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Editor: Neville Blanc

Thursday, July 05, 2012

Prat fue antes héroe popular que de las elites



Valentina Verbal Historiadora
Licenciada en Historia por la Universidad de los Andes y estudiante de Magíster en la misma disciplina en la Universidad de Chile.


Viernes, 6 de julio de 2012 El Dínamo Santiago 23 de mayo de 2012 - 00:05

Arturo Prat: ¿Construcción oligárquica o fenómeno espontáneo?


Por: Valentina Verbal


Prat fue antes héroe popular que de las elites. Quizás por eso mismo siga siendo tan valorado en Chile, sin distinción social ni tampoco política.


Magdalena Gil, en este mismo medio, analiza la figura de Arturo Prat en la sociedad chilena después del combate naval de Iquique del 21 de mayo de 1879. Si bien es cierto, como indica ella, que el historiador estadounidense William F. Sater —en su obra La imagen heroica en Chile. Arturo Prat, santo secular— reconoce que dicha figura fue fundamental para la victoria final en la guerra, la tesis de este autor apunta más bien —me parece— a la construcción oligárquica del héroe que a un fenómeno espontáneo. Aclaro que mi objetivo no es refutar la columna de Magdalena Gil, que estimo valiosa, sino matizar la postura de Sater.



Señala Sater: “El público chileno en 1879 no eligió a Prat por su actuación pragmática, sino por lo que representaba. Él encarnaba el espíritu de sacrificio satisfecho. No importaba lo que había logrado, sino lo que era. Prat murió por Chile, y un análisis de varias fuentes como la prensa, debates del Congreso y reuniones públicas de aquellos días, nos demuestra que fue su inmolación lo que lo hizo un héroe a los ojos de sus compatriotas”.



Pero este autor va más allá y se pregunta sobre la raíz de fondo de la elección de Prat como héroe nacional. Las explicaciones que da son múltiples. Por ejemplo, se detiene en la influencia de la Iglesia, al introducir, en el caso de Prat, la idea de martirio, casi comparándolo con el mismo sacrificio de Cristo. Luego busca otras razones más prácticas, entre ellas el deseo de las elites de compensar la pérdida de la Esmeralda, de levantar la moral del país, de generar un clamor de venganza, etc.



Si bien es verdad, reitero, que Sater reconoce en su obra el inmediato impacto de Prat en la sociedad chilena, creo que se equivoca al buscar explicaciones demasiado artificiosas del “fenómeno Prat”, alejadas de los hechos reales. Adolecen, como señala Gonzalo Vial Correa, otro historiador que ha trabajado al héroe (Arturo Prat, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1995) de “una excesiva sofisticación”, ya que “la realidad resulta a la vez más simple y más profunda que semejantes hipótesis”.



Son otras las razones que da Vial, refutando a Sater entre las cuales se cuentan las siguientes: a) que los chilenos admiramos a los muertos cuando mueren por una causa, y b) que es falso que los pobres carezcan de pensamientos nobles y elevados, los que perfectamente pueden explicar la “pratmanía” popular, sin acudir a explicaciones tan complejas.



Una pregunta clave que cabe plantearse es si esta “pratmanía” fue inmediata y espontánea; o si, por el contrario, se trató de un fenómeno gradual y obra, tal vez, de una cierta construcción artificial, emanada de quienes detentaban el poder. Esto último con el objeto de elevar la moral patriótica de los chilenos y, por extensión, aumentar el contingente de soldados reclutados, dispuestos a combatir por la patria. Basta una rápida hojeada de la prensa de los primeros días para darse cuenta que no sólo se valoró —teóricamente, podríamos decir— el acto heroico de Prat, sino que se generó un espontáneo y unánime sentimiento de profunda admiración por la su figura.



Por otra parte, a la luz de las comunicaciones de la prensa, no cabe duda que se trató de un fenómeno que, si bien fue incentivado por los grupos dirigentes, caló profundamente en el pueblo, en todos los estratos socioeconómicos. El mismo 24 de mayo, día en que El Mercurio de Valparaíso informó por primera vez sobre los sucesos del 21, se dio cuenta de la efervescencia popular con que fue recibido el heroísmo de los chilenos.



Aclárese que en este día aún no se personificó dicho heroísmo, sino que se trató de un concepto general, en el que estarían implicados, por igual, tanto los tripulantes de la Esmeralda como de la Covadonga: “Ayer no se ha visto más que gente reunirse en corros de nuestras calles y plazas, comentando y discutiendo las graves noticias llegadas por el cable. Inútil es decir que a nada se arribaba, por la deficiencia y laconismo de las partes, si bien todos concluían por dar como perdida del todo a la Esmeralda y salvada la Covadonga, en el caso de que hubiese varado realmente su poderosa y rápida perseguidora”.



El 26 de mayo (el 25 tocó domingo y, en esa época, no había prensa los domingos) el mismo Mercurio informó sobre “una banda de música que bajó del cerro San Antonio, y recorrió las calles hasta la Merced seguida por algunos miles de ciudadanos que manifestaban su entusiasmo por medio de estrepitosos y unísonos vivas”. También en esta misma edición se habla de que en “cuanto se tuvo conocimiento de las noticias transmitidas por el cable, las campanas de la Matriz y San Francisco fueron echadas a vuelo”.



Sería largo enumerar y describir las múltiples actividades que, desde el primer día, se realizaron para ensalzar el sacrificio heroico de los marinos chilenos, encarnados especialmente en la figura de Arturo Prat. La prensa de esos días informó sobre los varios meeting que se realizaron, con sus consiguientes discursos. Uno de ellos, en que intervino Eduardo de la Barra, surgió como consecuencia de una reunión espontánea del pueblo en la Plaza de la Intendencia. Podría decirse, incluso, que los políticos concurrían a los lugares en que el pueblo, espontáneamente, se encontraba homenajeando a los héroes de la Esmeralda, especialmente Prat.



Como muchas veces la historia ha demostrado, las cosas ocurren espontáneamente y no, siempre y necesariamente, por obra de unos pocos que, cual teoría de conspiración, tenderían a dominar como títeres a las masas populares. Sin descartar que la figura de Prat haya sido una de las más utilizadas a lo largo de la historia de Chile, tanto por moros como por cristianos, como muy bien lo demuestra Sater en su libro, pienso que su primera “canonización” se dio de un modo prácticamente automático y desde el mundo popular.



¿Es posible que todos los medios de prensa, de distintos lugares geográficos, considerando las comunicaciones de la época, hayan ensalzado al héroe de una manera tan semejante; y que den cuenta del espontáneo apoyo popular, desde las primeras horas de conocida la noticia, a los mártires de la Esmeralda, personificados todos ellos en la figura central de Arturo Prat?.



Prat fue antes héroe popular que de las elites. Quizás por eso mismo siga siendo tan valorado en Chile, sin distinción social ni tampoco política.

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