MANUEL ROJAS EN ARGENTINA
Opinión: mi reencuentro con Manuel Rojas
La casa de infancia de Rojas fue demolida en los 70. Los arquitectos tenemos la esperanza de que los lugares nos puedan hablar de sus habitantes, de los de ayer y de los de hoy.
por Jorge Guerra C.
La casa de infancia de Rojas fue demolida en los 70. Los arquitectos tenemos la esperanza de que los lugares nos puedan hablar de sus habitantes, de los de ayer y de los de hoy.
por Jorge Guerra C.
La Tercera 11/10/2009 - 15:45
Una de las materias del colegio que siempre me atrajo fue la Literatura. Me gustaban los libros y siempre traté de cumplir de la mejor forma con ese ramo. Precisamente a raíz de un trabajo escolar sobre Hijo de ladrón, mi madre se contactó con Manuel Rojas para que le prestara un ejemplar de su Antología autobiográfica, libro que consideraba indispensable para completar mi tarea. El, amablemente, se lo facilitó y yo se lo fui a devolver, llevando bajo el brazo una edición de su gran novela para que me la firmara. Manuel salió a recibirme, mi timidez adolescente me detuvo ante su enorme estatura, su gesto serio, aparentemente huraño, y entonces me dijo: "Acérquese pues, venga a darme la mano". Le comenté el contenido de mi trabajo y él, con una generosidad que borró mi primera impresión intimidante, me comentó que le gustaría conocerlo cuando lo terminara. Era a fines del año 1972; poco tiempo después Rojas moría víctima de un cáncer.
Pasaron más de 30 años y la vida profesional primero y mis obligaciones docentes después me alejaron de la literatura de ficción. Mis lecturas eran ahora sobre teoría de la Arquitectura. Sin embargo, el recuerdo de aquellos relatos de Manuel Rojas siempre estaban presentes. Sus temas, personajes y ambientes; su forma de narrar tan propia y sincera, todo eso me motivó a querer conocer más de su vida. Me impresionó su capacidad para superar las limitaciones, la marginalidad, la pobreza, etc., y lograr salir adelante cultivando su "pequeña gracia de narrador" como dice en uno de sus poemas.
Por eso, el 2007, después de realizar un trabajo con mis alumnos en Buenos Aires, fui en busca de su casa natal. Mi objetivo era dar con una dirección: calle Combate de Los Pozos 1678, actual barrio Parque Patricios, al sur de esa ciudad. Pero la casa ya no estaba, fue demolida en los 70. Los arquitectos creemos, o tenemos la esperanza, de que los lugares nos puedan hablar de sus habitantes, de los de ayer y de los de hoy. Por eso es que, a pesar de aquella pequeña frustración, me propuse emprender un estudio sobre los años de Rojas no sólo en Buenos Aires sino también en Santiago, Rosario y Mendoza. La idea es recrear el imaginario de sus años iniciales a partir de sus propios relatos complementados con textos de historia urbana.
Descubrí que en el barrio Boedo de Buenos Aires existe aún una escuela donde él estudió un par de años. Me pareció significativo rendirle un homenaje, dejando un testimonio en ese lugar y le propuse la idea a la Cancillería chilena. La iniciativa afortunadamente fue acogida. Creo que lo más relevante ha estado en ayudar a (hacer) tomar conciencia de la importancia y necesidad de rescatar su figura: poner en valor la vigencia de su obra y preservar su memoria.
Una de las materias del colegio que siempre me atrajo fue la Literatura. Me gustaban los libros y siempre traté de cumplir de la mejor forma con ese ramo. Precisamente a raíz de un trabajo escolar sobre Hijo de ladrón, mi madre se contactó con Manuel Rojas para que le prestara un ejemplar de su Antología autobiográfica, libro que consideraba indispensable para completar mi tarea. El, amablemente, se lo facilitó y yo se lo fui a devolver, llevando bajo el brazo una edición de su gran novela para que me la firmara. Manuel salió a recibirme, mi timidez adolescente me detuvo ante su enorme estatura, su gesto serio, aparentemente huraño, y entonces me dijo: "Acérquese pues, venga a darme la mano". Le comenté el contenido de mi trabajo y él, con una generosidad que borró mi primera impresión intimidante, me comentó que le gustaría conocerlo cuando lo terminara. Era a fines del año 1972; poco tiempo después Rojas moría víctima de un cáncer.
Pasaron más de 30 años y la vida profesional primero y mis obligaciones docentes después me alejaron de la literatura de ficción. Mis lecturas eran ahora sobre teoría de la Arquitectura. Sin embargo, el recuerdo de aquellos relatos de Manuel Rojas siempre estaban presentes. Sus temas, personajes y ambientes; su forma de narrar tan propia y sincera, todo eso me motivó a querer conocer más de su vida. Me impresionó su capacidad para superar las limitaciones, la marginalidad, la pobreza, etc., y lograr salir adelante cultivando su "pequeña gracia de narrador" como dice en uno de sus poemas.
Por eso, el 2007, después de realizar un trabajo con mis alumnos en Buenos Aires, fui en busca de su casa natal. Mi objetivo era dar con una dirección: calle Combate de Los Pozos 1678, actual barrio Parque Patricios, al sur de esa ciudad. Pero la casa ya no estaba, fue demolida en los 70. Los arquitectos creemos, o tenemos la esperanza, de que los lugares nos puedan hablar de sus habitantes, de los de ayer y de los de hoy. Por eso es que, a pesar de aquella pequeña frustración, me propuse emprender un estudio sobre los años de Rojas no sólo en Buenos Aires sino también en Santiago, Rosario y Mendoza. La idea es recrear el imaginario de sus años iniciales a partir de sus propios relatos complementados con textos de historia urbana.
Descubrí que en el barrio Boedo de Buenos Aires existe aún una escuela donde él estudió un par de años. Me pareció significativo rendirle un homenaje, dejando un testimonio en ese lugar y le propuse la idea a la Cancillería chilena. La iniciativa afortunadamente fue acogida. Creo que lo más relevante ha estado en ayudar a (hacer) tomar conciencia de la importancia y necesidad de rescatar su figura: poner en valor la vigencia de su obra y preservar su memoria.
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