ROBERTO BOLAÑO
“Bolaño no era tan maldito, ni yonqui, ni pobre”
Cuando se realizó esta entrevista, el lunes pasado, Herralde recién llegaba de Chile, del congreso sobre Roberto Bolaño, el más reciente escritor latinoamericano global y Herralde, el editor de casi toda su obra. Entonces:
–¿Qué dijo de Bolaño en Chile?
–Hablé de su trayectoria editorial, empezando por el 97, cuando salió La literatura nazi en América, y deja de ser un escritor casi clandestino. Vivía ganando lo que él llamaba “premios búfalos, para que subsista el piel roja” en España, con bastante dinero, pero casi sin difusión. Cuando ubica títulos en Seix Barral o Anagrama, ya es visible, con muy buenas críticas. El hito siguiente es en el 98, cuando Los detectives salvajes gana el premio Rómulo Gallegos. Empiezan las traducciones, que nosotros gestionamos, y hasta su muerte hicimos como 50 contratos. El tercer hito es su muerte, con todo el plus de su leyenda como escritor maldito, aunque desde Los detectives salvajes, dejó de ser maldito económicamente.
–Los premios habrán ayudado.
–Y las muchas traducciones. El otro hito es la publicación de 2666: ahí, los lectores más ocasionales se preguntan quién será este Bolaño, ahí hay un salto cualitativo. Y el último peldaño es el éxito en Estados Unidos de Los detectives salvajes y sobre todo de 2666. A través de estos hitos preparé un texto. De todo lo que se escribió sobre él elegí Bolaño Salvaje, escogí cinco textos de cinco amigos y armé una visión polifónica, son Vila-Matas, Fresán, Villoro, Alan Pauls e Ignacio Echevarría. Y al final leí el texto que leí en el tanatorio cuando murió Bolaño, 10 años después.
–¿Y qué le preguntaron?
–La importancia de México y Chile en su obra, si era drogadicto. Esta es una de las leyendas favorecidas en Estados Unidos por un cuento en primera persona sobre un heroinómano. Pero no era tan maldito: ni siquiera bebía. Tampoco era tan pobre.
–¿Qué dijo de Bolaño en Chile?
–Hablé de su trayectoria editorial, empezando por el 97, cuando salió La literatura nazi en América, y deja de ser un escritor casi clandestino. Vivía ganando lo que él llamaba “premios búfalos, para que subsista el piel roja” en España, con bastante dinero, pero casi sin difusión. Cuando ubica títulos en Seix Barral o Anagrama, ya es visible, con muy buenas críticas. El hito siguiente es en el 98, cuando Los detectives salvajes gana el premio Rómulo Gallegos. Empiezan las traducciones, que nosotros gestionamos, y hasta su muerte hicimos como 50 contratos. El tercer hito es su muerte, con todo el plus de su leyenda como escritor maldito, aunque desde Los detectives salvajes, dejó de ser maldito económicamente.
–Los premios habrán ayudado.
–Y las muchas traducciones. El otro hito es la publicación de 2666: ahí, los lectores más ocasionales se preguntan quién será este Bolaño, ahí hay un salto cualitativo. Y el último peldaño es el éxito en Estados Unidos de Los detectives salvajes y sobre todo de 2666. A través de estos hitos preparé un texto. De todo lo que se escribió sobre él elegí Bolaño Salvaje, escogí cinco textos de cinco amigos y armé una visión polifónica, son Vila-Matas, Fresán, Villoro, Alan Pauls e Ignacio Echevarría. Y al final leí el texto que leí en el tanatorio cuando murió Bolaño, 10 años después.
–¿Y qué le preguntaron?
–La importancia de México y Chile en su obra, si era drogadicto. Esta es una de las leyendas favorecidas en Estados Unidos por un cuento en primera persona sobre un heroinómano. Pero no era tan maldito: ni siquiera bebía. Tampoco era tan pobre.
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