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Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Saturday, July 06, 2013

LUIS R. ORO TAPIA: EL CONCEPTO DE REALISMO POLITICO

Estimado Neville, te escribo estás breves líneas para compartir una buena noticia. Por fin salió publicado mi libro El concepto de realismo político (Ril editores, Santiago, 2013, 164 páginas). En el archivo adjunto te envío un breve resumen del libro (índice, prólogo e introducción), por si fuere de vuestro interés.
 
Ojalá lo puedas poner en circulación entre quienes tienen interés por el tema. Sé que el tema es impopular, pero más de algún interesado habrá.
 
El libro se encuentra a la venta en la librería del Fondo de Cultura Económica (Paseo Bulnes 152, Santiago-Centro), en Metales Pesados, Takk y Ulises.
 
Cordialmente,
 
Luis R. Oro Tapia
 
 
 
 
EL CONCEPTO DE

REALISMO POLÍTICO


Luis R. Oro Tapia



c


e n t r o d e a n á l i s i s e

i


n v e s t i g a c i ó n p o l í t i c a

Luis R. Oro Tapia


El concepto de

realismo político


Prólogo de


Joaquín Abellán


320 Oro Tapia, Luis R.

O El concepto de realismo político / Luis R. Oro

Tapia. -- Santiago : RIL editores - Centro de

Análisis e Investigación Política (

CAIP), 2013.

162 p. ; 23 cm.

ISBN: 978-956-284-912-8


1

filosofía política. 2 ciencias políticas.

El concepto de realismo político

Primera edición: mayo de 2013

© Luis R. Oro Tapia, 2013

Registro de Propiedad Intelectual

Nº 226.935

© RIL® editores, 2013

Los Leones 2258

cp 7511055 Providencia

Santiago de Chile

Tel. Fax. (56-2) 22238100


ril@rileditores.com • www.rileditores.com


Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores


Impreso en Chile •

Printed in Chile

ISBN 978-956-284-912-8

Derechos reservados.


Índice

Prólogo, por Joaquín Abellán. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Capítulo Primero

En torno a la noción de realismo político

Consideración preliminar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Trayectoria de la noción de realismo político . . . . . . . . . . . . . . . 27

Análisis de la propuesta de Hans Morgenthau. . . . . . . . . . . . . . . 33

Algunas observaciones críticas al planteamiento de Morgenthau. 48

Estrategia para esbozar una caracterización del realismo político. 51

Capítulo Segundo

Visión de la naturaleza humana desde el realismo político

Thomas Hobbes y la etnografía: afinidades y discrepancias. . . . . 53

¿Es el hombre solo un animal racional?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

A modo de conclusión del capítulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

Capítulo Tercero

Sobre la persistencia del conflicto

Rasgos generales de la conflictividad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Dos definiciones de conflicto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

Conflictos polémicos y conflictos agonales . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

La conflictividad al interior del sujeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78

A modo de conclusión del capítulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

Capítulo Cuarto

Sobre el equilibrio de poder

Noción general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

Consideración preliminar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

Funciones del equilibrio de poder. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

Requisitos para su buen funcionamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

Equilibrio de poder y alianzas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

Evaluación del equilibrio de poder. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

A modo de conclusión del capítulo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

Capítulo Quinto

Sobre la autonomía de la política

Consideración preliminar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

La primera embestida contra el monismo: la teoría de la

razón de Estado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

La contraofensiva del monismo: ética y política en Immanuel Kant. . . . 115

Una tesis exasperante: la autonomía de la política. . . . . . . . . . . 120

A modo de conclusión del capítulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124

Conclusiones

¿Cómo se relacionan los elementos que conforman la

noción de realismo político?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Realismo versus idealismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

A modo de conclusión de ambos apartados. . . . . . . . . . . . . . . . 141

Conclusión del libro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

Apéndice

El casillero vacío de los teóricos del realismo político: la noción de

realidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

Addenda. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161


Todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Los últimos

sienten que las clases, los órdenes y los géneros son realidades;

los primeros, que son generalizaciones; para estos, el lenguaje no es

otra cosa que un aproximativo juego de símbolos; para aquellos es

el mapa del universo. El platónico sabe que el universo es de algún

modo un cosmos, un orden; ese orden, para el aristotélico, puede ser

un error o una ficción de nuestro conocimiento parcial


.

Jorge Luis Borges


Los hechos no penetran en el mundo donde viven nuestras

creencias, y como no les dieron vida no las pueden matar; pueden

estar desmintiéndolas constantemente sin debilitarlas, y una avalancha

de desgracias o enfermedades que una tras otra padece una familia

no le hace dudar de la fe en Dios ni en la pericia de su médico.



Marcel Proust




11


Prólogo


En esta obra que el lector tiene ante sus ojos, el Dr. Oro Tapia

construye el concepto de «realismo político» partiendo de la

búsqueda de los elementos comunes presentes en varios autores

de la tradición occidental, que él conoce especialmente y a los

que ha dedicado ya algunas publicaciones (Tucídides, Maquiavelo,

Carl Schmitt). Por eso, es el resultado de una larga y serena

discusión con los clásicos del pensamiento, en la que el autor

no sólo expone el núcleo de su pensamiento sino que lo analiza

críticamente y lo complementa.

El desarrollo de la obra —desde la delimitación del objeto y

el propósito de su investigación, en sus primeras páginas, hasta

su aportación final sobre el concepto de «realidad»— posee tal

claridad en su estructura y estilo de exposición que el lector no

precisa propiamente de ninguna indicación adicional para su

lectura. Por ello las palabras de este prologuista solo pueden dar

testimonio de que el autor cumple efectivamente lo que promete

en su introducción y que el lector puede dejarse llevar por el ritmo

del propio texto con la seguridad de no perderse en ningún

momento y con la convicción de que su lectura le va a deparar

un aprendizaje placentero.

En la construcción del concepto de «realismo político» el Dr.

Oro Tapia arranca del análisis de los dos primeros intelectuales


considerados fundadores del «realismo clásico»: Edward Hallett


Carr y Hans Morgenthau. Desde el final de los años treinta del

siglo xx, tanto los acontecimientos ocurridos en el mundo como

los análisis de ellos estaban desacreditando el «idealismo» que

había caracterizado las reflexiones sobre la política internacional


Luis R. Oro Tapia


12


desde el final de la Primera Guerra Mundial en su búsqueda de

un orden internacional pacífico. En 1939 E.H. Carr, un antiguo

diplomático británico, publicaba su obra más influyente:

The

Twenty Years Crisis


; y, unos años después, en 1948, el jurista y

politólogo Hans Morgenthau, un alemán de origen judío nacionalizado

estadounidense en 1943, publicaba su proyecto teórico,

crítico con el «idealismo», al que denominó «realismo»:

Politics

Among Nations.


Es especialmente la obra de Hans Morgenthau

la que le sirve al Dr. Oro Tapia como punto de partida para su

propósito. Analiza con especial fluidez y soltura los seis principios

del «realismo clásico» que Hans Morgenthau expuso en la

segunda edición de su libro (1954): la existencia de leyes sociales

objetivas basadas en la naturaleza del hombre, el establecimiento

del poder y el interés como principios de lo político, la necesidad

de entender el interés nacional en sus circunstancias reales,

los límites de una moral universal en su aplicación al complejo

mundo de la política internacional, la diferencia entre la moral

nacional y la moral universal —con la consecuencia de que la

mayor injusticia política se produce cuando las naciones declaran

su concepto de moral como universal y la consiguiente necesidad,

por tanto, de evitar el fanatismo y el radicalismo— y, finalmente,

la autonomía de la política, a la que nuestro autor le dedica una

atención especial.

Pero como el objetivo del Dr. Oro Tapia es construir el concepto

de realismo político, no se queda en la exposición de este

clásico de la política internacional, sino que —mostrando las

insuficiencias de Hans Morgenthau— avanza hacia la búsqueda

y establecimiento de los indicadores o elementos de lo que se

conceptualiza como «realismo político». Y en esa búsqueda encuentra

cuatro elementos o ingredientes, cuyo análisis se convierte

evidentemente en el núcleo del libro. Se trata de los siguientes:

una concepción pesimista y trágica de la naturaleza humana,

la constatación del conflicto como inherente a los sujetos individuales

y colectivos, la necesidad del equilibrio de poder para

llegar a un orden de paz, y la afirmación de la autonomía de la

política como una esfera diferenciada con su propia lógica y con

las consiguientes tensiones entre la política y la moral.

Cada uno de estos cuatro elementos es tratado con maestría

por el autor en una especie de exposición en espiral, donde el


El concepto de realismo político


13


anillo siguiente muestra su conexión con el anterior a la vez que

se abre al nuevo nivel. A cada uno de estos cuatro elementos le

dedica el autor un capítulo. En el dedicado al carácter trágico de

la naturaleza humana, las cualidades de glosador y fenomenólogo

del Dr. Oro Tapia se muestran especialmente en su descripción

de la aportación de Thomas Hobbes así como en su análisis y

tipología de las pasiones. En el capítulo sobre el conflicto como

algo inherente a los sujetos explora la conflictividad «desde el

contorno al dintorno de la idea» de conflicto, y haciendo una

precisa distinción entre conflictos polémicos y agonales (Julien

Freund) arriba finalmente al conflicto de los valores en la conciencia

del sujeto individual, donde el autor muestra la frontal

contraposición existente entre el realismo y el racionalismo, ya

que este último expulsa de su consideración el conflicto entre los

valores. En su análisis del tercer elemento del realismo político

—el equilibrio de poder— encuentra el lector una fundamentada

advertencia sobre el peligro de las ideologías, que por considerar

el equilibrio como un obstáculo para sus obsesiones monistas

—sean estas las de un orden perfecto y justo o las de una fraternidad

universal— lo niegan y lo rompen. Y, por último, en la

afirmación de la autonomía de la política, el Dr. Oro Tapia muestra

su necesidad partiendo precisamente de la realidad factual

de las sociedades complejas: la política se ha diferenciado como

una esfera con su propia dinámica, con sus propias prácticas,

algunas de las cuales, precisamente por no darse en un mundo

no perfecto, requieren ser aceptadas para salvar finalmente el

orden sociopolítico. Sus lecturas de Maquiavelo, de Max Weber

e Isaiah Berlin, y de los clásicos españoles del siglo xvii, le permiten

hacer un concentrado repaso de la cuestión de la «razón de

Estado» y de las tensiones entre la política y la moral que se

generaron con el reconocimiento maquiaveliano de que «del

bien puede salir el mal, y del mal puede salir el bien». Su explicación

sobre la autonomía de la política frente al monismo

moral kantiano —la política debe estar siempre subordinada

a la Moral— y frente a cualquier discurso normativo monista

le lleva a concluir que «la autonomía de la política, aunque

sea negada por el discurso normativo monista, es una práctica

que en ciertas circunstancias puede, paradójicamente, salvar el

orden sociopolítico, y por consiguiente la moral y el derecho,


Luis R. Oro Tapia


14


a través de aquellos medios que el discurso monista considera

inmorales e ilegales».

Construido con estos cuatro ingredientes, el concepto de

«realismo político» es para nuestro autor «un enfoque, simultáneamente,

analítico y preceptivo que parte de una concepción

trágica de la naturaleza humana; por consiguiente, sostiene que la

conflictividad es inherente a los sujetos (individuales y colectivos)

y que la mejor manera de atenuar el antagonismo, y así evitar la

guerra, es el equilibrio de poder; sin embargo, la búsqueda de la

seguridad induce a los sujetos a vindicar la autonomía de la política

y, en consecuencia, a justificar las eventuales transgresiones

al orden normativo, siempre y cuando ellas tengan por propósito

preservar o instaurar la paz». Pero el libro no termina aquí. El

Dr. Oro Tapia cumple con su promesa inicial de aportar algo

más, algo cuya ausencia había detectado en los exponentes del

«realismo clásico». Se trata del propio concepto de «realidad»,

que como tal no había sido abordado expresamente —sino más

bien presupuesto— por los teóricos que él ha ido mencionando

y trabajando a lo largo del libro. Y al abordar qué sea la «realidad

» encuentra en el filósofo Xavier Zubiri una caracterización

de ella que encaja con los ingredientes con los que ha construido

su concepto de realismo político. El concepto de Zubiri de realidad

como aquello que «tiene cierto

ergón y que en virtud de él

incide sobre algo» le resulta adecuado para definir la realidad

a que se refiere el «realismo político». Entendiendo la realidad

de esta manera, está constituida por el hombre y por aquellas

otras realidades que son un precipitado de sus propias acciones

y que, a su vez, inciden sobre el comportamiento individual y

colectivo del hombre. Estas realidades producidas por el

ergón

del hombre y que le afectan a sí mismo son, continúa el autor,

el conflicto, la autonomía de la política y el equilibrio de poder.

De esta manera, el concepto de «realidad» en el concepto de

«realismo político» queda referido solo al mundo de las acciones

del hombre y a la incidencia de estas sobre él mismo, con lo que

está presente una concepción posibilista, y no determinista, de la

realidad. El concepto de realidad propuesto por el Dr. Oro Tapia

resulta totalmente coherente con la construcción de su concepto

de «realismo político», pues los cuatro ingredientes de éste tienen

que ver directamente con la observación de la realidad humana,


El concepto de realismo político


15


con sus imperfecciones y paradojas, con la constatación de la

necesidad de un comportamiento prudencial y de equilibrio;

datos todos estos de la experiencia que aconsejan la huida de

cualquier construcción conceptual monista que, dotada de una

coherencia interna perfecta entre sus componentes, niega, sin

embargo, nuestra experiencia individual y colectiva.

En este libro el Dr. Oro Tapia hace un transparente ejercicio

de honestidad intelectual al mostrar en toda su desnudez y sencillez

cómo dialoga con los autores clásicos y contemporáneos,

cómo los analiza y los critica, cómo los matiza y desarrolla sus

definiciones y tipologías, y cómo llena las carencias que él observa.

El lector encuentra en cada momento lo que necesita para

entender el paso venidero, a la vez que puede constatar cómo el

que sigue completa al anterior y, en todo momento, cómo el autor

va dando cumplimiento a lo anunciado en sus primeras páginas.


Joaquín Abellán



Catedrático de Ciencia Política

Universidad Complutense de Madrid




17


I

ntroducción

El propósito de este libro no es reconstruir filológicamente la

onomasiología ni la semasiología de la expresión

realismo político.

Por tal motivo, no se inscribe en la denominada historia de

los conceptos

1 ni en la de los léxicos políticos2, aunque en más

de alguna ocasión me serviré tangencialmente de tales estrategias

de estudio. Mi propósito es, por el contrario, construir un

concepto de realismo político.

La expresión

realismo político es una dicción simple, de uso

corriente, pero tras su simplicidad subyace una complejidad que

es pertinente explicitar. Dicho de otro modo, se trata de una

prenoción

que es preciso convertir en

noción, y esta hay que construirla

a partir de aquella

3. Por lo tanto, no se pretende elaborar

una noción

ex-nihilo, como a veces suele hacerse en las ciencias

duras. Por eso, parto de un supuesto a priori que consiste en aceptar

—sin más— la denominación de

realista que reciben ciertos

autores y, enseguida, descubrir qué elementos subyacen tras la

denominación tópica. Se trata, entonces, de rescatar y racionalizar

un giro lingüístico (realismo político) para formalizarlo hasta

convertirlo en una noción. Ello supone disipar el halo de vaguedad

que posee la expresión

realismo político y dotarla de indi-

1

Cf. Joaquín Abellán, «En torno al objeto de la historia de los conceptos

de Reinhart Koselleck». Ensayo incluido en el libro compilado por

Enrique Bocardo Crespo:

El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin

Skinner y seis comentarios


, Editorial Tecnos, Madrid, 2007, pp. 215-248.

2

Cf. Quentin Skinner, «La idea de un léxico cultural». Ensayo incluido en

el libro compilado por Enrique Bocardo Crespo,

ibidem, pp. 161- 182.

3

Cf. Bourdieu, Pierre et al., El oficio del sociólogo, Editorial Siglo XXI,

México, 1993.


Luis R. Oro Tapia


18


cadores (elementos) precisos a fin de que la expresión coloquial

devenga en una noción «científica». Solo así dejará de ser una

dicción

política y se transmutará en un concepto politológico.

La expresión

realismo político carece de nitidez desde que

fue acuñada, en 1853, por el profesor Ludwig von Rochau de la


Universidad de Frankfurt

4. Por eso, es un lugar común afirmar

que tal o cual autor es un

realista, pero sin fundamentar la aseveración.

Así, por ejemplo: Irving Louis Horowitz

5, Jean Touchard6,

Jean Jacques Chevallier

7 y Rafael del Águila8 —entre otros— tildan

a Maquiavelo de realista, pero no justifican su adjetivación.

Por cierto, no explicitan en

qué radica el realismo de Maquiavelo.

El motivo de ello se debe, en mi opinión, a que no está configurada

la noción de realismo político. Dicho en el lenguaje

metodológico de Max Weber

9, Giovanni Sartori10 y Robert

Merton

11: aún no está constituido el concepto con sus respectivos

indicadores


. Y expresado en un lenguaje con resonancias

metafísicas, habría que decir que aún no han sido identificados

los

elementos (o notas12) que constituyen la noción. En conse-

4

Cf. Edward Hallett Carr, La crisis de los veinte años, 1919-1939. Una

introducción al estudio de las relaciones internacionales


, Editorial Catarata,

Madrid, 2004, p. 155.


5

Irving Louis Horowitz, La idea de la guerra y paz en la filosofía contemporánea,

Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1960, p. 70.


6

Jean Touchard, Historia de las ideas políticas, Editorial Tecnos, Madrid,

1961, pp. 203 y 205.


7

Cf. Jean Jacques Chevallier, Los grandes textos políticos. Desde Maquiavelo

a nuestros días


, Editorial Aguilar, Madrid, 1965, p. 34.

8

Rafael del Águila, Historia de la teoría política, Alianza Editorial, Madrid,

1990, tomo V, pp. 84-85.


9

Cf. Max Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, Editorial Amorrortu,

Buenos Aires, 1993, pp. 67-83.


10

Cf. Giovanni Sartori, La política. Lógica y método de las ciencias sociales,

FCE

, México, 1984, pp. 283 y ss.

11

Cf. Robert Merton, Teoría y estructuras sociales, FCE, México, 2002, p.

192.


12

Uso el vocablo nota, en la acepción que Zubiri otorga a dicha palabra.

Las

notas, son tales para Zubiri, en la medida en que dan cuenta de algo,

es decir, en cuanto

notifican de algo. Por consiguiente, hacen patente ese

algo. Ese algo tiene realidad extramental, en cuanto está fuera de la mente

del sujeto cognoscente; por lo tanto, es algo que existe con independencia

de él, y en tal sentido es real. Cf. Xavier Zubiri,

Inteligencia y realidad,

Alianza Editorial, Madrid, 1984, pp. 201-207.


El concepto de realismo político


19


cuencia, no existe un rasero —es decir, un referente o parámetro

nítido— a partir del cual se dirima si corresponde o no calificar

a tal o cual autor de realista. Y si es imposible fundamentar dicho

adjetivo, es porque aún no se ha disipado la vaguedad de la

expresión en cuestión, no obstante su uso reiterado.

En definitiva, no es posible justificar la denominación de


realista,


porque aún no está constituida la noción de realismo

político


. Existe, por lo tanto, un vacío conceptual, motivo por

el cual la expresión

realismo político deviene, en estricto rigor,

en un mero

flatus vocis. Por consiguiente, urge dotar a dicha

dicción de una significación mínima y para ello es necesario

asignarle indicadores precisos a la referida expresión.

No obstante lo señalado, es pertinente consignar que se han

llevado a cabo varios intentos para colmar dicho vacío, pero

ellos no han sido del todo satisfactorios

13. Sin embargo, existen

dos excepciones. Pero son solo parciales. Por cierto, Edward


Hallett Carr y, posteriormente, Hans Morgenthau (dos íconos

de la denominada escuela realista) intentaron a mediados

del siglo xx dotar de una significación mínima a la dicción en

cuestión. Pero sus contribuciones no llenan el vacío conceptual,

aunque sus respectivas reflexiones apuntan —en mi opinión—

en la dirección correcta. En este contexto, merece una mención

especial el valioso trabajo de Pier Paolo Portinaro; pese a que él

no apunta a la construcción del concepto, sino que más bien a

abordar desde una perspectiva histórica la semasiología y politicidad

de la expresión en cuestión

14.

Por tal motivo, esta investigación partirá haciéndose cargo

de la contribución de Morgenthau, y en menor medida de la

de Carr

15. ¿Por qué? Porque la de Morgenthau engloba a la de

13

Así por ejemplo los intentos llevados a cabo por Isaiah Berlin («El realismo

en política», ensayo incluido en el libro de Berlin

El poder de las

ideas


, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 2000), John Herz (Realismo político

e idealismo político


, Editorial Ágora, Buenos Aires, 1960) y John

Vásquez (

El poder de la política del poder, Ediciones Gernika, México,

1991).


14

Cf. Portinaro, Pier Paolo, El realismo político, Editorial Nueva Visión,

Buenos Aires, 2007.


15

Cf. Edward Hallett Carr, La crisis de los veinte años, Editorial Catarata,

Madrid, 2004, p. 110.


Luis R. Oro Tapia


20


Carr y también a otras de menor envergadura (debido a su carácter

tangencial) como, por ejemplo, la de Isaiah Berlin

16.

Por eso, en el primer capítulo se someterá a un análisis

—que será explicativo, filológico y crítico— al célebre escrito

de Hans Morgenthau titulado

Los seis principios del realismo

político


17. Ello implica realizar un esfuerzo para desentrañar su

estructura argumental y detectar sus falencias. Solo una vez que

hayan sido identificadas sus inconsistencias procederé a esbozar

mi propuesta. Ella —recordémoslo— tiene por propósito configurar

una noción mínima de realismo político.

La pregunta directriz que guiará esta investigación será,

entonces, la siguiente: ¿qué se entiende por realismo político?

Ella también puede formularse del siguiente modo: ¿cuáles son

los elementos que configuran la noción de realismo político?

El propósito de este libro es responder a tal pregunta. Ese es su

tema central, su centro de gravedad, el núcleo en torno al cual

girarán todos los argumentos y reflexiones que en él expondré.

En este contexto, resulta oportuno aclarar que esta investigación

no tiene por objetivo final determinar cuál es la esencia

de la

realpolitik. Ello hubiera implicado formularse una interrogante

no solo diferente, sino que además de un calado mucho

mayor, a saber: ¿qué es el realismo político? Pero ella no es

mi pregunta directriz. Esta investigación únicamente apunta a

identificar y fundamentar cada uno de los elementos que concurren

a configurar la noción de realismo político. Su objetivo no

es concluir en una definición

18. Pero cuando «algo» no se puede

16

Véase nota 13.

17

Cf. Hans Morgenthau, Política entre las naciones, Grupo Editor Latinoamericano,

Buenos Aires, 1986, pp. 12-26. Cf. Hans Morgenthau,

Escritos

sobre política internacional


, Editorial Tecnos, Madrid, 1990, pp. 43- 61.

18

Una definición es un sistema autorreferente de elementos que están interconectados

de manera lógica, que desde el punto de vista formal se

basta a sí mismo y desde el punto de vista «material» logra apresar las

características esenciales del

definiendum, es decir, del objeto definido.

Pero cuando el objeto de estudio no se puede definir (debido a la heterogeneidad

de sus componentes y a la complejidad de las interrelaciones

entre ellos) solo cabe identificar y caracterizar a los elementos que se

estiman más relevantes en la constitución del objeto. Incluso es factible

establecer algunas conexiones entre ellos, pero estas no son exhaustivas

ni concluyentes, como sí ocurre en una definición.


El concepto de realismo político


21


definir, debido a su complejidad, queda la posibilidad de caracterizar

ese «algo». Es decir, de identificar sus elementos o notas

constitutivas. Y ello es precisamente lo que haré en este libro.

Para intentar responder a la pregunta directriz, interpelaré

a la tradición. A ella le preguntaré qué tienen en común aquellos

autores que convencionalmente son calificados de realistas.

Interrogaré, concretamente, a tres autores emblemáticos de la

visión realista de la política. Ellos son Tucídides de Atenas, Nicolás

Maquiavelo y Carl Schmitt; un clásico, un moderno y un

contemporáneo, respectivamente

19.

De lo que se trata, entonces, es de identificar qué elementos

(o notas comunes) comparten dichos autores. Se trata, por

decirlo de alguna manera, de buscar los mínimos comunes denominadores

a todos ellos. Una vez que tenga identificados los

rasgos transversales que ellos comparten, procederé a configurar

por separado cada una de las características (elementos) que

logre identificar.

Tal estrategia metodológica implica dedicarle un capítulo a

cada una de las características transversales. Ello me permitirá

perfilar con la mayor nitidez posible cada una de las notas, hasta

convertirlas en conceptos. Es pertinente anticipar que los autores

mencionados comparten cuatro notas o rasgos comunes.

En primer lugar, todos ellos tienen una concepción pesimista

(o trágica) de la naturaleza humana; en segundo lugar, estiman

que el conflicto es inderogable; en tercer lugar, sostienen que la

mejor vía para acercarse a la paz (entendida como «no guerra»)

es el equilibrio de poder; y, en cuarto lugar, todos ellos abogan

por la autonomía de la política.

El libro consta de cinco capítulos. En el primero, esbozaré

(de manera compendiada) la trayectoria de la idea de realismo

político y después someteré a análisis la contribución de Hans


19

Elijo estos autores, porque junto con ser los más emblemáticos de la escuela

realista, son también lo que más he estudiado. Al respecto pueden

verse los trabajos que le he dedicado a cada uno de ellos. «El poder: adicción

y dependencia. Una nota sobre Tucídides» (en

Boletín Jurídico de

la Universidad Europea de Madrid


, Nº 7, 2004), Para leer El príncipe de

Maquiavelo


(en coautoría con Carlos Miranda, RIL Editores, Santiago,

2001) y «La crítica de Carl Schmitt al liberalismo» (en revista

Estudios

Públicos,


Nº 98, 2005).

Luis R. Oro Tapia


22


Morgenthau. En el segundo, configuraré la noción de naturaleza

humana desde la óptica de la

realpolitik. En el tercero, analizaré

la tesis de la persistencia de la conflictividad. En el cuarto, estudiaré

la noción de equilibrio de poder. En el quinto, pesquisaré

la génesis y trayectoria de la idea de la autonomía de la política.

Finalmente, en las conclusiones, precisaré las relaciones recíprocas

que existen entre los elementos que concurren a configurar

la noción de realismo político y estableceré un contrapunto entre

la

realpolitik y el idealismo político. Tal contraposición me

permitirá ordenar de modo sintético el diálogo soterrado que

existe entre ambas concepciones de la política.

La estrategia metodológica que utilizaré será la del análisis

conceptual

20 y dada la índole de esta investigación también

aplicaré simultáneamente el método iterativo

21. Este consiste en

cotejar los conceptos especulativos —y también las afirmaciones

normativas— con la evidencia proveniente del mundo empírico.

Ello implica hacer dialogar a las propuestas ideales con

las ciencias sociales, tal como lo sugieren Raphael

22, Berlin23 y

Bobbio

24. Por eso, para este último, «la teoría política sin historia

queda vacía y la historia sin teoría está ciega»

25. Para el

filósofo italiano, en consecuencia, «están fuera de lugar tanto

los teóricos sin historia como los historiadores sin teoría; en

tanto que los teóricos que escuchan la lección de la historia y los

historiadores que están conscientes de los problemas teóricos

que su investigación presupone, salen beneficiados del ayudarse

mutuamente»

26.

20

Cf. Ernst Tugendhat, «Reflexiones sobre el método de la filosofía desde

el punto de vista analítico», ensayo incluido en el libro de Tugendhat

Ser

verdad acción. Ensayos filosóficos


, Editorial Gedisa, Barcelona, 1998.

21

Cf. Robert Merton, Teoría y estructuras sociales, FCE, México, 2002, pp.

161 y ss.


22

Cf. D. D. Raphael, Problemas de filosofía política, Alianza Editorial, Madrid,

1996, pp. 21-36.


23

Cf. Isaiah Berlin, Conceptos y categorías, FCE, México, 1992, pp. 246 y

ss.


24

Cf. Norberto Bobbio, El filósofo y la política, FCE, México, 1996, pp.

60-71.


25

Norberto Bobbio, ibidem, p. 67.

26

Norberto Bobbio, ibidem, p. 67.

El concepto de realismo político


23


En definitiva, el tránsito fluido desde los conceptos a la realidad

factual y desde esta a aquellos, es lo que amerita calificar

a nuestra estrategia de investigación como una

reflexión conceptual

iterativa


.

Por último, estimo pertinente consignar que, en estricto rigor,

este trabajo no tiene hipótesis, porque las hipótesis establecen

relaciones entre variables y en esta investigación no se miden

(o sopesan) variables. Tampoco esta investigación tiene por finalidad

establecer cuál es la variable independiente y cuáles son

las dependientes. Este es un trabajo de análisis conceptual. No

obstante, si se entiende la expresión

hipótesis en sentido literal

y laxo, es decir, simplemente como aquello que está a la base de,

habría que decir que nuestra hipótesis es identificar qué elementos

subyacen tras la expresión

realismo político. Mis conjeturas

apuntan a despejar dicha incógnita. En consecuencia, en este libro

se analizará, para responder la pregunta directriz, cada uno

de los elementos que conforman la noción en cuestión.




Luis R. Oro Tapia



EL CONCEPTO DE REALISMO POLÍTICO



El profesor Oro Tapia construye el concepto de realismo político

a partir de aquellos elementos que son comunes a varios autores

de la tradición occidental, a los que estudiado y dedicado algunas

publicaciones (Tucídides, Maquiavelo, Carl Schmitt). Este ensayo es

resultado de una serena discusión con los clásicos del pensamiento,

los que su autor no solo expone sino que, además, analiza críticamente

y los complementa.

El desarrollo del libro —desde la delimitación del objeto y el

propósito de su investigación, en sus primeras páginas, hasta su

aportación final sobre el concepto de «realidad»— posee tal claridad

en su estructura y estilo de exposición que el lector no precisa de

ninguna indicación adicional para su lectura. Por ello las palabras

de este prologuista solo pueden dar testimonio de que el autor cumple

efectivamente lo que promete en su introducción y que el lector

puede dejarse llevar por el ritmo del propio texto con la seguridad

de no perderse en ningún momento, y con la convicción de que su

lectura le va a deparar un aprendizaje placentero.

El autor hace un transparente ejercicio de honestidad intelectual

al mostrar en toda su desnudez y sencillez cómo dialoga con los

autores clásicos y contemporáneos acerca del llamado


realismo político,

cómo los analiza y los critica, cómo los matiza y desarrolla sus

definiciones y tipologías, y cómo llena las carencias que él observa.

El lector encuentra en cada momento lo que necesita para entender

el paso venidero, a la vez que puede constatar cómo el que sigue

completa al anterior, y, en todo momento, cómo el autor va dando

cumplimiento a lo anunciado en sus primeras páginas.

Joaquín Abellán

Catedrático de Ciencia Política

Universidad Complutense de Madrid

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