SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

My Photo
Name:
Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Monday, September 07, 2009

ANTIPOESIA OCURRENTE PARA BUSCAR PRIMERAS EDICIONES

Soy tu fan.
Parra despierta amores y polémicas.
Neruda lo saludó como un grande pero después cambió de opinión.
Hoy es el escritor chileno vivo más importante.
Hace setenta y dos años este hombre inventó unos poemas distintos

La intensa y gloriosa vida de Nicanor Parra
“El mundo es un conglomerado de putas y cabrones”
Fue comunista y tomó el té en la Casa Blanca. Está entre los más grandes bardos en tierra de Neruda y Huidobro. Donjuán empedernido, fiel a su rebeldía y a su humor corrosivo, hoy está de cumpleaños. Noventa y cinco. Y va por más.

Roka Valbuena
Clarin 05.09.2009

Soy tu fan. Parra despierta amores y polémicas. Neruda lo saludó como un grande pero después cambió de opinión. Hoy es el escritor chileno vivo más importante.
Hace setenta y dos años este hombre inventó unos poemas distintos y cambió la poesía en español. Este hombre, que nació en el campo y es hijo de un profesor, Nicanor, que jugaba con rimas y se emborrachaba alegremente de noche, y de una señora, Clarisa, que cosía la ropa y se ensombrecía por las tardes, a sus poemas les llamó antipoemas y así los hizo famosos. Se apropió con distinción del título de antipoeta y por años divulgó una poesía sin rimas, la cual consta, en su esencia, de sorprendentes palabras sencillas e imágenes singulares. Este hombre se llama Nicanor Parra y, en realidad, parece antihombre. Parra, el inmortal, hoy cumple noventa y cinco años muy saludables y afortunadamente nadie le ha dicho que algún día se tiene que morir. Nicanor Parra Sandoval nació en San Fabián de Alico, Chile, en 1914. Fue el mayor de nueve hermanos los cuales, al corto plazo, se harían artistas. Es el clan Parra, nutrido por un cien por ciento de bohemios. Por dos años anticipó a su hermana, Violeta, la mítica folclorista que se suicidó apenada en 1967. Con ella viajó a Santiago en los años treinta. Gracias a su pobreza rural entró becado a un colegio importante y, apenas egresó, estuvo a un centímetro de consumar el poema más fallido de su vida: postuló a la Escuela de Carabineros y un bendito centímetro de estatura lo liberó del uniforme (Parra mide 1,69 cm y el mínimo para un carabinero es de 1,70 cm.) Parra se volvió un lector de libros y, para una familia de autodidactas, cometió una locura: impensadamente optó por estudiar. Estudió pedagogía en Chile, mecánica avanzada en Estados Unidos y en 1949 obtuvo un doctorado en Inglaterra. Aunque Nicanor Parra fue el único de los hermanos que pasó por la universidad, pues el resto estudió música en bares y se tituló al aire libre. Finalmente se hizo rebelde a tiempo completo. El antipoeta debutó en 1937 con Cancionero sin nombre. Pasaron los años, Parra vivió haciendo clases, volvió de Inglaterra casado con una sueca, Inga Palmen, tuvo hijos, se separó, se hizo un mujeriego profesional, se casó más veces, viajó por el planeta predicando una novedad poética, se hizo comunista casi sin querer y, por esos años, incubó los antipoemas. En una ocasión se hizo a sí mismo un reclamo estilístico: “¿Por qué cresta los poetas hablan de una forma y escriben de otra? ¿Por qué utilizan esa jerga que se llama lenguaje poético y que no tiene nada que ver con la realidad?”.En 1954 vertió sus teorías en varias estrofas, publicó Poemas y antipoemas. Y desde entonces, para muchos, la poesía cambió.Antitodo. En ese país conservador, Chile, había un sacerdote que juzgaba libros. Era el crítico José Miguel Ibáñez Langlois, devoto de Dios y la literatura, quien le abrió las puertas del paraíso. “Los antipoemas son, simplemente, grandes poemas”, dijo el crítico católico.Otro crítico, Alone, en 1956, al escribir sobre una obra de Parra, inició con estas palabras: “Me han advertido severamente que no hable de este libro. Una persona de buena voluntad asegura que el autor es comunista”. Aun en un país así, a Parra le llovieron elogios y los académicos se encerraron en las bibliotecas para definir sus creaciones: ¿qué es un antipoema?El antipoema, ha dicho la crítica especializada, es una olla muy grande en la que caben muchas pequeñeces: cabe allí el chiste, la crónica periodística, lo coloquial y un montón de lugares comunes. La antipoesía se propone desacralizar los versos y dar una guerra frontal a la lírica. Nicanor Parra poetizó hasta los clisés. Por aquellos días dominaba la rima complicada, pero vino Parra y simplificó los sentimientos. Lo declaró en un poema: “Durante medio siglo / La poesía fue / El paraíso del tonto solemne / Hasta que vine yo / Y me instalé con mi montaña rusa”.Parra ha dicho que él, junto a dos poetas, Enrique Lihn y el multifacético Alejandro Jodorowsky, importó a Chile un lenguaje. “Yo traje el pop”, dijo una vez. Y, tras una sólida obra –compuesta de casi veinte libros de poesía, traducciones personales de Shakespeare (“Todo está en Hamlet”) y discursos poéticos– nadie lo puede discutir.“Parra puede decirlo todo, siempre y cuando sea no decir lo políticamente correcto”, señala, desde México, el reputado crítico y poeta uruguayo, Eduardo Milán. Insistimos: ¿y qué es un antipoema? Edgardo Dobry, poeta argentino radicado en España, aporta con un dardo: “Lo que viene a decir Parra es que escribir como Neruda es escribir en el pasado”. El año en que con sus antipoemas Parra quebró la poesía tradicional, Pablo Neruda era el papa de la lírica chilena. Neruda, primero, le dio una bendición en su casa de Isla Negra. Parra, el moderno, le leyó un verso y Neruda, el canon, se dio un paseo pensativo por el living: “Si logra escribir un libro entero de la misma forma, usted será muy grande”. Parra lo hizo durante más de setenta años y veinte libros. “En esos años no se podía escribir poesía sin tener relación con Neruda”, afirma, desde Chile, el académico y director de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales, Rodrigo Rojas. Al poco tiempo la sonrisa de Neruda –apodado Papablo por Parra– se diluyó. “Se dio cuenta de que con Parra estaba surgiendo un lenguaje de la poesía que estaba fuera de su control”, destaca Rojas. Estaban en esquinas opuestas. Neruda fue un comunista estándar; Parra fue un comunista exótico que adoraba ser individual. Neruda era el sentimiento, Parra el humor. La distancia, incluso, parecía existencial. Lo dijo Mario Benedetti en la revista Marcha: “Más que antineruda, Parra es antitodo”.Es, finalmente, un hombre que vive como le da la gana. Por ende nadie se sorprendió cuando lo echaron del Partido Comunista tras tomar el té en la Casa Blanca. El antipoeta, según contó, se había topado en una galería de arte de Washington con una mujer simpática que lo invitó a una casa con jardín a comer galletas con almendras. Al rato Nicanor Parra saboreaba unos pastelillos de hojaldre con la señora Nixon, la primera dama de Estados Unidos. El rebelde está vigente. Tras una larga vida de rebeldía, con tantos premios recibidos, el antipoeta se estableció hace doce años en un balneario chileno. Allá, en Las Cruces, instaló su guarida que se encuentra a unos kilómetros del lugar en que fue enterrado el poeta Vicente Huidobro. Parra, desde su casa, se empina de pies y le mira la tumba al colega. A veces lo visitan jóvenes que, con la boca abierta, lo miran pensar. Parra les suelta sus frases. Les dice: “La vida es una humillación”. O, como le dijo a uno: “El mundo es un conglomerado de putas y cabrones”. Es un ídolo que asombra hasta a su propia hija, Colombina, quien ha liderado bandas de rock: “Cuando me enfrento a su poesía deja de ser mi padre y automáticamente me conecto con su obra tal como lo hago con Sonic Youth”. Mientras tanto, al antipoeta una mujer le sirve todos los días el almuerzo a la hora del whisky. Parra almuerza puntualmente a las cinco de la tarde dado que tiene una rutina a la inversa: para él, como ha dicho, todos los días son domingos. Quizás reposa ignorando el Nobel que, después de tres postulaciones, nunca le llegó. “Lo merece”, dice Laura Yasán, poeta y fan del artista. “Merece más de un Nobel”, dice el crítico Milán. Parra no está atento a eso y sólo se pasea por Las Cruces recolectando coplas (Ejemplo: “Mi suegra anda por ahí / diciendo que no trabajo / que le pregunte a su hija / cuando la tengo debajo”). Sin duda este rebelde, que a los noventa años se dejó el pelo largo, tendrá uno de sus cumpleaños más solicitados.Hace unos días se estrenó un documental llamado Retrato de un antipoeta, dirigido por Víctor Jiménez. Se prepara otro documental llamado Para Parra. Se prepara el segundo tomo de sus obras completas. También una antología editada por Alfaguara y la redición de todos sus libros. El mismo antipoeta prepara a su vez un antimuseo con objetos antipoéticos. Y, más encima, el nonagenario más joven de la literatura acaba de contratar a Carmen Balcells como agente literario, traduce Hamlet al castellano y ejerce, tal cual dice, como director fantasma del Departamento de Literatura de la Universidad Diego Portales. Es un hombre que ha hecho de todo. Un creador inagotable que esta tarde hará algo que no ha hecho jamás y que será la única vez que lo haga: cumplirá noventa y cinco años. Y allí, festejando en su casa, como todos los años Nicanor Parra parecerá inmortal. Un escritor en estado de cortocircuitoPor Miguel GrinbergNos conocimos en febrero de 1965 en La Habana, invitados para ser jurados del premio Casa de las Américas, junto a poetas como Allen Ginsberg y Carlos Barral. Todas las noches, después de los compromisos formales, los jurados fraternizábamos rotativamente en la habitación de alguno en el hotel Riviera: se bebía, se cantaba y se reía en el contexto de la Revolución Cubana. Nicanor Parra apareció la primera noche con una damajuana de vino tinto chileno, como corresponde. Cada cual cantaba en ronda canciones de su país y a medida que se hacía tarde, de a poco los celebrantes enfilaban en zigzag hacia sus cuartos. Nos hicimos muy amigos durante largas caminatas por el Malecón habanero. Nuestros anfitriones nos llevaban a pasear y a ver espectáculos de todo tipo: música, teatro, danzas, etc. A veces los shows no eran de primera, y a la hora de aplaudir Nicanor gritaba “¡Ánimo!” no como ponderación sino para sobrellevar el tedio. Le tomé el tiempo y comencé a hacerle coro. Poco después, los espectadores que teníamos alrededor se sumaban al rito, y nos sonreían, tal vez creyendo que era un modo sudamericano de gritarle “¡Olé!” al torero.Dos décadas más tarde nos cruzamos en el lobby de un hotel en Caracas. Me distinguió a la distancia y en medio de los mármoles gritó: “¡Ánimo!”. Reímos a más no poder entre los turistas. Él venía de comprar una pila de libros ecologistas y divagamos un rato sobre el potencial de los ecomovimientos. Tiempo después escribió: “O redactan de una vez por todas la encíclica de la supervivencia, carajo, o voy a tener que redactarla yo mismo”.Por detrás del ánimo juguetón y tintineante de Nicanor bulle un espíritu combativo y deconstructor a ultranza. Es un antipoeta que vive en estado de cortocircuito, pero en vez de ejercer la furia practica el contradiscurso, la disonancia, la sátira indómita. Todo eso puede apreciarse en el documental Retrato de un antipoeta de Víctor Jiménez Atkins, estrenada días atrás en Santiago. Es una película algo fallida, porque a mitad de camino Nicanor se hartó de los bisoños cineastas y les cortó la colaboración. En un momento proclama: “Mucho se habla de derechos humanos. Poco, nada casi, de deberes humanos. Primer deber humano: respetar los derechos humanos”. Una secuencia inolvidable del film es la lectura de su espléndido poema “El hombre imaginario” ante una multitud joven que durante una Feria del Libro lo aclama como a un titán del rock. El brillo de sus ojos parece un volcán rugiente. ¡Ánimo, Nicanor!

Circuit City Coupon
Circuit City Coupon