DE NUESTROS SOCIOS: JOSE MIGUEL BARROS
Roberto Ruiz, vicepresidente de la Asociación de Diplomáticos de Carrera; José Miguel Barros; Enrique Melkonian, presidente de la Asociación de Diplomáticos de Carrera, y Raúl Sanhueza.
El Mercurio Jueves 3 de Diciembre de 2009
Reconocimiento de diplomáticos a José Miguel Barros
FERNANDA ÁLVAREZ C.
El Mercurio Jueves 3 de Diciembre de 2009
Reconocimiento de diplomáticos a José Miguel Barros
FERNANDA ÁLVAREZ C.
En la academia diplomática de Chile, el destacado diplomático José Miguel Barros recibió un emotivo homenaje de la Asociación de Diplomáticos de Carrera, al cual asistieron numerosos embajadores chilenos. En la oportunidad, Roberto Ruiz, vicepresidente de Adica, sostuvo: "Este es un merecido reconocimiento a uno de nuestros mejores embajadores, un hombre al servicio de la República y gran defensor de nuestros límites". Enrique Melkonian, presidente de la asociación, comentó que Barros se convirtió en una voz incansable y permanente en la defensa de la carrera diplomática, aludiendo a su larga y exitosa trayectoria.
En su discurso de agradecimiento, el embajador Barros señaló: "No es, éste, un homenaje procedente de autoridades ministeriales, sino una manifestación de aprecio de amigos y camaradas con quienes he compartido más de medio siglo. Aún más, lo que capto aquí no atañe a los servicios que haya podido prestar al país como entendido en límites, como embajador o como agente arbitral. Veo, más allá de ello, un solidario reconocimiento por lo que constituye casi una obsesión personal: la defensa de una plena profesionalización de los cuadros superiores de la Cancillería y de nuestra representación en el extranjero; la lucha por el afianzamiento de un servicio exterior que, análogamente a las instituciones armadas, encuentre y perfeccione sus raíces desde la Academia Diplomática. Así ocurre en los grandes países civilizados del mundo; eso es lo que deseo para el mío. No debe considerarse una mera aspiración gremial; debería constituir una meta nacional, ajena a banderías o raciocinios de política doméstica".
En su discurso de agradecimiento, el embajador Barros señaló: "No es, éste, un homenaje procedente de autoridades ministeriales, sino una manifestación de aprecio de amigos y camaradas con quienes he compartido más de medio siglo. Aún más, lo que capto aquí no atañe a los servicios que haya podido prestar al país como entendido en límites, como embajador o como agente arbitral. Veo, más allá de ello, un solidario reconocimiento por lo que constituye casi una obsesión personal: la defensa de una plena profesionalización de los cuadros superiores de la Cancillería y de nuestra representación en el extranjero; la lucha por el afianzamiento de un servicio exterior que, análogamente a las instituciones armadas, encuentre y perfeccione sus raíces desde la Academia Diplomática. Así ocurre en los grandes países civilizados del mundo; eso es lo que deseo para el mío. No debe considerarse una mera aspiración gremial; debería constituir una meta nacional, ajena a banderías o raciocinios de política doméstica".
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