No se termina nunca de nacer".
Cuando diseñábamos el proyecto de sus "Obras completas", a Parra se le antojó sugerir, consecuente con su militancia en este campo, que se imprimieran en papel ecológico.
Este segundo volumen de sus Obras completas contribuye a dar a conocer a un poeta con una abrumadora capacidad de renovación.
La irradiación de Nicanor ParraANTIPOESÍA Su influencia fuera de Chile
En la misma época -comienzos de los años 50- en que Nicanor Parra se encontraba en Inglaterra estudiando cosmología, el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal investigaba allí sobre Andrés Bello. Nunca lograron encontrarse, a pesar de los intentos del segundo por conocer al primero: admiraba su obra y, sobre todo, le intrigaba la imagen que de él le daba un amigo en común inglés como un hombre lleno de humor y agresividad, lo que le parecía inconciliable con los poemas melancólicos y sentimentales que le conocía. El crítico al menos pudo verlo, pues Parra viajó de vuelta a América en el mismo barco que él: "Pequeño, compacto, con una cabeza de enorme frente despejada y unas arrugas simiescas, cavadas sin duda desde la infancia, que le dan una mueca permanente de feroz alegría, los ojos intensos y algo fijos en los que también baila una risa; en la boca, en cambio, una sonrisa triste, casi de dolor, y tierna". No se conocerían tampoco entonces, pero más tarde serían amigos.
Que la percepción de esa contradicción, de esa sonrisa dolorosa de Parra, ocurra antes de la publicación de Poemas y antipoemas , quizá demuestre la importancia de esos años ingleses en la evolución de su obra. En una famosa carta dirigida a Tomás Lago y fechada en Oxford, en noviembre de 1949, Parra señalaba una serie de ideas y parecía que ya entonces tenía muy claro qué deseaba y qué no deseaba hacer. Junto con desestimar la poesía egocéntrica, la solemnidad y la gravedad, a favor de una poesía objetiva, propugna al poeta como alguien que describe fríamente un hecho. Agrega: "Estoy en contra de los tristes y los angustiados, de la misma forma que estoy en contra de los bufones, estilo Huidobro. También me rebelo en contra de los profetas y en contra de los pensadores proféticos estilo T. S. Eliot". Podrá discutirse cuánto, para no ser triste o angustiado, más adelante haya cedido Parra a lo bufonesco o lo profético, pero lo cierto es que esa poesía empapada a la vez de humor y desencanto, de frustración tragicómica, nace entonces, e irá incorporando innovaciones, su tono irónico o sarcástico, la adopción de voces diversas en monólogos dramáticos, distintos énfasis o incluso exacerbaciones: lo cotidiano, lo formulario o lo sentencioso. Suele afirmarse que con Poemas y antipoemas , en 1954, cambia el rumbo de la poesía hispanoamericana. Y que ahora Parra sería uno de los grandes poetas vivos del idioma y tal vez el más influyente en la actual poesía latinoamericana. ¿Es así?
En castellano
El poeta y profesor escocés radicado en España, Niall Binns, en la "Introducción" al primer tomo de las obras completas de Parra, lo considera "la figura más importante en la historia de la poesía hispanoamericana contemporánea", cuya importancia se manifiesta en toda la lengua, aunque reconoce que la poesía española ha permanecido inmune a sus propuestas (pero es apreciado por la academia, como demuestran los trabajos de Álvaro Salvador, María Ángeles Pérez López o del propio Binns).
Julio Ortega, profesor en Brown y compilador de la antología de Parra Poemas para combatir la calvicie (FCE, 1993) opina sobre su influencia latinoamericana: "Parra renueva la gran tradición de la poesía como crítica del lenguaje. Darío se fue al francés para poder escribir en español, Vallejo tachó la lengua natural para hacerle decir otra cosa, Borges volvió del inglés con un lenguaje más analítico, José María Arguedas purificó al español desde el quechua, Lezama Lima dejó de hablar en español para hablar en un idioma barroco que forjó. En ese magnífico linaje, Parra introdujo la idea de que la poesía sólo puede ser antipoesía. Esto es, lenguaje hecho no en la parte del yo sino desde el lado del tú, y, por eso, irónico, sincrético, dialogado, horizontal, crítico e inclusivo".
Elvio Gandolfo, en la antología Parranda larga (2010), señala que su recepción e impacto en América Latina fue y sigue siendo disparejo: en algunos es escaso, mientras en otros (Chile, Argentina, Uruguay o Nicaragua) fue marcado. Consultado si hay países donde su figuración ha sido mayor, Julio Ortega responde: "En primer lugar, en Estados Unidos, donde su poesía fue traducida de inmediato por los grandes poetas norteamericanos. Sin duda, en Perú, donde la poesía tuvo siempre vocación civil y crítica. Y en Nicaragua, donde los grandes poetas sumaron la poesía latina y la norteamericana en una gran conversación, hecha más viva por un humor parriano. En México, contra el peso tradicional del lirismo, José Emilio Pacheco ha sido un interlocutor vivo de Parra".
¿Y Colombia? El escritor Darío Jaramillo Agudelo ha señalado la importancia de Parra para él. "Cuando descubrí la necesidad de escribir poesía en medio del drama de mi rechazo al formalismo y al engolamiento de la poesía que me enseñaban en el bachillerato, entonces vino Parra y me señaló unos caminos que yo tendría que volver míos". También habría sido esencial para María Mercedes Carranza y aprovechado por poetas de esa generación: Juan Gustavo Cobo, Fernando Garavito, Elkin Restrepo. "Hoy en día, conjeturo, Parra es leído por los jóvenes poetas colombianos y don Nicanor, pienso, forma parte de su educación sentimental".
En inglés
Estados Unidos, si bien le significó a Parra algunos incordios (el famoso té con la esposa de Nixon, en 1970, que le valió el fin de las buenas relaciones con el campo socialista y la izquierda latinoamericana), es donde primero fue reconocido fuera del castellano. Así, la traducción de Poems and Antipoems (1967) -con versiones de William Carlos Williams, Ginsberg, Ferlinghetti y otros- recibió una elogiosa y destacada reseña del poeta Mark Strand en The New York Times.
Marlene Gottlieb, profesora en Manhattan College y estudiosa de Parra, indica que él ha tenido mucha influencia en la poesía del país: "Los llamados poetas de la generación beat (Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Gregory Corso, entre otros) han reconocido públicamente la importancia que ha tenido Parra en su poesía. De hecho, lo han traducido y lo han recitado públicamente. Reconocen (y las generaciones más jóvenes y actuales también) especialmente cómo Parra liberó el lenguaje poético de la retórica académica y minoritaria, cómo actualizó la poesía metiendo alusiones al contexto contemporáneo, cómo bajó a los poetas del Olimpo para que no se consideraran seres especiales ni profetas". Dave Oliphant, profesor en la Universidad de Texas en Austin, además de poeta e historiador de jazz , es el traductor de Discursos de sobremesa (2006), como After-dinner declarations (2009), de Parra. "La influencia de la antipoesía de Nicanor Parra en los Estados Unidos no se nota fácilmente, pero sí existe. Yo conozco a varios poetas que me han dicho que la obra de Parra ha sido muy importante para ellos, a pesar del hecho de que ellos no escriban como él -y en realidad, ¿quien puede? También conozco a lectores que no escriben que me han sorprendido por su conocimiento de los libros de don Nicanor".
Cuando Mark Strand reseñó a Parra, sólo había publicado un libro, pero, con posterioridad ha sido reconocido como uno de los mayores poetas estadounidenses: en 1990 fue nombrado "poeta laureado" de Estados Unidos y en 1999 recibió el Premio Pulitzer. Consultado sobre Parra en Estados Unidos y su influencia, señala: "Creo que Nicanor Parra es uno de lo mejores y más originales poetas del siglo pasado. Las estrafalarias casi-narraciones en su libro de 'antipoemas' han sido tanto una inspiración como una influencia en mi propio trabajo, mucho más, digamos, que los poemas de Pablo Neruda. No puedo decir con seguridad si él es o no muy leído por los jóvenes poetas en los Estados Unidos. No estoy seguro si los poetas jóvenes leen mucho de alguien. Para mí y para otros poetas de mi generación, es un maestro, una de las grandes figuras de la poesía del siglo veinte".
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