LUIS R. ORO TAPIA: EL CONCEPTO DE REALISMO POLITICO
Estimado Neville, te escribo estás breves líneas para compartir una buena noticia. Por fin salió publicado mi libro El concepto de realismo político (Ril editores, Santiago, 2013, 164 páginas). En el archivo adjunto te envío un breve resumen del libro (índice, prólogo e introducción), por si fuere de vuestro interés.
Ojalá lo puedas poner en circulación entre quienes tienen interés por el tema. Sé que el tema es impopular, pero más de algún interesado habrá.
El libro se encuentra a la venta en la librería del Fondo de Cultura Económica (Paseo Bulnes 152, Santiago-Centro), en Metales Pesados, Takk y Ulises.
Cordialmente,
Luis R. Oro Tapia
EL CONCEPTO DE
REALISMO POLÍTICO
Luis R. Oro Tapia
c
e n t r o d e a n á l i s i s e
i
n v e s t i g a c i ó n p o l í t i c a
Luis R. Oro Tapia
El concepto de
realismo político
Prólogo de
Joaquín Abellán
320 Oro Tapia, Luis R.
O El concepto de realismo político / Luis R. Oro
Tapia. -- Santiago : RIL editores - Centro de
Análisis e Investigación Política (
CAIP), 2013.
162 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-284-912-8
1
filosofía política. 2 ciencias políticas.
El concepto de realismo político
Primera edición: mayo de 2013
© Luis R. Oro Tapia, 2013
Registro de Propiedad Intelectual
Nº 226.935
© RIL® editores, 2013
Los Leones 2258
cp 7511055 Providencia
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Impreso en Chile •
Printed in Chile
ISBN 978-956-284-912-8
Derechos reservados.
Índice
Prólogo, por Joaquín Abellán. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Capítulo Primero
En torno a la noción de realismo político
Consideración preliminar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Trayectoria de la noción de realismo político . . . . . . . . . . . . . . . 27
Análisis de la propuesta de Hans Morgenthau. . . . . . . . . . . . . . . 33
Algunas observaciones críticas al planteamiento de Morgenthau. 48
Estrategia para esbozar una caracterización del realismo político. 51
Capítulo Segundo
Visión de la naturaleza humana desde el realismo político
Thomas Hobbes y la etnografía: afinidades y discrepancias. . . . . 53
¿Es el hombre solo un animal racional?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
A modo de conclusión del capítulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Capítulo Tercero
Sobre la persistencia del conflicto
Rasgos generales de la conflictividad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Dos definiciones de conflicto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Conflictos polémicos y conflictos agonales . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
La conflictividad al interior del sujeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
A modo de conclusión del capítulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Capítulo Cuarto
Sobre el equilibrio de poder
Noción general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Consideración preliminar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Funciones del equilibrio de poder. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Requisitos para su buen funcionamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Equilibrio de poder y alianzas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Evaluación del equilibrio de poder. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
A modo de conclusión del capítulo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Capítulo Quinto
Sobre la autonomía de la política
Consideración preliminar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
La primera embestida contra el monismo: la teoría de la
razón de Estado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
La contraofensiva del monismo: ética y política en Immanuel Kant. . . . 115
Una tesis exasperante: la autonomía de la política. . . . . . . . . . . 120
A modo de conclusión del capítulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
Conclusiones
¿Cómo se relacionan los elementos que conforman la
noción de realismo político?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Realismo versus idealismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
A modo de conclusión de ambos apartados. . . . . . . . . . . . . . . . 141
Conclusión del libro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Apéndice
El casillero vacío de los teóricos del realismo político: la noción de
realidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
Addenda. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Los últimos
sienten que las clases, los órdenes y los géneros son realidades;
los primeros, que son generalizaciones; para estos, el lenguaje no es
otra cosa que un aproximativo juego de símbolos; para aquellos es
el mapa del universo. El platónico sabe que el universo es de algún
modo un cosmos, un orden; ese orden, para el aristotélico, puede ser
un error o una ficción de nuestro conocimiento parcial
.
Jorge Luis Borges
Los hechos no penetran en el mundo donde viven nuestras
creencias, y como no les dieron vida no las pueden matar; pueden
estar desmintiéndolas constantemente sin debilitarlas, y una avalancha
de desgracias o enfermedades que una tras otra padece una familia
no le hace dudar de la fe en Dios ni en la pericia de su médico.
Marcel Proust
11
Prólogo
En esta obra que el lector tiene ante sus ojos, el Dr. Oro Tapia
construye el concepto de «realismo político» partiendo de la
búsqueda de los elementos comunes presentes en varios autores
de la tradición occidental, que él conoce especialmente y a los
que ha dedicado ya algunas publicaciones (Tucídides, Maquiavelo,
Carl Schmitt). Por eso, es el resultado de una larga y serena
discusión con los clásicos del pensamiento, en la que el autor
no sólo expone el núcleo de su pensamiento sino que lo analiza
críticamente y lo complementa.
El desarrollo de la obra —desde la delimitación del objeto y
el propósito de su investigación, en sus primeras páginas, hasta
su aportación final sobre el concepto de «realidad»— posee tal
claridad en su estructura y estilo de exposición que el lector no
precisa propiamente de ninguna indicación adicional para su
lectura. Por ello las palabras de este prologuista solo pueden dar
testimonio de que el autor cumple efectivamente lo que promete
en su introducción y que el lector puede dejarse llevar por el ritmo
del propio texto con la seguridad de no perderse en ningún
momento y con la convicción de que su lectura le va a deparar
un aprendizaje placentero.
En la construcción del concepto de «realismo político» el Dr.
Oro Tapia arranca del análisis de los dos primeros intelectuales
considerados fundadores del «realismo clásico»: Edward Hallett
Carr y Hans Morgenthau. Desde el final de los años treinta del
siglo xx, tanto los acontecimientos ocurridos en el mundo como
los análisis de ellos estaban desacreditando el «idealismo» que
había caracterizado las reflexiones sobre la política internacional
Luis R. Oro Tapia
12
desde el final de la Primera Guerra Mundial en su búsqueda de
un orden internacional pacífico. En 1939 E.H. Carr, un antiguo
diplomático británico, publicaba su obra más influyente:
The
Twenty Years Crisis
; y, unos años después, en 1948, el jurista y
politólogo Hans Morgenthau, un alemán de origen judío nacionalizado
estadounidense en 1943, publicaba su proyecto teórico,
crítico con el «idealismo», al que denominó «realismo»:
Politics
Among Nations.
Es especialmente la obra de Hans Morgenthau
la que le sirve al Dr. Oro Tapia como punto de partida para su
propósito. Analiza con especial fluidez y soltura los seis principios
del «realismo clásico» que Hans Morgenthau expuso en la
segunda edición de su libro (1954): la existencia de leyes sociales
objetivas basadas en la naturaleza del hombre, el establecimiento
del poder y el interés como principios de lo político, la necesidad
de entender el interés nacional en sus circunstancias reales,
los límites de una moral universal en su aplicación al complejo
mundo de la política internacional, la diferencia entre la moral
nacional y la moral universal —con la consecuencia de que la
mayor injusticia política se produce cuando las naciones declaran
su concepto de moral como universal y la consiguiente necesidad,
por tanto, de evitar el fanatismo y el radicalismo— y, finalmente,
la autonomía de la política, a la que nuestro autor le dedica una
atención especial.
Pero como el objetivo del Dr. Oro Tapia es construir el concepto
de realismo político, no se queda en la exposición de este
clásico de la política internacional, sino que —mostrando las
insuficiencias de Hans Morgenthau— avanza hacia la búsqueda
y establecimiento de los indicadores o elementos de lo que se
conceptualiza como «realismo político». Y en esa búsqueda encuentra
cuatro elementos o ingredientes, cuyo análisis se convierte
evidentemente en el núcleo del libro. Se trata de los siguientes:
una concepción pesimista y trágica de la naturaleza humana,
la constatación del conflicto como inherente a los sujetos individuales
y colectivos, la necesidad del equilibrio de poder para
llegar a un orden de paz, y la afirmación de la autonomía de la
política como una esfera diferenciada con su propia lógica y con
las consiguientes tensiones entre la política y la moral.
Cada uno de estos cuatro elementos es tratado con maestría
por el autor en una especie de exposición en espiral, donde el
El concepto de realismo político
13
anillo siguiente muestra su conexión con el anterior a la vez que
se abre al nuevo nivel. A cada uno de estos cuatro elementos le
dedica el autor un capítulo. En el dedicado al carácter trágico de
la naturaleza humana, las cualidades de glosador y fenomenólogo
del Dr. Oro Tapia se muestran especialmente en su descripción
de la aportación de Thomas Hobbes así como en su análisis y
tipología de las pasiones. En el capítulo sobre el conflicto como
algo inherente a los sujetos explora la conflictividad «desde el
contorno al dintorno de la idea» de conflicto, y haciendo una
precisa distinción entre conflictos polémicos y agonales (Julien
Freund) arriba finalmente al conflicto de los valores en la conciencia
del sujeto individual, donde el autor muestra la frontal
contraposición existente entre el realismo y el racionalismo, ya
que este último expulsa de su consideración el conflicto entre los
valores. En su análisis del tercer elemento del realismo político
—el equilibrio de poder— encuentra el lector una fundamentada
advertencia sobre el peligro de las ideologías, que por considerar
el equilibrio como un obstáculo para sus obsesiones monistas
—sean estas las de un orden perfecto y justo o las de una fraternidad
universal— lo niegan y lo rompen. Y, por último, en la
afirmación de la autonomía de la política, el Dr. Oro Tapia muestra
su necesidad partiendo precisamente de la realidad factual
de las sociedades complejas: la política se ha diferenciado como
una esfera con su propia dinámica, con sus propias prácticas,
algunas de las cuales, precisamente por no darse en un mundo
no perfecto, requieren ser aceptadas para salvar finalmente el
orden sociopolítico. Sus lecturas de Maquiavelo, de Max Weber
e Isaiah Berlin, y de los clásicos españoles del siglo xvii, le permiten
hacer un concentrado repaso de la cuestión de la «razón de
Estado» y de las tensiones entre la política y la moral que se
generaron con el reconocimiento maquiaveliano de que «del
bien puede salir el mal, y del mal puede salir el bien». Su explicación
sobre la autonomía de la política frente al monismo
moral kantiano —la política debe estar siempre subordinada
a la Moral— y frente a cualquier discurso normativo monista
le lleva a concluir que «la autonomía de la política, aunque
sea negada por el discurso normativo monista, es una práctica
que en ciertas circunstancias puede, paradójicamente, salvar el
orden sociopolítico, y por consiguiente la moral y el derecho,
Luis R. Oro Tapia
14
a través de aquellos medios que el discurso monista considera
inmorales e ilegales».
Construido con estos cuatro ingredientes, el concepto de
«realismo político» es para nuestro autor «un enfoque, simultáneamente,
analítico y preceptivo que parte de una concepción
trágica de la naturaleza humana; por consiguiente, sostiene que la
conflictividad es inherente a los sujetos (individuales y colectivos)
y que la mejor manera de atenuar el antagonismo, y así evitar la
guerra, es el equilibrio de poder; sin embargo, la búsqueda de la
seguridad induce a los sujetos a vindicar la autonomía de la política
y, en consecuencia, a justificar las eventuales transgresiones
al orden normativo, siempre y cuando ellas tengan por propósito
preservar o instaurar la paz». Pero el libro no termina aquí. El
Dr. Oro Tapia cumple con su promesa inicial de aportar algo
más, algo cuya ausencia había detectado en los exponentes del
«realismo clásico». Se trata del propio concepto de «realidad»,
que como tal no había sido abordado expresamente —sino más
bien presupuesto— por los teóricos que él ha ido mencionando
y trabajando a lo largo del libro. Y al abordar qué sea la «realidad
» encuentra en el filósofo Xavier Zubiri una caracterización
de ella que encaja con los ingredientes con los que ha construido
su concepto de realismo político. El concepto de Zubiri de realidad
como aquello que «tiene cierto
ergón y que en virtud de él
incide sobre algo» le resulta adecuado para definir la realidad
a que se refiere el «realismo político». Entendiendo la realidad
de esta manera, está constituida por el hombre y por aquellas
otras realidades que son un precipitado de sus propias acciones
y que, a su vez, inciden sobre el comportamiento individual y
colectivo del hombre. Estas realidades producidas por el
ergón
del hombre y que le afectan a sí mismo son, continúa el autor,
el conflicto, la autonomía de la política y el equilibrio de poder.
De esta manera, el concepto de «realidad» en el concepto de
«realismo político» queda referido solo al mundo de las acciones
del hombre y a la incidencia de estas sobre él mismo, con lo que
está presente una concepción posibilista, y no determinista, de la
realidad. El concepto de realidad propuesto por el Dr. Oro Tapia
resulta totalmente coherente con la construcción de su concepto
de «realismo político», pues los cuatro ingredientes de éste tienen
que ver directamente con la observación de la realidad humana,
El concepto de realismo político
15
con sus imperfecciones y paradojas, con la constatación de la
necesidad de un comportamiento prudencial y de equilibrio;
datos todos estos de la experiencia que aconsejan la huida de
cualquier construcción conceptual monista que, dotada de una
coherencia interna perfecta entre sus componentes, niega, sin
embargo, nuestra experiencia individual y colectiva.
En este libro el Dr. Oro Tapia hace un transparente ejercicio
de honestidad intelectual al mostrar en toda su desnudez y sencillez
cómo dialoga con los autores clásicos y contemporáneos,
cómo los analiza y los critica, cómo los matiza y desarrolla sus
definiciones y tipologías, y cómo llena las carencias que él observa.
El lector encuentra en cada momento lo que necesita para
entender el paso venidero, a la vez que puede constatar cómo el
que sigue completa al anterior y, en todo momento, cómo el autor
va dando cumplimiento a lo anunciado en sus primeras páginas.
Joaquín Abellán
Catedrático de Ciencia Política
Universidad Complutense de Madrid
17
I
ntroducción
El propósito de este libro no es reconstruir filológicamente la
onomasiología ni la semasiología de la expresión
realismo político.
Por tal motivo, no se inscribe en la denominada historia de
los conceptos
1 ni en la de los léxicos políticos2, aunque en más
de alguna ocasión me serviré tangencialmente de tales estrategias
de estudio. Mi propósito es, por el contrario, construir un
concepto de realismo político.
La expresión
realismo político es una dicción simple, de uso
corriente, pero tras su simplicidad subyace una complejidad que
es pertinente explicitar. Dicho de otro modo, se trata de una
prenoción
que es preciso convertir en
noción, y esta hay que construirla
a partir de aquella
3. Por lo tanto, no se pretende elaborar
una noción
ex-nihilo, como a veces suele hacerse en las ciencias
duras. Por eso, parto de un supuesto a priori que consiste en aceptar
—sin más— la denominación de
realista que reciben ciertos
autores y, enseguida, descubrir qué elementos subyacen tras la
denominación tópica. Se trata, entonces, de rescatar y racionalizar
un giro lingüístico (realismo político) para formalizarlo hasta
convertirlo en una noción. Ello supone disipar el halo de vaguedad
que posee la expresión
realismo político y dotarla de indi-
1
Cf. Joaquín Abellán, «En torno al objeto de la historia de los conceptos
de Reinhart Koselleck». Ensayo incluido en el libro compilado por
Enrique Bocardo Crespo:
El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin
Skinner y seis comentarios
, Editorial Tecnos, Madrid, 2007, pp. 215-248.
2
Cf. Quentin Skinner, «La idea de un léxico cultural». Ensayo incluido en
el libro compilado por Enrique Bocardo Crespo,
ibidem, pp. 161- 182.
3
Cf. Bourdieu, Pierre et al., El oficio del sociólogo, Editorial Siglo XXI,
México, 1993.
Luis R. Oro Tapia
18
cadores (elementos) precisos a fin de que la expresión coloquial
devenga en una noción «científica». Solo así dejará de ser una
dicción
política y se transmutará en un concepto politológico.
La expresión
realismo político carece de nitidez desde que
fue acuñada, en 1853, por el profesor Ludwig von Rochau de la
Universidad de Frankfurt
4. Por eso, es un lugar común afirmar
que tal o cual autor es un
realista, pero sin fundamentar la aseveración.
Así, por ejemplo: Irving Louis Horowitz
5, Jean Touchard6,
Jean Jacques Chevallier
7 y Rafael del Águila8 —entre otros— tildan
a Maquiavelo de realista, pero no justifican su adjetivación.
Por cierto, no explicitan en
qué radica el realismo de Maquiavelo.
El motivo de ello se debe, en mi opinión, a que no está configurada
la noción de realismo político. Dicho en el lenguaje
metodológico de Max Weber
9, Giovanni Sartori10 y Robert
Merton
11: aún no está constituido el concepto con sus respectivos
indicadores
. Y expresado en un lenguaje con resonancias
metafísicas, habría que decir que aún no han sido identificados
los
elementos (o notas12) que constituyen la noción. En conse-
4
Cf. Edward Hallett Carr, La crisis de los veinte años, 1919-1939. Una
introducción al estudio de las relaciones internacionales
, Editorial Catarata,
Madrid, 2004, p. 155.
5
Irving Louis Horowitz, La idea de la guerra y paz en la filosofía contemporánea,
Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1960, p. 70.
6
Jean Touchard, Historia de las ideas políticas, Editorial Tecnos, Madrid,
1961, pp. 203 y 205.
7
Cf. Jean Jacques Chevallier, Los grandes textos políticos. Desde Maquiavelo
a nuestros días
, Editorial Aguilar, Madrid, 1965, p. 34.
8
Rafael del Águila, Historia de la teoría política, Alianza Editorial, Madrid,
1990, tomo V, pp. 84-85.
9
Cf. Max Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, Editorial Amorrortu,
Buenos Aires, 1993, pp. 67-83.
10
Cf. Giovanni Sartori, La política. Lógica y método de las ciencias sociales,
FCE
, México, 1984, pp. 283 y ss.
11
Cf. Robert Merton, Teoría y estructuras sociales, FCE, México, 2002, p.
192.
12
Uso el vocablo nota, en la acepción que Zubiri otorga a dicha palabra.
Las
notas, son tales para Zubiri, en la medida en que dan cuenta de algo,
es decir, en cuanto
notifican de algo. Por consiguiente, hacen patente ese
algo. Ese algo tiene realidad extramental, en cuanto está fuera de la mente
del sujeto cognoscente; por lo tanto, es algo que existe con independencia
de él, y en tal sentido es real. Cf. Xavier Zubiri,
Inteligencia y realidad,
Alianza Editorial, Madrid, 1984, pp. 201-207.
El concepto de realismo político
19
cuencia, no existe un rasero —es decir, un referente o parámetro
nítido— a partir del cual se dirima si corresponde o no calificar
a tal o cual autor de realista. Y si es imposible fundamentar dicho
adjetivo, es porque aún no se ha disipado la vaguedad de la
expresión en cuestión, no obstante su uso reiterado.
En definitiva, no es posible justificar la denominación de
realista,
porque aún no está constituida la noción de realismo
político
. Existe, por lo tanto, un vacío conceptual, motivo por
el cual la expresión
realismo político deviene, en estricto rigor,
en un mero
flatus vocis. Por consiguiente, urge dotar a dicha
dicción de una significación mínima y para ello es necesario
asignarle indicadores precisos a la referida expresión.
No obstante lo señalado, es pertinente consignar que se han
llevado a cabo varios intentos para colmar dicho vacío, pero
ellos no han sido del todo satisfactorios
13. Sin embargo, existen
dos excepciones. Pero son solo parciales. Por cierto, Edward
Hallett Carr y, posteriormente, Hans Morgenthau (dos íconos
de la denominada escuela realista) intentaron a mediados
del siglo xx dotar de una significación mínima a la dicción en
cuestión. Pero sus contribuciones no llenan el vacío conceptual,
aunque sus respectivas reflexiones apuntan —en mi opinión—
en la dirección correcta. En este contexto, merece una mención
especial el valioso trabajo de Pier Paolo Portinaro; pese a que él
no apunta a la construcción del concepto, sino que más bien a
abordar desde una perspectiva histórica la semasiología y politicidad
de la expresión en cuestión
14.
Por tal motivo, esta investigación partirá haciéndose cargo
de la contribución de Morgenthau, y en menor medida de la
de Carr
15. ¿Por qué? Porque la de Morgenthau engloba a la de
13
Así por ejemplo los intentos llevados a cabo por Isaiah Berlin («El realismo
en política», ensayo incluido en el libro de Berlin
El poder de las
ideas
, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 2000), John Herz (Realismo político
e idealismo político
, Editorial Ágora, Buenos Aires, 1960) y John
Vásquez (
El poder de la política del poder, Ediciones Gernika, México,
1991).
14
Cf. Portinaro, Pier Paolo, El realismo político, Editorial Nueva Visión,
Buenos Aires, 2007.
15
Cf. Edward Hallett Carr, La crisis de los veinte años, Editorial Catarata,
Madrid, 2004, p. 110.
Luis R. Oro Tapia
20
Carr y también a otras de menor envergadura (debido a su carácter
tangencial) como, por ejemplo, la de Isaiah Berlin
16.
Por eso, en el primer capítulo se someterá a un análisis
—que será explicativo, filológico y crítico— al célebre escrito
de Hans Morgenthau titulado
Los seis principios del realismo
político
17. Ello implica realizar un esfuerzo para desentrañar su
estructura argumental y detectar sus falencias. Solo una vez que
hayan sido identificadas sus inconsistencias procederé a esbozar
mi propuesta. Ella —recordémoslo— tiene por propósito configurar
una noción mínima de realismo político.
La pregunta directriz que guiará esta investigación será,
entonces, la siguiente: ¿qué se entiende por realismo político?
Ella también puede formularse del siguiente modo: ¿cuáles son
los elementos que configuran la noción de realismo político?
El propósito de este libro es responder a tal pregunta. Ese es su
tema central, su centro de gravedad, el núcleo en torno al cual
girarán todos los argumentos y reflexiones que en él expondré.
En este contexto, resulta oportuno aclarar que esta investigación
no tiene por objetivo final determinar cuál es la esencia
de la
realpolitik. Ello hubiera implicado formularse una interrogante
no solo diferente, sino que además de un calado mucho
mayor, a saber: ¿qué es el realismo político? Pero ella no es
mi pregunta directriz. Esta investigación únicamente apunta a
identificar y fundamentar cada uno de los elementos que concurren
a configurar la noción de realismo político. Su objetivo no
es concluir en una definición
18. Pero cuando «algo» no se puede
16
Véase nota 13.
17
Cf. Hans Morgenthau, Política entre las naciones, Grupo Editor Latinoamericano,
Buenos Aires, 1986, pp. 12-26. Cf. Hans Morgenthau,
Escritos
sobre política internacional
, Editorial Tecnos, Madrid, 1990, pp. 43- 61.
18
Una definición es un sistema autorreferente de elementos que están interconectados
de manera lógica, que desde el punto de vista formal se
basta a sí mismo y desde el punto de vista «material» logra apresar las
características esenciales del
definiendum, es decir, del objeto definido.
Pero cuando el objeto de estudio no se puede definir (debido a la heterogeneidad
de sus componentes y a la complejidad de las interrelaciones
entre ellos) solo cabe identificar y caracterizar a los elementos que se
estiman más relevantes en la constitución del objeto. Incluso es factible
establecer algunas conexiones entre ellos, pero estas no son exhaustivas
ni concluyentes, como sí ocurre en una definición.
El concepto de realismo político
21
definir, debido a su complejidad, queda la posibilidad de caracterizar
ese «algo». Es decir, de identificar sus elementos o notas
constitutivas. Y ello es precisamente lo que haré en este libro.
Para intentar responder a la pregunta directriz, interpelaré
a la tradición. A ella le preguntaré qué tienen en común aquellos
autores que convencionalmente son calificados de realistas.
Interrogaré, concretamente, a tres autores emblemáticos de la
visión realista de la política. Ellos son Tucídides de Atenas, Nicolás
Maquiavelo y Carl Schmitt; un clásico, un moderno y un
contemporáneo, respectivamente
19.
De lo que se trata, entonces, es de identificar qué elementos
(o notas comunes) comparten dichos autores. Se trata, por
decirlo de alguna manera, de buscar los mínimos comunes denominadores
a todos ellos. Una vez que tenga identificados los
rasgos transversales que ellos comparten, procederé a configurar
por separado cada una de las características (elementos) que
logre identificar.
Tal estrategia metodológica implica dedicarle un capítulo a
cada una de las características transversales. Ello me permitirá
perfilar con la mayor nitidez posible cada una de las notas, hasta
convertirlas en conceptos. Es pertinente anticipar que los autores
mencionados comparten cuatro notas o rasgos comunes.
En primer lugar, todos ellos tienen una concepción pesimista
(o trágica) de la naturaleza humana; en segundo lugar, estiman
que el conflicto es inderogable; en tercer lugar, sostienen que la
mejor vía para acercarse a la paz (entendida como «no guerra»)
es el equilibrio de poder; y, en cuarto lugar, todos ellos abogan
por la autonomía de la política.
El libro consta de cinco capítulos. En el primero, esbozaré
(de manera compendiada) la trayectoria de la idea de realismo
político y después someteré a análisis la contribución de Hans
19
Elijo estos autores, porque junto con ser los más emblemáticos de la escuela
realista, son también lo que más he estudiado. Al respecto pueden
verse los trabajos que le he dedicado a cada uno de ellos. «El poder: adicción
y dependencia. Una nota sobre Tucídides» (en
Boletín Jurídico de
la Universidad Europea de Madrid
, Nº 7, 2004), Para leer El príncipe de
Maquiavelo
(en coautoría con Carlos Miranda, RIL Editores, Santiago,
2001) y «La crítica de Carl Schmitt al liberalismo» (en revista
Estudios
Públicos,
Nº 98, 2005).
Luis R. Oro Tapia
22
Morgenthau. En el segundo, configuraré la noción de naturaleza
humana desde la óptica de la
realpolitik. En el tercero, analizaré
la tesis de la persistencia de la conflictividad. En el cuarto, estudiaré
la noción de equilibrio de poder. En el quinto, pesquisaré
la génesis y trayectoria de la idea de la autonomía de la política.
Finalmente, en las conclusiones, precisaré las relaciones recíprocas
que existen entre los elementos que concurren a configurar
la noción de realismo político y estableceré un contrapunto entre
la
realpolitik y el idealismo político. Tal contraposición me
permitirá ordenar de modo sintético el diálogo soterrado que
existe entre ambas concepciones de la política.
La estrategia metodológica que utilizaré será la del análisis
conceptual
20 y dada la índole de esta investigación también
aplicaré simultáneamente el método iterativo
21. Este consiste en
cotejar los conceptos especulativos —y también las afirmaciones
normativas— con la evidencia proveniente del mundo empírico.
Ello implica hacer dialogar a las propuestas ideales con
las ciencias sociales, tal como lo sugieren Raphael
22, Berlin23 y
Bobbio
24. Por eso, para este último, «la teoría política sin historia
queda vacía y la historia sin teoría está ciega»
25. Para el
filósofo italiano, en consecuencia, «están fuera de lugar tanto
los teóricos sin historia como los historiadores sin teoría; en
tanto que los teóricos que escuchan la lección de la historia y los
historiadores que están conscientes de los problemas teóricos
que su investigación presupone, salen beneficiados del ayudarse
mutuamente»
26.
20
Cf. Ernst Tugendhat, «Reflexiones sobre el método de la filosofía desde
el punto de vista analítico», ensayo incluido en el libro de Tugendhat
Ser
verdad acción. Ensayos filosóficos
, Editorial Gedisa, Barcelona, 1998.
21
Cf. Robert Merton, Teoría y estructuras sociales, FCE, México, 2002, pp.
161 y ss.
22
Cf. D. D. Raphael, Problemas de filosofía política, Alianza Editorial, Madrid,
1996, pp. 21-36.
23
Cf. Isaiah Berlin, Conceptos y categorías, FCE, México, 1992, pp. 246 y
ss.
24
Cf. Norberto Bobbio, El filósofo y la política, FCE, México, 1996, pp.
60-71.
25
Norberto Bobbio, ibidem, p. 67.
26
Norberto Bobbio, ibidem, p. 67.
El concepto de realismo político
23
En definitiva, el tránsito fluido desde los conceptos a la realidad
factual y desde esta a aquellos, es lo que amerita calificar
a nuestra estrategia de investigación como una
reflexión conceptual
iterativa
.
Por último, estimo pertinente consignar que, en estricto rigor,
este trabajo no tiene hipótesis, porque las hipótesis establecen
relaciones entre variables y en esta investigación no se miden
(o sopesan) variables. Tampoco esta investigación tiene por finalidad
establecer cuál es la variable independiente y cuáles son
las dependientes. Este es un trabajo de análisis conceptual. No
obstante, si se entiende la expresión
hipótesis en sentido literal
y laxo, es decir, simplemente como aquello que está a la base de,
habría que decir que nuestra hipótesis es identificar qué elementos
subyacen tras la expresión
realismo político. Mis conjeturas
apuntan a despejar dicha incógnita. En consecuencia, en este libro
se analizará, para responder la pregunta directriz, cada uno
de los elementos que conforman la noción en cuestión.
Luis R. Oro Tapia
EL CONCEPTO DE REALISMO POLÍTICO
El profesor Oro Tapia construye el concepto de realismo político
a partir de aquellos elementos que son comunes a varios autores
de la tradición occidental, a los que estudiado y dedicado algunas
publicaciones (Tucídides, Maquiavelo, Carl Schmitt). Este ensayo es
resultado de una serena discusión con los clásicos del pensamiento,
los que su autor no solo expone sino que, además, analiza críticamente
y los complementa.
El desarrollo del libro —desde la delimitación del objeto y el
propósito de su investigación, en sus primeras páginas, hasta su
aportación final sobre el concepto de «realidad»— posee tal claridad
en su estructura y estilo de exposición que el lector no precisa de
ninguna indicación adicional para su lectura. Por ello las palabras
de este prologuista solo pueden dar testimonio de que el autor cumple
efectivamente lo que promete en su introducción y que el lector
puede dejarse llevar por el ritmo del propio texto con la seguridad
de no perderse en ningún momento, y con la convicción de que su
lectura le va a deparar un aprendizaje placentero.
El autor hace un transparente ejercicio de honestidad intelectual
al mostrar en toda su desnudez y sencillez cómo dialoga con los
autores clásicos y contemporáneos acerca del llamado
realismo político,
cómo los analiza y los critica, cómo los matiza y desarrolla sus
definiciones y tipologías, y cómo llena las carencias que él observa.
El lector encuentra en cada momento lo que necesita para entender
el paso venidero, a la vez que puede constatar cómo el que sigue
completa al anterior, y, en todo momento, cómo el autor va dando
cumplimiento a lo anunciado en sus primeras páginas.
Joaquín Abellán
Catedrático de Ciencia Política
Universidad Complutense de Madrid
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