Sergio Larraín

Obras del fotógrafo Sergio Larraín son exhibidas en París

Niños abandonados que vagaban por las calles de Valparaíso, Santiago o Buenos Aires, tomadas durante la segunda mitad del siglo XX, son el foco principal de la exposición. "Vagabondages", es el homenaje que realiza la Fundación Cartir Bresson, al artista chileno. EFE | Evasión | 11:33 hrs

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Los niños abandonados que vagaban por las calles de Valparaíso, Santiago o Buenos Aires y que el mítico fotógrafo de la agencia Magnum Sergio Larraín eternizó durante la segunda mitad del siglo XX son el foco de la exposición con la que la Fundación Cartier Bresson homenajea al artista chileno. "Vagabondages" (vagabundeos), que puede visitarse desde el 11 de septiembre hasta el 22 de diciembre, presenta 128 fotografías en blanco y negro que evidencian las búsqueda constante de la pureza y espontaneidad del gesto en unos personajes que, como el propio Larraín, se resisten al encuadre estético, pero también social.
El ojo magnético del artista, del que el mismo Cartier-Bresson dijo que era "tan bueno" como los fundadores de la agencia Magnum, se caracterizó por trocear en pequeños fragmentos una realidad cruel pero usual, en la que los niños merodeaban sucios y descalzos en busca de restos de comida o de un perro callejero con el que jugar. "En Larraín se funden el compromiso político y social con el nivel estético de un gran fotógrafo, que recuperó la esencia de Robert Capa al acercarse todo lo necesario hasta formar parte del momento que se disponía a captar", declaró el encargado de la exposición Josep Monzó.
Así, retrató también los rostros desganados y faltos de ilusión de las adolescentes que ejercían la prostitución durante los años sesenta en el club Los siete espejos, de Valparaíso, del que el propio Larraín dijo que parecía un caleidoscopio en el que ninguna mirada era inocente.
Pese a que, en palabras de Sergio Larraín, el fundador de Magnum Henri Cartier Bresson era el "maestro absoluto", su paso por la mítica agencia no fue muy largo. Aún así, trabajó para Magnum instalado en París desde donde se desplazaba cuando tenía que cubrir temas tan atractivos fotográficamente como el terremoto de 1960 en Chile, la guerra de Argelia, la boda del "shah" de Irán o los entresijos de la mafia siciliana.
Las únicas instantáneas que hizo durante los últimos años de su vida fueron a las que él mismo denominó 'Satori', en las que captaba la realidad extremadamente simple e intensa de una hoja que cae del árbol o de una mancha que se posa sobre la mesa.