UN LIBRO PARA BIBLIÓFILOS
101 reglas para el diseño de libros
Albert Kapr
Prefacio
Desde los días de Gutenberg existen reglas para la producción de libros, las que en los siglos anteriores pudieron ser cambiadas, modificadas y precisadas. En el pasado más reciente surgió una industria de las artes gráficas, con lo que disminuyó también la influencia de aquellas viejas reglas artesanales. Mientras tanto algunas ramas científicas se han ocupado del diseño editorial. Entre ellas se encuentran especialmente la información científica y la investigación de la legibilidad. Los resultados de estas ciencias confirman ampliamente las concepciones de los clásicos del arte del libro: Aldus Manutius, Garamond. Baskerville. Didot, Bodoni y Poeachel. En nuestro siglo, Stanley Morison y Jan Tschichold se han consagrado fructíferamente a la revisión y renovación de los principios fundamentales del diseño del libro.
Por cierto que la importancia de las reglas y principios en los campos artísticos es cuestionable. Existe un desarrollo progresivo que se impone a veces por encima de las reglas existentes, y el diseñador experimentado no se atiene únicamente a dichos principios. Por otra parte, las tareas del diseño de libros son demasiado numerosas para poderlas resumir en reglas. En especial la producción de tomos ilustrados conquista nuevos campos; algunos géneros de libros como los léxicos, los atlas, los diccionarios y libros infantiles, difieren demasiado del libro destinado a la lectura continua como para que se les pueda considerar de forma tan sucinta. Por idéntica razón no nos hemos ocupado de una manera especial de los problemas de la producción de folletos y libros en rústica (paperbacks).
No obstante, las reglas básicas del diseño de libros tienen su razón de ser si son razonables y demostrables. Por tal motivo, las mismas sólo tienen validez para aquella parte de la producción de libros que no afecta el campo de lo artístico. Su finalidad consiste en coleccionar valores empíricos y trasmitirlos. El conocimiento y observación de tales reglas básicas permite evitar los descuidos y la experimentación superflua en aspectos que resultan obvios y que han sido corroborados por los siglos. No deben constituir en modo alguno cadenas que frenen el progreso; y un esfuerzo auténtico, en busca de formas nuevas más eficaces, merece que se le apoye sin reservas, aun cuando signifique pasar por encima de las reglas relacionadas a continuación.
En la práctica, muchos libros no dejan tiempo alguno para la experimentación, y el reconocimiento de principios cualitativos generales del diseño de libros promueve la colaboración entre editoriales e imprentas. .Además, dichas reglas proporcionan cierto fundamento para la producción semiautomática de aquéllos, ya que es necesario que las computadoras correspondientes sean programadas también de acuerdo con criterios estéticos.
Existen dos puntos de partida que pueden adoptarse cuando se quiere diseñar un libro. Se puede partir desde adentro, del texto del libro, y se puede también partir desde afuera, o sea, de la sobrecubierta y la cubierta. Con el fin de destacar sobre todo la función del libro, tanto en la lectura como en su utilización, las siguientes reglas parten
del texto como tal. El libro es, ante todo, expresión y resultado de la labor cultural, un medio para la difusión de ideas y conocimientos. Sólo surte efecto cuando, gracias a un aspecto exterior agradable, o sea, una cubierta o sobrecubierta atractiva e interesante, se vende mejor. Para ser aprovechado el libro debe primeramente llegar a las manos del lector a través del acto de compra, pues sólo entonces se ponen de manifiesto sus cualidades más importantes: ser agradable y fácil de leer y manipular en la práctica.
Por diseño de libros no debe entenderse aquí, naturalmente, el trabajo literario o del escritor, sino su composición, impresión y encuadernación, así como los proyectos artísticos precedentes, o sea, todos aquellos trabajos mediante los cuales se elabora un libro a partir de un manuscrito. Quisiera evitar un malentendido más: no hay reglas para el arte, sino reglas artesanales que deben ser recopiladas, observadas y trasmitidas.
Desearía expresar mi agradecimiento especial a los profesores Erich Wolter y Walter Schiller, quienes me ayudaron en la reelaboración crítica de las reglas e hicieron valiosos señalamientos al respecto.
Luego de la cálida acogida dispensada a la primera edición y en ocasión de la «Exposición Internacional del Arte Editorial 1977». la VEB Fachbuchverlag Leipzig quiso una segunda edición en la que he incluido algunas sugerencias de Max Caflisch, Zurich, y he añadido algunas observaciones sobre el diseño diferenciado de los distintos géneros literarios.
Leipzig, mayo de 1976
ALBERT KAPR
LEER AQUÍ:
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/ecimed/reglas_diseno.pdf
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