INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH
Su diseño ajedrezado blanco/negro es utilizado como "logo" de la muestra y su mismo fondo rojo prima en las paredes y pendones.
Construcción inca levantada en el altiplano chileno.
La fotografía fue captada por el arqueólogo José Berenguer, curador de la exposición que se presenta en el Museo Precolombino, perteneciente a la Fundación Familia Larraín Echenique.
Historia Se despliegan 200 piezas arqueológicas y un mapa de 10 metros
Chile bajo el Imperio de los Inkas en el Museo Precolombino
Casi la mitad de nuestro país perteneció al poderoso Imperio Inca. Una nueva exposición grafica de qué modo los principales logros de esa conquista marcan la historia y la cultura de los habitantes del Chile precolombino. Sin ir más lejos, desde esa breve pero enjundiosa ocupación provienen decenas de palabras que usamos normalmente y cientos de nombres de lugares de nuestra geografía.
El Mercurio Artes y Letras 1 de noviembre de 2009
maite armendáriz azcárate
A fines de octubre de 1535, un funcionario inca llamado Huayllullo se encontró en Tupiza cara a cara con el mismísimo Diego de Almagro, al mando de unos 20 mil hombres. Huayllullo venía de Chile trayendo el presente habitual en oro que este lejano reino ofrecía al "rey universal del Perú", explica el arqueólogo José Berenguer. El sorprendido indígena comprendió que aquel regalito no llegaría a su destino. Las cosas cambiarían pronto en estas latitudes; sin embargo, el recuerdo de la impronta inca vive hasta hoy en nuestra cultura.
Iniciada hacia comienzos del siglo XV, la ocupación incaica de lo que hoy es Chile dejó su rastro en una infinidad de asentamientos, minas, cementerios y sitios ceremoniales distribuidos en ocho de las actuales regiones del país, recuerda Berenguer. Unos 1.800 kilómetros de territorio, desde el valle de Lluta en el extremo norte del país hasta casi las puertas de Rancagua en Chile central.
Hasta ese momento no había quien los parara; los incas se expandieron como un reguero de pólvora en el continente. Partieron por lo más próximo al Cusco, y en poco más de un siglo dominaron desde el sur de Colombia hasta Chile central. A través de esas enormes distancias lograron desplazar soldados, funcionarios, sacerdotes, personal de servicio y, muchas veces, comunidades enteras. Construyeron el imperio prehispánico más extenso del continente; Tawantinsuyu se le llama a este poderío de 5 mil kilómetros de largo y casi 10 millones de habitantes que instauraba en las provincias el culto solar y un régimen de gobierno basado en alianzas con las autoridades étnicas locales y en la redistribución de bienes y servicios. Actuaron con astucia y una organización de lujo: el estado se adueñaba de la riqueza obtenida y, cómo no, a los gobernantes se los consideraba nada menos que hijos del Sol.
De qué modo se logró toda esa inmensurable obra y qué ocurrió en esta tierra cuando el inca llegó es lo que se propuso abarcar el equipo de arqueólogos, investigadores, artistas, curadores y creativos que pertenecen al Museo Precolombino. Lo hacen en forma didáctica, atractiva e inédita a través de la exposición "Chile bajo el Imperio de los Inkas ", que se inaugura este jueves, con el auspicio de Minera Escondida.
"Nos interesa rescatar el concepto, hoy olvidado, de que somos un pueblo formado de una pluralidad de orígenes, algunos precolombinos y otros más recientes, afirma el director del museo, Carlos Aldunate; recuerda que todos ellos han contribuido a nuestro ADN biológico y cultural. "En este sentido, el mundo precolombino no es un asunto del pasado, del cual quedan reliquias, sino que está presente hasta hoy".
El flamante montaje refresca de qué manera hoy el inca sigue vigente en nuestra toponimia, no sólo denominando diversos lugares del territorio, sino también continúa presente en el habla cotidiana de los chilenos. "El quechua, lengua de los inkas , supera con creces al mapudungun, que hablan los mapuches, el grupo étnico originario con mayor población en el país", afirma uno de los textos del guión de la muestra. .
Para Aldunate, es sorprendente que en un período tan corto el inca haya dejado tantas huellas en nuestro acervo patrimonial, lo que demuestra la importancia que tuvo su dominación. "Pocos saben que palabras de uso habitual en nuestro léxico como cancha, guagua, huincha y muchas otras son quechuas, es decir, provienen directa o indirectamente de la dominación inca de nuestro territorio". De hecho el título y todos los textos que acompañan la exposición hablan del Inka con k y no con c, como lo escribe el diccionario de la academia.
El director también destaca que los nombres de lugares como Inkahuasi (casa del inca), Chac Inga (puente del inca), Inka de Oro, Tambo y una multitud de otros están sembrados por todo Chile. "De acuerdo a las leyendas populares, que se mantienen hasta hoy, cuando por allí pasó el inca, los cerros entregaban oro, los campos florecían, las siembras fructificaban".
Salas monográficas
Cerca de 196 piezas arqueológicas facilitadas por dos museos de Perú y por 10 museos chilenos, desde Arica hasta Rancagua están en esta muestra que revisa los principales temas involucrados en la presencia incaica en Chile. "Desde mi perspectiva, dice el museólogo José Pérez de Arce, un eje importante fue la impronta geográfica del inca en el territorio, para lo cual preparamos un mapa de 10 x 3 metros, que ocupa toda una sala". Registra los diversos asentamientos, centros administrativos, cada pukar, tambo, cementerios, metalurgia, santuarios y sitios de arte rupestre. Constituye sin duda un aporte inédito al tema. "Resume todo lo que se conoce hasta el momento al respecto". Es para descubrirlo con detención.
El recorrido se inicia en la sala del Imperio, donde se ilustra la estructura de la jerarquía y organización social que se origina desde el Cusco. El eje de esta sala la logra Pérez de Arce con grandes reproducciones de paredes de piedra incaica que el mismo museólogo registró en el norte, "inconfundible expresión de esa cultura".
Diversas vitrinas con piezas de cerámica están al centro de la siguiente sala dedicada a la geografía y coronada por el gran mapa. Las valiosas piezas están montadas en un soporte en metal adecuado a la forma de cada una. Complementan la información varios murales con diversas formas de explicación gráfica en que se definen temas como el Cerro El Plomo, la variación de la cerámica del norte a sur, el tipo de vestimenta que usaban los incas y su forma de trabajar la metalurgia.
En esta muestra también se ha incorporado una sala didáctica, que invita a reflexionar sobre su contenido a través de juegos, lecturas y un gran telón audiovisual.
Enseguida, el visitante se adentra en la sala temática que revisa a modo de monografías el mundo de los textiles, las ofrendas, el arte rupestre, entre otros tópicos.
"Hay varios elementos de enorme significado como los provenientes de santuarios de altura, miniaturas de personajes enteramente vestidos con textiles y ornamentos excepcionales. Se exponen asimismo piezas destacadas por su factura con la clásica impronta de arte abstracto incaico y valiosas esculturas de piedra", explica el museólogo.
Los objetos más sorprendentes por su belleza estética, presencia y novedad para los curadores, confiesa Pérez de Arce, son las 24 piezas emblemáticas que vienen de Cusco, del centro mismo del imperio. Entre ellas destaca la camisa que utilizan como "logo" de la muestra. Su color rojo que combina un ajedrezado blanco/negro domina en las salas, en los patios, en el portal y en los pendones.
Videos, catálogo y fotografías
El público también podrá ver varios videos que ilustran sobre la huella del inca en Chile. Fueron realizados por Claudio Mercado y Francisco Gallardo. Con cámara en mano, ambos arqueólogos captaron al interior de Atacama, Copiapó y Chile Central registros arquitectónicos y testimonios humanos en las mismas zonas que ayer conquistó el inca. Los creativos también presentan cuatro animaciones. Una explica en detalle la expansión del imperio en Chile, otra se detiene en la construcción de una Kallank a, centro administrativo que todavía se conserva en el poblado atacameño de Turi, y dos más desarrollan el tema del kipu , escritura en nudos utilizada por el inca para registrar y conservar el uso de sus diversos productos.
La muestra se complementa con un espléndido catálogo, que contiene 144 páginas en español e inglés y más de 150 fotografías e ilustraciones a todo color. Los textos y el guión de la exposición fueron preparados por José Berenguer, Carole Sinclaire y Luis Cornejo, arqueólogos que han participado activamente en diversas investigaciones y proyectos Fondecyt, para estudiar en terreno la ruta y la impronta del inca; no sólo recopilaron pruebas arqueológicas o tomaron fotos, sino que también revisaron las crónicas antiguas y sondeos actuales, logrando así acrecentar el acervo de información que da cuenta de la presencia de ese imperio en Chile.
Chile bajo el imperio de los Inkas
Museo Chileno de Arte Precolombino
Lugar: Bandera 361
Fechas: Desde el 5 de noviembre hasta fines de mayo 2010
Auspiciada por Minera Escondida y la Ley de Donaciones Culturales.
Los increíbles desafíos de la ruta imperial
El curador Luis Cornejo destaca que entre las comunidades indígenas tradicionales aún persiste el recuerdo de que la época anterior a la llegada de los españoles era gobernada por el Inca y en muchos lugares existe el mito de que el rey inca revivirá para restaurar el orden existente antes de la llegada de los europeos. "Este mito está presente incluso en comunidades indígenas que habitan en territorios tan distantes como Chiloé, que nunca estuvieron bajo la autoridad inca".
La arquitectura y el sistema vial incaico conocido como Qhapaqñan ayudaron a la dominación de este imperio, y junto a la religión e idioma (el quechua o runa) constituyeron los elementos integradores de este formidable programa conquistador .
Para Luis Cornejo, la ruta inca permitió el desplazamiento controlado de muchos elementos, destaca la fuerza militar, el tributo que cada comunidad debía pagar al estado y los regalos que el estado entregaba a los jefes locales por su fidelidad. "Por otra parte, la arquitectura cumplió un rol político e ideológico, además de la funcionalidad de sus sitios para albergar personas y desarrollar tareas". Agrega que, dadas sus características, la arquitectura servía como emblema de su presencia en un territorio y desplegaba su impronta de manera simbólica. "En muchos casos cuando los incas ocupaban una aldea solían demoler las construcciones más importantes de la gente local y luego levantaban sus edificios. Los que, generalmente, construían en las partes más notorias del paisaje, asegurándose de que todos supieran que ahí estaba".
Pero, claramente, nuestra complicada geografía dificultó los planes expansivos de los incas . "El territorio chileno enfrentó al imperio a varios desafíos, muchos de los cuales no les eran usuales", afirma Cornejo.
El desierto de Atacama, el más árido del mundo, significó un problema importante para la construcción de la vialidad inca. Un tramo de la vía debió cruzar el inmenso despoblado que existe entre San Pedro de Atacama y Copiapó. Este camino de casi 500 km de largo fue dispuesto con 17 tambos (alojamientos) que, ubicados especialmente en las pocas aguadas que aparecen en el camino, permitían a las caravanas refugiarse, obtener sustento y descansar". Agrega que en el extremo norte, el tambo de Peine marcaba el inicio del despoblado y en la localidad de Finca de Chañaral se ubicaba el último antes de llegar al valle de Copiapó.
"La cordillera de los Andes en Chile central, con altitudes sobre los seis mil metros y una pendiente muy abrupta, presentó también un desafío de envergadura, que implicó la construcción de tambos en lugares estratégicos". Es el caso del tambo "Ojos de Agua", ubicado en el río Aconcagua, situado justo antes del empinado paso por la montaña. La vía registra una diferencia de cerca de dos mil metros en sólo 7 kms de camino y aún es un tramo complejo para los vehículos que utilizan la transitada ruta internacional entre Chile y Argentina".
en cifras
5 mil kilómetros
Longitud del Imperio Inca a través de Sudamérica.
10 millones
Habitantes aproximados del Tawantisuyu
1.800 kilómetros
Extensión que ocuparon los incas en el actual territorio chileno, desde el valle de Lluta hasta casi las puertas de Rancagua.
A fines de octubre de 1535, un funcionario inca llamado Huayllullo se encontró en Tupiza cara a cara con el mismísimo Diego de Almagro, al mando de unos 20 mil hombres. Huayllullo venía de Chile trayendo el presente habitual en oro que este lejano reino ofrecía al "rey universal del Perú", explica el arqueólogo José Berenguer. El sorprendido indígena comprendió que aquel regalito no llegaría a su destino. Las cosas cambiarían pronto en estas latitudes; sin embargo, el recuerdo de la impronta inca vive hasta hoy en nuestra cultura.
Iniciada hacia comienzos del siglo XV, la ocupación incaica de lo que hoy es Chile dejó su rastro en una infinidad de asentamientos, minas, cementerios y sitios ceremoniales distribuidos en ocho de las actuales regiones del país, recuerda Berenguer. Unos 1.800 kilómetros de territorio, desde el valle de Lluta en el extremo norte del país hasta casi las puertas de Rancagua en Chile central.
Hasta ese momento no había quien los parara; los incas se expandieron como un reguero de pólvora en el continente. Partieron por lo más próximo al Cusco, y en poco más de un siglo dominaron desde el sur de Colombia hasta Chile central. A través de esas enormes distancias lograron desplazar soldados, funcionarios, sacerdotes, personal de servicio y, muchas veces, comunidades enteras. Construyeron el imperio prehispánico más extenso del continente; Tawantinsuyu se le llama a este poderío de 5 mil kilómetros de largo y casi 10 millones de habitantes que instauraba en las provincias el culto solar y un régimen de gobierno basado en alianzas con las autoridades étnicas locales y en la redistribución de bienes y servicios. Actuaron con astucia y una organización de lujo: el estado se adueñaba de la riqueza obtenida y, cómo no, a los gobernantes se los consideraba nada menos que hijos del Sol.
De qué modo se logró toda esa inmensurable obra y qué ocurrió en esta tierra cuando el inca llegó es lo que se propuso abarcar el equipo de arqueólogos, investigadores, artistas, curadores y creativos que pertenecen al Museo Precolombino. Lo hacen en forma didáctica, atractiva e inédita a través de la exposición "Chile bajo el Imperio de los Inkas ", que se inaugura este jueves, con el auspicio de Minera Escondida.
"Nos interesa rescatar el concepto, hoy olvidado, de que somos un pueblo formado de una pluralidad de orígenes, algunos precolombinos y otros más recientes, afirma el director del museo, Carlos Aldunate; recuerda que todos ellos han contribuido a nuestro ADN biológico y cultural. "En este sentido, el mundo precolombino no es un asunto del pasado, del cual quedan reliquias, sino que está presente hasta hoy".
El flamante montaje refresca de qué manera hoy el inca sigue vigente en nuestra toponimia, no sólo denominando diversos lugares del territorio, sino también continúa presente en el habla cotidiana de los chilenos. "El quechua, lengua de los inkas , supera con creces al mapudungun, que hablan los mapuches, el grupo étnico originario con mayor población en el país", afirma uno de los textos del guión de la muestra. .
Para Aldunate, es sorprendente que en un período tan corto el inca haya dejado tantas huellas en nuestro acervo patrimonial, lo que demuestra la importancia que tuvo su dominación. "Pocos saben que palabras de uso habitual en nuestro léxico como cancha, guagua, huincha y muchas otras son quechuas, es decir, provienen directa o indirectamente de la dominación inca de nuestro territorio". De hecho el título y todos los textos que acompañan la exposición hablan del Inka con k y no con c, como lo escribe el diccionario de la academia.
El director también destaca que los nombres de lugares como Inkahuasi (casa del inca), Chac Inga (puente del inca), Inka de Oro, Tambo y una multitud de otros están sembrados por todo Chile. "De acuerdo a las leyendas populares, que se mantienen hasta hoy, cuando por allí pasó el inca, los cerros entregaban oro, los campos florecían, las siembras fructificaban".
Salas monográficas
Cerca de 196 piezas arqueológicas facilitadas por dos museos de Perú y por 10 museos chilenos, desde Arica hasta Rancagua están en esta muestra que revisa los principales temas involucrados en la presencia incaica en Chile. "Desde mi perspectiva, dice el museólogo José Pérez de Arce, un eje importante fue la impronta geográfica del inca en el territorio, para lo cual preparamos un mapa de 10 x 3 metros, que ocupa toda una sala". Registra los diversos asentamientos, centros administrativos, cada pukar, tambo, cementerios, metalurgia, santuarios y sitios de arte rupestre. Constituye sin duda un aporte inédito al tema. "Resume todo lo que se conoce hasta el momento al respecto". Es para descubrirlo con detención.
El recorrido se inicia en la sala del Imperio, donde se ilustra la estructura de la jerarquía y organización social que se origina desde el Cusco. El eje de esta sala la logra Pérez de Arce con grandes reproducciones de paredes de piedra incaica que el mismo museólogo registró en el norte, "inconfundible expresión de esa cultura".
Diversas vitrinas con piezas de cerámica están al centro de la siguiente sala dedicada a la geografía y coronada por el gran mapa. Las valiosas piezas están montadas en un soporte en metal adecuado a la forma de cada una. Complementan la información varios murales con diversas formas de explicación gráfica en que se definen temas como el Cerro El Plomo, la variación de la cerámica del norte a sur, el tipo de vestimenta que usaban los incas y su forma de trabajar la metalurgia.
En esta muestra también se ha incorporado una sala didáctica, que invita a reflexionar sobre su contenido a través de juegos, lecturas y un gran telón audiovisual.
Enseguida, el visitante se adentra en la sala temática que revisa a modo de monografías el mundo de los textiles, las ofrendas, el arte rupestre, entre otros tópicos.
"Hay varios elementos de enorme significado como los provenientes de santuarios de altura, miniaturas de personajes enteramente vestidos con textiles y ornamentos excepcionales. Se exponen asimismo piezas destacadas por su factura con la clásica impronta de arte abstracto incaico y valiosas esculturas de piedra", explica el museólogo.
Los objetos más sorprendentes por su belleza estética, presencia y novedad para los curadores, confiesa Pérez de Arce, son las 24 piezas emblemáticas que vienen de Cusco, del centro mismo del imperio. Entre ellas destaca la camisa que utilizan como "logo" de la muestra. Su color rojo que combina un ajedrezado blanco/negro domina en las salas, en los patios, en el portal y en los pendones.
Videos, catálogo y fotografías
El público también podrá ver varios videos que ilustran sobre la huella del inca en Chile. Fueron realizados por Claudio Mercado y Francisco Gallardo. Con cámara en mano, ambos arqueólogos captaron al interior de Atacama, Copiapó y Chile Central registros arquitectónicos y testimonios humanos en las mismas zonas que ayer conquistó el inca. Los creativos también presentan cuatro animaciones. Una explica en detalle la expansión del imperio en Chile, otra se detiene en la construcción de una Kallank a, centro administrativo que todavía se conserva en el poblado atacameño de Turi, y dos más desarrollan el tema del kipu , escritura en nudos utilizada por el inca para registrar y conservar el uso de sus diversos productos.
La muestra se complementa con un espléndido catálogo, que contiene 144 páginas en español e inglés y más de 150 fotografías e ilustraciones a todo color. Los textos y el guión de la exposición fueron preparados por José Berenguer, Carole Sinclaire y Luis Cornejo, arqueólogos que han participado activamente en diversas investigaciones y proyectos Fondecyt, para estudiar en terreno la ruta y la impronta del inca; no sólo recopilaron pruebas arqueológicas o tomaron fotos, sino que también revisaron las crónicas antiguas y sondeos actuales, logrando así acrecentar el acervo de información que da cuenta de la presencia de ese imperio en Chile.
Chile bajo el imperio de los Inkas
Museo Chileno de Arte Precolombino
Lugar: Bandera 361
Fechas: Desde el 5 de noviembre hasta fines de mayo 2010
Auspiciada por Minera Escondida y la Ley de Donaciones Culturales.
Los increíbles desafíos de la ruta imperial
El curador Luis Cornejo destaca que entre las comunidades indígenas tradicionales aún persiste el recuerdo de que la época anterior a la llegada de los españoles era gobernada por el Inca y en muchos lugares existe el mito de que el rey inca revivirá para restaurar el orden existente antes de la llegada de los europeos. "Este mito está presente incluso en comunidades indígenas que habitan en territorios tan distantes como Chiloé, que nunca estuvieron bajo la autoridad inca".
La arquitectura y el sistema vial incaico conocido como Qhapaqñan ayudaron a la dominación de este imperio, y junto a la religión e idioma (el quechua o runa) constituyeron los elementos integradores de este formidable programa conquistador .
Para Luis Cornejo, la ruta inca permitió el desplazamiento controlado de muchos elementos, destaca la fuerza militar, el tributo que cada comunidad debía pagar al estado y los regalos que el estado entregaba a los jefes locales por su fidelidad. "Por otra parte, la arquitectura cumplió un rol político e ideológico, además de la funcionalidad de sus sitios para albergar personas y desarrollar tareas". Agrega que, dadas sus características, la arquitectura servía como emblema de su presencia en un territorio y desplegaba su impronta de manera simbólica. "En muchos casos cuando los incas ocupaban una aldea solían demoler las construcciones más importantes de la gente local y luego levantaban sus edificios. Los que, generalmente, construían en las partes más notorias del paisaje, asegurándose de que todos supieran que ahí estaba".
Pero, claramente, nuestra complicada geografía dificultó los planes expansivos de los incas . "El territorio chileno enfrentó al imperio a varios desafíos, muchos de los cuales no les eran usuales", afirma Cornejo.
El desierto de Atacama, el más árido del mundo, significó un problema importante para la construcción de la vialidad inca. Un tramo de la vía debió cruzar el inmenso despoblado que existe entre San Pedro de Atacama y Copiapó. Este camino de casi 500 km de largo fue dispuesto con 17 tambos (alojamientos) que, ubicados especialmente en las pocas aguadas que aparecen en el camino, permitían a las caravanas refugiarse, obtener sustento y descansar". Agrega que en el extremo norte, el tambo de Peine marcaba el inicio del despoblado y en la localidad de Finca de Chañaral se ubicaba el último antes de llegar al valle de Copiapó.
"La cordillera de los Andes en Chile central, con altitudes sobre los seis mil metros y una pendiente muy abrupta, presentó también un desafío de envergadura, que implicó la construcción de tambos en lugares estratégicos". Es el caso del tambo "Ojos de Agua", ubicado en el río Aconcagua, situado justo antes del empinado paso por la montaña. La vía registra una diferencia de cerca de dos mil metros en sólo 7 kms de camino y aún es un tramo complejo para los vehículos que utilizan la transitada ruta internacional entre Chile y Argentina".
en cifras
5 mil kilómetros
Longitud del Imperio Inca a través de Sudamérica.
10 millones
Habitantes aproximados del Tawantisuyu
1.800 kilómetros
Extensión que ocuparon los incas en el actual territorio chileno, desde el valle de Lluta hasta casi las puertas de Rancagua.
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