En Estados Unidos, se conocen como libros artísticos
El libro como objeto mutante
Max Schumann, gurú de la autoedición, rastrea obras singulares españolas
Ana Marcos Madrid
El Pais Cultura 28 ABR 2013 - 01:23 CET
Existe un tipo de libro anfibio, entre el catálogo y el fanzine. Una especie que solo se reproduce en papel, aunque el método para perpetuarse requiera de los poderes virales de Internet. En Estados Unidos, se conocen como libros artísticos. En España, se vinculan directamente con la etiqueta de mutantes. El nombre con el que hace cuatro años un colectivo empezó a distribuir estos objetos autoeditados en espacios alternativos a las librerías, el hábitat natural de los ejemplares del Día del Libro, hasta que hace dos se consolidaron en una feria. “Entendemos la publicación impresa como un medio experimental”, explica Carlos Primo, uno de los organizadores de Libros Mutantes, la cita que se clausura hoy en La Casa Encendida de Madrid. “Se trata de libros que en sí mismos son objetos de arte, piezas únicas”, apostilla Silvia Bianci, comisaria del encuentro.
Con más de 40 publicaciones de todo el mundo, actividades alternativas —siempre artesanales: talleres para llevarse a casa en una tarde tu propia publicación, aprender a hacer tarjetas de tricotosa o joyas con el diseñador Andrés Gallardo—, en esta edición la estrella es Max Schumann. Director del colectivo estadounidense Printed Matter, esta suerte de gurú de la autoedición aterriza en la capital en busca de unos pocos elegidos para llevarse a la New York Art Book Fair, la hermana mayor de Libros Mutantes. “En la última edición contamos con unos 250 expositores y 20.000 visitantes”, explica al otro lado del teléfono. “Aún no he hecho mi selección, pero puedo decir que, aunque no entienda el castellano, después de un paseo por la feria, he reconocido un carácter muy español, distinto al de mi país”.
En 1976, los antecesores de Schumann se organizaron en una asociación sin ánimo de lucro que reivindicó el libro como un vehículo artístico siguiendo la tradición de la poesía creativa, la escritura visual que retaba las formas tradicionales de la narración sobre la página. “En términos artísticos o de industria editorial, se podría decir que representamos un sector minoritario”, asegura el experto. “Sin embargo, la presencia en la denominada cultura popular es esencial para nuestra expansión, para darnos a conocer”.
Aunque el grueso de las publicaciones que Schumann trae en la maleta, reflejo de lo que durante este fin de semana se ha podido ver en Libros Mutantes, podía considerarse rara avis, la multiplicidad de editores, países y formatos que se reúnen en la cita se traduce en una horquilla de creatividad y precios desde los tres a los 40 euros. “Nuestro trabajo no consiste en promocionar piezas de arte caras, sino facilitar la distribución de libros artísticos en los canales que ofrece la economía real, no para el disfrute de las élites”.
Más de 30 años después, Printed Matter se sacude la nostalgia analógica y reivindica la perfecta convivencia con lo digital. “La nueva generación que descubre estos libros en papel son nativos digitales”, afirma. “Estas publicaciones se dan a conocer, se distribuyen y algunas se originan en la Red. Como sucede cada día con los nuevos movimientos sociales que se originan en las redes sociales y se consolidan en la ocupación del espacio público en busca del cambio”.
Con más de 40 publicaciones de todo el mundo, actividades alternativas —siempre artesanales: talleres para llevarse a casa en una tarde tu propia publicación, aprender a hacer tarjetas de tricotosa o joyas con el diseñador Andrés Gallardo—, en esta edición la estrella es Max Schumann. Director del colectivo estadounidense Printed Matter, esta suerte de gurú de la autoedición aterriza en la capital en busca de unos pocos elegidos para llevarse a la New York Art Book Fair, la hermana mayor de Libros Mutantes. “En la última edición contamos con unos 250 expositores y 20.000 visitantes”, explica al otro lado del teléfono. “Aún no he hecho mi selección, pero puedo decir que, aunque no entienda el castellano, después de un paseo por la feria, he reconocido un carácter muy español, distinto al de mi país”.
En 1976, los antecesores de Schumann se organizaron en una asociación sin ánimo de lucro que reivindicó el libro como un vehículo artístico siguiendo la tradición de la poesía creativa, la escritura visual que retaba las formas tradicionales de la narración sobre la página. “En términos artísticos o de industria editorial, se podría decir que representamos un sector minoritario”, asegura el experto. “Sin embargo, la presencia en la denominada cultura popular es esencial para nuestra expansión, para darnos a conocer”.
Aunque el grueso de las publicaciones que Schumann trae en la maleta, reflejo de lo que durante este fin de semana se ha podido ver en Libros Mutantes, podía considerarse rara avis, la multiplicidad de editores, países y formatos que se reúnen en la cita se traduce en una horquilla de creatividad y precios desde los tres a los 40 euros. “Nuestro trabajo no consiste en promocionar piezas de arte caras, sino facilitar la distribución de libros artísticos en los canales que ofrece la economía real, no para el disfrute de las élites”.
Más de 30 años después, Printed Matter se sacude la nostalgia analógica y reivindica la perfecta convivencia con lo digital. “La nueva generación que descubre estos libros en papel son nativos digitales”, afirma. “Estas publicaciones se dan a conocer, se distribuyen y algunas se originan en la Red. Como sucede cada día con los nuevos movimientos sociales que se originan en las redes sociales y se consolidan en la ocupación del espacio público en busca del cambio”.
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