Johannes Gutenberg. Los libros afirman que se trata del inventor de la imprenta
“Gutenberg no inventó la imprenta, era un estafador”
Federico Andahazi afirma que su nueva obra, El libro de los placeres prohibidos, que fue presentada este fin de semana en el ciclo Verano Planeta, es una novela “típicamente” suya. Hay muerte, hay transgresión, hay sexo. Pero este libro tiene un protagonista real: Johannes Gutenberg. Los libros afirman que se trata del inventor de la imprenta. Un hombre que a su modo cambió el mundo. Sin embargo, Andahazi destroza esta verdad: afirma que la máquina que creó Gutenberg era para falsificar obras.
El escritor argentino, uno de los contemporáneos más leídos, contó a 0223 que para confirmar estos datos viajó a Mainz, Alemania, y constató todos los juicios a los que fue sometido Gutenberg.
-¿Con qué se encuentran quienes se embarcan en El libro de los placeres prohibidos?
-Los lectores se encuentran con una novela típicamente mía. Después de mucho tiempo he vuelto a escribir una de esas novelas que yo siento más propia. El libro de los placeres prohibidos es una novela que como muchas otras transcurre en un pasado lejano, en la Alemania medieval. Se desarrolla en dos escenarios, en principio paralelos, y después se cruzan. En el primer capítulo el lector se encuentra con la escena de un crimen. Un asesino incógnito que mata y desolla a una mujer, en apariencia una prostituta. Ahí el lector se va a enterar que hay un asesino serial que ya mató a otras dos mujeres de ese mismo lugar. Yo defino la novela como un thriller, porque el lector busca saber quién es ese asesino.
-Pero al mismo tiempo hay un juicio con un personaje histórico.
-El segundo escenario tiene un protagonista insospechado. Para mi ue una sorpresa que este hombre llegara a convertirse en el protagonista de la novela. Es Gutenberg. Fue un juicio que tuvo lugar en 1445 en Mainz, que efectivamente sucedió. Ahí nos enteramos que Gutenberg no es el que suponíamos que era. Si nos preguntan quién fue, respondemos el inventor de la imprenta, de los libros tal cual los conocemos. Ese no fue Gutenberg. No fue el inventor de la imprenta y podría decirse que la imprenta es una de esas páginas míticas de la historia. Nunca se inventó. Lo que inventó Gutenberg fue una máquina para falsificar manuscritos.
-¿Entonces Gutenberg no fue quien todos creemos?
-Un manuscrito en aquel entonces valía una fortuna. Llevaba entre uno y dos años de trabajo y con el equivalente a su valor uno se podía comprar una casa en la mejor ciudad de Mainz. Eran muy pocos los que tenían accesos a los libros: reyes, príncipes, los altos burgueses y nadie más. Quien tuvo la oportunidad de ver una biblia de Gutemberg, relamente es un tesoro.
Creo que ni Gutenberg, ni sus dos socios, tuvieron idea de lo que llegaron a hacer. Los tipos en una tarde llegaban a hacer el equivalente a dos casas en Europa. Accidentalmente son descubiertos, porque era imposible distinguir un manuscrito original de una copia, la sociedad cae y se somete a juicio a Gutenberg.
En ese momento el poder se encuentra en una disyuntiva. Se dan cuenta que eso es mucho más que una máquina para falsificar manuscritos. Ahí estaba el futuro, era una visagra para la humanidad. Entonces, se encuentran frente a dos panoramas posibles. Uno: es un panorama auspicioso porque con esto se va a propagar la lectura de los libros sagrados, de la biblia. Pero biblia había una sola y libros sagrados había muy pocos. El resto de los libros estaban prohibidos. Había particularmente un libro, El libro de los placeres prohibidos, que era el que más aterraba a la Iglesia. No sabía siquiera si existía, pero en apariencia contenía todos los secretos de los placeres.
-La novela tiene varios anclajes con la historia.
-La novela se hace varias preguntas mientras va contando este thriller. En principio en qué momento la sexualidad dejó de ser algo sagrado, como lo era en el pasado, para pasar a ser algo pecaminoso y punible. El libro propone unas respuestas a esa pregunta, se puede fechar históricamente sin demasiadas dificultades.
Además, también está la pregunta por la naturaleza de un libro. ¿Qué es un libro? Pareciera que siempre estamos inaugurando discusiones. Todo el mundo cree que esta discusión del nacimiento del libro digital es la muerte del libro de papel es una discusión nueva. Esta discusión ya tuvo lugar en 1445. Se decía que iba a morir el libro, porque el libro era otra cosa, era manuscrito, no podía ser impreso. Esto de que cualquiera tuviese acceso a los libros y a una virtual biblioteca era temible. Hasta tal punto que la Iglesia sostenía que si la gente leía mucho iba a enloquecer. Sobre esta ironía trabaja Cervantes: eso es el Quijote.
Otra discusión es la cuestión del libro pirata. Siempre me preguntan qué opino. Yo digo que los autores estamos siempre en problemas. Si te piratean estás en un problema. Si no te piratean estás en un problema mayor. Yo cada vez que veo mis libros en los puestos truchos de Buenos Aires digo "Bien, la cosa funciona". Es la segunda industria legal más importante del mundo. Esa gigantesca industria está fundada en ese invento de Gutenberg que era falsificar libros. Y con el libro digital pasa lo mismo.
-¿Todo esto lo tenía en mente antes de arrancar el libro?
-No, surgió mientras iba escribiendo. Yo no sabía quién era Gutenberg.
-¿No conocías su historia antes de arrancar a escribir?
-Yo concebí esta historia hace ya algunos años. Las primeras anotaciones son de 2004. Cuando se me ocurre una idea hago un resumen de una página. Y no difiere mucho. La única diferencia es el protagonismo de Gutenberg. El protagonista originalmente iba a ser uno de los primeros imprenteros. Pero cuando veo la historia Gutenberg cambió todo. Lo increíble es que nunca se haya hecho conocido esto. El primer biógrafo de Gutenberg es un francés, Martin. Cuando la leés te das cuenta que el tipo hizo esfuerzos denodados para disimular el hecho de que era un estafador. Todos los documentos que él cita son juicios.
-¿Los pudiste encontrar?
-Viajé a Alemania para ver si están esos archivos que cita. Por suerte sobrevivieron a todas las guerras de 1445 hasta ahora y pude dar con esos archivos. Gutenberg es un héroe nacional. En Mainz todo el mundo sabe que fue un estafador, pero hay un pacto tácito para que no se sepa. Cuando el libro se presentó en la feria de Frankfurt mi agente tuvo varias conversaciones con editores alemanes que dijeron: "Para nosotros va a ser difícil".
Los que se interesaron mucho por la novela fueron los editores de Holanda, porque menciono a Lauren Coster, que es se atribuye la invención. Los tipos estaban orgullosos de que alguien lo reconociera. La gran modificación que sufrió la novela desde que la concebí fue Gutenberg.
-Afirma que este es un libro típicamente tuyo. ¿Por qué habías cambiado?
-Es un libro que está en línea con El anatomista, El secreto de los flamencos y La ciudad de los herejes. El conquistador es una novela histórica, pero está un poco en esa línea. Después anduve por otros lados, hice novelas más argentinas, Errante en la sombra, vinculada al tango. Tras eso estuve cuatro años investigando la historia sexual de los argentinos.
Además hay un cambio de contrato tácito con el lector. Cuando escribís historia tenés que convencer al lector que lo que ponés está basado en documentos y no inventás. Ahora vuelvo a la ficción y el lector dice: "Ahora sí, el tipo puede dar rienda suelta a la imaginación y poner lo que quiere". Pero tampoco. Porque estás hablando de un tipo que exisitió, no podés decir cualquier cosa. En toda la parte biográfica de Gutenberg intenté ser lo más riguroso posible.
-Muchas de sus novelas tienen puntos de contacto: están ambientadas en épocas pasadas, se habla de sexo y religión. ¿Pensó alguna vez en que esa repetición podía ser perjudicial?
-Eso es posible para quien no lee el libro. Ahora, quien se sumerge a la lectura se da cuenta de que no, porque son trabajos con mucha investigación. Y también a esta altura uno se preocupa menos de las críticas. Un poco contra mi voluntad accedí a tener facebook y esas cosas. Sin que me diera cuenta, entre la página oficial y la fanpage, tengo más de 20 mil personas. A ninguna de ellas se le ocurre deslizar un comentario malicioso. Muchas veces los círculos literarios te quieren hacer creer que la literatura y los lectores son una cosa, pero son otra completamente diferente. Yo tengo una relación muy amable con los lectores y también con los autores. Se tiende a creer que soy una especie de outsider de la literatura y no es así. Yo me siento parte de esta generación de escritores.
-¿Está trabajando en algún nuevo proyecto?
-Sí, estoy trabajando en dos proyectos de novela. Una es autobiográfica y es muy poco Andahazi. Mis novelas se caracterizan por ser muy poco autobiográficas. Narra la historia de un noble húngaro que durante la guerra se ve forzado a vivir una vida que nunca pensó que le iba a tocar. Se inicia en Budapest y termina en Buenos Aires. Trata sobre cómo los efectos de la guerra no dejan nunca de tener eco en la vida. El otro proyecto es una novela que transcurre hacia 1880 en China. Es un diplomático que se queda varado allí y son las aventuras de él y su hija.
-¿Tiene plazos?
-Nunca hago contratos por anticipado. Los escritores tenemos que trabajar como si nunca fuéramos a publicar. Cuando escribí El anatomista era un autor inédito, sin ningún tipo de presión, porque los autores inéditos no tenemos presión. Entonces, escribís con impunidad, ponés lo que se te canta porque creés que eso no lo va a leer nadie. Y yo necesito preservar esa sensación subjetiva por eso jamás firmaría un contrato.
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