MARGO GLANTZ
Cecilia García Huidobro
Viva la Diva, viva Margo Glantz
La Tercera Jan. 31 , 2010
Está semi desnuda pero con espectaculares zapatos. Así es Margo Glantz, esta mujer que celebra sus ochenta años con una fiesta nada menos que en el palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Envió esta invitación a sus amigos de todo el mundo y, cuando digo de todo el mundo, no es una metáfora pues debe ser la mujer más querida del planeta.
El año pasado estuvo en Chile invitada por la Cátedra Bolaño. Se volvió en forma casi inmediata una catadora del pisco sour, saboreándolo en todas sus variantes. Lo probó en distintas formas pero siempre acompañada de buenos amigos, zapatos de diseñador y grata conversación pues la compañía y el buen beber la ponen locuaz.
Viajera empedernida, escribe un libro permanente con sus experiencias donde el humor tiene carta de ciudadanía. A veces de tanto reírse al leerla uno ni se entera que esa lectura es el mejor antídoto contra la permanente amenaza de un naufragio. Es la otra cara del viaje, esa experiencia en la que se desafían fronteras geográficas y espirituales de la cabrona vida. De hecho la conferencia que dictó en la Universidad Diego Portales habló de una particular caída al agua suya en Belice que le permitió declarar con orgullo aunque hecha un adefesio : “He naufragado por fin; podré justificar la escritura”.
Glantz desarrolló además una espectacular carrera académica en universidades mexicanas y norteamericanas. Ser una gozadora de la vida no le ha impedido tener una obra ensayística de primer nivel que la convierte en una referencia obligada cuando se trata de estudiar cronistas de Indias, las cartas de relación como la escrita por Hernán Cortés o adentrarse en ese portento mexicano que es sor Juana Inés de Cruz. Sus Obras Reunidas por FCE alcanzan ya dos voluminosos libracos y vienen más. Recorrer la escritura de los primeros cronistas le permitió tomar conciencia de la dificultad de verbalizar ciertas realidades. A veces, las palabras pueden decir más desde lo concreto y hasta lo frívolo, utilizando para ello “palabras que chillan como putas”.
La vida comienza a los ochenta, y si no me creen lean a la gran Margo Glantz… Lean, por ejemplo, su relato “Zapatos: andante con variaciones”, aquí va un fragmento:
“Cuando empiezo a escribir mi vida, me entran dudas (…) Esas dudas se fortalecen después de leer las memorias de Nabokov. La verdad es que cuando yo Nora García (personaje recurrente de la obra de Glantz y su alter ego), leo cosas tan profundas como las que él escribe, me siento disminuida, inútil, y, lo que es peor, mis obsesiones se convierten –como la naturaleza americana para Buffon- en algo inferior. ¿Cómo puede equipararse a alguien, cuya tragedia ha sido sólo un exilio de colonia (barrio) a colonia proletaria durante su infancia , con un exiliado de la nobleza de un país que produjo a Gogol, Dostoiewski, Chéjov, y, claro, a Nobokov, afterwards? Mi historia trata de una mujer (quizá yo misma) que ama desesperadamente y la consecuencia de ese amor fatal no es el suicidio, al estilo de Anna Karenina echándose a las vías del tren o de Madame Bovary tomando arsénico para pagar sus deudas o de Madame de Cléves entrando a un convento para no ceder al amor carnal: no su tragedia consiste en una paulatina deformación del pie izquierdo que le produce un dolor continuo y mediocre (opacado por analgésicos) como el de un callo o una muela inflamada, dolores nada comparables con el dolor lacerante que les producía a las santas mártires del Cristianismo la amputación de un seno “.
¡Margo Glantz, no te mueras nunca!
Viva la Diva, viva Margo Glantz
La Tercera Jan. 31 , 2010
Está semi desnuda pero con espectaculares zapatos. Así es Margo Glantz, esta mujer que celebra sus ochenta años con una fiesta nada menos que en el palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Envió esta invitación a sus amigos de todo el mundo y, cuando digo de todo el mundo, no es una metáfora pues debe ser la mujer más querida del planeta.
El año pasado estuvo en Chile invitada por la Cátedra Bolaño. Se volvió en forma casi inmediata una catadora del pisco sour, saboreándolo en todas sus variantes. Lo probó en distintas formas pero siempre acompañada de buenos amigos, zapatos de diseñador y grata conversación pues la compañía y el buen beber la ponen locuaz.
Viajera empedernida, escribe un libro permanente con sus experiencias donde el humor tiene carta de ciudadanía. A veces de tanto reírse al leerla uno ni se entera que esa lectura es el mejor antídoto contra la permanente amenaza de un naufragio. Es la otra cara del viaje, esa experiencia en la que se desafían fronteras geográficas y espirituales de la cabrona vida. De hecho la conferencia que dictó en la Universidad Diego Portales habló de una particular caída al agua suya en Belice que le permitió declarar con orgullo aunque hecha un adefesio : “He naufragado por fin; podré justificar la escritura”.
Glantz desarrolló además una espectacular carrera académica en universidades mexicanas y norteamericanas. Ser una gozadora de la vida no le ha impedido tener una obra ensayística de primer nivel que la convierte en una referencia obligada cuando se trata de estudiar cronistas de Indias, las cartas de relación como la escrita por Hernán Cortés o adentrarse en ese portento mexicano que es sor Juana Inés de Cruz. Sus Obras Reunidas por FCE alcanzan ya dos voluminosos libracos y vienen más. Recorrer la escritura de los primeros cronistas le permitió tomar conciencia de la dificultad de verbalizar ciertas realidades. A veces, las palabras pueden decir más desde lo concreto y hasta lo frívolo, utilizando para ello “palabras que chillan como putas”.
La vida comienza a los ochenta, y si no me creen lean a la gran Margo Glantz… Lean, por ejemplo, su relato “Zapatos: andante con variaciones”, aquí va un fragmento:
“Cuando empiezo a escribir mi vida, me entran dudas (…) Esas dudas se fortalecen después de leer las memorias de Nabokov. La verdad es que cuando yo Nora García (personaje recurrente de la obra de Glantz y su alter ego), leo cosas tan profundas como las que él escribe, me siento disminuida, inútil, y, lo que es peor, mis obsesiones se convierten –como la naturaleza americana para Buffon- en algo inferior. ¿Cómo puede equipararse a alguien, cuya tragedia ha sido sólo un exilio de colonia (barrio) a colonia proletaria durante su infancia , con un exiliado de la nobleza de un país que produjo a Gogol, Dostoiewski, Chéjov, y, claro, a Nobokov, afterwards? Mi historia trata de una mujer (quizá yo misma) que ama desesperadamente y la consecuencia de ese amor fatal no es el suicidio, al estilo de Anna Karenina echándose a las vías del tren o de Madame Bovary tomando arsénico para pagar sus deudas o de Madame de Cléves entrando a un convento para no ceder al amor carnal: no su tragedia consiste en una paulatina deformación del pie izquierdo que le produce un dolor continuo y mediocre (opacado por analgésicos) como el de un callo o una muela inflamada, dolores nada comparables con el dolor lacerante que les producía a las santas mártires del Cristianismo la amputación de un seno “.
¡Margo Glantz, no te mueras nunca!
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