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Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Friday, May 08, 2009

El poder busca atemorizarte y disciplinarte en tiempos difíciles. No lo permitiré.


Roberto Ampuero

El Mercurio Jueves 07 de Mayo de 2009

En tiempos difíciles
Ahora que vivimos en ascuas por el pánico que ocasionan la influenza y la crisis económica mundial, trato de ser optimista y de recordar que, después de todo, siempre nos han tocado tiempos difíciles. Para mí, los primeros fueron terremotos: el de Valdivia, en 1965, grado 9,6, y el de Valparaíso, en 1968. Crecí entonces temiendo que el país cayese al Pacífico.
Pero el asunto continuó por otro lado. En 1969, Viaux intentó un golpe de Estado contra Frei Montalva, que habría traído el fin del Chile que conocíamos. Después vino el período entre 1970 y 1973, cuando la nación se polarizó, sufrió una crisis económica y política espantosa y casi desembocó en una guerra fratricida. Posteriormente vinieron el bombardeo de La Moneda, la represión, el exilio y el modelo impuesto por el régimen militar, lo cual me llevó a emigrar. En 1978 todo empeoró con la cuasi guerra con Argentina, de la que nos libró el Papa.
Desembarqué en 1974 en Leipzig, donde en 1989 se iniciaron las protestas que derribaron al socialismo. Ya entonces se respiraba una falsa estabilidad allí. Era subterránea la crisis. La inferioridad económica, tecnológica y política frente a Occidente resultaba tan evidente como irremontable. La utopía palpitaba gracias a la Stasi y también al ejército soviético, que intervendría en caso de descontento, como en Berlín (1953), Budapest (1956) y Praga (1968). Me fui a Cuba creyendo que allá encontraría el modelo, pero la isla era una crisis permanente, y Castro nos atormentaba con frecuencia con la próxima "invasión yanqui". Salí decepcionado de La Habana y, conmigo, aunque por el Mariel, 125 mil cubanos, 10 mil de los cuales se habían asilado en la embajada peruana con tal de huir del socialismo.
Por la lógica de la Guerra Fría, regresé a Berlín Este. Escalaban entonces las tensiones entre el Pacto de Varsovia y la OTAN, misiles nucleares eran estacionados en Europa, varios cerca de mi vivienda; la conflagración parecía inminente. Cuando en 1983 crucé el Muro definitivamente, intuía que el socialismo era un cadáver andante. Seis años después, los europeos del este se rebelaron e impusieron sistemas democráticos y economías de mercado.
Viví en Alemania cuando la reunificación. Aggiornar la parte oriental pareció que iba a arruinar a la occidental. También feneció la URSS y cundió el pánico. ¿Quién manejaría los arsenales nucleares soviéticos? Me mudé a Estados Unidos, donde poco después me sorprendieron los ataques terroristas del 2001. Crisis de nuevo. Entonces el Presidente Bush inició las guerras de Afganistán e Irak, instaló la cárcel de Guantánamo y restringió derechos individuales. Hoy nos golpean la crisis económica mundial y, como si no bastara, una pandemia.
Jorge Luis Borges decía que a todas las generaciones les tocan tiempos difíciles. De acuerdo. Aspiramos a controlar todas las circunstancias porque nos horripila sentir que somos hojas en el viento de la historia. El mundo no ofrece garantías, sí oportunidades y amenazas. Lo que existe hoy no existirá necesariamente mañana, nada es eterno ni irreversible. La estabilidad perpetua sólo existe en la utopía, la realidad la rige la incertidumbre. El poder busca atemorizarte y disciplinarte en tiempos difíciles. No lo permitiré. Me he pasado de crisis en crisis. Como todos.

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