ENRIQUE VIII
Sí, en un retrato anónimo de 1513,
cuando todavía era un jóven delgado y
no el tirano obeso y barbudo de buena vida y poca vergüenza.
500 años después Exposiciones en la Biblioteca Británica y los Palacios Reales
Enrique VIII: un tirano humanista y religioso
El 23 de abril se inaugura en la Biblioteca Británica la muestra "Enrique VIII: Hombre y monarca", que se extiende hasta el 6 de septiembre.
Hace cinco siglos llegó al trono el monarca cuya imagen -a pesar de su ilustración- quedó ceñida a la de la tiranía y la voluptuosidad.
JUAN IGNACIO RODRÍGUEZ MEDINA
El Mercurio Artes y LetrasSu reinado ha sido calificado como la "Edad del saqueo" y de él se ha dicho que fue "el Stalin de la Inglaterra Tudor". Si es por conocimiento de oídas, de Enrique VIII -segundo monarca de la dinastía Tudor en Inglaterra- sabemos que se casó con Catalina de Aragón; que se apasionó con Ana Bolena; que al no obtener la dispensa del Papa Clemente VII para anular su matrimonio, rompió con el Vaticano, se erigió como soberano religioso de Inglaterra y se casó con su nueva amada; que al parecer ésta lo traicionó y por eso fue ejecutada; que luego de eso tuvo cuatro mujeres más, y que a la quinta -Catalina Howard- también la ejecutó; que ordenó ultimar a Tomás Moro, su canciller. En fin, de oídas sabemos que fue un monarca caprichoso, sanguinario y dado a la voluptuosidad: un tirano... ¿O no? En 2009 se conmemoran los 500 años de su ascención al trono y varias exposiciones y otras actividades pretenden indagar en la figura del monarca y su reinado. Una de ellas, "Enrique VIII: Hombre y monarca", promete examinar las transformaciones que tuvieron lugar durante el reinado y explorar las creencias y motivos detrás de sus acciones. Son 250 artículos que se exponen en la Biblioteca Británica, entre ellos libros elegidos, leídos y anotados por el gobernante, que nos llevan "dentro de la propia mente del rey", según señala David Starkey, curador de la muestra y autor de "The Reign of Henry VIII" y "Henry: Virtous prince" (del que se ha publicado el primero de dos volúmenes).
Al describir la exhibición, Starkey resume el período de Enrique: "Cuando llegó al trono, era el príncipe pío que rigió una Inglaterra en el corazón de la Europa católica; cuando murió, era el gran cismático que creó una Iglesia nacional y una política insular y xenofóbica que marcó el desarrollo de Inglaterra por los siguientes 500 años".
La figura de un rey
Tras la muerte de Eduardo IV, Enrique Tudor triunfó en la Guerra de las Dos Rosas y se convirtió en Enrique VII. Era el año 1485. En 1486 se casó con Isabel, hija de Eduardo IV, y el mismo año nació Arturo, su primogenito y heredero. Enrique, nacería recién en 1491.En 1502, meses después de su matrimonio con Catalina de Aragón -hija de los reyes católicos- el príncipe Arturo muere. Ya que ambos tenían 16 años y el matrimonio no fue consumado, la solución para mantener la alianza con España estaba a la mano: a fines de 1503, la princesa Catalina fue prometida en matrimonio al pequeño Enrique, de 11 años. En abril de 1509 falleció el padre de éste y dos meses después el nuevo monarca -que tenía 17 años- se casó con Catalina. Comenzaba el reinado de Enrique VIII, que se extendió hasta su muerte en 1546. Según Hilaire Belloc, en su "Historia de Inglaterra", cuando llegó al trono, Enrique era un tipo grande, bien parecido y deportista. Al mirar un retrato suyo de 1513 -el más antiguo que se conserva y que exhibirá la Biblioteca Británica- se descubre a un joven de rostro limpio y delgado. Lejos del hombre obeso y barbudo -muy cercano a "la buena vida y la poca vergüenza"- que tiranizó a Inglaterra. Para Susan Doran -académica de historia moderna europea y británica en Oxford-, Enrique es uno de los reyes más importantes de Inglaterra y aunque reconoce que pudo ser cruel y tiránico, destaca que sus decisiones tuvieron como resultado el establecimiento de una Iglesia nacional, la unión de Inglaterra y Gales, y la mejoría y extensión de la Armada real (Enrique enfrentó guerras con Francia y Escocia), lo que hizo de Inglaterra una potencia naval. De hecho, en la exposición habrá documentos y mapas que prometen mostrar cómo Inglaterra pasó de ser un país susceptible a la invasión a uno que pudo contraatacar. "Infortunadamente -confiesa Doran-, su reinado fue menos feliz para quienes experimentaron sus altos impuestos, un aumento de la inflación en 1540 y un ataque sobre sus prácticas religiosas tradicionales". Enrique ejecutó a más "notables" ingleses que cualquier otro monarca. Según uno de los documentos de la Biblioteca Británica, fueron dos esposas, un cardenal, más de veinte nobles, cuatro servidores públicos prominentes, seis amigos y cercanos, tres abades y varias de las cabezas de las casas monásticas mayores. Sobre la violencia política que ejerció el monarca, Steven Gunn -de la Universidad de Oxford y autor de "Early Tudor government, 1485-1558"- cree que, si bien no lo excusa, hay que tomar en cuenta las presiones que recaían sobre él en un Estado crecientemente centralizado, donde el control político se focalizaba en un hombre más que en una institucionalidad. Incluso, sobre su tortuosa separación de Catalina (quien no pudo darle un heredero), Gunn entrega una perspectiva que matizaría el capricho: "Tenemos que tomar seriamente su convicción de que si no había tenido un hijo, a vistas de Dios, debía haber algo errado con su matrimonio, ya que su padre había sido muy insistente en que la familia Tudor fue erigida por la providencia de Dios para traer la paz a Inglaterra después de la Guerra de las Dos Rosas".
Humanista y católico
Antes de romper con Roma y cuando en Europa arreciaba la Reforma, Enrique -que mientras vivía su hermano estaba destinado a ser arzobispo de Canterbury y que tenía formación teológica- escribió un libro que defendía los siete sacramentos; lo que le valió ser honrado por el Papa León X como Defensor de la Fe. Lucy Wooding -historiadora inglesa y autora de "Henry VIII"- destaca el perfil humanista del soberano y la visión que tenía de sí mismo como un "católico". "Enrique fue efectivamente un humanista, muy orgulloso de su amistad con (Tomás) Moro y Erasmo. Y por el interés que tuvo en la redacción de la legislación religiosa, es claro que se consideraba un teólogo. Oyó misa casi todos los días, y aunque su ataque contra los monasterios y las imágenes veneradas parecía dirigido contra la doctrina tradicional, él siempre lo mostró como un ataque contra la superstición y como una reforma y no la destrucción de la fe católica", explica la autora. Steven Gunn sostiene que hay que tomar seriamente las ambiciones de Enrique para reformar la Iglesia según los lineamientos que abogaban Erasmo y otros humanistas. En su reseña al citado libro de Wooding en el suplemento literario de Times, destaca la consistencia de una reforma compuesta por el deseo de supremacía sobre la Iglesia (derivado de la lucha por el divorcio con Catalina) y por el destierro de las superticiones (que -dice Gunn- la acercan a un biblicismo erasmiano antes que protestante). Wooding sostiene que las relaciones de Enrique con el papado fueron buenas en la primera parte de su régimen y que el quiebre tuvo como base el ejemplo bíblico: "(Enrique) lanzó sus reformas por identificación con David y otros antiguos reyes del Viejo Testamento que destruyeron ídolos y promovieron la verdadera fe", asegura. Respecto a lo último, se puede conceder a favor de Enrique que no fue él quien aplastó al catolicismo e impuso el protestantismo, sino Isabel I: la hija nacida del matrimonio con Ana Bolena, que fue excomulgada en 1570 por Pío V, tras abatir a la nobleza católica del norte de Inglaterra y a los católicos irlandeses que se rebelaron contra el dominio inglés. Guiada en sus decisiones por William Cecil y luego por el hijo de éste, Robert, Isabel apoyó la revolución religiosa de John Knox, líder protestante escocés que buscaba eliminar el catolicismo en su patria; se alió a la causa protestante en Francia y los países bajos; promulgó en 1571 las leyes que establecían como traición escuchar misa y proscribían a los católicos; y apresó y ejecutó a María de Escocia en 1587 (por estar supuestamente implicada en un complot para asesinar a Isabel). Enrique había muerto 41 años antes, en 1546, acompañado de Catalina Parr, su sexta y última esposa tras Catalina de Aragón, Ana Bolena, Juana Seymour (que le dio a Eduardo VI y murió en el parto), Ana de Cleves (de quien se separó) y Catalina Howard (decapitada por infidelidad). Incluidos los matices y las consideraciones históricas, la realidad que predomina es la del rey de los muchos amores, que acrecentó su poder al romper con el Vaticano y que mató a notables como ninguno (en las persecuciones y ejecuciones masivas la reina fue su hija Isabel). Una realidad que coincide con la idea del tirano obeso y barbudo, no con la del joven piadoso que alguna vez fue.
Las exposiciones y el amor de un adolescente de 37 años
Con las iniciales de su amada rodeadas por un corazón, así termina la carta de amor que Enrique VIII le escribió, probablemente en 1528, a Ana Bolena. Enrique le promete: "Mi corazón estará dedicado sólo a ti, y deseando grandemente que mi cuerpo lo estuviese también". El documento permaneció escondido durante cinco siglos en el Vaticano, y en abril se lo podrá apreciar en la exhibición "Enrique VIII: Hombre y monarca", de la Biblioteca Británica, desde el 23 de abril hasta el 6 de septiembre. Sobre la muestra, David Starkey ha dicho: "Los matrimonios son importantes, pero esta exhibición es sobre Enrique el hombre. Tomamos seriamente todo el reinado". Los 250 artículos que se exhibirán pertenecen a la colección Enrique VIII de la Biblioteca Británica e incluyen correspondencia, documentos oficiales, mapas y libros de la biblioteca del rey; además, hay artículos de otros museos y colecciones. Entre las piezas está el Salterio o libro de oraciones de Enrique (que también estará disponible para el público en una edición de la Biblioteca y The Folio Society); un retrato de 1513 anónimo; un manuscrito con piezas musicales escritas por el rey; el contrato matrimonial con Catalina; un listado de la gente ejecutada durante el reinado; el diario de Eduardo VI; el libro de prescripciones médicas de Enrique; y la citada carta a Ana Bolena.Se presentarán también audios, material interactivo y fílmico sobre Enrique y su reinado que forman parte del documental "Enrique VIII: La mente de un tirano", del Canal 4 de Inglaterra. La obra, presentada por Starkey, se transmitirá en abril de 2009 en cuatro episodios y mostrará a Enrique, Erasmo, Tomás Moro, Ana Bolena y Catalina de Aragón.También se presentará el libro "Henry VIII: Man and Monarch", editado por Starkey y Susan Doran, que contiene ensayos de diversos académicos e ilustraciones de las piezas de la exposición. En el Castillo Windsor (la única residencia real que usó Enrique y que aún ocupa la familia real) se emplazará desde el 8 de abril de este añó hasta 18 de abril de 2010 "Enrique VIII: Una exhibición en el 500.o aniversario". Allí se reunirán algunos tesoros del período de Enrique pertenecientes a la Colección Real y a los archivos de la Iglesia de San Jorge. Se verán obras de Hans Holbein el Joven, el pintor del rey; el único retrato de Henry Fitzroy, hijo ilegítimo de Enrique; y el Libro negro, un registro de la orden de la Jarretera (cuerpo militar creado por Eduardo III), con escenas de Enrique VIII con los caballeros jarreteros. "Enrique VIII: Vestido para matar", se desarrollará desde el 3 de abril en la Torre de Londres con colaboración de la Armería Real, y presentará las armas personales y armaduras del rey. Es organizada por los Palacios Reales, al igual que "Enrique VIII: Cabezas y corazones", que se inicia el 10 de abril en el palacio de Hampton Court, donde se realizará un programa de exhibiciones y eventos de celebración.
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