SANTA EVITA
Muere Tomás Eloy Martínez, voz latinoamericana del Nuevo Periodismo
El escritor y periodista argentino, autor de "Santa Evita", deja este mundo, tras una vida consagrada al romance entre la palabra y la realidad.
El Mercurio lunes 1 de febrero de 2010
Romina de la sotta d.
Hace dos días, usted lo leyó en revista "El Sábado". Tomás Eloy Martínez anunciaba que la cultura narco es la cultura del nuevo milenio. Denunciaba el fracaso del lenguaje de las armas. Destruirles el negocio, dijo, es la única manera de que la lucha fuese pareja.
Esa columna fue la despedida de este mundo del destacado escritor, periodista y crítico de cine. Anoche el diario "La Nación" de Buenos Aires -uno de los tantos periódicos donde fue columnista en su prolífica carrera- confirmó la noticia.
Tras una larga lucha contra el cáncer, se apagaba ayer una de las voces esencial del Nuevo Periodismo en América Latina.
Tenía 75 años y su vida la consagró a ser un cronista. En 2009 ganó, por su trayectoria, el Premio Ortega y Gasset del diario "El País", que lo calificó como "maestro de reporteros y ejemplo de excelencia en una de las carreras de periodismo más brillantes en lengua castellana".
Al respecto, Tomás Eloy Martínez fue escueto y humilde: "Es un premio a la persistencia. Me premian por el tiempo que uno está en un sitio haciendo las mismas cosas, tengo 50 años de profesión".
Amigo de Gabriel García Márquez, toda su vida laboral se resume en una frase que declaró hace años: "Si cuidás el lenguaje, la ética viene en consonancia, porque la responsabilidad empieza por la herramienta que manejás".
Y así lo hizo. Comentó cine, enamorado de la belleza. Investigó crímenes, horrorizado de la violencia. Nutrió con un vocabulario más amplio y con una humanidad renovada las páginas de los periódicos donde fue empleado, y de los nuevos medios que, con el tiempo, fue fundando.
Su vocación la descubrió siendo un niño de ocho años. Volvió tarde a casa, deslumbrado por el circo. Sus padres lo habían buscado con la policía y en los hospitales. "Me impusieron una penitencia: no podía oír historias ni leer libros ni ir al cine durante un mes. Estaba tan desesperado, que dije 'voy a contarme una historia a mí mismo'". Escribió un cuento de un niño castigado y su madre, tras leerlo, le dijo a su padre: "Lo que está haciendo es más peligroso que lo que le prohibimos".
Porque Tomás Eloy Martínez también supo mirar la realidad a la cara, al precio que fuera necesario. Su acuciosidad fue tal, que, por ejemplo, su relato periodístico "La pasión según Trelew" (1974), prohibido durante la última dictadura argentina, se convirtió en una prueba en el juicio por la masacre referida de 1972.
Fue también un activo académico, dentro y fuera de Argentina. Conferencista y maestro, a Chile vino en numerosas ocasiones, distribuyendo su experiencia con generosidad.
Su libro "Santa Evita" (1995) es el más traducido de la historia argentina (36 idiomas). Al respecto, declaró a "Revista de Libros" que "ella nunca fue amada; fue 'una mujer abusada'. Cada vez que la pobre tenía que obtener un trabajo, debía pagar un peaje sexual". La definió, además, como "arbitraria, fanática, intolerante terrible: una dictadora, pero generosa con los pobres, hasta el punto de regalar todo lo que ella no había tenido. Colonias de veraneo, bicicletas, pelotas de fútbol, máquinas de coser...".
Pero también "La novela de Perón" (1985) ha dejado huella en la historia y en la narrativa, elaborado con millares de documentos, cartas y testimonios. En "Las memorias del general" (1996) retrató los 70 en Argentina y con "El vuelo de la Reina" (2002), ganó el premio Alfaguara. Siguieron sucediéndose los títulos, hasta el "El Purgatorio" (2008), donde hizo que dos amantes se reencontraran tras 30 años de separación obligada por agentes del Estado.
El escritor y periodista argentino, autor de "Santa Evita", deja este mundo, tras una vida consagrada al romance entre la palabra y la realidad.
El Mercurio lunes 1 de febrero de 2010
Romina de la sotta d.
Hace dos días, usted lo leyó en revista "El Sábado". Tomás Eloy Martínez anunciaba que la cultura narco es la cultura del nuevo milenio. Denunciaba el fracaso del lenguaje de las armas. Destruirles el negocio, dijo, es la única manera de que la lucha fuese pareja.
Esa columna fue la despedida de este mundo del destacado escritor, periodista y crítico de cine. Anoche el diario "La Nación" de Buenos Aires -uno de los tantos periódicos donde fue columnista en su prolífica carrera- confirmó la noticia.
Tras una larga lucha contra el cáncer, se apagaba ayer una de las voces esencial del Nuevo Periodismo en América Latina.
Tenía 75 años y su vida la consagró a ser un cronista. En 2009 ganó, por su trayectoria, el Premio Ortega y Gasset del diario "El País", que lo calificó como "maestro de reporteros y ejemplo de excelencia en una de las carreras de periodismo más brillantes en lengua castellana".
Al respecto, Tomás Eloy Martínez fue escueto y humilde: "Es un premio a la persistencia. Me premian por el tiempo que uno está en un sitio haciendo las mismas cosas, tengo 50 años de profesión".
Amigo de Gabriel García Márquez, toda su vida laboral se resume en una frase que declaró hace años: "Si cuidás el lenguaje, la ética viene en consonancia, porque la responsabilidad empieza por la herramienta que manejás".
Y así lo hizo. Comentó cine, enamorado de la belleza. Investigó crímenes, horrorizado de la violencia. Nutrió con un vocabulario más amplio y con una humanidad renovada las páginas de los periódicos donde fue empleado, y de los nuevos medios que, con el tiempo, fue fundando.
Su vocación la descubrió siendo un niño de ocho años. Volvió tarde a casa, deslumbrado por el circo. Sus padres lo habían buscado con la policía y en los hospitales. "Me impusieron una penitencia: no podía oír historias ni leer libros ni ir al cine durante un mes. Estaba tan desesperado, que dije 'voy a contarme una historia a mí mismo'". Escribió un cuento de un niño castigado y su madre, tras leerlo, le dijo a su padre: "Lo que está haciendo es más peligroso que lo que le prohibimos".
Porque Tomás Eloy Martínez también supo mirar la realidad a la cara, al precio que fuera necesario. Su acuciosidad fue tal, que, por ejemplo, su relato periodístico "La pasión según Trelew" (1974), prohibido durante la última dictadura argentina, se convirtió en una prueba en el juicio por la masacre referida de 1972.
Fue también un activo académico, dentro y fuera de Argentina. Conferencista y maestro, a Chile vino en numerosas ocasiones, distribuyendo su experiencia con generosidad.
Su libro "Santa Evita" (1995) es el más traducido de la historia argentina (36 idiomas). Al respecto, declaró a "Revista de Libros" que "ella nunca fue amada; fue 'una mujer abusada'. Cada vez que la pobre tenía que obtener un trabajo, debía pagar un peaje sexual". La definió, además, como "arbitraria, fanática, intolerante terrible: una dictadora, pero generosa con los pobres, hasta el punto de regalar todo lo que ella no había tenido. Colonias de veraneo, bicicletas, pelotas de fútbol, máquinas de coser...".
Pero también "La novela de Perón" (1985) ha dejado huella en la historia y en la narrativa, elaborado con millares de documentos, cartas y testimonios. En "Las memorias del general" (1996) retrató los 70 en Argentina y con "El vuelo de la Reina" (2002), ganó el premio Alfaguara. Siguieron sucediéndose los títulos, hasta el "El Purgatorio" (2008), donde hizo que dos amantes se reencontraran tras 30 años de separación obligada por agentes del Estado.
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