Marshall Berman murió ayer 11 de septiembre a los 72 años en Nueva York, Estados Unidos. Escritor, filósofo y docente, sus trabajos sobre economía, arte y cultura fueron moldeados por su inmersión temprana en la obra de Karl Marx.
Berman había nacido en el Bronx neoyorquino en 1940, en el seno de una familia judía. Fue profesor de ciencia política en la universidad de la ciudad de Nueva York, participó de varias publicaciones de izquierda y fue un colaborador de The New York Times y The Nation, entre otros.
Entre sus libros sobresalen “La política de la autenticidad” y “Aventuras del marxismo”, pero sin duda su obra más conocida fue "Todo lo sólido se desvanece en el aire", un título tomado del Manifiesto Comunista que cuenta una historia crítica la modernidad, desde el "Fausto" de Goethe a Jones Beach. Lo publicó hace más de treinta años, y se convirtió rápidamente en materia de estudio en universidades y posgrados de varias disciplinas. Como escribió la revista
The Tablet, Berman será recordado por ese visionario libro publicado en 1982:
Fue una revelación, una evocación y a veces un poema en prosa con pies de página. Acá abrazó a Marx como un profeta, guiado no tanto por la ira del viejo testamento, sino por la idea de que lo que podría recién estar haciéndose visible en el mundo sería “una asociación en cual el libre desarrollo de cada individuo es la condición para el libre desarrollo de todos.” Este Marx, para él, fue “uno de los primeros y más grandes modernistas.”
Por modernismo quiso decir “cualquier intento de hombres y mujeres de convertirse tanto en sujetos como los objetos de la modernización, de tomar de riendas el mundo moderno y sentirse cómodos en el”. Pero en “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, Marshall no anunciaba un futuro visionario, sino que celebraba, y se preocupaba, por las posibilidades del presente. “Ser moderno – escribió- es experimentar la vida personal y social como un torbellino… Ser moderno es sentirse en casa en el torbellino, de hacer propio sus ritmos, de moverse dentro de sus corrientes en búsqueda de las formas de la realidad, de la belleza, de la libertad, de la justicia, que permite su fluir ardiente y peligroso.”
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