NUESTROS AMIGOS DE DE LA SBCH OPINAN:
Franco Brzovic Gonzalez
PRIMERA MISA EN TERRITORIO CHILENO
11 de noviembre de 1520
Para el mundo cristiano, y en particular el católico, el 11 de noviembre es una fecha histórica pues allá en el año 1520 se celebró la primera misa en territorio chileno, cuando Magallanes descubre el estrecho.
Hay algunos que la datan en fecha anterior, pero al menos es seguro, que fue el 11 de Noviembre, hecho que entre otros autores, lo afirma mi padre Francisco Brzovic en su libro recién reeditado, "El Descubrimiento de Chile por Fernando de Magallanes".
Los investigadores aseguran que en un lugar denominado Puerto de las Sardinas, para la festividad de San Martín se ofició el sacrificio de la Santa Misa por el clérigo Pedro de Valderrama, hecho que necesariamente debe conmover a tantos católicos de nuestro país y del mundo.
Los investigadores aseguran que en un lugar denominado Puerto de las Sardinas, para la festividad de San Martín se ofició el sacrificio de la Santa Misa por el clérigo Pedro de Valderrama, hecho que necesariamente debe conmover a tantos católicos de nuestro país y del mundo.
El Mercurio Viernes 20 de Octubre de 2006
Magallanes descubridor de Chile
Podrán aparecer contradictores, encumbrados defensores de Almagro, pero ahí está el descubrimiento, reconocido en Magallanes por los mayores y más eruditos historiadores.
"El 21 del mes de octubre, hallándonos hacia los 52º latitud meridional, encontramos un estrecho que llamamos de las Once Mil Vírgenes, porque ese día les estaba consagrado", relata entusiastamente Pigafetta, criado y "sobresaliente", imaginativo y fiel relator de las hazañas de Fernando de Magallanes. Maravillosa versión de un testigo presencial del magno descubrimiento por allá en 1520, que hace surgir a Chile a la historia y a la geografía, al decir del preclaro historiador Mateo Martinic.
Festividad de Santa Úrsula, y sus compañeras mártires, precioso día de la contemplación histórica. En alta mar, Magallanes y los suyos divisan a lo lejos, por el sur, las veladas estepas fueguinas y hacia el oeste, unas remotas montañas nevadas, territorio chileno, como nos describe el multifacético intelectual Francisco Brzovic R., quien en las postrimerías de su vida, volcado con pasión a la historia, nos legara ese maravilloso libro "El Descubrimiento de Chile por Fernando de Magallanes". Parodiando a Manuel Francisco Meza y Enrique Campos Menéndez, Magallanes, primero en escuchar el canto de Chile, deja su nombre en la primera página de nuestra historia.
Trece meses antes, el puerto de San Lucar de Barrameda despide a Magallanes. Aferrado a la certeza de encontrar el paso conocido sólo por él, que une el Océano Mar del Norte con el Mar del Sur, como afirmaba en su elocuente solicitud al rey de Portugal, ordena desplegar velas. Con cinco naves: Trinidad, la almirante; San Antonio, la más grande; Santiago, la menor, y Victoria y Concepción, simples barquichuelos, tripuladas por doscientas setenta almas, se hacen a la mar, en busca de latitudes nunca exploradas.Penurias y desazones marcan el viaje, razón suficiente para tentar el derrumbe de su voluntad. No lejos de su memoria aparecen con obsesión tantos obstáculos y vejámenes sufridos antes de su partida. Los portugueses, sus compatriotas, y los españoles, quienes lo acogieron, se confabulan para eliminarlo por tantas razones infundadas y de envidia. Para estos últimos, por ser portugués.
En esa ruta de contratiempos y trágicos sucesos, avistaron el Río de la Plata, lugar extremo y sin visita de europeo alguno, separado por medio mundo. Brzovic admite que a esas alturas ya le invade al descubridor sin duda la más grande de las desazones. Su fanática fe de cruzado comienza a perder fuerzas. Las voces de la marinería, clamando el regreso "a Castilla, a España, por nuestro Dios y el Rey", remueven la nostalgia. Sin embargo, su voluntad, obsesiva, no acepta el fracaso. No es posible que todas esas cartas, revisadas y estudiadas hasta el cansancio, los portulanos y referencias oídas de viejos lobos de mar estén equivocados. El paso debe existir. Así lo habrá visto y entendido en el estudio majadero del mapa de Piri Reis, almirante turco, que en 1513 compuso su asombroso planisferio, con cartas, documentos y también mapamundis de Ptolomeo, que ya en tiempos de Alejandro de Macedonia, la India Meridional, nuestra América, era mencionada.
El tesón y la férrea voluntad de Magallanes tuvieron su premio. Lo que descubrió fue efectivamente ese impresionante estrecho, que el mundo bautizó como el Estrecho de Magallanes. Expediciones, desembarcos para exploraciones y también para celebrar los oficios religiosos de ese pueblo observante son hechos que prueban sin retaceo su descubrimiento. Y para gloria de la Iglesia, nuestro hermoso país indiano, recién descubierto, bautizado dieciséis años más tarde por el Adelantado Diego de Almagro, fue testigo de la primera celebración del santo sacrificio de la misa. Pedro de Valderrama, capellán de la expedición, confesor de Magallanes y de su tripulación, desembarcado en Puerto de las Sardinas un 11 de noviembre de 1520, celebra ese ritual teniendo como altar natural un monte de casi mil metros, el cerro Monte Cruz, según nos relata el padre Lorenzo Massa.
Podrán aparecer contradictores, encumbrados defensores de Almagro, pero ahí está el descubrimiento, reconocido en Magallanes por los mayores y más eruditos historiadores.
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