FORTUNA DE ESPAÑA
Para Hesíodo, Fortuna es hija de Océano y Tetis. Píndaro, sin embargo, la considera descendiente de Júpiter y de una de las Parcas. Desconocida por Homero, ciega y caprichosa, preside nuestras vidas. Distribuye al albur bienes y males. El timón, el globo celeste y el cuerno de la abundancia suelen representarla: destino, casualidad y exuberancia. Se sostiene con un pie en la rueda y otro en el aire: pura inestabilidad. Sus alas la aproximan y la alejan de nosotros. Su existencia hizo afirmar a Platón que el azar y la oportunidad son los pilotos que gobiernan las cosas humanas.
Fortuna de España tiene como objetivo mostrar la presencia de los autores y de los textos españoles en la imprenta europea desde el siglo XV al XVIII. Manifiesta el ventajoso lugar que Lengua y Literatura tienen en la cornucopia de la diosa. Indica que los azares políticos y económicos llevaron los textos hasta las prensas extranjeras. Revela que, en ocasiones, la suerte y no el mérito, acompaña a quienes escriben.
Sin un propósito enciclopédico —consideramos que la pregunta de Masson de Morvilliers: «Pero ¿qué se debe a España?», ha quedado contestada— la exposición quiere ser una aproximación rigurosa a la historia del libro español fuera del ámbito peninsular desde el punto de vista de la lengua. Por ello, la recepción de los textos y de los autores se ha tenido en cuenta de forma puntual y las traducciones se incluyen en esta exposición en la medida en que su singularidad las haga especialmente significativas. Fortuna de España pretende abrir vías de interpretación de la historia cultural y sería un error considerarla una propuesta cerrada de lectura unívoca, encubridora del siempre esperpéntico nacionalismo cultural.
Fortuna de España afirma que la apertura de fronteras, la circulación de las ideas y del arte y el encuentro de intelectuales, artistas y técnicos son los factores que han llegado a crear las identidades nacionales.
Coincidimos con Mario Vargas Llosa en afirmar que aduanas, fronteras y estipendios reducen la cultura a un «invernadero burocrático» y, por ello, la selección de libros que se ofrece al visitante no busca presentar lo español como una excepción cultural sino que ambiciona dejar patente que la identidad cultural se forma a través de confluencias y no necesita proteccionismos que sostengan su parcialidad.
La cartografía histórica del libro impreso es un instrumento imprescindible para conocer el territorio de la cultura escrita sin perderse en los estrechos límites de lo nacional. El libro español se ha producido en toda Europa y los textos españoles, traducidos o en lengua original, se han leído en todos los países. El concepto «nacional» de la bibliografía no deja de revelarse como un principio decimonónico y aunque es una herramienta arqueológica imprescindible para el conocimiento de la producción impresa, no llega a dar de ella más que una visión parcial. El amplio espectro de lugares de impresión que recoge Fortuna de España prueba que el mapa de la imprenta no lo configuran las fronteras nacionales sino los conflictos y las tensiones. La cultura escrita se inscribe dentro de los grandes movimientos que han modelado la historia europea y no puede dejarse al margen, circunscrita a las fronteras nacionales, sin correr el riesgo de hacerla perder su sentido.
En esta exposición, la consideración del libro se atiene a criterios que desdibujan el perfil nacional que tradicionalmente inspiraba los estudios sobre la producción impresa. En su diseño se ha prestado mayor atención al dibujo de fronteras que crea la circulación del escrito o a las prácticas de lectura, dentro de la línea de investigación histórica que ha demostrado que el estudio de los fenómenos culturales de lo escrito forma parte de las evoluciones mayores que configuran la civilización europea.
El fenómeno del libro impreso español deberá entenderse de forma global. A lo largo de la Edad Moderna, los Países Bajos, Inglaterra, Bélgica, Francia, Italia, Suiza o Alemania fueron, por motivos técnicos, económicos o políticos, otras tantas patrias del libro español. La represión ideológica, política o religiosa, explica una parte de la producción extranjera y la lectura clandestina en España. La participación en movimientos culturales comunes justifica la multiplicidad de lugares de impresión y el alto número de posibles lectores. El libro en Europa —francés, italiano, etcétera— encontró siempre países de producción que permitiesen una libertad de expresión negada en los confines nacionales o que fuesen capaces de abastecer un mercado lector que compartía ideas y gustos.
La pobreza de la industria nacional española, incapaz de competir con la calidad y capacidad de los grandes talleres antuerpienses, parisinos, lioneses o venecianos, y la insuficiente red comercial de la librería española, son, evidentemente, otras causas que obligan a buscar otros países para imprimir textos españoles y que convierten a España y a la América española en un objetivo comercial irrenunciable para las grandes imprentas.
El concepto y la geografía del Imperio y el entendimiento dinástico de la política en la Edad Moderna son elementos fundamentales de este escenario porque favorecen la presencia y la pujanza de la lengua española en Europa, facilitan la circulación de textos y autores, y crean una cartografía de la imprenta y del comercio librero a gran escala.
A Fortuna de España se accede a través de una imagen alegórica. Sirvió para ilustrar y resumir la intención de un impreso emblemático, la Biblia Políglota, publicada por Plantin entre 1568 y 1571. El visitante, que se servirá de ella como puerta de acceso a la exposición, la leerá como metáfora diferente ya que, en esta ocasión, sintetiza el propósito de esta muestra.
La espada y la palabra y los símbolos que se agrupan en torno a ellas, son los puntos de acceso a las materias en las que se agrupan los ciento veintiséis libros que integran la exposición: Historia, Política, Religión, Lengua, Literatura, Música y Ciencia. Fortuna de España se teje sobre esta trama. La electrónica permite entrecruzar sus hilos para aproximar al visitante al complejo mundo cultural en el que se editaron los textos y se imprimieron los libros que hoy reconocemos como parte de nuestro patrimonio bibliográfico histórico. La técnica facilita una visión global porque permite interrelacionar todos los elementos de la exposición. Construirse una visita propia, a medida, comentada, es una realidad. Del texto de los especialistas se pasa a ver la imagen; de ésta puede el visitante regresar al comentario que aclara o amplía, que aporta las razones que han llevado a seleccionar ese texto y ese ejemplar en vez de otro, que refiere la varia fortuna que la obra conoció en Europa.
La historia del libro es apasionante y Fortuna de España aspira, secretamente, a hacer morir de amor por él, bibliofilía.
Estudios:
Letras españolas de los Siglos de Oro en imprentas europeas, por Klaus Wagner.
La difusión del libro español en Francia y particularmente en París durante el siglo XVII (aspectos históricos y bibliométricos), por Christian Péligry.
Fortuna de España tiene como objetivo mostrar la presencia de los autores y de los textos españoles en la imprenta europea desde el siglo XV al XVIII. Manifiesta el ventajoso lugar que Lengua y Literatura tienen en la cornucopia de la diosa. Indica que los azares políticos y económicos llevaron los textos hasta las prensas extranjeras. Revela que, en ocasiones, la suerte y no el mérito, acompaña a quienes escriben.
Sin un propósito enciclopédico —consideramos que la pregunta de Masson de Morvilliers: «Pero ¿qué se debe a España?», ha quedado contestada— la exposición quiere ser una aproximación rigurosa a la historia del libro español fuera del ámbito peninsular desde el punto de vista de la lengua. Por ello, la recepción de los textos y de los autores se ha tenido en cuenta de forma puntual y las traducciones se incluyen en esta exposición en la medida en que su singularidad las haga especialmente significativas. Fortuna de España pretende abrir vías de interpretación de la historia cultural y sería un error considerarla una propuesta cerrada de lectura unívoca, encubridora del siempre esperpéntico nacionalismo cultural.
Fortuna de España afirma que la apertura de fronteras, la circulación de las ideas y del arte y el encuentro de intelectuales, artistas y técnicos son los factores que han llegado a crear las identidades nacionales.
Coincidimos con Mario Vargas Llosa en afirmar que aduanas, fronteras y estipendios reducen la cultura a un «invernadero burocrático» y, por ello, la selección de libros que se ofrece al visitante no busca presentar lo español como una excepción cultural sino que ambiciona dejar patente que la identidad cultural se forma a través de confluencias y no necesita proteccionismos que sostengan su parcialidad.
La cartografía histórica del libro impreso es un instrumento imprescindible para conocer el territorio de la cultura escrita sin perderse en los estrechos límites de lo nacional. El libro español se ha producido en toda Europa y los textos españoles, traducidos o en lengua original, se han leído en todos los países. El concepto «nacional» de la bibliografía no deja de revelarse como un principio decimonónico y aunque es una herramienta arqueológica imprescindible para el conocimiento de la producción impresa, no llega a dar de ella más que una visión parcial. El amplio espectro de lugares de impresión que recoge Fortuna de España prueba que el mapa de la imprenta no lo configuran las fronteras nacionales sino los conflictos y las tensiones. La cultura escrita se inscribe dentro de los grandes movimientos que han modelado la historia europea y no puede dejarse al margen, circunscrita a las fronteras nacionales, sin correr el riesgo de hacerla perder su sentido.
En esta exposición, la consideración del libro se atiene a criterios que desdibujan el perfil nacional que tradicionalmente inspiraba los estudios sobre la producción impresa. En su diseño se ha prestado mayor atención al dibujo de fronteras que crea la circulación del escrito o a las prácticas de lectura, dentro de la línea de investigación histórica que ha demostrado que el estudio de los fenómenos culturales de lo escrito forma parte de las evoluciones mayores que configuran la civilización europea.
El fenómeno del libro impreso español deberá entenderse de forma global. A lo largo de la Edad Moderna, los Países Bajos, Inglaterra, Bélgica, Francia, Italia, Suiza o Alemania fueron, por motivos técnicos, económicos o políticos, otras tantas patrias del libro español. La represión ideológica, política o religiosa, explica una parte de la producción extranjera y la lectura clandestina en España. La participación en movimientos culturales comunes justifica la multiplicidad de lugares de impresión y el alto número de posibles lectores. El libro en Europa —francés, italiano, etcétera— encontró siempre países de producción que permitiesen una libertad de expresión negada en los confines nacionales o que fuesen capaces de abastecer un mercado lector que compartía ideas y gustos.
La pobreza de la industria nacional española, incapaz de competir con la calidad y capacidad de los grandes talleres antuerpienses, parisinos, lioneses o venecianos, y la insuficiente red comercial de la librería española, son, evidentemente, otras causas que obligan a buscar otros países para imprimir textos españoles y que convierten a España y a la América española en un objetivo comercial irrenunciable para las grandes imprentas.
El concepto y la geografía del Imperio y el entendimiento dinástico de la política en la Edad Moderna son elementos fundamentales de este escenario porque favorecen la presencia y la pujanza de la lengua española en Europa, facilitan la circulación de textos y autores, y crean una cartografía de la imprenta y del comercio librero a gran escala.
A Fortuna de España se accede a través de una imagen alegórica. Sirvió para ilustrar y resumir la intención de un impreso emblemático, la Biblia Políglota, publicada por Plantin entre 1568 y 1571. El visitante, que se servirá de ella como puerta de acceso a la exposición, la leerá como metáfora diferente ya que, en esta ocasión, sintetiza el propósito de esta muestra.
La espada y la palabra y los símbolos que se agrupan en torno a ellas, son los puntos de acceso a las materias en las que se agrupan los ciento veintiséis libros que integran la exposición: Historia, Política, Religión, Lengua, Literatura, Música y Ciencia. Fortuna de España se teje sobre esta trama. La electrónica permite entrecruzar sus hilos para aproximar al visitante al complejo mundo cultural en el que se editaron los textos y se imprimieron los libros que hoy reconocemos como parte de nuestro patrimonio bibliográfico histórico. La técnica facilita una visión global porque permite interrelacionar todos los elementos de la exposición. Construirse una visita propia, a medida, comentada, es una realidad. Del texto de los especialistas se pasa a ver la imagen; de ésta puede el visitante regresar al comentario que aclara o amplía, que aporta las razones que han llevado a seleccionar ese texto y ese ejemplar en vez de otro, que refiere la varia fortuna que la obra conoció en Europa.
La historia del libro es apasionante y Fortuna de España aspira, secretamente, a hacer morir de amor por él, bibliofilía.
Estudios:
Letras españolas de los Siglos de Oro en imprentas europeas, por Klaus Wagner.
La difusión del libro español en Francia y particularmente en París durante el siglo XVII (aspectos históricos y bibliométricos), por Christian Péligry.
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