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Editor: Neville Blanc

Sunday, June 09, 2013

San Francisco según Gabriela Mistral

 
Motivos. The life of Saint Francis Gabriela Mistral
Traducción de Elizabeth Horan
Editorial Bilingüe, Tempe, Arizona, 2013, 182 páginas.
 

 
 
San Francisco según Gabriela Mistral
Para Gabriela Mistral, el santo eclipsaba a Buda porque era la caridad misma y poseía la sensibilidad de un cristiano poeta.

El Mercurio Revista de Libros   Santiago de Chile
domingo 9 de junio de 2013
Actualizado a las 9:41 hrs.


Luis Vargas Saavedra

Esta es una obra admirable tanto por la autora como por su traductora. Gabriela Mistral por fin ha sido "trasvasada" por Elizabeth Horan al inglés con una preciosa y elegante exactitud. Divulga la totalidad de los textos mistralianos dedicados a la vida de San Francisco de Asís, y termina con una sucinta biografía de Gabriela Mistral. Destacable allí, el revelamiento de las estrategias de Palma Guillén, encargada por José Vasconcelos, ministro de Educación de México, de mostrarle a Gabriela Mistral lo mejor y lo peor del país, misión que se transformará en ocultar lo polémico de Gabriela Mistral.

¿Por qué fue escrita esta vida del santo? Iban en 1926 a cumplirse setecientos años de la muerte del Poverello, y Gabriela Mistral quiso aportar su interpretación a los homenajes que se estaban preparando en el mundo de habla castellana. Además, o aun más, para ella el santo eclipsaba a Buda porque era la caridad misma y poseía la sensibilidad de un cristiano poeta. Se comprueba esto en cómo lo idealiza románticamente, a la usanza del siglo diecinueve, concordando con el San Francisco de Liszt, de Valle Inclán, Emilia Pardo Bazán, Rubén Darío y Juana de Ibarbourou.

El resultado es un santo heroico y delicado, maravillado ante la naturaleza, un santo ideal para una ex budista vuelta cristiana poeta.

Con esa perspectiva, esta obra recrea y remarca menos la relación del santo con Dios, y más su vínculo con las cosas, y en ellas, las flores. Hay rosas, lirios, cañas, gardenias, juncos, acacias, álamos. Hay rocío sobre los pétalos. Es decir, hay belleza incuestionable y expresa. Acaso empalagosa de tan constante. Las estampas fueron escritas entre 1923 y 1927, todavía bajo la influencia del modernismo y además comenzadas junto al precioso Lago Chapala en Michoacán, México.

Ese prurito de suma belleza, una vez comprendido y aceptado, guía la lectura por una secuencia de escenas donde el santo es imaginado como un ser casi inmaterial, casi ingrávido, casi angélico. En "El cuerpo", más se le siente su presencia que la forma "que echaba poca sombra"; en "Los cabellos", se les describe como "un vientecillo en las sienes", que "parecían el anuncio de aquella dulzura que ya venía subiéndole a su corazón",

Descartando o no interesándose en muchos aspectos de la vida del santo (su viaje a Jerusalén, su prédica ante los mahometanos, los contactos con el Papa, su participación en una guerra, su místico espejeo en Santa Clara) Gabriela Mistral se centra y concentra en las renuncias ("Aprende a perder", "Presencia en las cosas", "La celda ajena"), que traen visos del nirvana intentado por ella en las décadas de los años diez al veinte. Ese despojamiento de lo material también trae visos del platonismo primordial que sustenta su vida y obra: el ser como un despeñado espíritu que ha sido estuchado en la materia del cuerpo y que recordando su origen, anhela recuperarlo. Así en "Las manos", el santo "tenía siempre la mano extendida hacia aquellas criaturas en que la remembranza divina se vuelve suavidad y gracia". Y en "La alondra", la muerte otorga "el vuelo vertical. Nunca más como tierra pesada de surco, se agregará nuestro cuerpo a nuestra alma". Conste que Gabriela Mistral no considera la resurrección de la carne, el cuerpo vuelto glorioso, y en cambio se consiente creer en la reencarnación, que vendría a ser un castigo platónico mediante la reincidente materialización del alma.

Todo esto nos subraya cuán personal es su San Francisco, o sea, cuán consecuentemente poético. Y con esos matices de Buda y Platón, ella se aleja de los otros intérpretes de San Francisco y nos comparte un sublimado autorretrato.

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