SE LANZARON EN 2007 PARA EL BICENTENARIO
El Mercurio ARTES Y LETRAS
Domingo 5 de Agosto de 2007
Domingo 5 de Agosto de 2007
Lanzamiento. colección de libros
Los historiadores eligen la selección del Bicentenario
Dieciséis libros y 32 personajes de la historia chilena componen la colección de biografías "Chilenos del Bicentenario" que comenzará a distribuirse semanalmente junto al diario El Mercurio a partir del jueves 9 de agosto.
Aquí presentamos la obra y algunos extractos de algunos de los libros que confeccionaron importantes historiadores en torno a personajes que fueron claves en la formación de Chile.
JAVIER ROJAHELIS
Esta semana debuta "Chilenos del Bicentenario", una colección de biografías que intenta dar cuenta de la vida de algunos de los principales personajes de la historia chilena desde la época de la Independencia hasta fines del siglo XX. Elaborada por reputados historiadores, la colección consta de 16 tomos, en cada uno de los cuales se retrata la vida de dos figuras relacionadas con el devenir nacional.
El primer tomo parte (no podía ser de otro modo) con la dualidad que forman los próceres José Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins (biografías que están a cargo del historiador Gonzalo Vial). Una dualidad, de carácter político ciertamente, que también se puede ver en otros tomos como, por ejemplo, el que reúne al cardenal Raúl Silva Henríquez con Jaime Guzmán o el último de la colección que reúne a Salvador Allende con Pinochet (también a cargo de Vial). En todo caso, esta unión de personajes con visiones opuestas no es la regla general de la selección. Tampoco los escogidos son siempre figuras de la esfera político-social. También hay personajes del arte como Vicente Huidobro, Violeta Parra y Roberto Matta. O personajes de la fe como San Alberto Hurtado y Santa Teresa de Los Andes.La idea del proyecto, aparte del tema del Bicentenario, era "entregar un nuevo enfoque de la historia de Chile que fuese a la vez inédito y atractivo para el público". Así lo afirma Sofía Le Foulon, directora editorial de la colección que ya ha tenido experiencia en el trabajo con historiadores. De hecho, con Leopoldo Castedo trabajó tres versiones del resumen de la "Historia de Chile" de Encina. Y también con Gonzalo Vial Correa, para su historia de Chile del siglo XX.La colección "está pensada para un gran público, tanto para jóvenes estudiantes como para adultos. Está escrito por académicos de gran nivel y en un lenguaje accesible, pero culto. La idea es entregar en forma amena esta historia", afirma Le Foulon y prosigue: "La idea es que a través de la vida del personaje el público se pueda acercar a la vida del país... el fin es que a través de estos personajes se pueda recorrer gran parte de los procesos históricos de Chile".Consultada sobre si la colección es lo suficientemente exhaustiva en su catastro de figuras relevantes, Le Foulon dice: "La verdad es que con las selecciones uno siempre puede pensar que puede haber quedado algún personaje fuera o que habría sido interesante incorporar a alguien más, pero creo que el listado fue sumamente bien estudiado y, a la luz del objetivo final, creo que está bien cerrado. Además hay una pluralidad de visiones entre los autores que en los tiempos actuales es interesante de recalcar. No son todos de la misma tendencia. Por ejemplo, está Marco Feeley (que hace la biografía de Luis Emilio Recabarren), Alejandro San Francisco (Barros Arana, Balmaceda y Jaime Guzmán), Cedomil Goic (Vicente Huidobro) y Hernán Loyola (Pablo Neruda) que son de posturas políticas diferentes."La lista de historiadores la completan Joaquín Fermandois, Myriam Duchens, Silvia Castillo, Patricio Valdivieso, Claudia Vergara, Santiago Lorenzo, Alejandro Guzmán, Carolina Sciolla, Augusto Salinas, Cristián Medina y Lucrecia Enríquez.
El cardenal y el concilio vaticano II (Extracto biografía de Raúl Silva Henríquez, por Lucrecia Enríquez)
El cardenal Silva Henríquez se hizo famoso entre los padres conciliares por una discusión en la que se vio envuelto con el Secretario del Santo Oficio, el temido cardenal Ottaviani, centrada en torno al esquema sobre la Iglesia. Para el cardenal chileno debía integrarse en el mismo a la Virgen María, para Ottaviani no. En 1963 tras la muerte del Papa Juan XXIII, el cardenal participó en el cónclave que eligió a Pablo VI. La segunda sesión del concilio, presidido por el nuevo Papa, comenzó el 15 de septiembre de 1963. La discusión de fondo giró en torno al esquema sobre la Iglesia. El cardenal Silva Henríquez fue el encargado de exponer el punto de vista de una buena parte de los obispos latinoamericanos de incorporar en el mismo a la Virgen María. Luego de una discusión apasionante, por pocos votos se incluyó en el esquema a la Virgen.Llegó por fin la última sesión del concilio inaugurada en 1964. Durante la misma el cardenal Silva Henríquez conversó con el Papa Pablo VI sobre los problemas de la Iglesia chilena y ciertas acusaciones que se le hacían desde Chile ante el Santo Oficio. Una carta firmada por laicos y eclesiásticos había llegado a Roma acusando al cardenal de dividir a los católicos; de fomentar un espíritu de independencia en el clero joven, de permitirles celebrar de cualquier forma la liturgia y vestirse de forma inadecuada.
Las mujeres del prócer (Extracto de la biografía de O'Higgins, por Gonzalo Vial)
En Richmond, tuvo un romance con Carlota Eels, hija de su posadero. Éste murió el año 1810; Carlota poco después, soltera. Su madre escribió a don Bernardo (1823) que la niña había rechazado muchas ofertas de matrimonio. "Hasta el último conservó gran afecto por Ud.".Durante el sitio de Talcahuano (1817), O'Higgins inició una relación con una penquista de 21 años, casada y separada, María del Rosario Puga, "esbelta, de tez blanca y rosa... cabello un tanto encendido y arrogante apostura en el caballo" (Sergio Fernández). Lo siguió hasta Santiago, dándole un hijo, Pedro Demetrio (1818). La relación sentimental se extinguiría muy poco después. O'Higgins no reconoció a Demetrio, ni pudo éste usar su nombre, pero lo sacó de manos de la madre para que lo criara un sacerdote. Luego lo llevaría consigo al Perú, proporcionándole una buena educación en la Universidad de San Marcos, y más adelante trabajo en Montalván. Tampoco descuidó económicamente a la madre.Pero el gran amor de O'Higgins, platónico hasta donde sabemos, sería Manuelita Warnes, argentina, mujer del futuro General y Presidente de la República, Joaquín Prieto. De mucha belleza y simpatía, durante un servicio religioso de la Catedral Manuelita fue mandada amonestar como inmodesta, y a que se colocara mantilla, por el prebendado José Alejo Eyzaguirre. Ella, llorosa, se quejó ante el Director Supremo quien, ni corto ni perezoso, dispuso el extrañamiento del sacerdote a Mendoza (1823). Incidente que produjo delicadas consecuencias políticas.
Las dudas de un democratacristiano (Extracto de la biografía de Eduardo Frei M., por J. Fernandois)
El asunto es que Eduardo Frei tenía un rasgo dubitativo, tanto porque nunca daba la seguridad completa de compartir la opinión con su contertulio, a pesar de protestar que sí lo hacía; como porque, por ejemplo, en el camino cambiaba de voto en su actividad como senador. Proclamaba ciertas políticas, y después retrocedía ante ellas. Más comúnmente, denunciaba prácticas o intenciones, pero después poco o nada hacía al respecto. Como vimos, su actitud ante la los incidentes del 28 de enero de 1946 (cuando se produjo una batahola en la Alameda entre carabineros y manifestantes comunistas, quedando varios muertos) lo perseguiría siempre. No porque los chilenos sean buenos para recordar (no lo son), sino porque el problema de la duda lo atenazaba, como en septiembre de 1970 después del triunfo de Allende, o ante el ministerio de Raúl Sáez en 1968. Dubitativo, pero no pusilánime. Hizo gala de valor y perseverancia a lo largo de la vida política. Lo que le daba problemas, era la típica duda del intelectual ante la acción, tensionado entre la acción ciega y los escrúpulos frente a la consecuencia. Ni el León, ni Allende o Pinochet estaban prisioneros de esa duda. En cambio, Frei estaba más consciente de lo resbaladizo del vínculo entre la moral y el poder. Era la duda de un buen cristiano, amante de la política, mas no preparado para todas sus consecuencias.
Alejada de las tentaciones (Extracto de la biografía de Santa Teresa de Los Andes, por Augusto Salinas)
Juanita se empeña en ayudar a los niños desvalidos y llega a ser madrina de uno de ellos. Juanito, del que seguirá preocupándose hasta su ingreso al Carmelo. Ya tiene 15 años y, como ella dice, es tiempo de afrontar la "mar tempestuosa del mundo". Acostumbra llevar trajes muy sencillos, y aunque sus amigas la convidan a paseos y a fiestas, ella prefiere catequizar a los niños pobres. Las joyas no parecen interesarle: rechaza el collar de perlas y un anillo de brillantes de su abuela: "Dénselos mejor a Lucía o a Rebeca. A mí no me hacen falta". Sin embargo, Juanita no ha dejado de ser una adolescente, al igual que todas sus amigas. Ofelia, que todos los días va a buscar a las niñas al colegio, hace saber a doña Lucía que algunos muchachos del San Ignacio se acercan para conversar con Juanita, que se ha convertido en una joven muy atractiva. Es alta y bien proporcionada, de figura y modales aristocráticos, cabello castaño ondulado y grandes ojos color jacinto. Ella les sonríe y les responde amablemente, halagada por sus galanterías, en las que no ve nada de malo. Al saber de estos encuentros, doña Lucía decide a mediados de 1915 el cambio inmediato de ambas hermanas al internado del colegio, también conocido como la Maestranza, por estar en la calle de ese nombre, hoy Portugal. Juanita y Rebeca deberán soportar el alejamiento de la casa familiar y la rígida disciplina del internado.
El perfil de la biografía en Chile
El historiador Joaquín Fernandois, uno de los autores de la colección, da su visión del desarrollo de la biografía en Chile. "El género de las biografías (las bien estudiadas y bien consideradas) ha sido pobre en Chile, si bien es cierto que en la última década han aparecido algunas más significativas, como las de Jorge Alessandri o la de Frei Montalva. Hay biografías intelectuales buenas, pero sigue siendo pobre... no hay una buena, por ejemplo, de Salvador Allende. No hay una buena biografía de Pablo Neruda... está la de Hernán Loyola, pero es más bien literaria. Están también las de Volodia Teitelboim sobre los poetas, pero no son exactamente biografías, les falta. La combinación vida-obra es un tema clave, es decir, que la parte de lo público y lo privado esté combinado. Esto no quiere decir que no haya biografías ha habido un esfuerzo en estos últimos 10 o 15 años por escribirlas". Ante la pregunta por la subjetividad que pueda haber, sobre todo en biografías dedicadas a políticos, Fernandois contesta: "Toda obra de historia tiene algo subjetivo, el punto es que no se oculten ni problemas, ni temas". Sobre si se debe evitar el tono apologético, agrega: "Puede haber apologías inteligentes y apologías tontas o sosas, que son pura consigna. Por ejemplo, la que hace Arthur Schlesinger sobre su amigo John F. Kennedy es inteligente. En resumen, se trata de una combinación de sensatez y de riqueza de interpretación".De la importancia de las biografías de personajes, Fernandois termina destacando: "es la forma más clara de llamar la atención hacia la historia. Y la forma como el público tiene más probabilidades de interesarse por la historia y por su país. Eso se necesita en Chile. Las biografías de difusión (como las que contiene la colección "Chilenos del Bicentenario") pueden cumplir un gran papel combinando el interés del chileno por lo público y por su historia. Las biografías que contiene esta colección son para un gran público y los que hemos escrito y participado en este proyecto creemos que se han hecho a un gran nivel".
El nombre del poeta (Extracto de la biografía de Pablo Neruda, escrita por Hernán Loyola)
Así, en octubre de ese mismo 1920 Neftalí inventa su nombre definitivo, Pablo Neruda. Con variables grados de convicción (que no excluirán a veces la total incertidumbre), desde 1936 el poeta mismo conectará tal invención a la temprana lectura del nombre del escritor checo Jan Neruda en alguna revista de la época. Pero una investigación reciente de Enrique Robertson (1999) propone otro origen del nombre, que el poeta habría removido de su memoria por íntimas y complejas razones. La presunta revista leída por Neftalí habría sido en verdad un ejemplar de la partitura Spanische Tänze / Opus 22 del violinista y compositor español Pablo de Sarasate, que con dedicatoria a la violinista austríaca Wilhelmine Norman-Neruda fue publicada por N. Simrock en Berlín 1879. Neftalí habría tenido así la ocasión de leer en una sola página (la portada de esa partitura) el nombre y el apellido que en aquel momento buscaba para fundar su nueva identidad.
Retrato del héroe (Extracto de la biografía de José Miguel Carrera, por Gonzalo Vial)
Carrera no era muy alto, pero sí de buena figura, atlético, rostro simpático y abierto, y voz sonora como una campana. Alegre, bromista, amigo de las fiestas, atraía a las mujeres, y no lo ignoraba. Su habilidad para argumentar y convencer fue legendaria. Valiente y sereno en la batalla, solía -sin embargo- ser indeciso llegado el momento de las decisiones claves. A la verdad, no tuvo mayores dotes guerreras. De inteligencia normal, no excepcional, los arietes de su meteórica carrera pública serían la audacia, la tenacidad, una sed inextinguible de "gloria" (común en aquella época) y un mayúsculo apetito por el poder. Llegó a pensar que le correspondía gobernar el país por derecho propio. "Reclama a Chile -diría un norteamericano- como un príncipe soberano reclama sus dominios hereditarios".Hombre de hechos, su bagaje teórico sobre política era magro, pero todo liberal, absorbido paradójicamente en España. Para Chile, la importancia histórica de José Miguel Carrera deriva de que su altísima ambición no podía cumplirse sino dirigiendo un país independiente.
"El pollo fino" (Extracto de la biografía de Salvador Allende, por Gonzalo Vial)
Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende Gossens nace en Valparaíso el 26 de junio de 1908.Por respeto a su madre, seguramente, es que sólo algunos años después de fallecida ésta nuestro biografiado, mediante una gestión judicial, hace borrar de su partida de nacimiento segundos nombres tan piadosos. Es el quinto de cinco hermanos, de los cuales, además de él, sobrevivirán dos: Alfredo, que será abogado, e Inés, que se casará con el médico Eduardo Grove (hermano de Marmaduque, fundador y líder del socialismo). Después de Salvador vendrá Laura, la menor. Los dos primeros Allende Gossens han muerto infantes: Salvador, a los tres años, y Laura, a los nueve. Pareciera también un signo de la firme fe materna insistir en los mismos nombres para los dos últimos hijos, desechando cualquier temor supersticioso. (¡Ay! Los nuevos Salvador y Laura tendrán también un destino trágico: ambos morirán por sus propias manos).Fue un niño mimado, de bucles rubios (que las señoras elogiaban en la calle), siempre de punta en blanco, destacado como "príncipe" de carro alegórico durante una fiesta de la primavera. Esta elegancia resaltaría más aún cuando llegara al Liceo de Valdivia vestido "de ciudad" e impermeable entre muchachos campesinos, protegidos del frío y la lluvia por mantas de lana y sacos harineros. Las adolescentes valdivianas lo llamarían "el pollo fino".
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