HISTORIA SOCIAL 1900 CHILE
PUBLICACIÓN "La historia a partir de un corso de flores"
Corsos Florales: una fiesta "europea" que hacía vibrar a la sociedad viñamarina
"Lo más bello, lo más elegante y lo más chic" se daban cita durante los llamados Corsos Florales en Viña del Mar. A partir de esta fiesta de principios de 1900, Jorge Salomó investiga capítulos de la historia social de esta ciudad, que irradia hacia el resto del país.
El Mercurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 13 de junio de 2010
Actualizado a las 6:06 hrs.
CECILIA VALDÉS URRUTIA
La hoy desconocida Fiesta del Corso Floral es un claro ejemplo del despertar que tuvo Viña del Mar hacia un espíritu diferente durante los primeros años del siglo XX. Esta celebración da cuenta de la mirada europeizante que primaba en ese momento en la élite, la que buscó convertir el naciente balneario en un centro similar a enclaves europeos como Rapallo y Deauville, postula Jorge Salomó en su reciente libro "La historia a partir de un Corso de Flores".
"Mi teoría es que la Belle Époque llegó a Viña tardíamente. En Europa había partido en 1870 y aterrizó en Santiago a fines de siglo. En Viña del Mar recién nos encontramos con rasgos definidos de esta corriente a comienzos del siglo XX. Se observa en lugares como la playa Miramar, con el uso del traje de baño y la orquesta a las siete de la tarde. Está presente en la apertura de clubes como el Paperchase, el Sporting y el Club de Viña. Y por cierto en los Corsos Florales, inaugurados en 1905", señala el autor a "Artes y Letras".
Flores, coches y valses
Esta gala floral -que consistía en un gran desfile competitivo de coches y carros especialmente adornados con flores y otros elementos por familias y otras agrupaciones- estableció un vínculo directo con algunos de los ideales de la Belle Époque . "La sociedad esperaba a través de experiencias como ésta replicar las características de esa época relacionadas con la belleza, la fantasía y la distinción", apunta Salomó.
El gran impacto que había tenido la fiesta en Europa -con la difusión de las bicicletas y la aparición del primer automóvil a motor- incentivó a la sociedad viñamarina a participar en ella masivamente. Para el primer corso realizado en esta ciudad -el 22 de enero de 1905-, la gente acudió vestida a la usanza europea. Las mujeres usaron vestidos largos de gasa, sombreros con arreglos florales y llevaban sombrilla. Los hombres vistieron trajes de gala y los niños portaban trajes de marineros traídos de Europa.
"La música de los corsos era refinada: incorporó danzas como valses. La poesía de 35 versos de Leonardo Éliz fue musicalizada por don Elías Chacón en ritmo de vals", resalta el cronista. La sociedad de Viña llegó a sentirse verdaderamente en una fiesta europea, según consta en los comentarios en la revista "Sucesos".
No parece extraño entonces que después del terremoto de agosto de 1906, postula el autor, varias de las nuevas construcciones tomaran características de los palacios europeos, como sucede con la casa de la familia Vergara en la Quinta. "El arquitecto Ettore Petri incorporó ahí la tradición italiana en un estilo neogótico veneciano, con elementos del Palacio Ducal. También se construyó el palacio de Fernando Rioja, en la calle Quillota, y el castillo de la familia Wulff. Emilio Jecquier diseñó y supervisó la nueva parroquia de Viña, de estilo romántico".
Garden parties y lunch
El antecedente histórico más importante de celebraciones anteriores al Corso en Viña se encuentra en los garden parties que daban don José Francisco Vergara y su señora, Mercedes Álvarez, sostiene Jorge Salomó. Estas fiestas fueron después organizadas por doña Blanca Vergara en la quinta familiar. Las descripciones de la época definen a doña Blanca como una "dama versallesca". Se cuenta que los elegantes carruajes desfilaban por las nacientes calles viñamarinas antes de ingresar a las especiales veladas nocturnas de la Quinta. El palacio se iluminaba con un innovador sistema a gas y recibía a los invitados con dos orquestas, que los hacían bailar desde las 8 de la tarde hasta la madrugada.
Otro antecedente fueron los llamados lunch . "Era común organizar esos paseos bucólicos, a la hora de almuerzo, desde Valparaíso a Viña. Solían culminar en la quinta de don Santiago Lyon Santa María", señala el profesor de historia.
En el Centenario
En 1904 empezaron las carreras hípicas en el Sporting Club. El primer corso se inaugura un año después en las canchas de ese club. Eran tiempos en que Camilo Mori comenzaba desarrollar su obra pictórica y Valparaíso recibía el legado de Valenzuela Puelma.
La organización del primer desfile de 1905 corrió por cuenta de algunas familias de la aristocracia local. Para su éxito se constituyeron comités: la comisión femenina fue presidida por Ismenia Hormann, con la colaboración de Rebeca Necochea de Ross, Josefina Subercaseaux de Concha, Luz Montt de Montt y Victoria Larraín de Zañartu, entre otras. Los hombres fueron comandados por Federico Guillermo Wilms Brieba. El mensaje que transmitieron fue privilegiar un espíritu solidario como objetivo final de la fiesta, lo que tuvo una muy buena recepción entre las familias de la elite de Valparaíso, Viña y Santiago. "Se incentivó también la participación de carros de las empresas, que podían promocionar sus productos o servicios durante el desfile en forma alegórica".
La Marina, el Ejército y los bomberos también formaron parte de los convocados. En la mayoría de los carros se incluyeron artísticos arreos y se incorporaban nuevas formas de estética y publicidad. También se trajeron "patillas y bulbos del Viejo Mundo cuyas flores exóticas sorprendieron a los asistentes", consignan los documentos.
El primer corso empezó con bombos y platillos con el desfile del Regimiento de Maipú y tuvo como estrella un desconocido vehículo. "El automóvil de Zig Zag: una innovadora forma de marketing que se vio por primera vez allí, previa al lanzamiento de la que fuera esa famosa revista. Entre los participantes relacionados con las industrias destacó el coche de Tomás Eastman Cox en representación de la lechería Limache", describen las crónicas.
El desfile servía como canal de difusión de diversos productos y esa nueva forma de publicidad desarrollada allí fue adoptada y llevada a las publicaciones. Ello sucedió con Sanguinetti y su marca Aceite Escudo Chileno, cuya imagen del carro con caballeros montados y vestidos a la usanza de los corsos se replicó en los avisos, destaca Salomó .
Los niños también tuvieron una actuación especial: "La categoría de carros de dos ruedas fue ganado por las pequeñas hermanas Luz, Teresa, Nina, María, Margarita y Anita Lyon Arrieta, quienes impactaron por la disciplina que mantuvieron durante el desfile".
Todos los fondos recaudados en esa primera fiesta fueron para la Casa de Niños Huérfanos de la Sociedad de los Dolores; mientras la suma obtenida en el siguiente corso ayudó a implementar el nuevo hospital de niños de Valparaíso. La reedición del corso tuvo una gran convocatoria hasta 1906 y luego reapareció con fuerza para el Centenario. El corso se hizo en Viña y en Santiago, pero también proliferó en Ñuñoa, Peñaflor, San Bernardo, Rancagua, Talca, Cauquenes, Concepción y otras ciudades y comunas. Llegó prácticamente a todo el país.
"Se convierte en un precedente directo de la Fiesta de la Primavera que surge en 1915, y antecede al primer programa que combinó el Corso Floral y los Juegos Poéticos, durante la fiesta cervantina en 1916", afirma el autor de esta ilustrada crónica histórico-social: "Viñamarina. La historia a partir de un Corso de Flores".
Corsos Florales: una fiesta "europea" que hacía vibrar a la sociedad viñamarina
"Lo más bello, lo más elegante y lo más chic" se daban cita durante los llamados Corsos Florales en Viña del Mar. A partir de esta fiesta de principios de 1900, Jorge Salomó investiga capítulos de la historia social de esta ciudad, que irradia hacia el resto del país.
El Mercurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 13 de junio de 2010
Actualizado a las 6:06 hrs.
CECILIA VALDÉS URRUTIA
La hoy desconocida Fiesta del Corso Floral es un claro ejemplo del despertar que tuvo Viña del Mar hacia un espíritu diferente durante los primeros años del siglo XX. Esta celebración da cuenta de la mirada europeizante que primaba en ese momento en la élite, la que buscó convertir el naciente balneario en un centro similar a enclaves europeos como Rapallo y Deauville, postula Jorge Salomó en su reciente libro "La historia a partir de un Corso de Flores".
"Mi teoría es que la Belle Époque llegó a Viña tardíamente. En Europa había partido en 1870 y aterrizó en Santiago a fines de siglo. En Viña del Mar recién nos encontramos con rasgos definidos de esta corriente a comienzos del siglo XX. Se observa en lugares como la playa Miramar, con el uso del traje de baño y la orquesta a las siete de la tarde. Está presente en la apertura de clubes como el Paperchase, el Sporting y el Club de Viña. Y por cierto en los Corsos Florales, inaugurados en 1905", señala el autor a "Artes y Letras".
Flores, coches y valses
Esta gala floral -que consistía en un gran desfile competitivo de coches y carros especialmente adornados con flores y otros elementos por familias y otras agrupaciones- estableció un vínculo directo con algunos de los ideales de la Belle Époque . "La sociedad esperaba a través de experiencias como ésta replicar las características de esa época relacionadas con la belleza, la fantasía y la distinción", apunta Salomó.
El gran impacto que había tenido la fiesta en Europa -con la difusión de las bicicletas y la aparición del primer automóvil a motor- incentivó a la sociedad viñamarina a participar en ella masivamente. Para el primer corso realizado en esta ciudad -el 22 de enero de 1905-, la gente acudió vestida a la usanza europea. Las mujeres usaron vestidos largos de gasa, sombreros con arreglos florales y llevaban sombrilla. Los hombres vistieron trajes de gala y los niños portaban trajes de marineros traídos de Europa.
"La música de los corsos era refinada: incorporó danzas como valses. La poesía de 35 versos de Leonardo Éliz fue musicalizada por don Elías Chacón en ritmo de vals", resalta el cronista. La sociedad de Viña llegó a sentirse verdaderamente en una fiesta europea, según consta en los comentarios en la revista "Sucesos".
No parece extraño entonces que después del terremoto de agosto de 1906, postula el autor, varias de las nuevas construcciones tomaran características de los palacios europeos, como sucede con la casa de la familia Vergara en la Quinta. "El arquitecto Ettore Petri incorporó ahí la tradición italiana en un estilo neogótico veneciano, con elementos del Palacio Ducal. También se construyó el palacio de Fernando Rioja, en la calle Quillota, y el castillo de la familia Wulff. Emilio Jecquier diseñó y supervisó la nueva parroquia de Viña, de estilo romántico".
Garden parties y lunch
El antecedente histórico más importante de celebraciones anteriores al Corso en Viña se encuentra en los garden parties que daban don José Francisco Vergara y su señora, Mercedes Álvarez, sostiene Jorge Salomó. Estas fiestas fueron después organizadas por doña Blanca Vergara en la quinta familiar. Las descripciones de la época definen a doña Blanca como una "dama versallesca". Se cuenta que los elegantes carruajes desfilaban por las nacientes calles viñamarinas antes de ingresar a las especiales veladas nocturnas de la Quinta. El palacio se iluminaba con un innovador sistema a gas y recibía a los invitados con dos orquestas, que los hacían bailar desde las 8 de la tarde hasta la madrugada.
Otro antecedente fueron los llamados lunch . "Era común organizar esos paseos bucólicos, a la hora de almuerzo, desde Valparaíso a Viña. Solían culminar en la quinta de don Santiago Lyon Santa María", señala el profesor de historia.
En el Centenario
En 1904 empezaron las carreras hípicas en el Sporting Club. El primer corso se inaugura un año después en las canchas de ese club. Eran tiempos en que Camilo Mori comenzaba desarrollar su obra pictórica y Valparaíso recibía el legado de Valenzuela Puelma.
La organización del primer desfile de 1905 corrió por cuenta de algunas familias de la aristocracia local. Para su éxito se constituyeron comités: la comisión femenina fue presidida por Ismenia Hormann, con la colaboración de Rebeca Necochea de Ross, Josefina Subercaseaux de Concha, Luz Montt de Montt y Victoria Larraín de Zañartu, entre otras. Los hombres fueron comandados por Federico Guillermo Wilms Brieba. El mensaje que transmitieron fue privilegiar un espíritu solidario como objetivo final de la fiesta, lo que tuvo una muy buena recepción entre las familias de la elite de Valparaíso, Viña y Santiago. "Se incentivó también la participación de carros de las empresas, que podían promocionar sus productos o servicios durante el desfile en forma alegórica".
La Marina, el Ejército y los bomberos también formaron parte de los convocados. En la mayoría de los carros se incluyeron artísticos arreos y se incorporaban nuevas formas de estética y publicidad. También se trajeron "patillas y bulbos del Viejo Mundo cuyas flores exóticas sorprendieron a los asistentes", consignan los documentos.
El primer corso empezó con bombos y platillos con el desfile del Regimiento de Maipú y tuvo como estrella un desconocido vehículo. "El automóvil de Zig Zag: una innovadora forma de marketing que se vio por primera vez allí, previa al lanzamiento de la que fuera esa famosa revista. Entre los participantes relacionados con las industrias destacó el coche de Tomás Eastman Cox en representación de la lechería Limache", describen las crónicas.
El desfile servía como canal de difusión de diversos productos y esa nueva forma de publicidad desarrollada allí fue adoptada y llevada a las publicaciones. Ello sucedió con Sanguinetti y su marca Aceite Escudo Chileno, cuya imagen del carro con caballeros montados y vestidos a la usanza de los corsos se replicó en los avisos, destaca Salomó .
Los niños también tuvieron una actuación especial: "La categoría de carros de dos ruedas fue ganado por las pequeñas hermanas Luz, Teresa, Nina, María, Margarita y Anita Lyon Arrieta, quienes impactaron por la disciplina que mantuvieron durante el desfile".
Todos los fondos recaudados en esa primera fiesta fueron para la Casa de Niños Huérfanos de la Sociedad de los Dolores; mientras la suma obtenida en el siguiente corso ayudó a implementar el nuevo hospital de niños de Valparaíso. La reedición del corso tuvo una gran convocatoria hasta 1906 y luego reapareció con fuerza para el Centenario. El corso se hizo en Viña y en Santiago, pero también proliferó en Ñuñoa, Peñaflor, San Bernardo, Rancagua, Talca, Cauquenes, Concepción y otras ciudades y comunas. Llegó prácticamente a todo el país.
"Se convierte en un precedente directo de la Fiesta de la Primavera que surge en 1915, y antecede al primer programa que combinó el Corso Floral y los Juegos Poéticos, durante la fiesta cervantina en 1916", afirma el autor de esta ilustrada crónica histórico-social: "Viñamarina. La historia a partir de un Corso de Flores".
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