cartas enviadas por Enrique Lihn (1929-1988) a Pedro Lastra
Lihn y Lastra, Santiago, febrero de 1979, finalizando el
libro de conversaciones entre ambos.
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Querido Pedro Camilo Brodsky (ed.)
Editorial Das Kapital,
Santiago, 2012, 120 páginas.
domingo 23 de diciembre de 2012
Actualizado a las 9:58 hrs.
Epistolario Dos décadas de comunicación 1967-1988
Amistad correspondida: cartas de Lihn a Lastra
Fueron corresponsales por más de veinte años y amigos por más de treinta. Aparece una selección de las cartas enviadas por Enrique Lihn (1929-1988) a Pedro Lastra.
Patricio Tapia
Porque escribió, sabemos de él. Porque escribió, aún está, de cierta manera, vivo. Los dones e intereses, tan versátiles como multiformes, de Enrique Lihn, lo llevaron a internarse en los más dispares ámbitos culturales. Según Jorge Teillier -quien alguna vez fuera su amigo, pero acabaron en malos términos-, Lihn "tenía ambiciones de hacerlo todo". Y, efectivamente, hizo cine, cómic, performances -la más llamativa, quizá, fue su encarnación del curioso Gerardo de Pompier-, radio, teatro. También escribió casi de todo: novela, ensayo, crítica de arte, poesía y cartas.
Querido Pedro es una selección amplia de las cartas de Lihn donadas al Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional por su amigo y corresponsal, el destacado escritor y crítico Pedro Lastra, responsable, por otra parte, de un título indispensable para entender al poeta, Conversaciones con Enrique Lihn (publicado por primera vez en 1980 y, por última, en 2009). En estas cartas aparece una sola voz, la de Lihn. Comienza con una enviada desde Cuba, en 1967, poco antes de que entrara en conflictos con el régimen de Castro; la siguiente es de 1975. Entre esos años, Lastra o se encuentra en Chile o lo visita con frecuencia (a pesar de ser profesor en Estados Unidos desde 1970): eso explica que no exista correspondencia en el intervalo. Desde entonces la comunicación es relativamente continua hasta 1988, poco antes de la muerte de Lihn.
Lihn mítico
La primera carta es de septiembre de 1967, desde La Habana. Lihn trabaja para la institución cultural la Casa de las Américas y le propone a Lastra preparar un volumen panorámico sobre los costumbristas. Unos meses antes, Lihn había leído en Varadero un dudoso "homenaje" a Rubén Darío (lo trataba de "poeta de segundo orden"). Hacia el final del poema aludía a su postura disidente en el Caso Padilla ("Me declaro enemigo de la Inquisición / o la manía de juzgar duramente a las / personas inofensivas"), pero si se trata de poesía, aclara, no acepta que se haga de Darío un mito, "menos en una época / que necesita urgentemente echar por / tierra el 100 por ciento de sus mitos".
Curiosamente, el propio Lihn ha alcanzado un estatuto mítico. Desde recuerdos o memorias hasta estudios o novelas (basta pensar en los retratos que hace de él una misma persona, Jorge Edwards, en Persona non grata y en su novela La casa de Dostoievsky ), la figura de Lihn recorre un amplio rango que va desde el semicanalla al titán antidogmático. Las notas que preceden a Querido Pedro (de Camilo Brodsky, Guillermo Valenzuela y Jaime Pinos) optan por el perfil heroico: para uno Lihn representa "la insobornabilidad de la inteligencia" y la "negativa absoluta a transigir"; otro lo conoció y se siente "lihneano"; incluso se dice que es un poco "nuestro Benjamin" (Walter Benjamin, claro).
Horroroso Chile
Las cartas lo muestran menos definitivo. Figuran sus miedos y su sensación de inestabilidad durante los años 80, siempre temiendo su exoneración, que nunca se produjo. En medio del oscurantismo cultural y político chileno, se intuye su vida personal convulsa y sus sucesivos amores fallidos -se mencionan algunas de sus parejas: Adriana Valdés, Claudia Donoso, Guadalupe Santa Cruz-, lo que en una carta de 1983 llama sus "líos emociosexuales". Su decepción porque no se comentan sus libros en la prensa y cierta envidia de los que sí. Sus enfermedades, desde un "infarto benigno" (1981) hasta el cáncer mal diagnosticado que acabó con él en poco tiempo.
"Nunca salí del horroroso Chile", señaló en un poema famoso. Pero, al parecer, era un estado mental. Le escribe a Lastra desde Cuba porque en 1966 recibió el Premio Casa de las Américas por Poesía de paso , libro nacido de un viaje -becado- por Europa; volvió a París tras obtener el premio para establecerse allí; al no lograrlo, vivió en La Habana entre 1967 y 1968. Hará varias veces clases en Estados Unidos. Una parte no menor de su poesía responde a viajes: Cuba, París, Nueva York. Viaja también a Madrid, Lima, Barcelona. Más de una vez intenta vivir fuera de Chile: son reiteradas sus preguntas por conseguir trabajo en Estados Unidos. Aun así, en una carta desde Madrid (en 1987), dice que por extraño que parezca, echa de menos Chile.
"Porque escribí no estuve en casa del verdugo...", escribió de manera célebre, "ni la pobreza me pareció atroz". Si no atroz, no le gustaba. En la segunda carta del libro, de enero de 1975, Lihn comenta de una invitación a Europa y le pregunta a Lastra si podrá pasar por Nueva York y obtener dinero con recitales, conferencias o cursos. Al mes siguiente le escribe que necesita dinero para llegar a París: no se sale de Chile con goce de sueldo: "¡La maldita pobreza!". En 1976, señala sus "misérrimos" honorarios como profesor y en 1983 dice tener "un sueldo devaluado hasta la pobreza". En abril de 1988: "Tengo una angustia creciente al dinero. Ni una gota de ahorro, ningún bien hipotecable, la miseria adolescentaria a los 58 años de mi edad". Dice que gana "la miseria de $150.000". (Hay que tener en cuenta que entonces el sueldo mínimo era de $14.000).
Lihn muestra un especial talento para el improperio. Comentando una antología, en abril de 1976, le señala a Lastra que Octavio Paz es "un poeta hechizo y falso"; que Roberto Fernández Retamar es "todavía menos" que Paz; que Gonzalo Rojas es "uno de los muchos sujetos sin verdadera sensibilidad (horrible palabra) poética o que la perdieron de tanto treparse al púlpito o la tribuna". A los pocos días, se arrepiente y escribe que esas críticas eran "productos varios del insomnio, la inquina y otras plantas".
Pero en cartas posteriores, entre otros, dice de Fernando Alegría, uno de "los inoperantes malos políticos y peores escritores de siempre" y dice reservarle "un módico lugar entre los santos de mi no devoción"; Antonio de Undurraga es "apoeta y burócrata"; el poeta Juan Agustín Goytisolo, un "energúmeno": "lechuguino y torero, histrión español del chiste grueso como un pernil". Juan Gustavo Cobo Borda es "el Bocaborda"; de Nicanor Parra, cuyo trabajo estima, dice que le cansa "la idea de oírlo hablar de sí mismo". "Él se adelanta en lo que uno va siendo y lo exagera. Es un brillante espejo apremiante, de verdad y vicio".
Vida literaria
Cuando no está llorando pobreza o insultando, muestra, si no talento, sí una intención de funcionar en torno a la "vida literaria". En enero de 1977 le dice a Lastra: "Yo ya sé cuáles son o cuál es el único secreto de un posible éxito: ¡Autopromoción!". Aparece enviando libros a los amigos, pero también a académicos que pudieran ayudarle. (Obtiene la beca Guggenheim de 1978, de ahí nace A partir de Manhattan ; quiere obtenerla otros años, pero fracasa).
Las cartas de Querido Pedro , retratan a Lihn tan cercano como es posible: fanfarrón, algo cínico, dañado, amable, egoísta, malicioso, inteligente y torpe a la vez. No se leen como ensayos, ni como recopilación de frases para la posteridad (de hecho, muy seguido parece no tener tiempo para ser agudo) y es lo que hace que merezcan leerse. En un poema, que era un autorretrato, Lihn se dice "convulsivo, neurótico", "látigo de sí mismo". En una de estas cartas se define como "un carácter agriado pero ligeramente reflexivo". Lihn vivió en la paradoja y en medio de las tensiones, presiones y resentimientos ("los poetas somos intrínsecamente resentidos", dice en una carta), tanto sociales como personales. Vivió en un cierto malestar, a veces exagerado, a veces infantil, a veces tan real y doloroso como puede serlo una enfermedad mortal.
Leyendo "entre lihneas"
Ediciones UDP se ha encargado de reeditar algunos de sus libros de poemas más importantes ( La pieza oscura , Paseo Ahumada , Poesía de paso , La aparición de la Virgen y otros poemas políticos , Diario de muerte ) e incluso uno póstumo ( Una nota estridente , 2005). Se han reeditado otros libros suyos, desde sus novelas experimentales ( Batman en Chile ) hasta su novela-cómic, Roma, la loba (Ocho libros). También se han recopilado sus ensayos, El circo en llamas , y sus críticas de arte ( Textos sobre arte ) y entrevistas. Por otra parte, han aparecido un serie de estudios (e incluso novelas) sobre él.
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