las librerías de Buenos Aires
Recorrido Lectores habituales y de ocasión
Para no perderse en las librerías de Buenos Aires
Juntos pero no revueltos, anticuarios y vendedores de saldos comparten el mercado del libro con gigantescos locales de las grandes cadenas que se expanden por Florida, Corrientes y Santa Fe.
Pedro Pablo Guerrero
El Mercurio Revista de Libros domingo 16 de mayo de 2010
Para no perderse en las librerías de Buenos Aires
Juntos pero no revueltos, anticuarios y vendedores de saldos comparten el mercado del libro con gigantescos locales de las grandes cadenas que se expanden por Florida, Corrientes y Santa Fe.
Pedro Pablo Guerrero
El Mercurio Revista de Libros domingo 16 de mayo de 2010
Un millón 200 mil personas visitaron la Feria del Libro de Buenos Aires. Las editoriales vendieron entre un 5 y un 10 por ciento más que en 2009. Sorprende que una sociedad que padeció una de las recesiones más largas de su historia (1998-2001) mantenga hábitos de lectura y consumo de libros superiores al promedio de la región. Argentina sigue siendo un país lector, por más que se aleje de los índices que alcanzó hasta la década del 70, cuando grandes editoriales trasandinas (Sudamericana, Losada y Emecé) dominaban el mercado latinoamericano.
En un estudio divulgado en 2008 por la Fundación El Libro y la Universidad de San Andrés, el 86% de los encuestados declaró leer libros. La mitad de ellos, entre uno y cinco al año. Un 30% de los consultados lee entre seis y diez, mientras que el 27% restante supera la decena. No se conocen estadísticas confiables de ventas, pero un editor estimaba en 2005 que anualmente se venden veinte millones de libros. Por su parte, los registros del ISBN (International Standard Book Number) cuentan más de veinte mil títulos nuevos al año; una cifra en aumento que refleja cómo se acortan los ciclos de cada obra, lo cual obliga a una renovación constante de los stocks en librerías.
Según una vieja regla editorial, lo que se devuelve va a saldo. Es la última oportunidad de un libro. En Buenos Aires existen puntos de venta especializados en esta fase, como bien lo saben quienes recorren los puestos de Plaza Italia y las librerías de avenida Corrientes: zonas de ofertas, contiguas a las grandes cadenas. Juntas, pero no revueltas. Para no confundirse, valga esta pequeña guía de lectores perseverantes y ocasionales.
Capítulo dos
Si tiene poco tiempo y le gusta más ir de shopping que recorrer librerías -aunque de todas formas desea comprar algún título de moda-, hay un lugar preciso para usted: Capítulo dos. En el subsuelo de las Galerías Pacífico, bajo los impresionantes murales de la cúpula central, se encuentra una tienda de "apenas" 150 metros cuadrados donde puede hojear 1810 , de Felipe Pigna (Planeta) o La filosofía de Lost (Libros del Zorzal), en el que Sharon Kaye indaga en el trasfondo intelectual de la serie televisiva.
No se preocupe si va con sus hijos. Hay también un rincón de libros infantiles, pero -recuérdelo- no es la guardería del mall.
Galerías Pacífico, Local 128.
Fernández Blanco
Visita obligada para los amantes de la historia y la literatura del siglo XIX, Fernández Blanco tienta desde la "vidriera" con El pronunciamiento de Urquiza , de Héctor R. Baudon; La tierra purpúrea , de W.H. Hudson, y El cacique Namuncurá , del coronel Adalberto Clifton, entre otros volúmenes raros, antiguos o curiosos.
Junto a las librerías Alberto Casares y De Ávila, el apacible local, ubicado en pleno centro, es una reliquia sobreviviente de la edad dorada de los anticuarios porteños.
Tucumán 712 (no abre domingos ni feriados).
Cúspide
Muy bien surtida de novedades, la cadena Cúspide en el paseo Florida enfrenta una dura competencia atravesando la calle: El Ateneo. Tal vez el local de Cúspide no sea tan llamativo como el de su imponente vecino, pero nada tiene que envidiarle en cantidad de volúmenes. El segundo piso es realmente grande -un interminable corredor de ordenadas repisas- y su buena iluminación compensa los escasos lugares provistos de sillones. Al menos en el primer nivel hay una cafetería para sentarse a leer... pero no abre en domingo.
Florida 628.
Distal
Es como el Big John de las librerías. Sus trece locales -cinco de ellos en el centro- abren todos los días, alguno de ellos (Recoleta) hasta las dos de la mañana. Tiendas de emergencia para lectores insomnes en busca de un título cualquiera, ojalá no muy caro. Libros bien argentinos para turistas que ya compraron la chaqueta de cuero, el CD de Gardel y la camiseta de Boca.
Lavalle 775.
El Ateneo (Florida)
Un hotel transformado en librería. ¿Por qué no? El Ateneo consigue algo que parece imposible: dotar de intimidad a un espacio de dimensiones faraónicas. Tres pisos con escaleras mecánicas, ascensor y patios interiores. Leer con luz natural es impagable. Algunos libros que se venden en El Ateneo, también. Pero nadie debería entrar en busca de ofertas. Fundado en 1912 por el emigrante español Pedro García, El Ateneo forma parte del paisaje urbano de Buenos Aires. Hoy es una marca del grupo Ilhsa, que lidera el mercado argentino con una red de 40 locales en el país, incluidos los de la omnipresente cadena Yenny. Al conglomerado también pertenece la editorial El Ateneo, que el año pasado comenzó a publicar a narradores trasandinos contemporáneos: Isabel de Gracia, Vicente Battista, Fogwill, Gustavo Nielsen.
Florida 629.
El Ateneo Grand Splendid
Ciento veinte mil títulos. Más de tres mil visitas diarias. Un teatro de 1919 acondicionado el año 2000 como una megalibrería. Estantes, en lugar de butacas, ocupan las plateas, balcones y palcos; mesas de café en el escenario donde antes cantaron estrellas del tango; lectores en vez de espectadores. Es el libro convertido en espectáculo. Hasta los taxistas saben que un diario, The Guardian, eligió a El Ateneo Grand Splendid la segunda librería más hermosa del mundo. Hay que visitarla, aunque a veces encontrar un volumen se convierta en una tarea babélica. No confíe en los lectores de código de barra, que solamente sirven para averiguar el precio. Si busca orientación, hable con un vendedor. No hay muchos y están abrumados en las horas críticas, pero saben de literatura, lo que en las librerías de Buenos Aires no es algo excepcional.
Avenida Santa Fe 1860.
Losada
Fundado en 1938, el emblemático sello argentino mantiene abierta su librería de avenida Corrientes hasta entrada la noche. Imposible dar una idea de su vasto catálogo, que abarca desde los clásicos griegos a escritores hispanoamericanos del siglo XX y ensayistas en boga como Zygmunt Bauman. Para suerte de coleccionistas (y sorpresa de los nerudianos), las segundas ediciones de libros póstumos de Pablo Neruda ( 2000 , El corazón amarillo ) se venden a 15 pesos argentinos ($2.000).
Avenida Corrientes 1551.
Eterna Cadencia
Hace un par de años era un tip fijo de Buenos Aires. Un imperdible en el corazón del barrio Palermo Hollywood. Eterna Cadencia aún es una gran librería boutique: acogedora, cálida, ondera , aunque el furor ya no da para abrir los domingos, y los sábados cierra a las ocho. El resto de la semana atiende hasta las nueve, horario que la convierte en punto de encuentro de escritores, gracias también a su café-bar, provisto de una carta más completa que lo esperable. En la librería propiamente tal, mesas y sofás invitan a hojear la admirable producción de las editoriales independientes, incluido el sello de la casa, pero también Mansalva, La Compañía, El cuenco de plata, La bestia equilátera, Entropía, Gourmet musical... Una lista que crece año tras año. Honduras 5574.
En un estudio divulgado en 2008 por la Fundación El Libro y la Universidad de San Andrés, el 86% de los encuestados declaró leer libros. La mitad de ellos, entre uno y cinco al año. Un 30% de los consultados lee entre seis y diez, mientras que el 27% restante supera la decena. No se conocen estadísticas confiables de ventas, pero un editor estimaba en 2005 que anualmente se venden veinte millones de libros. Por su parte, los registros del ISBN (International Standard Book Number) cuentan más de veinte mil títulos nuevos al año; una cifra en aumento que refleja cómo se acortan los ciclos de cada obra, lo cual obliga a una renovación constante de los stocks en librerías.
Según una vieja regla editorial, lo que se devuelve va a saldo. Es la última oportunidad de un libro. En Buenos Aires existen puntos de venta especializados en esta fase, como bien lo saben quienes recorren los puestos de Plaza Italia y las librerías de avenida Corrientes: zonas de ofertas, contiguas a las grandes cadenas. Juntas, pero no revueltas. Para no confundirse, valga esta pequeña guía de lectores perseverantes y ocasionales.
Capítulo dos
Si tiene poco tiempo y le gusta más ir de shopping que recorrer librerías -aunque de todas formas desea comprar algún título de moda-, hay un lugar preciso para usted: Capítulo dos. En el subsuelo de las Galerías Pacífico, bajo los impresionantes murales de la cúpula central, se encuentra una tienda de "apenas" 150 metros cuadrados donde puede hojear 1810 , de Felipe Pigna (Planeta) o La filosofía de Lost (Libros del Zorzal), en el que Sharon Kaye indaga en el trasfondo intelectual de la serie televisiva.
No se preocupe si va con sus hijos. Hay también un rincón de libros infantiles, pero -recuérdelo- no es la guardería del mall.
Galerías Pacífico, Local 128.
Fernández Blanco
Visita obligada para los amantes de la historia y la literatura del siglo XIX, Fernández Blanco tienta desde la "vidriera" con El pronunciamiento de Urquiza , de Héctor R. Baudon; La tierra purpúrea , de W.H. Hudson, y El cacique Namuncurá , del coronel Adalberto Clifton, entre otros volúmenes raros, antiguos o curiosos.
Junto a las librerías Alberto Casares y De Ávila, el apacible local, ubicado en pleno centro, es una reliquia sobreviviente de la edad dorada de los anticuarios porteños.
Tucumán 712 (no abre domingos ni feriados).
Cúspide
Muy bien surtida de novedades, la cadena Cúspide en el paseo Florida enfrenta una dura competencia atravesando la calle: El Ateneo. Tal vez el local de Cúspide no sea tan llamativo como el de su imponente vecino, pero nada tiene que envidiarle en cantidad de volúmenes. El segundo piso es realmente grande -un interminable corredor de ordenadas repisas- y su buena iluminación compensa los escasos lugares provistos de sillones. Al menos en el primer nivel hay una cafetería para sentarse a leer... pero no abre en domingo.
Florida 628.
Distal
Es como el Big John de las librerías. Sus trece locales -cinco de ellos en el centro- abren todos los días, alguno de ellos (Recoleta) hasta las dos de la mañana. Tiendas de emergencia para lectores insomnes en busca de un título cualquiera, ojalá no muy caro. Libros bien argentinos para turistas que ya compraron la chaqueta de cuero, el CD de Gardel y la camiseta de Boca.
Lavalle 775.
El Ateneo (Florida)
Un hotel transformado en librería. ¿Por qué no? El Ateneo consigue algo que parece imposible: dotar de intimidad a un espacio de dimensiones faraónicas. Tres pisos con escaleras mecánicas, ascensor y patios interiores. Leer con luz natural es impagable. Algunos libros que se venden en El Ateneo, también. Pero nadie debería entrar en busca de ofertas. Fundado en 1912 por el emigrante español Pedro García, El Ateneo forma parte del paisaje urbano de Buenos Aires. Hoy es una marca del grupo Ilhsa, que lidera el mercado argentino con una red de 40 locales en el país, incluidos los de la omnipresente cadena Yenny. Al conglomerado también pertenece la editorial El Ateneo, que el año pasado comenzó a publicar a narradores trasandinos contemporáneos: Isabel de Gracia, Vicente Battista, Fogwill, Gustavo Nielsen.
Florida 629.
El Ateneo Grand Splendid
Ciento veinte mil títulos. Más de tres mil visitas diarias. Un teatro de 1919 acondicionado el año 2000 como una megalibrería. Estantes, en lugar de butacas, ocupan las plateas, balcones y palcos; mesas de café en el escenario donde antes cantaron estrellas del tango; lectores en vez de espectadores. Es el libro convertido en espectáculo. Hasta los taxistas saben que un diario, The Guardian, eligió a El Ateneo Grand Splendid la segunda librería más hermosa del mundo. Hay que visitarla, aunque a veces encontrar un volumen se convierta en una tarea babélica. No confíe en los lectores de código de barra, que solamente sirven para averiguar el precio. Si busca orientación, hable con un vendedor. No hay muchos y están abrumados en las horas críticas, pero saben de literatura, lo que en las librerías de Buenos Aires no es algo excepcional.
Avenida Santa Fe 1860.
Losada
Fundado en 1938, el emblemático sello argentino mantiene abierta su librería de avenida Corrientes hasta entrada la noche. Imposible dar una idea de su vasto catálogo, que abarca desde los clásicos griegos a escritores hispanoamericanos del siglo XX y ensayistas en boga como Zygmunt Bauman. Para suerte de coleccionistas (y sorpresa de los nerudianos), las segundas ediciones de libros póstumos de Pablo Neruda ( 2000 , El corazón amarillo ) se venden a 15 pesos argentinos ($2.000).
Avenida Corrientes 1551.
Eterna Cadencia
Hace un par de años era un tip fijo de Buenos Aires. Un imperdible en el corazón del barrio Palermo Hollywood. Eterna Cadencia aún es una gran librería boutique: acogedora, cálida, ondera , aunque el furor ya no da para abrir los domingos, y los sábados cierra a las ocho. El resto de la semana atiende hasta las nueve, horario que la convierte en punto de encuentro de escritores, gracias también a su café-bar, provisto de una carta más completa que lo esperable. En la librería propiamente tal, mesas y sofás invitan a hojear la admirable producción de las editoriales independientes, incluido el sello de la casa, pero también Mansalva, La Compañía, El cuenco de plata, La bestia equilátera, Entropía, Gourmet musical... Una lista que crece año tras año. Honduras 5574.
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