Lumen Fidei, la Encíclica del Papa Francisco, no es una estrella fugaz, sino el pleno cumplimiento, el final diseño, de una genial constelación teológica que cubre el cielo de nuestro tiempo. La obra de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, los tres últimos Pontífices de la Iglesia Católica, vista desde un trasfondo en el que se divisan Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, hasta hoy.
El centro de esta figura es, sin duda, la persona de Cristo y su Gracia, que viene a los hombres a través de las virtudes llamadas teologales –Fe, Esperanza, Caridad– en el encuentro del hombre con Dios. Mediante estas virtudes la Palabra de Dios eleva el espíritu y el corazón del hombre.
Fe y razón, Esperanza que salva, Dios es Caridad, las encíclicas de los anteriores pontífices en cuyos títulos aparecen esas palabras, hablaron ya de esas tres virtudes. Benedicto XVI, en un gesto genial, clausuró su pontificado e inició el de Francisco en un tiempo al que proclamó el Año de la Fe. Lumen Fidei es su culminación.
Extracto artículo de Juan de Dios Vial Larraín en Humanitas 71
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