Oscar Bustamante
Masa Crítica de la edición Nº11 de Revista Ají Verde
http://www.revistaajiverde.cl/opiniones/explicacion-de-todos-mis-tropiezos-de-oscar-bustamante/
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Explicación de todos mis tropiezos de Oscar Bustamante
Por Antonio Torres Heredia
Guadalajara, una de las más importantes de habla
hispana. Chile destacó este año como invitado de
honor, con una extensa muestra no sólo de
nuestra literatura, sino que de nuestra cultura.
La misión chilena fue guiada por Beltrán Mena,
un ¿curador?, ¿comisario?, que estuvo perfectamente
a la altura. Mena ya nos había regalado la
ochentera revista Noreste, sus magníficas columnas
desde el Mercurio y un libro que quizás pecó
de sobreempollamiento. En esta ocasión, tuvo que
lidiar con el ego de artistas y editores, siempre
dispuestos a atornillar al revés, aun en los grandes
momentos, en pos de un interés personal de mínima
cuantía. Y salió airoso.
A título anecdótico, puedo contarle que en esa
misma feria literaria el hoy flamante Presidente de
México, Enrique Peña Nieto, hizo el ridículo total
al serle imposible contestar la inocente pregunta de
cuáles habían sido los libros más importantes que
había leído. Véalo en youtube y ríase un rato.
Le adelanto que el único libro que logra balbucear
está mal citado.
A propósito de escritores chilenos, quiero hablar
del que tal vez sea el mejor libro que se ha escrito
en nuestras tierras. Me refiero a “Explicación de
todos mis tropiezos”, de Óscar Bustamante.
Algunos de mis fieles trolls dirán que tenemos
libros mejores y me tirarán a la cara alguna
prosa de Neruda o ese bofe afrancesado de Martín
Rivas, mala imitación del Rojo y Negro de Stendhal.
No les haga caso, este libro es el secreto mejor guardado
de nuestras letras.
La obra se trata del auge y caída de Carlos Overnead,
un chileno de clase alta, relatados por el mismo
Overnead a través de las cartas que le envía a su
primo Francisco. Son cinco cartas en las que se
nos muestra en profundidad la vida de uno de esos
pasteles radicales que hay en cada familia. Ese tipo
simpatiquísimo, querido por todos, de buen corazón,
pero que inevitablemente destruye todo lo que lo rodea.
Para escribir esta columna releo la última edición y
me encuentro con un prólogo del mismísimo Beltrán
Mena. Más importante aun, me encuentro de vuelta
con Overnead, luego de tantos años.
Es difícil calificar esta obra. Parece una pieza humorística,
pero a pesar de que el estilo no varía en todo el libro,
las carcajadas que provocan las primeras cartas se van
apagando cuando uno lee las siguientes y se da cuenta
de que se trata del relato del choque de un tren, desde
la perspectiva del alegre conductor que va cantando y
riendo sin querer darse cuenta de lo que se le viene.
En sus cartas, el protagonista no sólo le pide ayuda
a su primo, un alter ego cercano, acaudalado, que
partió igual que él desde el mismo lugar, pero que
supo jugar la partida; sino que además, va justificando
ante su primo y ante nosotros, los mil tropiezos que
va dando, sus pérdidas de empleo, su separación.
Sabemos que, a pesar de la honestidad de su relato,
no podemos creerle a Overnead. A pesar de su historia
que explica que aquella vez que le pegó a su mujer no
pasó nada, nos quedamos con otra parte del relato en el
que, ya separados, ella no se atreve a bajar el vidrio del
auto y tirita de miedo ante la presencia de su ex. Es una
de las gracias del libro: como la historia la cuenta
el propio protagonista mientras pide que le manden plata
o que lo saquen de la cárcel, sabemos que la verdadera
historia hay que leerla entre líneas.
El relato es fluido, entretenido, divertido. Brota desde el
fondo del corazón del narrador sin escatimar en la
descripción de sus sentimientos, tal vez un poco más allá
de lo que se esperaría en un buscavidas, boxeador y pendenciero.
Cuesta encontrar este libro en las librerías. Cada vez que lo
hago, compro varios y los voy regalando, con el
convencimiento de estar regalando un tesorito.
Esto se debe a que Óscar Bustamante solía ser y
sigue siendo bastante desconocido. Siendo un arquitecto
de cierto renombre, en la crisis post boom de los 80 se
puso a escribir y produjo relatos como Asesinato en la
Cancha de Afuera (otro libro estupendo) y el que estamos
comentando, además de otros prácticamente extinguidos.
La comunidad literaria no acogió con buenos ojos a este
advenedizo pituco de pluma privilegiada y lo castigó
a un ostracismo que explica que esta obra no figure en
versión de tapa dura en las bibliotecas de todo lector
chileno que se precie de tal, para sorpresa de los
que hemos leído el libro. Bustamante sólo
conquistó una injustamente postergada popularidad
con su último libro, El Jugador de Rugby.
El sólo hecho de que el encargado de organizar la
representación de nuestro país en la feria de Guadalajara
haya sido alguien que no sólo apreció en su momento
a Bustamante, sino que prologó una de sus ediciones,
permite sospechar que nuestra representación estuvo en
las manos correctas.
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