ÚLTIMAS NOTICIAS DEL SUR, de Luis Sepúlveda. Fotografías de Daniel Mordzinski. Banda Oriental, 2011. Montevideo, 151 págs. Distribuye Gussi.
Viernes 15.06.2012, 01:40 hs Montevideo, EL PAIS
Cultural
Luis Sepúlveda y Daniel Mordzinski
Lejano Sur
Agustín Paullier
LA PATAGONIA, como casi toda tierra extensa y desolada, es objeto de atracción y de fantasía. Su naturaleza indómita atrae tanto a quienes desean contemplarla, como a los que quieren explotarla. Las personas que la habitan, con el tiempo y la mirada foránea, se convierten en personajes.
Una tarde de 1996 "tomando unos mates en París" -dice Sepúlveda- nació la idea de este libro". Un tiempo después, Luis Sepúlveda (Chile, 1949) y Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960), por entonces exiliados, decidieron volver al sur. De hecho este libro no es una crónica ni un diario de viaje, sino un conjunto de historias, de relatos, "un inventario de pérdidas".
"Nuestro itinerario era muy simple: el viaje empezaba en San Carlos de Bariloche por razones de logística, a partir del paralelo 42` Sur siempre en territorio argentino bajábamos hasta el Cabo de Hornos, y regresábamos por la Patagonia chilena hasta la Isla Grande de Chiloé. Unos tres mil kilómetros, más o menos…".
Entre indios y escotes. A fines del siglo XIX, el extenso territorio del sur se repartió principalmente de dos maneras: recurriendo a la ley de hogar, lo que implicaba decir "vivo acá, soy extranjero y quiero tierras", entonces se eliminaba a los indios que habitaban ese territorio; y la otra forma consistía en comprar bonos para financiar la infame Campaña del Desierto del presidente Julio Argentino Roca, que implicaba el exterminio indígena. Una vez eliminados los indios, se cambiaban los bonos por miles de hectáreas.
Muchos de estos bonos terminaron sobre el paño verde de mesas de juego o en el escote de alguna prostituta. Uno de esos escotes fue el de Berta Klein, una alemana de Stuttgart que "llegó contratada como institutriz de una familia inglesa, a los pocos meses entendió que entre sus piernas tenía un tesoro más codiciado que todo el oro, toda la tierra y todas las ovejas. Sin pensarlo dos veces cambió la vestimenta gris de gobernanta por un vestido de generoso escote, y tras quince años de ardua labor amatoria terminó propietaria de trescientas mil hectáreas a ambos lados de la cordillera."
Jardín místico. Los dos viajeros, avanzando en auto, entre El Bolsón y El Maitén, tomaron un camino que los condujo a una casita con un jardín inusualmente florido para las áridas condiciones de la estepa patagónica. Ahí vivía doña Delia Rivera de Cossio nacida en 1901, en San Carlos de Bariloche, y el día en el que dieron con su casa, ella cumplía 95 años. Tras la felicitación, el fotógrafo cumplió con un ritual para algunos viajeros que transitan caminos poco frecuentados: el de tomar una foto polaroid, entregársela al fotografiado y observar la sorpresa de éste al reconocerse y extrañarse de sí mismo. Luego, doña Delia tomó entre sus manos unas ramitas secas y comenzó a frotar sus dedos contra un brote. Enseguida germinaron unos pétalos blancos de la flor del manzano, dejando a los señores boquiabiertos. La anciana les confesó que tenía un don, el de dar vida a las cosas. Eso explicaba las veinte especies de hortensias y los zapallos gigantes que tenía en su jardín.
Las fotografías de Mordzinski -todas en blanco y negro, salvo la de la portada- retratan a los personajes de las historias de Sepúlveda. El encuadre cerrado del rostro de doña Delia contiene la simpleza y la potencia de la mirada fija a la cámara. A su vez, se puede ver lo que podrían llamarse "fotografías del camino", como un hombre caminando por una ruta desolada -algunas de ellas con una composición lineal cuidada-. Las fotografías acompañan correctamente al texto de Sepúlveda e ilustran muy bien el viaje de dos amigos.
Del Oeste al Sur. A fines del siglo XIX, Butch Cassidy se hizo célebre por robar bancos y asaltar trenes; el cowboy era parte de la "Pandilla Salvaje" (Wild Bunch, en inglés). Ya en 1901, la agencia de investigadores Pinkerton arrinconaba a Cassidy (cuyo nombre real era Robert LeRoy Parker) por lo que decidió huir en un barco hacia Buenos Aires. Lo acompañaron una maestra llamada Etta Place y un joven, desconocido hasta el momento, que se hacía llamar Sundance Kid. Ese mismo año, Martin Sheffields se vio tentado por una recompensa de cincuenta mil dólares que se ofrecía por la cabeza de Cassidy y se marchó hacia el Sur. Llegó a Buenos Aires declarándose sheriff de los Estados Unidos, portando la característica estrella de plata, que había sido robada a un sheriff de verdad.
Sepúlveda y Mordzinski visitaron la cabaña de troncos que Etta Place, Butch Cassidy y Sundance Kid construyeron en La Cholila (entre El Bolsón y Esquel, Provincia de El Chubut). Los habitantes del pueblo no escatiman en ficción al agregar posibles conversaciones y encuentros entre Sheffields y los fugitivos. Lo cierto es que en 1905, asaltaron el Banco del Sur, en Santa Cruz. Luego en 1907 hicieron lo mismo con el Banco de la Nación de Villa Mercedes. Mientras tanto, sí hay pruebas de que Sheffields respondía con evasivas a los telegramas de la agencia Pinkerton y de que en el mismo 1907 el "sheriff" compró cinco mil hectáreas cerca de El Maitén, en El Chubut; lo que alimenta las sospechas de complicidad y da pie a infinidad de historias. Sepúlveda remata el relato de los bandoleros del oeste con la misma libertad que los sureños, indicando que se metieron en Tierra del Fuego y ahí desaparecieron. De esa forma deja de lado las teorías que afirman que fueron asesinados en Bolivia, a pesar de que sus cuerpos nunca fueron hallados.
Naturalismos. El compromiso político y emocional de Sepúlveda con el territorio americano y sus pobladores originarios no se limita a este libro ni es circunstancial. Ya en 1989 publicaba la que se convirtió en su novela más reconocida, Un viejo que leía novelas de amor, ambientada en la selva ecuatoriana, y cuyos personajes son indios jíbaros o shuar. Sepúlveda convivió siete meses con ellos. En su faceta de cineasta filmó el documental Corazón verde (2002), contra la construcción de una planta procesadora de aluminio en Aysén, al Sur de Chile. Es conocido por su prosa sencilla y clara, lo que sumado al éxito comercial de alguna de sus novelas le ha valido la, a veces incómoda, calificación de autor comercial y la, también incómoda, comparación con su compatriota Isabel Allende.
En este caso su lectura es por demás amena, y tal como dice al comenzar el libro, las historias narradas son quizás más apropiadas para ser contadas al calor del fuego y con alguna copa, que escritas en papel. Por momentos a quien pueda estar interesado en recorrer la zona le quedarán ganas de saber algunos detalles del viaje, a pesar de no ser ése el objetivo del libro. Con la misma naturalidad con la que son narradas las historias, se injertan comentarios sobre la actualidad de la economía o críticas al gobierno de turno, que cortan el fluir de las historias. Pero se entienden dentro del tono autobiográfico que a menudo elige el autor y dentro de la doble significación que adquiere el título Últimas noticas…, refiriéndose tanto a la zona que ya no será la misma de antes, como a recientes hechos noticiosos.
"De alguna manera -dice Sepúlveda- fuimos los afortunados que presenciaron el fin de una época en el Sur del Mundo. De ese Sur que es mi fuerza y mi memoria. De ese Sur al que me aferro con todo mi amor y con toda mi bronca."
ÚLTIMAS NOTICIAS DEL SUR, de Luis Sepúlveda. Fotografías de Daniel Mordzinski. Banda Oriental, 2011. Montevideo, 151 págs. Distribuye Gussi.
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