SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Sunday, December 25, 2011

ESCRIBEN NUESTROS SOCIOS: LUIS VALENTIN FERRADA

Ismael Espinosa puede ser calificado como el precursor en nuestro país de los libros de artista.


 
Ismael Espinosa hizo cerca de cuatro decenas de libros de artista, realizados con cuidadoso esmero, ocupando invariablemente los más finos papeles a su alcance, escogiendo las tipografías más adecuadas.

El Mercurio Artes y Letras Santiago de Chile domingo 25 de diciembre de 2011 Actualizado a las 6:20 hrs.  El Mercurio Emol
EDICIÓN Creador de un nuevo género de libro:
Ismael Espinosa: un artista de libros de artista
Recientemente, ha fallecido en Santiago Ismael Espinosa, posiblemente el único o uno de los poquísimos creadores de libros de artista que han existido entre nosotros en las últimas décadas.
Luis Valentin Ferrada V. Sociedad de Bibliófilos Chilenos (de Chile)

Personaje de cuerpo entero (en su caso, de tomo y lomo), poseedor de una personalidad tan interesante como misteriosa (que es decir más o menos lo mismo), en todas las manifestaciones de su vida Ismael Espinosa siempre dejó saber y sentir hasta qué avanzado punto sus leyes y anti-leyes - siempre más poderosas las últimas que las primeras- eran las de la libertad vasta, las de la estética y las de la rebeldía sostenida por un fuertísimo carácter, de donde emanaban sus energías para emprender, con espíritu romántico, combates ideales al servicio de la belleza, siempre ocupando el libro y las expresiones gráficas como los elementos de su predilección.

Se debate hoy, en el mundo entero, acerca del futuro que le espera al libro, según le hemos conocido durante los últimos cinco o más siglos.

Unos pocos románticos, con cierta timidez, en un acto de fe o de amor, sostienen que el libro sobrevivirá de algún modo, por ahora incierto, pese a todo el oleaje de la modernidad tecnológica. Otros, que parecen hacer mayoría, opinan del modo más contrario y, desde luego, anuncian y proclaman, con atrevidas voces, la muerte del libro y, con ello, la conclusión de un ciclo histórico o, quizás, de toda una civilización o forma de civilización.

Esta discusión ha quedado centrada principalmente en editores, industrias editoriales e impresores, grandes distribuidores o vendedores de libros, todos quienes sienten temblar bajo sus pies el piso que hasta ayer se creyó inamovible.

Empero, del debate no han hecho parte sustancial hasta ahora -que bien se sepa- los artistas del libro, que podrían entrar a la escena preguntando al modo de Gonzalo ¿qué morirá cuando mueran los libros?...

Desde luego no morirán las obras de arte, ni morirán por lo mismo los libros de artista, aunque el libro común pudiese declinar en aquella importancia cotidiana que le hemos conocido. De cara a la crónica de la muerte anunciada del libro, lo primero es hacer la diferencia sustancial: el libro de artista es una obra de arte, y no un libro de arte. Los demás, los libros comunes, seguirán una suerte, cualquiera ésta sea, en todo caso diferente a la de los primeros.

"El libro de artista es el realizado y concebido por un artista visual en su totalidad". Medio de expresión de nuevas leyes y referencias, "totalmente diferenciados de la pintura, de la escultura, de obras literarias presentadas en libros ... ". Expresión de un género artístico nuevo e independiente; interdisciplinario, como también lo son otras manifestaciones de la cultura moderna, como el cine, el videoarte, la fotografía artística, y otras más consideradas como expresiones de arte con identidad propia.

Libros de artista han existido desde antiguos días de la cultura universal. Hay ciento de ejemplos extraordinarios que pueden traerse a la memoria: los Libros de Horas, durante el medioevo, bastan como prueba plena y concluyente.

Sin olvidar por ningún motivo los ejemplos precursores de "Mallarmé y Apollinaire, de los futuristas italianos, de los dadaístas y de los constructivistas rusos, todos ellos vinculados a la ruptura del texto y de la página tradicional. Marcel Duchamp, vinculado a los movimientos DADA y surrealista e innovador de mil ideas nuevas: op-art, happening, instalaciones, cajas contenedoras, arte conceptual, fluxus... y las nuevas formas de concebir los objetos de los surrealistas. También, los poetas concretos y visuales de los años 60, con un mayor interés por el valor visual y espacial de la página escrita".

No obstante, el libro de artista, concebido como obra de arte en sí mismo, es expresión plástica surgida muy recientemente. En 1963, Edward Ruscha realizó la primera edición de "Twenty-six Gasoline Stations", y, en 1966, "Every building on the Sunset Strip" (1.000 ejemplares desplegables en acordeón).

Las obras de Ruscha iniciaron el concepto actual del libro de artista, entidad artística propia, un nuevo género independiente de arte contemporáneo según la historiadora y estudiosa del mismo, Anne Moeglin-Delcroix (Esthétique du livre d'artiste. Bibliothèque Nationelle de France, París,1997).

Fue en este preciso género del Libro de Artista, nuevo, modernísimo (quién lo diría entre quienes vocean con tan dedicada y quizás hipócrita pasión la agonía y muerte inminente de la letra unida al papel), que Ismael Espinosa, un conservador demasiado liberal y rebelde, un amante de las manifestaciones artísticas más tradicionales y viejas, un patriota a toda prueba, amante como muy pocos de la historia del pueblo de Chile, sus ciudades, sus familias, sus costumbres, sus comidas, sus expresiones coloniales, sus huasos y sus aperos, sus mates y sus yerbas, encuentra el campo propicio para realizar una obra editorial sin parangón en nuestro medio cultural nacional. Desde su algo rabiosa y solitaria independencia, traducida en soledad solapada y traidora, húmeda y fría, que minará sus fuerzas interiores hasta inutilizarlas.

Su legado de cuatro o más decenas de sus libros de artista, realizados con cuidadoso esmero, ocupando invariablemente los más finos papeles a su alcance, escogiendo las tipografías más adecuadas, los diseños más hermosos, las iluminaciones, grabados, fotografías, dibujos de más alta y curiosa selección -cada uno de ellos verdadera joya bibliográfica- representan en el mundo del libro chileno un aporte patrimonial de enorme consideración. Ya hacía buen tiempo que ninguna biblioteca pública o particular de importancia podía prescindir en sus colecciones de los espléndidos libros de Espinosa, tan importantes en contenido, y tan apreciables como obras de arte gráfico en sí mismos.

Gracias a los Libros de Artista, y gracias a los creadores de este género contemporáneo -como entre nosotros lo fue Ismael Espinosa, precursor singular en nuestro país- el libro nunca morirá ni será bajado de su trono, en el presente ni futuro de nuestra cultura.

Morirán quizás los libros comunes, aquellos que pueden leerse de tantas distintas maneras, o que pueden dejar de leerse sin que a nadie le suceda nada especial en su vida. Pero, a los Libros de Artista les aguarda larga vida. Advertencia de mucho interés para los cultores y amantes del libro y, por sobre todo, para aquellos que cultiven este género, al que buen porvenir cabe augurarle.

"El libro de artista es el realizado y concebido por un artista visual en su totalidad". Medio de expresión de nuevas leyes y referencias, "totalmente diferenciados de la pintura, de la escultura, de obras literarias presentadas en libros ... "

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