SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Friday, December 04, 2009

THIERRY DARDEL






Inmigrantes franceses en Chile


CON FRANCIA EN EL CORAZÓN


Por: Ximena Farias
Los franceses constituyen el tercer grupo más numeroso de inmigrantes en la historia de nuestro país. Ellos fueron, durante mucho tiempo, sinónimo de refinamiento y buen gusto, características añoradas por la incipiente aristocracia a principio del siglo XX.


La historia de este inmigrante representa fielmente los legados más importantes entregados por Francia: la cultura y los negocios. Y revela también que pese a que el país que lo vio nacer lo lleva en el corazón, Chile es el lugar donde han elegido vivir.


THIERRY DARDEL:


“SOY FRANCÉS, PERO MI VIDA Y MIS RAÍCES PERTENECEN ACÁ; POR MIS VENAS CORRE SANGRE FRANCESA, PERO MI CORAZÓN ES CHILENO”.


Thierry Dardel es reconocido en nuestra región (V Region) por llevar las riendas del tradicional Jardín Suizo por décadas. Si bien dejó la empresa hace ya dos años, su vida ha estado siempre ligada a la tierra, su segundo amor, fuente de sobrevivencia, y luego base de su progreso en Chile, con frutos de amor y de enseñanza, de forma autodidacta. Su historia, en cambio, comienza muy lejos de acá, en una época que muchos quisieran olvidar: la Segunda Guerra Mundial.
¿Cómo recuerda su infancia en Francia?
De infancia no tuve mucho; nací en el sur de Francia, cerca de Bergerac, en pleno campo, el año 1928. Mi padre, que era suizo, pero vivía en Argelia, tuvo que dejar el país, pues el paludismo estaba afectando a gran parte de la población, así que se fue a Francia con mis dos hermanos mayores, y luego nací yo. Pocos años después, toda la familia se trasladó cerca de París, donde papá entró a trabajar en una fábrica de alimento para animales. Esos años los recuerdo como hermosos, tenía yo cerca de 5 años y éramos muy felices. Después se comenzó lentamente a hablar de guerra, y la fábrica se quemó, así que nuevamente nos trasladamos a Bretania, donde los alemanes instalaron su base submarina que aún existe. Todo transcurrió en relativa calma hasta el año 1939 cuando se declaró la II Guerra, incluso, debido a las bombas que destruyeron mi escuela, no pude seguir estudiando. A papá, que sabía alemán, lo contrataron como intérprete, pero de su trabajo con los alemanes nunca supimos mucho. Sólo veíamos que a veces lo acompañaba un oficial alemán, pero que se cambiaba de ropa para que no viéramos su uniforme en un garaje que había a la entrada de la casa. Supimos, con los años, que este oficial había nacido en Chile. Su infancia, entonces, se tiño con el miedo e incertidumbre de la guerra... Claro, además fueron años de pobreza, no teníamos para comer, no había pan, nada. Afortunadamente, mis padres fueron fuertes, y un día llegué a casa y vi que se armaban maletas; a los minutos partimos rumbo a la estación de trenes, dejando la casa abierta, el auto estacionado, todo disimulado para que los alemanes no se dieran cuenta que nos escapábamos. Para ese entonces, ya éramos cinco hermanos. Nuestro primer destino fue Burdeos, límite de la Francia libre, donde un tío nos esperaba. Al tiempo, partimos a Argelia, donde mi padre enfermó de paludismo y falleció. Después de esto, mi familia se separó y los dos hermanos mayores se enrolaron en el ejército. Yo fui enviado como refugiado de guerra a vivir con una familia en el campo; ahí aprendí a trabajar la tierra y también las labores del hogar. Mis dos hermanos menores fueron enviados a vivir donde una tía, mientras mi madre consiguió un trabajo. Desde 1945 nos separamos, y esperamos 50 años para volver a reunirnos todos en Francia.
¿Cómo llega a Chile, en qué circunstancias?
Teníamos una tía que se había casado y estaba viviendo en Chile, en Ñipas, cerca de Chillán. Cuando supo lo que nos estaba pasando, le mandó a mamá un pasaje para que uno de sus cinco hijos viajara a Chile, y como estos tíos eran padrinos míos, ella me entregó ese pasaje, además que yo ya tenía edad para trabajar. Partí un 12 de junio de 1946 en avión, pero sólo pisé suelo chileno el 30 de junio, porque de Argelia tomé un bombardero hasta Casablanca, luego a Tánger, y en otro avión más grande a Lisboa donde, después de muchos años, volví a comer pan. La travesía siguió en Dakar, Arrecife y Río de Janeiro, donde me hospedé en un hotel. ¡Imagínese lo que fue eso!, yo no sabía lo que era tener una ducha con agua caliente y fría, ni tampoco había visto tanta comida. Ya al final de este viaje, llegué a Buenos Aires, donde unos amigos de la familia me recibieron muy bien, me dieron pantalón largo, que yo no los conocía, chaqueta, zapatos nuevos...yo no había vestido nunca así, entonces no sabía cómo moverme con esa ropa. El 30 de junio tomé un avión que me llevó a Cerrillos, donde llegué a las 2 de la tarde. Mi tío me estaba esperando con una chomba gris que me había hecho mi tía; con eso yo ya sentía que estaba comenzando otra vida. Y esa vida la comenzó en el campo... Claro, nos fuimos inmediatamente a Ñipas donde nos esperaba una carreta, en plenos invierno. Todo era barro, por donde miraras, pero yo me sentía en el paraíso. Y mis tíos pasaron a ser como mis padres, sentí siempre su preocupación; incluso, cuando llegué, yo no venía en buen estado físico, y tía Brigitte me cuidó con esmero.


¿Y qué le pareció Chile?


Me pareció todo fantástico, y sigo pensando igual, la fraternidad que me ofrecieron a mi llegada no la olvidaré jamás, de todos, desde la familia de mis tíos, los vecinos, la comunidad, hasta de los trabajadores del campo, quienes se reían de mi forma de hablar, pero lo hacían con cariño.


¿Tuvo muchos problemas con el idioma?


Bueno, el tío y la tía hablaban obviamente francés, así que ahí me ayudaban, pero para aprender castellano tuve que tomar un libro sobre la Reconquista en Chile de Alberto Blest Gana, lo leía en voz alta, y lo copiaba, así aprendí.


¿Cómo llega a la Quinta Región?


Luego de 10 años de trabajar la tierra con mi tío, me casé con Hilde Pümpin, que iba a pasar sus vacaciones al campo de mi tío porque estaban emparentados; entonces mi suegro nos invitó a que viniéramos a Valparaíso a vivir, y me ofreció el puesto de administrador del Jardín Suizo. Yo le dije que sólo sabía de trigo, viñas, porotos, arado, pero no sabía poner una planta, entonces sabiamente él dijo “¡Aprende!” y eso hice. Si bien dice que no tuvo infancia debido a la guerra, ¿tiene nostalgia de Francia? No, es que como le dije, mis primeros años fueron muy difíciles, no tuve infancia, mis hijos y mis nietos han venido a reemplazar esos años que me faltaron por vivir, no supe lo que era jugar a la pelota ni nada. Tengo quizás nostalgia de mis hermanos, de los primos, pero no de Francia. La he visitado en varias oportunidades, incluso una vez reunimos cerca de 90 familiares en la casa de mi hermana en Francia, en 1995, después de 50 años de separarnos,. Es decir, Chile le dio la oportunidad de una segunda vida... Claro, yo adoro Chile, piense que sólo viví 15 años en Francia, y soy francés, pero mi vida y mis raíces pertenecen acá; por mis venas corre sangre francesa, pero mi corazón es chileno.




Inmigración francesa en Chile


La inmigración proveniente de Francia, aunque ha sido menos trascendente que la de otras colectividades europeas, ha tenido gran importancia en algunas zonas específicas, principalmente en la IX Región de la Araucanía. De igual forma, inmigrantes franceses han participado en el desarrollo de actividades comerciales en Valparaíso (compartiendo este rol con la comunidad de origen británico) y la industria vitivinícola del Valle Central.Aunque la cifra de inmigrantes fue reducida (no superó las 6 mil personas), con el paso del tiempo fue consolidándose principalmente con el establecimiento de recintos educacionales (como los colegios de la Alianza Francesa en Santiago, Traiguén, Concepción y Viña del Mar) y deportivos (como el Stade Française y el Sport Française, ambos en la capital). El primer acercamiento de Francia a nuestras costas fue probablemente en 1695, a través de una gran expedición marítima que zarpó de La Rochelle a las órdenes del capitán De Gennes. Pero al decir de don Rene Louvel: “estaba formada por jóvenes de la nobleza incapaces de tan dura aventura que exigía la dureza física y la capacidad marítima de los bucaneros. La inexperiencia les impidió cruzar el estrecho de Magallanes y luego de 8 meses de navegación regresan a Francia”. Lo cierto es que la inmigración francesa a Chile fue escasa e irregular, mas esta se acentuó en las primeras décadas del siglo XVIII y fines del siglo XIX. A comienzos del siglo XVIII, Felipe V es elevado al trono de España. Como nieto de Luis XIV dio origen a la dinastía borbónica en ese país, pero a su vez permitió a Francia una gran influencia en las actividades comerciales de España y sus colonias.

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