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Editor: Neville Blanc

Tuesday, February 12, 2013

Tierra del Fuego La desaparición de una cultura

Ruego publicar: "El choque entre yaganes y europeos". El Mercurio (Artes y Letras). 27.01.13.


Estimado señor Blanc:

Ruego considerar publicación de este importante artículo en el blog de la Sociedad.
Cordialmente.
Jorge Mery
* * *
TRANSCRIPCIÓN.
EL MERCURIO. EDICIÓN 27.01.13. PÁGS. E-8 Y E-9 (ARTES Y LETRAS).
Versión digital:


Tierra del Fuego La desaparición de una cultura
El choque entre yaganes y europeos


Pehuén y Liberalia publican "Yaganes del cabo de Hornos", el libro en el que la antropóloga franco-estadounidense Anne Chapman, fallecida en 2010, escribe la historia de los yámanas, y otras etnias de Tierra del Fuego, a través de su encuentro con esas extrañas personas venidas del norte.

Juan Ignacio Rodríguez Medina
 
"En 1901, el misionero Peter Pringle escribió: «Los últimos yaganes se están extinguiendo. Los alakalufes casi han desaparecido. Los onas [...] muchos han sido acribillados por los criadores de ovejas». El círculo se estaba cerrando, y caía el telón. Pringle se convenció de que el trabajo en la misión de Tekenika ya casi había terminado, por la muerte de tantas criaturas, los pocos niños que sobrevivían, la escasez de comida y los aún más escasos trabajos para los adultos".
La cita está tomada del libro "Yaganes del cabo de Hornos. Encuentros con los europeos antes y después de Darwin", de la antropóloga Anne Chapman, fallecida en 2010, y autora de "Los selk'nam. La vida de los onas" y "Darwin en Tierra del Fuego", entre otros libros, además de codirectora de dos documentales sobre los selk'nam y los yaganes. 323 años después de la llegada del primer europeo a bahía Desolada, en Tierra del Fuego -Francis Drake, en 1578-, los lugareños, que llevaban ahí seis mil años, ya casi no existían.
El libro, publicado en inglés en 2010, y que incluye fotografías y dibujos, es una suerte de testimonio de la etnóloga. Pero un testimonio que, sin embargo, no es ni antropología ni etnohistoria, sino que "historia a secas", según dijo Chapman a este mismo suplemento en mayo de 2008, cuando preparaba el libro. ¿Por qué?, porque incluye a los europeos: es una reconstrucción de la historia de los yaganes, desde sus primerísimos contactos con extranjeros hasta el presente (ver cronología). "Esta narración -escribe Chapman- comienza en 1578, con Francis Drake, y continúa hasta el siglo XX con otros personajes extranjeros [exploradores, científicos, misioneros, balleneros, loberos, empleados de los gobiernos de Chile y Argentina, historiadores, periodistas y antropólogos] y con los pueblos autóctonos, en especial los yámanas o yaganes. Me propongo viajar con el lector en el transcurso de estos cuatro siglos, por un paisaje desolado, si bien a menudo, inspirador: Tierra del Fuego, las islas del estrecho de Magallanes y hasta el Cabo de Hornos".
 
De Honduras a Chile

Tras cinco décadas de trabajo, la relación de Anne Chapman con Chile se coronó en 2005, cuando recibió la Orden al Mérito Docente y Cultural "Gabriela Mistral". Nacida en 1922, en Los Angeles, Estados Unidos, Chapman estudió antropología en la Escuela Nacional de Antropología (Ciudad de México), en la Universidad de Columbia (Nueva York) y en la Sorbona (París). Cuando estaba en Francia, en los sesenta, trabajando junto a Claude Levi-Strauss en el Centre National de la Recherche Scientifique, las circunstancias la orientaron hacia el sur del mundo. Hasta entonces se había dedicado al estudio de las culturas indígenas mesoamericanas, en particular Honduras, pero la arqueóloga Annette Laming-Emperaire la invitó a formar parte de su equipo -la Mision Archeologique Française aus Chili Austral- y le habló de Lola Kiepja, la última selk'nam (u ona) que vivió como tal y la única chamán con vida.
En 1964 empezó su trabajo con Lola Kiepja, y otros sobrevivientes (como Angela Loij), para reconstruir la historia y cultura de los onas. El mismo año tomó contacto con los yámanas, pero recién en 1985, cuando sus principales informantes selk'nam comenzaron a morir, se volcó al estudio de los yaganes. El material acumulado, mucho de él inédito, junto a otras fuentes (como los diarios de los distintos viajeros) construyen las casi ochocientas páginas de "Yaganes del Cabo de Hornos". "Mi intención -escribe- es llenar un vacío, situar a los yaganes y a los demás fueguinos en la historia universal, como actores significativos durante los pasados cuatro siglos, traerlos, desde el borde externo de las experiencias humanas, de esa categoría separada de salvajes, primitivos, supervivientes marginales o curiosidades exóticas, al redil de la historia escrita. Este libro abre otra puerta al pasado cuando, en una sola narración, une las experiencias de autóctonos y extranjeros".
Detrás de ese objetivo hay una convicción, un juicio de la antropóloga: que los yaganes están entre "los pueblos más profanados del mundo". Chapman recuerda que Darwin se refirió a ellos como "desdichados miserables, atrofiados", "salvajes miserables y degradados", "las criaturas más abyectas y miserables que yo haya visto en ninguna parte" (aunque también hubo otros, como James Weddell, W. Parker Snow y Lucas Bridges que reconocieron su filantropía, su fortaleza y la riqueza de su lengua, superior al castellano y al inglés).
La antropóloga franco-estadounidense toma parte por los fueguinos. Quiere ponerlos de igual a igual con los extranjeros que se encontraron con ellos, sin distinguir modernidades y premodernidades, civilidades y barbaridades. Para Chapman, los extranjeros, los extraños, eran los europeos, y sostiene que los yaganes deben haber estado igual de atónitos que aquellos al conocerse. Por eso el libro va contra el lugar común que hiperboliza la adaptación de estos indígenas al extremo sur del mundo, como si sus días se hubiesen ido en sobrevivir y luchar contra las inclemencias: "Sin embargo, no sólo se adaptaron y sobrevivieron (por unos 6.000 años); a menudo disfrutaron de la vida. Tenían un temperamento alegre, hasta que sus vidas se vieron trastocadas por los afuerinos", escribe.

Civilizar y cristianizar

Chapman marca el siglo XIX como el momento en que comienza la decadencia de los yaganes. Si bien el primer contacto fue en el siglo XVI, con Drake, recién entonces comienza la ocupación de sus tierras y mares; la caza de ballenas y focas; la llegada de los misioneros; la propagación de enfermedades como la tuberculosis; el secuestro de indígenas (alakalufes y selk'nam) para ser exhibidos como atracciones circenses en Europa; el otorgamiento de estancias a colonos por parte de los gobiernos de Chile y Argentina. De hecho, al capítulo que narra el comienzo de las misiones, Chapman le pone un título que ahorra palabras: "Los yámanas todavía están alegres". Y dejaron de estarlo porque la llegada de los anglicanos, en 1848 (aunque recién en 1869 levantaron la primera misión), significará su debacle definitiva gracias a lo que la autora llama la estrategia "doble C", o sea, "civilizar y cristianizar", pues según los misioneros había que hacer lo primero, cambiar sus estructuras sociales, para lograr lo segundo.
Gracias a esa intervención, los yámanas se volvieron dependientes de ellos. Perdieron, por ejemplo, su habilidad para fabricar canoas, lo que les impidió enfrentar los períodos de escasez de alimentos (tampoco había ya, en abundancia, ni ballenas ni focas, debido a los cazadores) y no bastaron los huertos, ni el ganado ni las donaciones de alimentos. En 1882, trece "años después de ese mes de enero de 1869, cuando Stirling se estableció allí [en Ushuaia] por seis meses, los misioneros no habían podido convertir la zona cercana en una empresa productiva ni tener a los yaganes como socios ni emplearlos como trabajadores", escribe Anne Chapman.
El hambre ayudó a la propagación de epidemias que llegaron con los europeos. También contribuyeron las ropas que con buenas intenciones, o intenciones civilizadoras al menos, entregaban los colonos: no sólo porque esa ropa tal vez traía alguna enfermedad, sino porque se mojaba y permanecía húmeda, no así sus pieles engrasadas que los protegieron durante milenios (los misioneros culpaban a los nativos por las epidemias y la mortandad: las atribuían "a su pobreza, su descuido y su vicio"). "Hacia 1900 -se lee-, se los había integrado al redil del cristianismo y la civilización. La «estrategia doble C» se había agotado. La cultura yagana estaba hecha añicos, aunque algunos fragmentos eran fomentados por aquellos que de algún modo lograron sobrevivir".
La posición de Chapman se alimenta de su cuestionamiento a la noción de progreso que explica, por ejemplo, las opiniones de Darwin o el afán de "civilizar" a los yaganes. Una ideología que Hegel, en su "Filosofía de la historia", resume sin enigmas: "una gran figura debe aplastar unas cuantas flores inocentes y demoler alguna cosa en su camino". "Lo particular es, casi siempre, demasiado pequeño frente a lo universal; es así como los individuos quedan sacrificados y abandonados". Es lo que pasó con los fueguinos -yaganes, selk'nam, alakalufes, haush, tehuelches-, la humanidad los sacrificó en aras del progreso. Y en su libro, Chapman los recuerda y se pregunta, "¿por qué tiene una vida tan larga este paradigma de la humanidad que «evoluciona», de los primitivos simples a las grandes civilizaciones de la Antigüedad y culmina en nuestras sociedades industriales?"

Cronología del encuentro
 
1578
El británico Francis Drake llega a bahía Desolada, es el primer contacto entre europeos y yaganes.
1788
Comienza la caza de ballenas y focas que liquidará una de las principales fuentes de alimentos de los yaganes.
1826-1830
Primer viaje del Beagle. Fitz-Roy explora la isla Navarino, el corazón del territorio yagán. Conoce a Orundélico, Jemmy Button, a quien lleva junto a otros fueguinos a Inglaterra.
1831-1834
Segundo viaje del Beagle a Tierra del Fuego, con Darwin a bordo.
1848
Llega el primer misionero, el anglicano Allen F. Gardiner. Se encuentra con los yaganes en la caleta Lennox.
1851
Tras asesinar a dos yaganes, Gardiner y sus hombres son atacados y huyen de caleta Banner. Mueren de hambre, escorbuto y reumatismo en Bahía Aguirre (Puerto de los Españoles).
1854-1855
Segunda misión anglicana, a cargo de William Parker Snow. Se establecen en la isla Keppel (archipiélago de las Malvinas). Recién en 1858 llegará el primer grupo de yaganes: Jemmy Button y su familia.
1859
Los anglicanos intentan establecerse en Wulaia (isla Navarino), pero son asesinados por un grupo de fueguinos.
1863-1864
En Wulaia, Packsaddle y otras zonas se registra la primera epidemia que atacará a los yaganes. Murieron quinientos de una población de tres mil, entre ellos Jemmy Button. No se identifica la enfermedad.
1869
Los misioneros, encabezados ahora por Waite Stirling, logran establecer una misión en territorio yagán, en Ushuaia.
1880
Comienza el genocidio contra los selk'nam: la fiebre del oro y la entrega de estancias por parte del gobierno chileno, convertirán a los onas en víctimas de una cacería.
1881 hasta fines del s. XIX
Una serie de epidemias ataca a los yámanas (tuberculosis, viruela, fiebre tifoidea, tos convulsiva, entre otras). Ushuaia es conocida entre los yaganes como welapatux-waia , la bahía de la enorme mortandad.
1882
Once alakalufes son secuestrados para ser expuestos en Europa como fenómenos. Sólo cuatro regresan vivos.
1884
Llegan los argentinos a Ushuaia y fundan oficialmente la ciudad. Epidemia de sarampión.
1888
Un nuevo secuestro, esta vez de once selk'nam para ser exhibidos en Europa como "caníbales salvajes".
1900
Llegado el siglo XX, dice Chapman, la cultura yagana ya había desaparecido.
1912
Llega el sacerdote y etnólogo austriaco Martin Gusinde, quien hará cuatro viajes a la región hasta 1924.
1995
Unas setenta y cuatro personas se consideraban yaganas. Los "yaganes actuales -escribe Chapman- son chilenos a carta cabal y su ascendencia indígena realza su identidad".



El testamento de Anne Chapman
 
"Un logro excepcional", así califica Berta Concha, directora de Liberalia Ediciones, la edición del libro de Chapman en Chile. "La convencimos tras varios viajes y largas charlas en Santiago y en Buenos Aires, para demostrarle -con pruebas al canto- que la traducción y el cuidado de estilo y edición serían impecables y podría 'hacerlos suyos', como exigía". Una empresa "ardua y larga", dice, no sólo por la complejidad de las referencias geográficas e históricas, además de los términos náuticos y técnicos, sino también por "las maravillosas 'veleidades' de lenguaje y asociaciones científicas, a veces subjetivas e incluso lúdicas o humorísticas de Anne, aplicadas como metodología de reconstrucción del pasado".
El resultado de ese trabajo es una versión que no es, exactamente, una traducción de la edición inglesa de Cambridge. Explica Berta Concha: "Anne estaba descontenta con la edición de Cambridge, porque allí le hicieron una corrección de estilo que, según ella, tergiversaba una intención y su tono metodológico y emocional comprometido en esta obra, que resultó ser su verdadero 'testamento' . De hecho, los ingleses -o mejor dicho, la editora que tomó la tarea en Cambridge- le corrigieron lo que consideraron un inglés originalmente estadounidense pero 'contaminado' con su formación en México y en Francia, y con sus alcances humorísticos para indicar la continuidad del aliento humano que impregna toda historia o la historia. Pehuén y Liberalia tomamos el texto inglés original de Anne, que ella nos entregó, y lo cotejamos con el texto de Cambridge para, desde ese encuentro o desencuentro, 'interpretar' a Anne en castellano".
Y lo lograron: "Anne se mostró muy contenta con la traducción que alcanzamos a mostrarle en nuestro último encuentro en Buenos Aires, pocas semanas antes de su imprevista muerte en Francia".

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