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ROBERTO AMPUERO se sumerge en la cultura criolla Desde la "decadencia" de Valparaíso hasta la contienda Evelyn vs. Michelle

"Tratar de reducir a esas dos espléndidas mujeres a las 'hijas de', fuera de ser un acto de machismo, es un acto tribal". Sobre fondos del Patrimonio de la Humanidad, dice que está esperando los resultados de la Contraloría.

por: Por Lilian Olivares Fotos: Fabián Ortiz

   

La Segunda Nacional sábado, 27 de julio de 2013

 

 

 

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Tiene un remolino en su oficina. De esos que venden los organilleros. Lo puso él en el ventanal que da a la Plaza Sotomayor, en Valparaíso. Le recuerda la suavidad de los vientos, que van y vienen...
Un viento inesperado lo trajo a Chile, cuando disfrutaba su vida de embajador en México, donde había estrechado lazos con personajes de su mundo, el de los literatos y artistas, y también con el gobierno de Enrique Peña Nieto, a cuyos principales asesores conoció antes de que el líder del PRI llegara al poder. Las relaciones entre ambos países iban con aires de popa, para este navegante de la vida que siempre vuelve a sus raíces, donde nació: el puerto de Valparaíso.
Se encontraba de paso en Santiago, informando sobre las relaciones bilaterales con México, cuando Luciano Cruz-Coke dejó el Ministerio de Cultura para irse en campaña. En eso se encontraba cuando lo llamó el Presidente para preguntarle si estaba disponible, porque pensaba que él era la mejor persona para suceder a Luciano.
El escritor Roberto Ampuero le respondió: "Mire, Presidente, mi idea es apoyar a que la gestión del Gobierno salga lo mejor posible, déjeme hablar con mi señora y con los niños y le respondo de inmediato". Sebastián Piñera lo encontró perfecto.
Hay un monumento que tiene que levantar Ampuero, y lo dice él: Es en honor a su esposa Ana Lucrecia Rivera, quien de inmediato le contestó afirmativamente: "Claro, tenemos un compromiso", le dijo, refiriéndose al que adoptó el escritor desde que Piñera andaba en campaña y lo escogió como su asesor cultural. El sí de Ampuero fue desde entonces y para lo que ha seguido, pese a la polémica que levantó en el mundo de la izquierda que un escritor que fue militante de las juventudes comunistas, que se casó con una cubana hija de un general de Fidel y que tuvo un hijo en La Habana, fuera partidario de un régimen de centro derecha. Cuestión que a Ampuero no lo perturba, porque él vivió en la Europa del Este, en la misma Cuba, en Alemania y en Estados Unidos, y puede hablar de algo que conoce bien: los regímenes comunistas y los capitalistas.
-Cuando uno acepta trabajar con el Presidente, no está por un gustito que se quiere dar en un lugar determinado del mundo, está porque piensa que puede aportar. No soy ajeno a la cultura, conozco de los proyectos y le dije que sí al Presidente.
Cuando tomó el avión, Ana Lucrecia se quedó cerrando la casa y enviando algunas cosas al domicilio de Estados Unidos y otras hacia Chile. "Ahora mi esposa está en Estados Unidos, conversando más detenidamente con nuestros hijos sobre este traslado".
Se le ve energizado. Está dedicándole 12 a 14 horas diarias de trabajo al nuevo cargo, porque sabe que le queda poco tiempo.
-Usted, antes que nada, es un escritor que siempre en sus novelas incursiona en el mundo político. Buenos ingredientes está dando hoy la contingencia política chilena, con Matthei y Bachelet disputando la presidencia. ¿Qué le parece?
-Lo interesante es que son dos mujeres que, desde distintas perspectivas, están creando un panorama que es único en América Latina. Es inédito Y la otra cosa importante es que ellas son ellas mismas. La política en Chile es moderna, nosotros analizamos y vemos a las personas por lo que son, no por lo que son sus padres. Ese es un elemento muy importante.
-¡Cómo gozaría Cayetano Brulé investigando esta contienda entre dos rubias hijas de generales....!
Sonríe, pero dice:
-Yo no me voy a meter en lo personal. Y creo que tratar de reducir a estas dos espléndidas mujeres destacadas a las "hijas de", fuera de ser un acto de machismo es un acto tribal. Yo creo que cada una de ellas, por sí misma, tiene que ser valorada y vista en sus logros, avances, correcciones, en su visión de mundo, en su cambio. Pienso que sería un flaco favor a ellas, como personalidades, y a lo que es el peso de la mujer chilena en la política, reducirlas a que son hijas de. Antes eran esposas de... por favor, cada una es por sí misma y eso es lo que tenemos que evaluar, valorar y someter al escrutinio del país.

"El otro nunca se muere, está siempre presente"

Se convirtió en el primer ministro de Cultura que fija su domicilio en donde indica el artículo 2 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes: el puerto de Valparaíso, en el edificio que antes fue de Correos.
Vendió la casa que había comprado casi sobre el Pacífico hace algunos años -y que por un tiempo se la tomaron unos "okupas", dejándola convertida en una pocilga-. Soñaba con que en un par de años más regresaría a su tierra y allí se dedicaría a escribir. Ahora, como no ha tenido tiempo de buscar residencia, está viviendo como "allegado" donde la mamá, Angélica Espinoza, en Viña.
-Mi madre tiene 85 años. Está bien, pero su memoria no es igual.
Su padre, Roberto Ampuero Brulé, falleció en marzo del año pasado, cuando le faltaban 12 días para cumplir 60 años de casado con Angélica.
-Nadie se puede imaginar, solamente los que han vivido tantos años juntos, lo que significa la partida de la pareja en una relación de 66 años desde que empezaron a pololear. Es un dolor muy profundo, y ahí uno se da cuenta de que el otro nunca se muere, está siempre presente en los recuerdos, en la nostalgia.
Doña Angélica le dice de tanto en tanto: "Qué lástima que tu padre no alcanzó a verte en este momento (como ministro)".
Pero todo en la vida de Ampuero es como ir cerrando círculos.
-Yo asumí un domingo y mi primer día de trabajo, un lunes, quise visitar algunos lugares emblemáticos de esta ciudad, con la intención de marcar ciertos acentos. Fui a la iglesia de La Matriz, construida en 1559, porque tiene un profundo contenido en términos de lo que es la mantención del patrimonio nacional. Prácticamente el 50 por ciento de los fondos que recibió esa iglesia vinieron del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, donados para la reconstrucción patrimonial después del terremoto. Hasta el momento se han salvado 92 edificios patrimoniales, desde que asumió este Gobierno. Se han invertido más de 16 mil millones de pesos, y lo interesante es que se convirtió en un fondo permanente para el desarrollo del patrimonio nacional.
De la iglesia partió al Palacio Baburizza, que considera una joyita de museo, un must . Y luego al Liceo Bicentenario, donde se enseña arte y creatividad.
Pero ese punto de partida, la iglesia de La Matriz, significó el cierre de un círculo. La noche del jueves le tocó inaugurar la nueva luminaria y el fin de su restauración, al son del piano de Roberto Bravo, que interpretó música de Bach y de Víctor Jara.
-En la iglesia de La Matriz se casaron mis padres y me bautizaron ahí, así que para mí fue muy emotivo inaugurarla.

Patrimonio, ¿a punto de perderse?

-Usted puede apreciar, mejor que muchos, las bellezas de Valparaíso. Pero cuando se van a cumplir 10 años de su declaración como Patrimonio de la Humanidad, están pensando quitarle esa designación por lo decadentes que están varios sectores de la ciudad...
-Esta ciudad estuvo mucho tiempo congelada en su desarrollo. Primero fue espléndida, prosperó y después decayó, y a continuación vino un estancamiento en su nivel más bajo. Comenzó a levantarse hace unos 12 o 14 años en forma estructurada, y fundamentalmente por una estrategia que tiene que ver con la búsqueda de declararla Patrimonio de la Humanidad, pero también porque le dieron dinamismo pequeños emprendedores privados que instalaron una pequeña boutique , una cafetería, un hotelito, en fin, ellos aportaron. Yo tiendo a ver el vaso llenándose, sin desconocer las dificultades que tiene.
-¿Y cuáles serían los componentes del vaso llenándose?
-Partamos de sur a norte: El Estadio Elías Figueroa, que estaba perdido y fue restaurado para dejarlo top; la recuperación de la batería de la Armada; la recuperación del Museo Marítimo; el palacio Baburizza, que creo que es el museo más bello que tenemos en Chile.
Y sigue enumerando otras restauraciones, sin dejar de desconocer los problemas de suciedad, rayado de paredes e incluso malas administraciones pasadas.
-Pero también hay un hecho concreto: de las 97 obras que se comprometieron, se hizo la mitad, y se gastó todo el dinero aportado por ser Patrimonio de la Humanidad.
-Yo estoy hablando como Ministro de Cultura. En eso no me voy a meter hasta que no existan resultados de la Contraloría. Hay rumores, pero prefiero ser cauto y esperar los informes de los organismos fiscalizadores.

La oficina de cultura en dictadura y en democracia

-Estamos próximos a un cambio de gobierno, ¿qué es lo mejor que le podría pasar a Chile para los próximos cuatro años?
-Primero, la política de cultura en Chile debe ser entendida como política de Estado. Segundo, la cultura no es patrimonio de una ideología, sino de todos los chilenos.
Recuerda que "históricamente, tanto en regímenes fascistas como comunistas, el ministerio de Cultura era muy fácil de dirigir y apetecido porque era el gran patrón que definía qué era la cultura y la política".
Y sigue:
-Por ello, en una democracia el gran desafío es articular los distintos intereses, donde el mismo país va definiendo lo que es cultura y lo que hay que proyectar. Eso es lo que nosotros estamos impulsando a través del Ministerio de la Cultura, que tiene un ministro, un directorio y hacia abajo se va replicando la participación, integrando a la sociedad civil. Es allí donde se genera el gran diálogo de distintos sectores.
-Otro gran desafío es la elección entre Bachelet y Matthei...
-Habla muy bien de Chile el que en estos momentos las dos candidatas con mayores posibilidades sean mujeres. Y demuestra que este país no se ata a muchas etiquetas que han querido colocarle, como la de ser conservador. Creo que esto también lo hace fascinante, como país que es capaz de dar un salto y hacer cambios. Este país tiene un gran prestigio internacional. Chile es admirado por su capacidad democrática y de corregirse. Por eso, hay que cuidarlo.