NUESTROS SOCIOS OPINAN: ROBERTO AMPUERO
Roberto Ampuero
El Mercurio Jueves 02 de Diciembre de 2010
¡A la máquina de escribir y el papel carbón!
Tras la filtración de documentos del gobierno estadounidense, queda claro que en la era electrónica todo mensaje secreto puede terminar en la plaza pública planetaria. Tal vez existen mecanismos legales para castigar operaciones como la de WikiLeaks, pero técnicamente es imposible evitarlas de modo absoluto. Nos guste o no, vamos hacia la transparencia total. Supongo que muchos políticos que ayer se sobaron alegres las manos por el “papelón de Washington”, ya se dieron cuenta de que a partir de ahora ellos pueden correr la misma suerte. Esto puede convertirse en un círculo vicioso.
Tal vez, para garantizar la confidencialidad de informes habrá que volver a redactarlos con máquina de escribir y papel carbón. De nuevo las embajadas deberían enviar información sensible en sobres lacrados, que portan agentes en clase ejecutiva, atados al maletín con cadena. En este caso, las novelas de la Guerra Fría de Le Carré, Ludlum o Forsythe recuperarán actualidad y realismo. Antes, un espía tardaba mucho en fotografiar documentos con cámaras básicas, y nadie podía robarse de una oficina gubernamental un archivo completo con información privilegiada. Hoy, cualquiera desvía millares de documentos oprimiendo un botón o llevándoselos en flash drives cada vez más minúsculos.
Estoy a favor de la transparencia, pero temo que el método radical de WikiLeaks compromete las bases actuales de la política y la diplomacia en el mundo, y nos arroja a una etapa incierta y una visión farandulera de ambas actividades. A partir de ahora pueden circular perfectamente archivos reales o ficticios, que comprometan a cualquier país y proceso. Cada uno se limpiará la chaqueta como pueda. La representación de la política y la diplomacia pueden quedar así en manos de quienes sean más diestros en electrónica, área que hoy atrae especialmente a servicios de inteligencia, públicos o privados. Puedo imaginar que hoy mismo los gobiernos —en especial, aquellos con falencias democráticas— están blindándose y aislándose aún más de la ciudadanía, y supongo que ciertos líderes deben sentirse reforzados en su convicción de lo inconveniente que resulta dejar órdenes escritas.
El ciudadano debe conocer las instituciones que lo representan y financia con sus impuestos, pero ¿pueden funcionar bien la democracia y la diplomacia con operaciones como las de WikiLeaks? Si toda discusión previa a la toma de decisiones de un país o un partido puede llegar a la plaza pública, ¿se les hace un favor a la democracia y la seguridad internacional, o se las debilita? En rigor, política y diplomacia son icebergs de los cuales sólo conocemos su parte superior. El resto, aquello que permite llegar a planteamientos públicos (y por lo cual sí debe asumirse responsabilidad), queda bajo agua; de lo contrario, imposibilitaría el diálogo y los acuerdos. ¿Sería correcto y beneficioso para Chile y Perú que se filtrasen hoy todas las opiniones que la dirigencia de un país tiene sobre la otra? ¿Habría contribuido a la consolidación de nuestra democracia la divulgación de todas las opiniones privadas de quienes impulsaron y lograron acuerdos? En ese sentido, corresponde a las instituciones gubernamentales velar por que no haya filtraciones que amenacen la vida y el prestigio de sus funcionarios; y a los periodistas no se les puede exigir que censuren aquello que emerge cuando alguien abre la caja de Pandora.
Por último, me asaltan otras dudas sobre las filtraciones hechas a ciertos medios por WikiLeaks: ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Realmente WikiLeaks es la Robin Hood de la era cibernética, o ya está siendo manipulada? ¿Estas revelaciones emanadas de sectores supuestamente liberales desprestigian a EE.UU., o comprometen en verdad la política exterior de Barack Obama y liquidan las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton? ¿Se pasará el mundo los próximos meses atento a las manías del dictador norcoreano, la salud mental de la Presidenta argentina o las aventuras del Primer Ministro italiano, mientras huele a guerra entre ambas Coreas, y entre Irán e Israel, y hay países europeos al borde de la quiebra, el narcotráfico avanza en nuestra región y Haití continúa desangrándose? ¡Ingenuos y gratos aquellos años de la máquina de escribir y el papel carbón!
El Mercurio Jueves 02 de Diciembre de 2010
¡A la máquina de escribir y el papel carbón!
Tras la filtración de documentos del gobierno estadounidense, queda claro que en la era electrónica todo mensaje secreto puede terminar en la plaza pública planetaria. Tal vez existen mecanismos legales para castigar operaciones como la de WikiLeaks, pero técnicamente es imposible evitarlas de modo absoluto. Nos guste o no, vamos hacia la transparencia total. Supongo que muchos políticos que ayer se sobaron alegres las manos por el “papelón de Washington”, ya se dieron cuenta de que a partir de ahora ellos pueden correr la misma suerte. Esto puede convertirse en un círculo vicioso.
Tal vez, para garantizar la confidencialidad de informes habrá que volver a redactarlos con máquina de escribir y papel carbón. De nuevo las embajadas deberían enviar información sensible en sobres lacrados, que portan agentes en clase ejecutiva, atados al maletín con cadena. En este caso, las novelas de la Guerra Fría de Le Carré, Ludlum o Forsythe recuperarán actualidad y realismo. Antes, un espía tardaba mucho en fotografiar documentos con cámaras básicas, y nadie podía robarse de una oficina gubernamental un archivo completo con información privilegiada. Hoy, cualquiera desvía millares de documentos oprimiendo un botón o llevándoselos en flash drives cada vez más minúsculos.
Estoy a favor de la transparencia, pero temo que el método radical de WikiLeaks compromete las bases actuales de la política y la diplomacia en el mundo, y nos arroja a una etapa incierta y una visión farandulera de ambas actividades. A partir de ahora pueden circular perfectamente archivos reales o ficticios, que comprometan a cualquier país y proceso. Cada uno se limpiará la chaqueta como pueda. La representación de la política y la diplomacia pueden quedar así en manos de quienes sean más diestros en electrónica, área que hoy atrae especialmente a servicios de inteligencia, públicos o privados. Puedo imaginar que hoy mismo los gobiernos —en especial, aquellos con falencias democráticas— están blindándose y aislándose aún más de la ciudadanía, y supongo que ciertos líderes deben sentirse reforzados en su convicción de lo inconveniente que resulta dejar órdenes escritas.
El ciudadano debe conocer las instituciones que lo representan y financia con sus impuestos, pero ¿pueden funcionar bien la democracia y la diplomacia con operaciones como las de WikiLeaks? Si toda discusión previa a la toma de decisiones de un país o un partido puede llegar a la plaza pública, ¿se les hace un favor a la democracia y la seguridad internacional, o se las debilita? En rigor, política y diplomacia son icebergs de los cuales sólo conocemos su parte superior. El resto, aquello que permite llegar a planteamientos públicos (y por lo cual sí debe asumirse responsabilidad), queda bajo agua; de lo contrario, imposibilitaría el diálogo y los acuerdos. ¿Sería correcto y beneficioso para Chile y Perú que se filtrasen hoy todas las opiniones que la dirigencia de un país tiene sobre la otra? ¿Habría contribuido a la consolidación de nuestra democracia la divulgación de todas las opiniones privadas de quienes impulsaron y lograron acuerdos? En ese sentido, corresponde a las instituciones gubernamentales velar por que no haya filtraciones que amenacen la vida y el prestigio de sus funcionarios; y a los periodistas no se les puede exigir que censuren aquello que emerge cuando alguien abre la caja de Pandora.
Por último, me asaltan otras dudas sobre las filtraciones hechas a ciertos medios por WikiLeaks: ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Realmente WikiLeaks es la Robin Hood de la era cibernética, o ya está siendo manipulada? ¿Estas revelaciones emanadas de sectores supuestamente liberales desprestigian a EE.UU., o comprometen en verdad la política exterior de Barack Obama y liquidan las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton? ¿Se pasará el mundo los próximos meses atento a las manías del dictador norcoreano, la salud mental de la Presidenta argentina o las aventuras del Primer Ministro italiano, mientras huele a guerra entre ambas Coreas, y entre Irán e Israel, y hay países europeos al borde de la quiebra, el narcotráfico avanza en nuestra región y Haití continúa desangrándose? ¡Ingenuos y gratos aquellos años de la máquina de escribir y el papel carbón!
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